DISCLAIMER: Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Aviso: «The vow» es una historia que le pertenece a Hufflepuffs anonymous, quien amablemente me ha dado su autorización para traducirla al español.

¡Thank you for letting me translate this beautiful story!


N/A: Wow, he estado escribiendo esta historia desde hace más de un año, dedicándole mucho más tiempo del que he pasado en cualquier cosa, probablemente porque en vez de escribir como maniaca durante días, he estado tomando mi tiempo. Espero que se refleje en el escrito...

Como sea, aquí está: basada, obviamente, en la película «The Vow» (incluso robé el nombre), presento otra historia cliché sobre amnesia, aunque espero que lo que tengo pensado los tome por sorpresa. Además, escuché «Latch», el trabajo de Daniela Andrade básicamente todo el tiempo mientras escribía esto, así que si te gusta la música completa para cosas de fics, échale un vistazo.

Como es mi nueva tendencia, Hermione es negra. Si tienes problemas con esto, no leas, no comentes sobre por qué no tiene sentido que ella sea negra, simplemente no lo hagas. Si eres realmente curioso, google existe, úsalo. Además, J.K. acaba de confirmar que nunca especificó la raza de Hermione. En serio, no responderé por qué la hice negra, así que no te molestes en preguntar y si estás en contra, ¿adivina qué? Me importa una mierda. ¡El botón de salida está en la esquina superior derecha o izquierda de tu pantalla, adiós!

Ahora que eso está aclarado; este es un fanfiction clasificado de M. Además publicaré probablemente cada semana. Ya he terminado la historia, solo necesito revisarla. Una vez que esté 100% lista, publicaré mil millones de capítulos al día, no soy especialista en crear suspenso porque personalmente soy impaciente. Creo que tendrá alrededor de 110K al final. Decidí publicar ahora porque necesito un poco de aliento para seguir escribiendo y para que alguien me haga responsable de terminar esta historia.

Sin más divagaciones inútiles de autor, presento «The Vow».

N/T: Personalmente siempre quise leer un fic basado en esa película (incluso lo pedí en un amigo invisible y la hermosa MrsDarfoy empezó a escribir «Lo que la memoria esconde», un maravilloso fic con esa temática el cual no deben dejar de leer si aún no lo hacen) y por eso fue una grata sorpresa para mí encontrarme con que esta historia existía. Hufflepuffs anonymous me dio su consentimiento de traducirla, pues ha manifestado el deseo de eliminar sus historias de su cuenta de fanfiction (no entiendo por qué) y me parecía que debían conocer este hermoso trabajo antes de eso. Aclaro que también me ha dado la posibilidad de dividir cada capítulo en dos dado que son extensos, por lo que los 14 capítulos se transformarán en 28 posiblemente (que ya prácticamente he terminado), los cuales trataré de actualizar cada dos semanas.

Espero que lo disfruten.

Pd: Seguiré dejando las notas al final.


Capítulo I

Hermione se despertó perezosamente. Su cuerpo lentamente empezó a habituarse a la cama dura en la que estaba acostada, en contraste con la almohada de felpa que amortiguaba sus enredados rizos. Estaba agradablemente abrigada, pero tenía una molestia en el cuello por haber dormido en la misma posición toda la noche. Se preguntó por qué no se había movido, pues por lo general, giraba alrededor de su cama y se despertaba en una maraña inmanejable de sábanas.

Sabiendo que cuanto más tiempo pasara en esa posición incómoda más protestarían sus músculos y sus huesos, decidió acostarse encima de la espalda y solo entonces se dio cuenta del cálido cuerpo contra el que estaba presionada y el brazo que la sostenía contra él. Hermione abrió los ojos y quedó cegada por la luz de la mañana. Sin embargo, antes de volver a cerrarlos, notó una mano pálida entrelazada con la suya. Era claro, había dormido con él, por lo que decidió cerrar sus ojos abruptamente.

