Apenas y comprendía lo que estaba ocurriendo a su alrededor, escuchaba con cierto eco la voz de su madre, hablándole.

Entre cerro los ojos ante los primeros rayos del sol que comenzaban a golpear su rostro.

Estaba adolorida por el entrenamiento nocturno.

La cantaría voz de su madre le advirtió con cierta molestia de que llegaría tarde a clases, cosa que logro despertarla un poco.

Entre un gruñido lentamente se levantó, aliviando la preocupación de su madre, la cual como un rayo bajo las escaleras para recalentar el desayuno.

La angustiada voz de su padre por no poder lograr obtener las ganancias requeridas para continuar con el negocio familiar en el mercado de la aldea, la volvieron a la realidad.

Su par de ojos jade con lentitud e irritabilidad giraron al recordar que era su primer día en la academia ninja, razón por la que esta ocasión el dinero no alcanzaría...

Refunfuñando, ella bajo y con fuerza abrazo a sus padres con fuerza, agradeciéndoles a su manera, que pusieran en primer lugar su educación, su futuro, pagando la escuela a pesar de la economía familiar, sus padres de igual forma correspondieron al gesto, comprendiendo por completo la actitud de su hija, no tardaron mucho en despedirse y separarse.

Saltando por las escalinatas que le quedaban de paso, mientras a su alrededor algunos padres e hijos se acompañaban a la ceremonia de inicio de curso, Sakura lentamente caminaba sin ganas.

Mentiría si dijera que no le afectaba tener que ir sola, pero sus padres ya habían dado todo por ella.

El suave resonar de la campana escolar había hundido aún más sus emociones.

No había vuela atrás ahora era parte de la academia ninja, donde aquellos privilegiados con el don único del chacra y descendientes de clanes respetados y solo un puñado de los pobres aldeanos podían asistir y convivir, por así decirlo…

Su par de ojos jade no tardaron en inspeccionar el patio escolar, encontrándose con todo tipo de rostros infantiles, desde los aristocráticos que orgullosamente portaban el emblema de su clan, hasta los mas mundanos como ella, los hijos de aldeanos que sin razón lógica tenían chacra.

Inaudito clamaban los puristas del chacra y de los legados, en cuanto se percataban del puñado de hijos de comerciantes con los que sus hijos se verían obligados a compartir aire.

La tensión a cada instante era mayor, pero nadie decía nada por el temor a represarías del tercero.

Decir que todos eran así, seria una mentira, entre los pocos se encontraba la tímida hija de los Yamanaka de ojos azules, tan claros como el cielo, que con cierta duda dibujada en el rostro buscaba motivación para acercarse.

Pero ella era Sakura Haruno, la hija de comerciantes, no estaba ahí para hacer amigos, ni perder el tiempo en tonterías, ella estaba ahí por sus padres que cuando se enteraron de su afinidad con el chacra estaban más que felices, era la oportunidad perfecta de cambiar la situación de la familia, la esperanza de que su única hija podría aspirar a más, no solo a verse obligada a vender diversos artículos.

La perfecta oportunidad de mostrarle al mundo que ella podía ser mas que los hijos y futuros líderes de los clanes que lideraban la aldea.

Sentía enojo por el cómo los hombres mayores podían hacerla sentir mal, cuando en las pruebas había tenido mejores resultados que la mayoría, pero sentía colera al ver como estos despreciaban a las personas como ellos.

La ceremonia había comenzado con las palabras del hokage, ciertamente Sakura no prestaba atención, perdida en sus pensamientos.

—…Para lograr heredar la voluntad de fuego, la justicia, la comprensión y la paz.

Presionando con fuerza sus pálidas manos, fijo su visa en el monumento donde descansaban los rostros de los hokages anteriores. Ese era su destino.

Lentamente las personas se dispersaban y se despedían.

Ella solo pudo pensar en que demostraría a todo el mundo que para lograr el éxito no necesitaba tener dones por sangre.

Sus pensamientos habían sido interrumpidos por la bulla generada por un par de niños, que con rapidez llamaron la atención los niños, ella incluida.

—Menma, quiero la revancha, no conto lo de hace rato, estaba distraído.

Sakura pudo observar con claridad a un par de niños, los provocantes del escándalo.

