Disclaimer: Yuri! On Ice es propiedad de MAPPA, Sayo Yamamoto y Mitsuro Kubo.


Parte I

Llámalo Vitya

De preferencia, y para que te escuche, debes ser cierto patinador japonés

Los dramáticos lloriqueos se hacían cada vez más insistentes, y Yuuri comenzaba a perder la poca paciencia que había logrado recaudar. Víctor quería ir a su tienda de moda favorita, lugar al que concurría de forma regular; sin embargo, el japonés no quería saber nada sobre pisar ese lugar.

Porque estaba celoso.

Una única vez había accedido a acompañar a su prometido, y lo único que recibió fueron miradas mal disimuladas de las dependientas y celos que provocaron que bilis subiera por su garganta. Las muchachas de allí no escondían para nada su atracción hacia el despistado ruso, y él no iría para ser testigo de ello.

—¡Pero… ! ¡Yuuri! ¡Quiero que opines sobre la ropa! —Se quejó, con un puchero que, a Yuuri, se le antojó atrapar entre sus labios.

Suspiró, manteniéndose de brazos cruzados en el sofá.

—No.

—¿Por qué no quieres acompañar a tu esposo de compras? —preguntó, con una vocecita lastimera y el puchero más acentuado. Katsuki mordió el interior de su mejilla, sabiendo que comenzaba el chantaje emocional de su marido.

Ah, pero era un juego que podía jugarse de a dos.

—Vitya —susurró con voz dulce, suavizando su mirada. Víctor parpadeó repetidas veces, congelándose en medio de su acto—, ¿qué te parece si vamos a otra tienda? Estoy seguro de que cualquier prenda te quedará bien —pidió, inclinándose hacia el ruso que, todo el rato, estuvo arrodillado frente a Yuuri, rogándole salir.

—Yu-Yuuri… —exhaló, nervioso. Un lindo y adorable sonrojo cubrió sus mejillas, haciendo que el japonés tuviera que contener una sonrisa.

—¿Estás bien con eso, Vitya? —cuestionó, deslizando sus manos hasta el rostro ajeno. Acunó la carita de su chico con ternura, y acortó la distancia entre ambos, al punto de sentir sus respiraciones chocar.

Víctor asintió, como si estuviera hipnotizado con esa dulce voz, y Yuuri se permitió sonreír.

—Entonces, ve a lavar los platos primero —ordenó, levantándose de golpe y cortando todo contacto.

—¡¿Eh?! ¿Qu-…? ¡Yuuri!

Sí, manipularlo no era tan difícil.