Era la fiesta de cumpleaños de Blaise Zabini.

¿Cómo podría no haber sido una noche loca, si estaban hablando de una fiesta de Zabini? Ginny había convencido a Hermione para que fuera, sobre todo porque era una idiota egoísta que quería relacionarse con Blaise, pero sentía que no podía aparecer sola. Bajo esa premisa, Hermione había sido llevada a una de las fiestas más grandes del año, en contra de su voluntad.

¡Hurra! Así que, por supuesto, las dos estaban vestidas de fiesta, porque sería extraño si Ginny fuera la única arreglada, o una basura como esa.

La fiesta se llevó a cabo en el ático de Blaise en el callejón Diagon. Uno de esos lugares modernos irrazonablemente lujosos con más mármol y acero inoxidable de lo estrictamente necesario aunque bastante impresionante en realidad.

Dicho esto, los recuerdos de Hermione estaban simplemente manchados por el hecho de que no quería nada más que estar de vuelta en el departamento que compartía con Ginny, tomando té y leyendo «Latch», el nuevo libro de Daniela Andrade que trataba sobre una joven exploradora investigando las propiedades de un roble ubicado en el Océano Ártico. Aunque completamente ficticia, la novela era apasionante y como Hermione acababa de comenzarla, estaba ansiosa por devorarla. De hecho, en ese momento le hubiera encantado salir de la cama e ir a buscarla.

Hermione frunció el ceño cuando recordó que se había encontrado con cierto rubio en la fiesta. Ginny había enganchado a Zabini y lo había arrastrado a una habitación en su enorme piso discutiendo ávidamente sobre su temporada de quidditch y lo terrible jugador que era.

Hermione, por un giro cruel del destino, terminó abandonada con Draco Malfoy. Y, por supuesto, no habían hecho otra cosa que discutir durante casi toda la noche, por lo que obviamente pasaron la mayor parte de la misma, juntos. Hermione recordó vagamente la necesidad de quedarse con alguien que realmente conociera, pues la fiesta estaba llena de los amigos extranjeros de Blaise, sin mencionar que, naturalmente, habían estado bebiendo mucho; después de todo, era una fiesta organizada por Zabini.

Por eso no fue ninguna sorpresa para Hermione que cuando finalmente se despertó apropiadamente y echó un vistazo al brillo cegador del sol de la mañana, este golpeara su cabeza como Peeves en la puerta de Umbridge a las cuatro de la mañana (un clásico).

El cuerpo de Hermione nunca había reaccionado bien al alcohol, por lo que generalmente lo evitaba, pero estar en la compañía de Malfoy, habiendo sido abandonada por Ginny, evidentemente la había llevado a tomar malas decisiones. Por lo tanto, despertarse en la cama con un hombre (que estaba roncando en su oído, y no de una manera sensualmente atractiva, sino en un estruendoso sonido tipo estoy-retumbando-en-tu-oído-cuando-tienes-una-resaca-asesina-en-camino) había sido todo un shock, dada su última memoria en la que se había sentado en el amplio sofá de cuero negro de Blaise muy cerca de Draco Malfoy (totalmente innecesario dado el tamaño del sofá. Era realmente asombroso, pues probablemente diez personas podrían caber en él), discutiendo acaloradamente sobre la existencia del Snorkack de cuernos arrugados, que no existía, ¡muchas gracias!

Hermione llegó a la horrorosa conclusión de que su compañero de cama era el rubio antes mencionado.

Actuando como cualquier adulto maduro que esperaba por lo que prometía ser la peor resaca en sus veintiún años de vida, salió de la cama descuidadamente (perdió el equilibrio y tuvo que agarrarse del costado de la misma) para enfrentarse al intruso. A pesar de sí misma, gimió ruidosamente con desesperación; ella realmente había estado esperando que su acompañante hubiera sido ese extraño moreno que la había estado observado la noche anterior.

