Hola a todos. Ya sé que muchos esperan actualizaciones y ando trabajando en ellas, no desesperen, pero ya saben mi situación y no es fácil. Por otro lado hace tiempo que tenía esta idea y he decidido colgarla. Les ruego que lean bien las indicaciones para que no se hagan un lio con el fic.
Autora: Chia-sama
Título: "La primera vez"
Conjunto de: One-shots o drables que NO estarán enlazados entre sí.
Género: Hetereo.
Parejas: Ryosaku y probablemente algún acompañante extra, como Momoann o Nanrin y hasta personajes sueltos que interfieranXD.
OOC: Aunque seguiré esforzándome porque no tenga, tendrá en algunos capítulos.
Se actualizará después de: Cabalgando al amor.
Disclaimer: Prince of tennis no me pertenece así como los personajes utilizados a menos que sean inventados por mi. La historia, creo, sí será mia y si por casualidad concide con alguna otra, no es mi culpa, pues la verdad, no tengo ni idea o.O.
Nota: Como el título del fic es lo que en realidad se repetiría, colocaré directamente la situación, como por ejemplo en este capítulo " que... se vieron"
0o0o0o0o0o0o0o0o0
One-shot: que... se vieron.
Advertencias: Basado en el manga. (Tomo 1, página: 9-17)
Pareja: Ryoma y Sakuno (13 años cada uno)
-El tren está a punto de adentrarse, por favor, manténganse tras la linea de seguridad.
Había escuchado el sonido de aquella voz robótica tantas veces que no le pareció diferente a las otras veces, incluso tuvo la sensación de que pasaba desapercibida. Algo familiar e intenso que terminaba por convertirse en monótono. Sin embargo, aquel día era diferente. Podría haberle prestado más atención si no fuera porque llevaba largo rato intentando esquivar aquella raqueta que el muchacho alto y de carácter sumamente engreído no cesaba de mover ante su rostro, con peligro de ser golpeada.
Intentó mover los labios. Decir que era peligroso y estaba a punto de golpearla, pero nada salía de su garganta, pues cada vez que lo intentaba la raqueta aparecía ante su rostro y como inercia, ella cerraba los ojos y apretaba sus labios. ¿Tan poca cosa era que no se daban cuenta? No. Es que ese chico se estaba haciendo alardes de su tenis y ni siquiera se daba cuenta de qué hacía. Si todos los hombres eran iguales, creía que no se enamoraría.
A sus trece años ya pensaba en el amor. Su abuela le había contado muchas historias acerca de sus padres, ya fallecidos tras un accidente de coche, al igual que alguna que otra de sus aventuras con su abuelo, escondiendo, claro está, los momentos más íntimos y privados. Nadie debería de conocerlos cuando se tratan de otras personas por muy cercanas que sean. Gracias a esas historias amorosas, su fibra sentimental estaba muy expuesta, pero reacia a la vez. Era difícil pensar si podría enamorarse con tantos hombres extraños y que daban pavor.
Apretó sus manos en su falda plisada y cerró los ojos con fuerza. La cercanía con aquella raqueta estaba siendo demasiado. El golpe, no tardaría en llegar...
--
Era japonés y realmente le gustaba la ciudad natal de sus padres. Sin embargo, había nacido en América. En esos días había tenido tiempo de aprenderse muchas de las calles y vagar hasta las canchas de tenis que encontrara, sin embargo, tenía que participar en otras, Kakinokizaka, y por ese motivo, tuvo que coger el tren.
Lo que nunca pensó es que también en un tren se podían encontrar a personas cazurras y sin sentido. El joven ante él alardeaba demasiado de algo erróneo que solo un aficionado haría. Y decían que era alguien magnífico.
Apoyando las manos bajo su barbilla como pilar, arqueó una ceja mientras la gorra blanca que siempre le acompañaba cubría sus ojos, ocultaba que los miraba con aburrimiento y molestia. Le habían roto toda la tranquilidad y de ese modo, su concentración. Era irónico que un chico de esa edad fueran tan ruidoso como uno de once. Cansado de que se pavoneara sin razones humedeció sus labios y colocó su tono de voz más molesto posible.
-Sois unos pesados.
Y el silencio reinó en el grupo. Algo muy agradable para sus oídos. Aquel sujeto se jactó burlón de haber sido regañado por un simple mocoso y como venganza, no dudó en aclararle cual era el agarre del que tanto se pavoneaba sin conocer, irritándolo todavía más. Por suerte, para ambos, el tren terminó por detenerse y con la idea de ir a jugar su partido, descendió del tren.
Pero de nuevo debería de recordar que era nuevo en el lugar y por tal de no haber pedido señas a su progenitor, se fue sin prestar atención a la dirección correcta. Buscó en los paneles de la salida, pero ninguno le respondía claramente. Comenzó a dar vueltas por la estación sin lograr encontrar nada.
Pensativo, se detuvo. Todo el tiempo había sentido una mirada posada en él y arto, se volvió. Una joven. Bueno, menos eran tiestos. Caminó hasta ella sin prestarle verdadera atención y lanzó la pregunta directamente. Ella comenzó a balbucear sobre cosas que realmente no le interesaban y suspiró, cansado. Igual debería de haberle preguntado a otra persona.
-¿Y bien?- Cuestionó lo más frio posible para esconder su claro aburrimiento.
