¡Hola!
¡Hoy vengo con un OS Larry Stylinson!
Pues verán; un día estaba escuchando música —ya saben, un día de esos en los que les prestas más atención de lo normal a las canciones— y de pronto empezó Temblando de Hombres G (culpen a mi familia por mi gusto hacia la música ochentera). Total, la cuestión es que la escuché, y luego la volví a escuchar, y... bueno, se me vino a la cabeza esta idea. Espero les guste y me lo hagan saber, y si no..., también.
Temblando.
Harry tembló, intentando reprimir un sollozo, y cerró los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas salieran. El cielo estaba nublado… y a lo lejos estaba él.
No podía y se negaba a creer que lo que estaba viendo en esos momentos fuera real, ¿pero a quién quería engañar? era tan real como el cinismo de Louis.
—Harry, ¿sigues ahí? —escuchó una vez más decir al castaño a través del teléfono.
—Sí, Louis —susurró, intentando que la voz no se le quebrara. Nunca había llorado por alguien y esta vez no sería la excepción—. Y dime —prosiguió—, ¿cómo está tu mamá? —Harry hacía todo lo posible para no gritarle al que hasta hace unos días era su chico.
El castaño rodó los ojos y le dio un fugaz beso a la castaña que se encontraba a su lado. Harry cerró los ojos con fuerza. Esa imagen había terminado con la poca fuerza que le quedaba. Sollozó y las lágrimas comenzaron a salir.
Louis reconoció el sonido y se sintió culpable. Sólo un poco. No podía negar que engañar a Harry era la cosa más egoísta y ruin que jamás había hecho. Él no se merecía eso. Su único error había sido haberlo amado tanto. Y aunque creyó que el llanto del que había sido su mejor amigo se debía a la escasa convivencia, él seguía siendo el culpable de todo.
—¿Harry? —pronunció su nombre para llenar el silencio incomodo que se había generado a través del teléfono.
Harry apretó la mandíbula con fuerza. Louis lo había llamado como lo hacía cada vez que lo iba a besar, sólo que esta vez no sería él el que recibiría sus besos.
No lo soportó más. Comenzó a llorar como jamás lo había hecho.
—¡Basta, Louis! —gritó Harry y apretó el teléfono con fuerza, intentando controlarse, pero le fue inútil.
Desde aquella solitaria mesa de cafetería vio la cara de desconcierto de Louis.
—¡Deja de mentir! —gritó una vez más y se le quebró la voz— Sé lo que estás haciendo en estos momentos—lo que había empezado como gritos, terminó en susurros apenas audibles.
Harry no podía más. Su mundo se había derrumbado. Ya no le quedaban razones para seguir viviendo —o eso era lo que creía él—. Y se sintió estúpido. Estúpido por haber dejado que Louis lo convenciera de que jamás lo iba a dejar; que lo iba a amar toda la vida como él estaba seguro que él lo haría. Quiso golpear algo, porque ahora no sólo se sentía estúpido; sabía que había sido estúpido. No podía creer la manera tan idiota en la que había dejado que el castaño se convirtiera en su mundo, desplazando todas aquellas cosa por las que Harry había vivido alguna vez. Ahora sólo quedaba un hueco vacío, porque Harry había basado su vida en Louis, y su vida en esos momentos estaba besando a la castaña que se decía su amiga.
—¿De qué hablas, Harry? —preguntó Louis fingiendo confusión. Le hizo una seña a Eleanor y se levantó para alejarse unos cuantos metros.
—He visto todo, Louis —gruñó Harry—. Sé que estás con Eleanor. He… —la voz se le quebró por segunda vez e intento de nuevo—. Sé que estás con Eleanor. He visto como la abrazas… como la besas.
—Harry, yo…
—¿Por qué, Louis? —interrumpió Harry. Lo único que él quería era tener la razón del por qué Louis lo había dejado de amar. Porque estaba claro que el castaño ya no lo amaba.
Louis comenzó a escanear el lugar, en busca del ruloso, pero no lo encontró.
Harry no obtuvo respuesta y siguió hablando.
—Dime qué es lo que hice mal… ¿Por qué ya no me quieres? —exigió saber. Estaba cansado de sufrir y ya no tenía fuerzas para seguir llorando. Necesitaba escuchar del propio Louis qué era en lo que había fallado.
Louis lanzó un suspiro. Estaba dispuesto a acabar con aquello de una vez por todas.
—Harry, lo nuestro dejó de funcionar desde antes de que pasara lo mío con Eleanor.
—¿Pasar? —preguntó entre risas nerviosas— Explícame porque no te entiendo.
Louis asintió, lanzando otro suspiro.
—¿Recuerdas la última vez que peleamos? —comenzó a explicar— Esa vez salí furioso del departamento. Necesitaba desahogarme y fui al bar en el que trabaja Eleanor. Le conté lo ocurrido, tomamos de más… y terminamos en su departamento… —hizo una pausa, intentando encontrar palabras para no hacerle tanto daño… pero no las halló—. Me enamoré, Harry. Y me di cuenta que tú y yo ya no teníamos futuro juntos.
El llanto de Harry se había intensificado y no podía parar. Tampoco quería parar. Necesitaba desahogarse antes de ir a un bar y emborracharse hasta perder la consciencia.
Soltó una risa ahogada, le hacía gracia la manera en que lo contaba: tan despreocupada… tan de él.
—Tú me dijiste que me amarías por siempre, Louis —le reprochó—. Ahora yo no puedo vivir sin ti. ¿Dime qué hago para olvidarte? Por favor, no me dejes —suplicó, consciente de lo patético que debía verse—. Haré lo que sea. Cambiaré lo que no te guste —se sentía un completo idiota por estar rogando. Pero lo quería y no estaba listo para perderlo—. Por favor, no me dejes.
Louis escuchó romperse algo, seguido de un par de gritos ahogados en el fondo. Se giró, encontrándose con los ojos llenos de lágrimas de Harry. Estaban rojos e hinchados, delatando cuánto había llorado. Y aun así estaba dispuesto a terminar con todo.
—Lo siento, Harry —bajó la mirada, evitando los orbes verdes de Harry—. Voy a colgar.
Harry se cubrió la cara con las manos al escuchar el pitido que indicaba el final de la llamada, llorando con una amargura que jamás había sentido. No quería ver como Louis regresaba con Eleanor, como la ayudaba a levantarse, y como ésta lo tranquilizaba con un beso, aun sin saber que había pasado. Pero necesitaba hacerlo. Necesitaba convencerse de que jamás iba a volver a ser de él; que ahora necesitaba buscar algo por lo que luchar. Daba igual, para eso tenía mucho tiempo.
Después de pagar la cuenta —por lo que había consumido y posteriormente roto—, se dirigió al bar más cercano. Pidió algo que lo hiciera olvidar y, antes de tomarse la copa que lo hizo caer inconsciente, se prometió que jamás volvería a llorar por nadie.
Sí, lo sé, es demasiado corto y hasta cierto punto extraño, pero salió en un momento de aburrimiento... En fin. Espero que les haya gustado.
Dejen sus reviews y gracias por tomarse el tiempo para leer.
Cath.