¿Por qué tenía que ser Malfoy?

Los ojos de Draco Malfoy se abrieron lentamente luego de su fuerte gemido de protesta y aterrizaron en la cara menos impresionada de Hermione que tenía un claro disgusto escrito en ella. Parecía extrañamente preocupado por su reacción. Los ojos de ella picaron por las luces brillantes del lugar, sin embargo, vio vívidamente la mirada de preocupación en la cara de Malfoy transformarse en una de alivio. Luego miró a su alrededor y se dio cuenta de que algo estaba mal: ¿por qué la cama era tan dura y diminuta, pero la almohada tan suave? ¿Por qué las luces eran tan deslumbrantes? ¿Por qué podía escuchar sonidos apagados de gente que parecía ocupada?

Hermione hizo un balance de la habitación, parpadeando rápidamente: Estaba en un hospital lo cual corroboró cuando observó el símbolo de San Mungo junto a la puerta de su pequeña habitación.

—¿San Mungo? —preguntó débilmente, con la cabeza gacha.

Draco se sentó rápidamente y cerró la distancia entre ellos arrastrándola a un abrazo aplastante.

—¡Gracias a Merlín! —le susurró al oído y le besó brevemente el pelo (o debería decir «nido de ratas»).

Hermione permaneció rígida y confundida en sus brazos. —¿Por qué me abrazas? —exigió.

Malfoy retrocedió lentamente y la miró a los ojos.

—Dijeron que podrías estar un poco desorientada —dijo pacientemente, colocándole un mechón de pelo detrás de la oreja—. Me asustaste —agregó en voz baja, mirándola profundamente a los ojos. Sus manos se posaron en sus caderas casualmente como si esa fuera la manera habitual de comportarse el uno alrededor del otro. Para ser claros, no era así. Si la memoria no le fallaba, la única vez que habían estado tan cerca era momentos antes, cuando inexplicablemente estaban tumbados en una cama de hospital.

Hermione estaba profundamente perturbada por su comportamiento y como resultado estaba congelada por la conmoción. Si su cabeza no golpeara tanto, podría haber podido pensar con más claridad. Por así decirlo, Malfoy se inclinó de repente hacia ella como si fuera a besarla y Hermione casi se rio del asunto, hasta que sus labios aterrizaron en ángulo recto sobre los de ella y sus brazos la llevaron a su pecho.

Durante un nanosegundo se sintió cálida y feliz y, como si todo estuviera bien. Luego recordó que odiaba a Malfoy, que él era un idiota, que seguía siendo un matón aunque hubiera pedido disculpas alguna vez y que para colmo creía en la existencia del Snorkack de cuernos arrugados. ¡Como si así fuera!

Entonces, obviamente, ella lo empujó lejos, llevando su mano hacia atrás para golpearle con fuerza en la cara.

Malfoy la miró sorprendido, con una mano tocando la rígida y roja marca en su rostro pálido mientras la sanadora entraba valientemente en la habitación. Hermione asumió la situación frente a ella con una expresión desconcertada. El sentimiento de satisfacción que solía acompañarla cuando se desquitaba de Malfoy no estaba presente después de abofetearlo, lo que en sí mismo era mucho más desconcertante que el hecho de que él la acosara.

—¿Hermione? —preguntó Draco, realmente confundido.

—¿Por qué demonios acabas de hacer eso? —exigió ella acaloradamente. Su cara muy roja.

—¡Porque estaba preocupado por ti!

Hermione se burló. —Como no, Malfoy. Ahora dime, ¿por qué me trajiste a San Mungo? Claramente bebí demasiado en la fiesta de Blaise porque no recuerdo la última noche, pero no pudo haber sido tanto como para terminar aquí.

Malfoy la miró, perplejo.

Hermione se giró y se dio cuenta de que la joven sanadora india había entrado en la habitación para verla golpear a Malfoy.

