Disclaimer: los personajes son de Disney-Marvel

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The Kiss of the Black Widow

Por Yuki Lunar.

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Capítulo 1

Introducción

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Natalia Alianovna Romanova era una espía rusa, dedicada de lleno a su trabajo, entrenada para no sentir dolor, ni tener sentimientos absolutos. Ella era la mejor de su grupo de entrenamiento. Estaba preparada para morir si era necesario. Actualmente tenía unos dieciocho años, y más de diez mil misiones encima, en donde cada una de ellas podría haber sido la última. Una chica de dieciocho años que en vez de tener una vida de joven en edad universitaria, o de disfrutar salidas con amigos, o de noviar o lo que sea que haga una chica de esa edad, pues ella arriesgaba su vida por la paz de su nación… aunque no tanto.

Sí bien, la corrupción era la cara oculta de una nación, de un gobierno, había gente detrás de ella que estaba dedicada al tráfico de armas, de drogas, de personas, etc., pues Natalia era la encargada de desbaratar siempre algo que esté fuera de la normal en su totalidad, pero además, su misión era limpiar ese lado oscuro…, hacer el trabajo sucio como quien diría, y si tenía que caer cualquier país, cualquier presidente, lo que sea, caería.

Natalia en la jerga de "agente", se la llamaba "black widow", famosa por su seducción, por su método de disuasión, por su manera de engañar, y finalmente, meterte la patada final en el trasero…, en algunos casos, te daba el beso de la muerte.

Ella no sentía que tenía tiempo para hacer amigos aunque muchos en la agencia de espionaje ruso tenían la intención de hacerlo, ni hablar de trabajar en equipo, sentía que era una pérdida de tiempo y que ella solita podría hacer todo en menos de lo que tarda un equipo completo de cinco personas.

Estaba en medio de un operativo con unos mafiosos italianos encargados del tráfico de armas cuando el jefe de la KGB la llamó para pedirle con urgencia que se acercase a la oficina para solicitarle un trabajo muy importante y de carácter prioritario.

Ella estaba en un rincón de un galpón apestoso y mugroso, entre cajas de madera enormes, se sentía un olor a humedad y a podrido. Unos tipos regordetes enfundados en trajes de vestir estaban ordenando un cargamento que un camión estaba a punto de despachar. Y Natalia no quería dejar de pasar la oportunidad para desbaratar esa banda en menos de lo que canta un gallo, asique primero dejó en espera a su jefe, y salto desde su lugar, con un traje enterizo negro ceñido al cuerpo, con alguna tela especial hecha para resistir ataques de electrochoques o balas, a su vez, en sus muñecas llevaba una especie de casquillos negros que disparaban directo al blanco y explotaban dejando que la chica colorada tuviera una gran ventaja sobre sus enemigos. Una gran balacera empezó a escucharse y a retumbar en ecos mientras que la señorita Romanova trataba de esquivar las balas como podía, ella era muy ágil en ese sentido pero no podía confiarse nunca.

Hasta que llego a algunos de esos hombres y empezó a pelear con patadas y piñas, esquivaba otras tantas y siempre daba a los puntos débiles. Finalmente pudo tirar a todos, dejándolos en el piso. Acercó una especie de reloj de muñeca a su boca y le hablo a ella:

—Nido caído, repito, nido caído.

Contorneando seximente sus caderas, camino hacía una salida trasera que daba directo a un callejón. Ya la noche fría había caído y su trabajo ya estaba hecho. Largó todo el aire y tomó el teléfono mientras se subía a un vehículo Lada color negro. Trabó todas las puertas y puso su celular en un porta teléfono que estaba pegado al vidrio polarizado. Tiró su espalda hacia el asiento.

—Ahora sí jefe, dígame, ¿qué tiene para mí?

Señorita Romanova, no me gusta que me deje en espera cada vez que la llamó, esto es de urgencia… — empezó la voz de un tipo sesentón a regañarla.

—Estaba ocupada, sabe que mi trabajo lo tomo enserio— respondió ella revoleando los ojos, mientras ponía en marcha el vehículo y atravesaba el cinturón de seguridad.

Natalia se caracterizaba por ser poco educada y nada vueltera.

Solicito su presencia ahora mismo en la oficina.

Y eso fue lo último que dijo el tipo cuando la espía decidió cortar la comunicación. Respiró hondo y se fue hacía allá.