—Déjame en paz Charasuke, no quiero tener nada que ver contigo y tu familia. —Gruño molesto el rubio.

—Eres un tonto Manma, solo quiero ser tu amigo.

—Púdrete Uchiha. —Grito el infante de cabellos rubios, cuando el berrinche infantil del de cabellos color azabache le había hartado.

Sakura rodo los ojos al escuchar el apellido, no era secreto para sus padres y sus conocidos que sentía una enorme aberración a los Uchiha.

Un clan que disfrutaba de humillar, lastimar y odiar sin razón alguna, caprichosos por todo.

Tal como si el rubio hubiera dicho las palabras mágicas, la multitud comenzó a rodear a ambos niños con interés.

El que en su espalda portaba un abanico estaba rojo de enojo, y había comenzado a decir palabras sin sentido al no saber que más decir.

Estaba a punto de alejarse, cuando escucho el suave murmullo de los adultos.

—El mocoso rubio debe ser el culpable, solo míralo, vulgar y dentro de él demonio zorro esta.

No le sorprendió que los adultos dirán como hecho que el Uchiha era la victima… Cansada de escuchar lo mismo por tanto tiempo, respiro con fuerza y cerro los ojos observando al ante o ser imaginario que hace tiempo había creado, Inter.

—¡Shanaro, esto es demasiado! —Grito Inter en su mente.

Ella se mantuvo en su lugar.

—Sakura cobarde, ¡muévete! —Inter prácticamente ardía en coraje y sin más lo demostraba.

Solo tendría que contar Inter desaparecería, tan rápido como había llegado. 1, 2, 3, 4…

Y poom, sus pequeñas manos infantiles habían empujado con fuerza al azabache, deteniendo la pelea por la inesperada participación de ella.

Los ojos carbón la miraron sorprendidos y ella correspondió con una mirada fría e inmediatamente se arrepintió.

Esos ojos, no eran como los de los demás miembros del clan Uchiha, había luz, inocencia, dulzura… en ese par.

Los segundos en los que se miraron, parecieron horas, por alguna razón su corazón latía a mil por hora y su molestia aun estaba, pero las palabras no salían fluidamente.

Esa no era ella.

Se sentía incomoda y algo se movía en su estómago.

¿Acaso estaba por enfermar?, se preguntó.

En medio del silencio ella logro articular solo una palabra.

—Patético. —Refiriéndose a su actual estado.

El par de ojos carbón incomodos desviaron la mirada triste.

Pero ella no pudo verlo ni percatarse, ya que un par de adultos la empujaron alejándola del menor de los Uchiha.

—Ahora los patos les tiran a las escopetas, lo que faltaba. —Dijo indignado un adulto, que Sakura no conocía.

La peli rosa fastidiada casi exploto, pero la amarga voz llena de odio del rubio, se adelantó.

—Me viene importando poco lo que piensen, largo.

Inesperadamente, la gente se dispersó junto al joven niño rubio.

—¿Estas bien?

Pegunto Sakura a Menma, pero este la escucho y con un gesto de fastidio de alejo sin mirarla.

Por lo que Sakura solo a tino solo a mirar cómo se alejaba el niño rubio sin saber qué hacer, lo había defendido cuando nadie más lo hizo, merecía un gracias al menos, bueno, le daba igual, ella no volvería a meterse en líos de niños, pensaba ella.

Mientras la chica de cabellos rosas se cuestionaba lo ocurrido, ella no se dio cuenta que al mismo tiempo el azabache de ojos color carbón hacia lo mismo con ella.

—Charasuke, ¿estás bien? —Pregunto su hermano mayor, Itachi, que le miraba con cierta sonrisa burlona al comprender a su hermano.

Charasuke con un gesto tímido, asintió, mientras sus mejillas lentamente se teñían de un rojo carmín.

Itachi con cierto toque triste lentamente negó.

—No hermanito, ya sabes que a papá y a mamá no le gustaría verte cerca de una hija sin clan.

El pequeño lo había ignorado, perdido en su mente.

"—Bonita, como las rosas del jardín de mamá" era lo único que podía pensar él, mientras se perdía en la belleza de sus cabellos de ese peculiar color rosa y en sus peligrosos y venenosos ojos.

Despidiéndose de sus padres y hermano, el azabache menor, ya había planeado como robaría una de esas rosas del jardín de su mamá.

...