"Parece que hoy habrá Luna llena" comenté al ver el calendario de mi pequeño escritorio aún estando en mi despacho de Kazekage. Kazekage. Aún me sorprende de que por fin sea aceptado en mi aldea como alguien tan importante.

Aún recuerdo en mis tiempos de asesino, donde sólo recuerdo sangre tirada por todos lados y una gran sed de ver a todo aquel que pasara por al lado mío muerto y poder oler ese exquisito olor a metálico que desprendía la sangre, ¿exquisito? ¡Vaya! Parece que aún tengo un poco de locura al ver un poco de sangre derramada.

Bueno, será mejor no pensar en mi oscuro pasado.

Las 11, parece que hoy me he quedado muy tarde, y pensar que en estas horas mi padre me enviaba una buena presa para poder sentirme vivo… Esa sensación de poder servir para lo que servía: matar. Aunque deje de ser tan sangriento, esa sensación era increíble. Mi parte favorita era cuando empezaban a suplicarme y al final oír el ahogo de la voz al quedar enterrada en mi arena y poder estrujarla hasta ver traspasar la sangre por la arena y que se llenara más y más con ella mis ansias de matar.

Aunque tanto como mis hermanos como Naruto se preguntan que por qué me encantaba matar, aún no consigo describirlo con palabras. Es como preguntarme si me gusta respirar, es inexplicable.

Ahora estoy paseando por una calle oscura… y pensar que la oscuridad era mi mejor forma de tomar desprevenido a una presa. Y la hermosura de los ojos temerosos al verme aparecer a la luz de la luna llena, ese extraño brillo de puro terror y cuando empezaba a huir de mí, cómo se le fuera la vida en ello, hasta que los idiotas se quedaban atrapados, como una rata. Jum… Aún me río de la forma en que empezaban a llorar y a suplicarme por ellos y por su familia, me daba igual, acabarían muertos todos. Creo que en eso era demasiado bueno, matar a todos para que se encontraran en el otro mundo era muy suave, creo que debería haberme agradecido eso.

Me acuerdo un día en que pude matar a una pareja que iban muy acaramelados por la calle. Lo primero que pensé de ellos era que parecían estúpidos por amarse entre ellos, en verde preocuparse por sí mismos. Aunque aún no me puedo creer que el chico protegiera a la muchacha, jum, que estupidez, iba a morir igual fuera como fuera. Ese día, después de matarlos, me quede un rato más, contemplando sus cadáveres llenos de su propia sangre y aún con ojos temerosos que se les había quedado abiertos y sin brillo, mientras respiraba el olor de sangre mezclada con mi arena y la forma enrojecida de las paredes, ese sí que era una obra de arte.

Sólo espero encontrarme con algún criminal, ahora, solo deseo volver a sentir el olor de sangre metálico en mi garganta…

*¡CRASH!*

"¡Ey! ¡Al ladrón!" una voz de mujer, parece que han robado…

Creo que esta noche podré volver a sentirme como antes.

Ahora, es tiempo de caza…