-¡Ah, lo siento!- Se excusó ella en irremediables reverencias mientras alzaba su mano para señalar a su derecha- Salida sur y todo recto- logró responder presa de una vergüenza que no comprendía.
Era una joven bien extraña.
--
¡Dios, que vergüenza! Estaba pasando vergüenza a más no poder. Nunca se imaginó que la misma persona que le había salvado en el tren se acercaría a ella para preguntarle una dirección. Mirándole cuando se alejaba, se procuró memorizar correctamente su nombre, y por qué no, su aspecto, bien agradable a la vista de cualquier persona. Claro está, el parecía no haberlo ni notado y menos, recordado.
Podría haber estado más preocupada por lo sucedido con un chico, un chico al que creía que nunca más volvería a ver y lo único que sabía era que se dirigía a las canchas de tenis, justo donde ella tenía que ir con... su abuela. ¡Y ella llegaba tarde! Por meros momentos comenzó a pensar si aquello sería genético y ella lo había heredado de sus antepasados, en este caso, la madre de su padre. Sí. Debía de reconocer que siempre terminaba llegando tarde a donde fuera que fuese.
Y eso que se empeñaba porque no fuera así...
-¡Sakuno! ¡Ey!- Exclamó una voz familiar desde lejos.
-¡Abuela, llegas tarde!- Protestó alzándose tras dejar descansar sus piernas que estaban doloridas de estar de pie- mou...
Hinchó sus mofletes para quejarse claramente de que aquello no había estado bien, pero sonrió al ver la vitalidad de su abuela. ¿Quién diría que tenía cincuenta y ocho años?
-Anda, vayamos a buscar el coche, Sakuno- invitó Sumire Ryuzaki.
Parpadeó, viendo la dirección que había tomado la mujer, mirando al lado contrario.
-Abuela, ¿no se salía por el otro lado?- Inquirió con temor.
-¿Qué dices, Sakuno?- Exclamó la mujer divertida- Tú y tu sentido de la orientación. Estas equivocada.
-¡Oh, dios mio!
¡Había enviado al chico en la dirección equivocada! ¡Horror! Inquieta, miró a su abuela mientras esta explicaba cosas que verdaderamente no quería saber, por muy interesantes que fueran en ese momento las encontraba innecesarias.
-Abuela... ¿Qué pasa si llegas tarde a un partido?
-Pierdes por abandono- respondió la mujer encogiéndose de hombros ante la obvia respuesta. ¿Es que pensabas jugar alguno?- Inquirio alzando las cejas.
No, ella no. Pero él seguramente sí y por su culpa, cabía la posibilidad de que llegara tarde. Cuando llegaron a la zona principal de las pistas, comenzó a buscarle. Si mal no recordaba, iba cubierto por una gorra y portaba una maleta de raquetas en su brazo. Tras alejarse de su sorprendida abuela, intentó hallarlo.
Y así lo hizo.
--
Molesto. Cabreado. Furioso. Sí. Podría llamarlo de alguna de esas formas. ¿Acaso esa mocosa se había querido burlar de él y le había dicho erróneamente la dirección a posta. Estaba con aquel grupito de pelilleros, así que bien podía ser. Decidió estirarse en uno de los trozos de verde y esperar antes de ir a casa. Calmarse y probablemente, dormir.
Pero era bastante difícil cuando reconoció dos largas trenzas que surcaban el aire por los movimientos mientras su dueña buscaba desesperadamente alguien o algo. Por un momento irónico comenzó a pensar que pudiera tratarse de él. Y era gracioso.
Su rostro preocupado y rojizo por la carrera. Manos en su pecho, bastante escaso pero que no se podía esperar más de una niña de trece o doce años, mientras sus caderas la hacían girarse repetidas veces de un lado a otro y caminaba con torpeza. Sus ojos, al parecer rojizos, se posaron sobre él y la vio dar un respingo para salir corriendo y bordear hasta llegar a su altura.
-Esto... El partido...- balbuceó mientras la miraba de reojo y tartamudeaba sonrojada- ¿Cómo... fue?
-Cinco minutos tarde- Respondió molesto- no he podido jugar.
Las culpas cayeron sobre ella como agua fria y en meros momentos comenzó a disculparse. La verdad es que estaba resultando muy gracioso su forma de ser. Ya no podía tener más dudas, ella no era como ellos. Aquellos abusones e ignorantes. En realidad, había sido una víctima.
Era una curiosidad innata la que estaba comenzando a despertarse. La primera vez que se preocupaba de observarla y estaba comenzando a creer que era realmente interesante. ¿Qué más podría pasar en adelante?
0o0o0o0o0o0o0
Notas autora:
Bueno, esto fue. Tengo por ahora anotadas unas 44 primeras veces, así que el fic dará para largo y ya las tengo todas decididas, (por favor, déjenme pensar a mí antes de aconsejarme unaXD).
Este primer capítulo es muy típico y podría haberlo hecho de otra forma, pero quería ser fiel al manga lo más que pude y la verdad, es que su encuentro es corto -.- podría haber sido más largoXD.
Les informo que otro de esta temática pero diferente será subido tras éste y después sí, continuaré con mis actualizaciones. Para más información sobre los fics y tal, recuerden visitar mi blog o lj n.n
Próximo capítulo avance:
Con Eiji sí, pero con él no. ¿Qué demonios pasaba con Ryuzaki? ¿Es que no era correcto lo que hacía?