»Oh, bien. ¿Puede sacar a este hombre de mi habitación? Preferiría no tener su figura huraña incordiándome por más tiempo. Es posible que también quiera llamar a los aurores, ya que creo que puede estar acechándome, ¿Por qué le permitió pasar la noche en esta habitación conmigo?

La sanadora hizo una pausa, claramente confundida también y miró a Malfoy, quien se encogió de hombros.

—Señora Granger, por favor, tome asiento en la cama —dijo con calma.

Hermione se cruzó de brazos sobre el pecho y luego se dio cuenta de que llevaba una bata de hospital menos que halagadora. Una de esas estúpidas batas que están abiertas por detrás, lo que significaba que Malfoy probablemente la había visto desnuda. Hermione de repente se puso roja, pero mantuvo su posición, intentando sutilmente cerrarla.

—Estoy bien de pie —dijo—. ¿Puede irse ahora? No tiene nada que hacer aquí.

Hermione notó que Malfoy parecía extrañamente herido por lo que estaba diciendo de él. ¿Qué estaba pasando? Como estaban en el hospital, había descartado que hubieran dormido juntos en una bruma de borrachos. Su cabeza seguía teniendo su propio concierto de rock y estaba tan revuelta como un pozo de mierda. Ella probablemente debería haber tomado asiento en la cama porque el mundo estaba empezando a girar ligeramente.

—Está en la lista como su pariente más cercano —dijo la sanadora suavemente.

Hermione se rio burlonamente. —No, no lo es. Harry lo es, luego Ginny, luego Ron, luego mis padres. —Se sacudió y se llevó una mano a la cabeza mientras el mundo comenzaba a inclinarse.

—Señora Granger, debo insistir en que tome asiento —dijo la sanadora. Hermione estaba distraída por el color azul brillante del cabello de la mujer antes de empezar a sentirse mal y buscar una cubeta para enfermarse. Justo en ese momento, el mundo dio un giro brusco y descubrió que el suelo se acercaba rápidamente a su rostro.

Extraño.


Hermione despertó frente a las mismas luces deslumbrantes y brillantes una cantidad de tiempo indeterminable más tarde. Esta vez nadie se presionó contra su espalda en la pequeña cama incómoda, pero se dio cuenta de que la mano de alguien estaba en la suya. Volvió a abrir los ojos y, después de cegarse, se dio cuenta de que Malfoy seguía allí. Apartó su mano de la de él y se escabulló.

—¿Por qué sigues aquí? —acusó—. ¡Enfermera! ¡Sanadora! ¡Alguien! —gritó—. ¿Dónde está mi varita? —preguntó mirando a su alrededor frenéticamente.

Malfoy ahora se mostraba claramente ofendido por su comportamiento, lo que era anormal, porque jamás habían tenido ese tipo de acercamiento. Tampoco era que lo sintiera por él.

—¡Sal! —gritó ella. Sus propios gritos golpeaban su cabeza. En este punto, ella estaba temblando con la cama entre ellos. Siguió mirando frenéticamente, tratando de localizar su varita mágica.

Malfoy trató de tomarla de nuevo, antes de que ella lo apartara violentamente.

—¡Deja de intentar tocarme! ¡Ayuda! —chilló, todavía fallando en encontrar su varita mágica.

—Hermione —rogó Malfoy suavemente, inclinándose hacia ella—. ¿Qué pasa?

—¡Aléjate de mí! —volvió a gritar mientras él trataba de colocar una mano aplacadora en su hombro.

En ese momento, un equipo de sanadores entró corriendo a la habitación. Se produjo una oleada de movimiento, gritos y confusión.

El mundo se volvió negro.


Hermione se despertó con un sobresalto. Parpadeó ante el brillo familiar de la habitación. Esta vez no se encontró a Malfoy. En cambio, la joven sanadora con cabello azul brillante y un portapapeles la estaba mirando.

—Ahí estamos. ¿Cómo se siente? —preguntó.

