Hellsing y todos sus personajes pertenecen enteramente a Kohta Hirano y son usados aquí con meros fines de entretenimiento.

Simplemente no pude resistirme a escribir algo más de estos dos, es que me encantan asdfghjkl. En fin, espero les guste.


El joven iba puntualmente una vez al mes. Alucard escuchó el inconfundible sonido de sus pisadas acercándose a su mazmorra y una mueca de disgusto se dibujó en su rostro en cuanto la puerta se abrió.

—Buenas noches —saludó Walter. Alucard alzó la vista para verlo a través de los largos cabellos que cubrían su rostro: ya no era un chiquillo, sino un hombre joven y atractivo siempre vestido de un riguroso negro y con el cabello del mismo color, aunque ahora más largo que la última vez que lo había visto, ese era el único detalle que al parecer compartían. De igual forma, Alucard notaba una ligera oscuridad en uno de sus globos oculares, y la forma en que lo entrecerraba con más constancia que el otro. Al paso en que iba, acabaría usando lentes, o al menos sólo en ese ojo.

—Pensé que te haría bien algo de compañía —explicó Walter, pese a que la criatura no le había preguntado el porqué de su presencia. Permaneció de pie frente a él, observándolo fijamente y sin pronunciar palabra.

Iba a burlarse, Alucard lo sabía: sin embargo, también iba a algo más. Una sonrisa se dibujó en aquel rostro bien cincelado, en esos rasgos que habían dejado de ser infantiles. A Alucard nunca dejaría de asombrarle lo mucho que cambiaban los humanos en ese tiempo que para él no significaba nada. La voz de Walter lo devolvió a la realidad:

—¿El pobre vampiro necesita sangre? —preguntó, sarcástico. No se conformó solamente con eso: deshizo la corbata para mostrarle la piel suave y blanca de su cuello, piel lisa, sin mordedura alguna… Alucard elevó la diestra con desesperación, intentando alcanzarlo, pero fracasó rotundamente. Él sólo sonrió.

—Oh, no, no puedes hacer eso —respondió al tiempo que se arreglaba la ropa, mirando con desdén a la hambrienta criatura —. No olvides los sellos.

Alucard no los olvidaba: estar ahí atado, a merced de aquella criatura que más que ángel parecía un demonio salido de las profundidades del Infierno, se lo recordaba. Un ojo apagado se asomó entre el cabello.

—¿Por qué me torturas así? —preguntó de forma casi lastimera. Walter alzó una ceja antes de responderle:

—¿Y por qué no hacerlo? Es divertido —sonrió, antes de cambiar su gesto por una repentina mueca de fastidio. Desvió la vista a otro lado.

—Pero tampoco soy tan cruel y lo sabes —afirmó. Alucard entreabrió la boca, deseoso de lo que iba a pasar a continuación. Walter apartó el guante de su mano derecha con exasperante lentitud, ante la mirada atenta de la criatura, quien dejó salir algo parecido a un gemido al observar la acción del más joven:

Sin miramientos, Walter mordió su dedo índice con la fuerza suficiente para abrirse la vieja herida que no terminaba de cicatrizar y, al paso en que iban, no lo haría nunca. Aunque no es como si Alucard deseara que eso pasara.

—Ahí está. Un aperitivo nocturno no te hará ningún daño —comentó el joven al tiempo que dejaba caer una gota de su propia sangre en el suelo, exactamente una, cerca de Alucard quien se apresuró a pasar la lengua por este a fin de beber. Era tan poco, pero a la vez tan delicioso, tan necesario… y tan humillante. Sobre todo, eso último.

Walter sonrió de lado, complacido de ver al señor de la oscuridad en esa situación tan vergonzosa. Se colocó de nueva cuenta el guante antes de dedicarle una última mirada, dando media vuelta para irse.

—Que tengas dulces sueños, Conde —dijo, cerrando la puerta tras de sí.


Algo chiquito porque últimamente no he tenido nada de inspiración para algo más largo, la escuela y la depresión me consumen orz. Espero estar publicando más historias para este fandom (y para otros lol) muy pronto, de igual forma, espero les haya gustado y dejen comentarios, ¡gracias por leer!