La pelinegra corría ágilmente a través de la sociedad de almas, su objetivo, el Senkaimon, su puerta hacia el mundo humano, varias veces ya se había enfrentado a algunos shinigamis que lograban verla, pero noquearlos silenciosamente no suponía un gran problema.

El problema sería cuando se dieran cuenta de ello y encendieran las alarmas.

Lo que acababa de ocurrir.

- Mierda... debo darme prisa- Mascullo para sí misma mientras con su shunpo velozmente corría sobre los edificios - Ya casi llego, queda poco - nuevamente unos Shinigamis se interpusieron en su camino dispuestos a atacarla, ella solo desenvaino su espada velozmente y luego de algunos movimientos y golpes cayeron.

-o-

Después de derrotar a tres Shinigamis más, ahí estaba ella, frente a las puertas abiertas del Senkaimon. Dio un paso para luego comenzar a correr adentrándose en el túnel.

Nadie la detendría ahora.