—Mi… —Hermione se aclaró la garganta—. Mi cabeza ha dejado de girar, así que es agradable. Aunque, todavía tengo jaqueca —dijo haciendo un puchero—. Y mi cuello todavía está dolorido. ¿Ya se fue Malfoy? —preguntó.

La mujer apartó la vista torpemente. —Soy la sanadora Roberts —respondió rehuyendo la pregunta—. Seré la encargada de cuidar de usted.

—¿Por qué estoy en el hospital? Lo último que recuerdo es estar en una fiesta y haber bebido demasiado. En realidad esta es la peor resaca de la historia, nunca más beberé.

La sonrisa de la sanadora Roberts titubeó durante medio segundo. —Ha tenido un accidente.

—¿Y Malfoy me trajo aquí ...? —preguntó Hermione, intentando recordar algo de importancia en relación con el hecho de que Malfoy la había estado empujando contra la pared con su insistencia en que el Snorkack de cuernos arrugados realmente existía, además de que había desenterrado algunos volúmenes mientras paseaba por su bóveda de Gringotts el mes anterior.

—Señora Granger, esto será una gran sorpresa para usted, pero la mejor manera de hacerle saber lo que sucedió es decirle que ha sufrido un accidente —repitió amablemente.

—Sí, capté esa parte —respondió Hermione groseramente. Su cabeza comenzó a latir de nuevo—. ¿Qué es lo que trata de decirme?

—Tiene amnesia. El señor Malfoy fue la persona que la trajo al hospital... porque es su esposo.

Hermione miró la cara de la sanadora por un segundo antes de estallar en una risa de cuerpo entero. Se rio tanto que literalmente lloró. Se limpió las lágrimas un minuto después y dijo:

—Buena. Puede decirle a George y a Ron que fue una buena broma, pero que es algo difícil de creer. ¡Y que quiero recuperar mis recuerdos! Esta es la última, y me refiero a la última vez que prueban uno de sus inventos conmigo —prometió sombríamente.

La sanadora Roberts la miró, claramente preocupada. —Esto no es una broma, señora Granger. Ustedes se casaron el año pasado según entiendo. Él fue quien hizo todo el papeleo cuando llegó aquí.

—Yo nunca…

—Está usando su anillo —señaló la mujer.

Hermione se miró la mano y, efectivamente, allí estaba. Una fina banda dorada con un diseño extraño, pero hermoso grabado en él que le recordaba a las bellotas repetidas una y otra vez en oro blanco. Miró la pequeña pieza de joyería y el anillo de compromiso más grande con una piedra preciosa de ámbar. Ella no pudo evitar notar que era increíblemente hermosa, pero no tenía absolutamente ningún recuerdo de haber recibido aquellos anillos, ni tampoco de una supuesta boda. Sin duda, esto era parte de alguna broma de George y Ron porque quizás había estado demasiado tensa últimamente con respecto a su trabajo o algo por el estilo.

Hermione miró a la sanadora Roberts con cara seria, de repente dudando de sí misma.

—Esto… esta es una broma, ¿verdad? —preguntó temblorosa.

La sanadora parpadeó lentamente hacia ella. —Le puedo asegurar que no es así. Estaba en el Callejón Diagon con su esposo en el momento en que estalló una pelea entre dos personas, usted quedó atrapada en el fuego cruzado cuando salía de Sortilegios Weasley y aquí está.

La cabeza de Hermione estaba girando de nuevo.

»Estamos tratando de establecer cuánto tiempo de recuerdos están perdidos. Claramente, no recuerda su matrimonio o, probablemente, los meses de planificación previos. ¿Qué es lo último que recuerda? —preguntó suavemente.

—Yo... yo estaba en una fiesta con Ginny. Ella quería... era el cumpleaños número veintiuno de Blaise Zabini... su piso es tan extravagante —dijo débilmente.

