Hola, este es mi primer fic y espero que les guste, me centre en un fiolee porque la pareja me encanta, y he leído bastante sobre ellos, así que espero que les guste esta historia llena de intrigas, enemigos poderosos y un pasado oculto a punto de revelarse.
Pd: los personajes de hora de aventura no me pertenecen.
Capítulo 1: La guerra de los champiñones
Sangre, cuerpos por todos lados y gritos desesperados de dolor, no veía más que eso a mí alrededor.
Mi pueblo, mi familia y entre otras cosas, mi vida, estaban protegidos por una pequeña burbuja frágil alejada de lo que en verdad pasaba en el resto del mundo. Todos estábamos convencidos de que la creciente tensión entre las potencias involucradas no iba a alcanzarnos, que estábamos en un punto neutral que nadie se atrevía a tocar, que sería como la guerra fría, solo amenazas pero nada de acciones, oh que gran error cometimos.
El infierno comenzó una mañana de sábado lluviosa, gris y sin mucho color, yo me encontraba en el centro comercial esperando a una chica, cuando la primera bomba estallo, me tiro varios metros de donde estaba inicialmente, y me había dejado sordo del oído derecho. Desorientado como estaba me levante y mire a mí alrededor.
El panorama no era alentador, había centenares de muertos y bastantes heridos, y como si fuera poco, habían miles de soldados con emblemas del bando enemigo entrando y saliendo del lugar, matando a todo el que se les cruzaba en el camino, pensé más rápido de lo que me permitía mi situación actual, y me escondí detrás de unos pilares que sorprendentemente habían quedado en pie después de la estrepitosa explosión, mientras los escuchaba seguir de largo.
Después de eso, los bombardeos se hicieron algo común, y comenzaron a reclutar a todo hombre que estuviera en capacidad de luchar en el campo de batalla, las propagandas para enlistarse invadían las grandes ciudades y los pequeños pueblos como el mío.
No tarde en enlistarme en la armada movido por el impulso de quien ama a su patria y no tiene nada que perder más que a su familia.
Ahh probablemente fue el peor error que he cometido en mi larga vida.
Una semana después de haber terminado el entrenamiento que se les da a los soldados rasos bombardearon la base de mi pueblo, pensamos que acabaría ahí, pero que gran sorpresa nos dimos cuando solo 10 minutos después lanzaron la segunda bomba, no cualquier bomba, era como si la agonía vivida en Hiroshima Nagasaki y años más tarde en Chernóbil, estuviera siendo revivida en frente de mis ojos, todos murieron vaporizados, la gran bomba atómica destruyo todo lo que tuvo a su alcance, dejo una enorme mancha quemada e inasequible en el suelo como muestra de la crueldad del hombre, sobreviví solo porque minutos antes de que la bomba estallara el avión en el que me iba para el campo de batalla había despegado.
Lo perdi todo en segundos, ya no tenía un lugar al que volver, ya no tenía a nadie que me esperara o que me extrañara, ya no tenía nada.
Fuimos recibidos en el campo de batalla por una lluvia interminable de plomo; estaban en pleno enfrentamiento cuando el avión abrió sus puertas para dejarnos salir, y nosotros más audaces de lo que realmente éramos nos escondimos detrás del muro improvisado que hicieron los demás soldados.
De ahí en adelante fue como si el mismo demonio hubiera llegado a la tierra para quedarse.
No exagero cuando digo que los cuerpos se apilaban en montañas y que los ríos se volvieron rojos, ya no sabíamos que eran los días y que eran las noches, vivíamos para pelear y para morir, y justo en medio de la masacre de donde todos estábamos seguros que nadie quedaría vivo, encontré algo extraño, perturbador y que aun después de tantos siglos me cuestiono si fue bueno o no haberlo encontrado.
Hunson abeadeer era el comandante de mi escuadrón, un hombre viejo con una expresión más bien seria, misterioso y raro en toda medida. Él estaba a mi lado cuando estallo una mina volando a un soldado de rango inferior en pedazos y cuando recibí un balazo justo en toda la parte derecha de mi pecho perforando mi pulmón, estaba agonizando cuando él me levanto del suelo y me dijo lo siguiente:
-no te preocupes muchacho, vivirás, yo me encargare de eso-
No lo entendí hasta cuando vi su expresión, era un demonio, como los de las películas, con grandes dientes y ojos que presagiaban muerte, me mordió y juro que no había nada más doloroso que esa mordida, y cuando creí que al dejar de morderme mi martirio se acabaría, empeoro.
No conocía dolor como ese, sentía que cada célula de mi cuerpo gritaba por ayuda, era como si retorcieran todo tu cuerpo, me estaba volviendo loco, y justo cuando creí que no lo aguantaría y moriría, el dolor paro y todo se volvió negro.
Desperté una semana después en un bunquer con aspecto demacrado donde había más gente con apariencia pálida y ojos rojos como la sangre, la primera persona con quien hable fue con el comandante hunson.
-¿cómo te sientes muchacho?- me pregunto.
-como si miles de bombas atómicas hubieran estallado en cada célula de mi cuerpo-dije incorporándome en la improvisada cama de hospital.
El rio y dijo –no te preocupes muchacho, es lo que sienten todos al comienzo- ¿al comienzo? ¿Al comienzo de qué?
-¿comandante que fue lo que me hizo?-le pregunte.
-te convertí en vampiro.- me quede mirándolo fijamente, no acababa de procesar lo que me estaba diciendo.
-ok, ¿me está diciendo que estoy vivo porque me convirtió en vampiro?- dije con cara de no entender lo que pasaba.
-si-
-usted está loco.- me levante de la cama tan rápido como pude, corrí hasta un espejo cercano y me mire en él, me sorprendí con lo que vi.
Mi piel, mis ojos, hasta la expresión de mi rostro era completamente diferente, estaba tan pálido que me veía prácticamente azul, mi piel estaba helada, y mis ojos ya no eran verdes si no rojos, grite de espanto cuando me vi flotando sobre el suelo mire al comandante hunson con expresión de terror y el solo me dijo:
-bienvenido a la inmortalidad Marshall lee, rey de los vampiros- fue tan grande la impresión que me desmaye.
bueno hasta aquí les llega, espero que les haya gustado el primer capitulo, estaré subiendo uno diario. ¡nos leemos!
