El olvido

Nadi llora, porque ella no es, después de todo, una sucia caza-recompensas, solamente. Hace lo imposible por mantener su orgullo en alto y no mirar a Ellis al hacerlo, sobre todo porque la está protegiendo, tomando el papel del adulto entre las dos, a pesar de que probablemente no tiene más que un par de años más en su haber y menos experiencia en el arte de matar, cosa que enciende la risa en el Demonio de Maxwell que duerme dentro del corazón de la más joven. Se dice que en la próxima parada no solo llenarán el tanque: también se comerán unos enormes helados de pistacho con crema y caramelo, mientras que sus rodillas se entrechocan y Ellis aprende un nuevo sabor y ella se olvida poco a poco del gusto amargo que le ha dejado su última experiencia con el mundo real, en el cual más que Reina del camino es villana perseguida que mata a los de su clase para poder vivir. Ese es su principal motivo para dejar de llorar y fijar la vista en el volante, dispuesta a cumplir ese vacuo sueño en un futuro inmediato.

Un poco de culpa

Lirio no es su hija. Solo empezó a seguirlo y tuvo la impresión de que si la dejaba morir de hambre y sed (lejos como estaban de cualquier vestigio de civilización), no podría dormir tranquilo de nuevo. Aún así, paga un buen hotel, esa vez en la que lo mandan por un tío demente que es peligroso. Quizás no vuelva y quiere que al menos, sea feliz como solo pueden serlo los niños que tienen un televisor pantalla a color un rato y cama que vibra. Al final regresa, con la cabeza en alto, debajo del sombrero y Lirio corre a sus brazos, le besa en los labios y lo llama "su hombre", sintiéndose con derecho al privilegio. Un poco culpable, incluso así.

Lo cree

Ellis cree que Nadi luce mucho mejor bajo la lluvia, que es cuando se ven sus formas, sus pezones se levantan y una sonrisa de resignación en su eterno optimismo se dibuja sobre sus labios rojizos. Es perfecta cuando eso sucede y Ellis no querría estar en ninguna parte, que no fuera mojándose también, junto a ella, debajo de la lluvia y entre las piernas le arde algo. Le ha dicho a Nadie sobre esto y ella se ha sonrojado, le ha pedido que no vuelva a mencionarlo, estaban abrazadas (Ellis le rodeó con los brazos como vio que hacían dos chicas sin ropa, en una historieta que tuvo tiempo de ojear, antes de que Nadie suspirara y se la quitara de las manos, diciendo que no era para una niña como ella) y la apartó, sin mirarla, ordenándole buscar refugio pronto y olvidarse del asunto, porque hay cosas que aún Ellis no puede entender aunque crea sentirlas.