La sanadora Roberts sonrió y asintió. —Bien. ¿Qué tal si regresamos a su esposo para que ustedes dos puedan establecer cuánto tiempo ha pasado exactamente?

Hermione asintió con la cabeza, cerrando los ojos para ayudar a detener el giro. Escuchó que la puerta se abría y se cerraba de nuevo. Hubo algunos pasos que se acercaron a la cama y se detuvieron. Hermione mantuvo los ojos cerrados.

—Su esposa dice que lo último que recuerda es estar en el cumpleaños veintiuno de Blaise Zabini —dijo lentamente la mujer desde un lado de la cama de Hermione.

—Eso fue hace cinco años. —La voz de Malfoy respondió en algún lugar más cercano a la puerta. Sonaba bastante brusco—. ¿Se está perdiendo cinco años de su vida? —preguntó débilmente, su voz se quebró un poco.

Hermione frunció el ceño ante su preocupación, pero de esta manera hizo que su cabeza doliera aún más, así que se detuvo.

—Parece que sí —respondió la sanadora Roberts en voz baja.

—No me extraña que me abofeteara... —dijo suavemente.

—Tendremos que mantenerla aquí durante al menos una semana más para hacer pruebas y ver si su memoria comienza a volver. ¿Los dos quieren hablar a solas?

Hermione dijo «No», al tiempo que Malfoy dijo «Sí».

—Puedo permanecer en el extremo más alejado de la habitación —sugirió la sanadora.

Hermione se encogió de hombros.

—¿Podemos apagar las luces? Son demasiado molestas para que yo incluso abra los ojos —escuchó el garabateo de notas en el papel seguido por el sonido de alguien que se movía. Un segundo después sintió que las luces se apagaban.

—Gracias.

Hermione escuchó pasos cerca de su cama. Abrió los ojos. A través de sus periféricos pudo ver a Malfoy junto a ella, mirándola con tanta preocupación que se sintió avergonzada igual que la sanadora Roberts que estaba cerca de la puerta, sin saber si debía irse.

—Malfoy, por favor dime que todo esto es una broma elaborada —murmuró al techo blanco y liso.

—Lo siento, amor, no lo es.

Hermione se puso rígida cuando llamó «amor». —Pruébalo. Un par de anillos, algo de actuación mediocre y una sanadora falsa no son prueba de que hayan pasado cinco años.

Lo vio sonreír por el rabillo del ojo, pero lo dejó caer con bastante rapidez. —Tienes un tatuaje ahora.

—¿Tengo un qué?

—Un tatuaje.

—De ninguna manera. —Hermione volvió la cabeza para mirarlo entonces.

—Sí —sonrió. Le gustaba la forma en que miraba cuando sonreía genuinamente.

—¿Dónde? —preguntó ella tentativamente.

—Entre tus omóplatos.

—Conveniente. No me quitaré la ropa frente a ti —respondió ella con sarcasmo.

—Ya lo he visto, amor.

—Así que tú dices que...

—Siento como si fueras más terca de lo normal. Debe ser la amnesia; aunque no lo sé, hace cinco años, definitivamente fuiste muy terca también.

—Cierra la boca.

Draco sonrió como retándola. —No te preocupes, coincidentemente tengo uno igual en mi espalda, te lo mostraré.

Antes de que Hermione pudiera protestar acerca de que por el simple hecho de que él tuviera un tatuaje, no se suponía que estaban en una relación, ni tampoco significaba que ella también tuviera uno, la camisa de Draco estaba tendida en la cama del hospital. Hermione se dio cuenta de que llevaba una camisa negra arrugada y pantalones de vestir en el mismo estado, lo que tal vez significaba que había dormido en ellos junto a ella toda la noche y solo fue que se quitara la ropa para lograr distraerla.

El rostro de Hermione comenzó a calentarse ante la vista que tenía delante. Estaba sorprendentemente tonificado para ser un hombre delgado, y no era tan pálido como imaginaba. No es que nunca hubiera imaginado a Draco Malfoy desnudo antes, ¿por qué ese pensamiento alguna vez se le cruzaría por la cabeza? (para ser claros, sí había sucedido).

Se dio la vuelta despacio, indudablemente notando su reacción ante su estado de desnudez. Bajo y ahí, entre sus anchos hombros se encontraba un tatuaje de un árbol, un árbol muy elaborado y hermoso. Debajo había algo escrito en un intrincado rollo, pero Hermione no podía leerlo desde tan lejos.

—Eso no prueba nada.

Malfoy caminó hacia atrás hasta que se dejó caer en el extremo de la cama con su tatuaje todavía frente a ella. Ahora podía ver claramente que era un roble desnudo con las frases: «si hay límites, los derribaré» arriba del árbol y, «ahora que te tengo conmigo no te dejaré ir de mí», escrito de tal manera que pareciera que las palabras estaban saliendo del árbol. Era realmente un hermoso tatuaje.

Por alguna razón, Hermione sintió lágrimas en sus ojos e involuntariamente llevó una mano al tatuaje y lo acarició suavemente. El árbol parecía ondular bajo su toque; tal vez lo había hecho con magia. Ella reconoció las palabras, pero no supo por qué; lo único que sabía era que la hacían llorar.

Malfoy se dio la vuelta y la vio secarse las lágrimas furiosamente. Rápidamente se deslizó por la cama y a su lado, su mano se aferró a la de ella como si fuera lo más natural del mundo.

—Está bien —la tranquilizó, su pulgar frotando su mano con comodidad.

Hermione se miró las manos y Malfoy la soltó, dándose cuenta de su error.

—Lo siento —dijeron al mismo tiempo, ambos sonaban igualmente culpables.

—No, Hermione. Lo siento. Voy a... Potter y compañía están en camino, para que puedan... ya sabes, ayudar a confirmar que esto no es una broma. Y quién sabe, tal vez verlos ayudará a refrescar tu memoria... —dijo. Sonaba dudoso.

Hermione respiró hondo y se obligó a ignorar su abdomen tonificado. Volvió a mirar el techo. —Gracias —respiró.

Draco se quedó junto a su cama un momento más, pero finalmente se levantó y se fue, volviendo a ponerse la camisa en el camino hacia la puerta. La sanadora Roberts lo siguió. Hermione los escuchó murmurar fuera de su puerta, y sin poder evitarlo, comenzó a llorar de nuevo.

Estaba tan confundida.

¿Todo esto era una broma? ¿De verdad lo dejarían llegar tan lejos?, pero, ¿en serio había pensado alguna vez en casarse con Draco Malfoy? Parecía completamente improbable. Claro, ella siempre lo había encontrado algo atractivo, pero no tenían nada en común.

Hermione se dio cuenta de repente de las implicaciones de no recordar cinco años de su vida.

¡Cinco años!

¿Todavía estaría trabajando en el Ministerio? ¿Habría sido despedida, promovida, renunció? ¿Había tenido hijos? ¿Alguna vez Ginny tuvo algo con Blaise Zabini? ¿Estaba Luna Lovegood con vida (la última vez que escuchó de ella, supo que estaba en una expedición en el desierto para investigar a los tan disputados Snorkacks de cuernos arrugados donde duró perdida más de una semana)? ¿Estaba Crookshanks vivo? ¿Dónde vivía ella?

Su cabeza de comenzó a girar de nuevo.

Para empeorar las cosas, Harry, Ron, Ginny y Blaise eligieron ese minuto para irrumpir por la puerta. Hermione los observó a todos aterrizando su mirada por última vez en la prominente barriga de Ginny y se desmayó de nuevo, aunque justo antes de perder el conocimiento intentó averiguar si se había desmayado tres o cuatro veces en un día (al menos, supuso que había pasado un día).

Perder la conciencia era algo complicado.