Los personajes fueron creados por la maravillosa imaginación de Haruichi Furudate, yo solo escribí esta historia para satisfacer mis deseos de verlos ser canon.

Fanfic Kuroo x Tsukishima.

[Dedicado a Noe Sweetway (NOE-SENPAI), esperando que, en verdad, te guste.]

Mini historia de 6 capítulos, sin contar este, ya que lo he denominado "Parte 0"; tomen esto como un prólogo.

Capítulos diarios, finalizando el 31 de octubre, la noche de Halloween. Esperando que lo disfruten, de ante mano, muchas gracias por leerlo.


Parte 0: "Somebody that I used to know".

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TODOS LOS ESTUDIANTES DE TŌDAI ESTÁN CORDIALMENTE INVITADOS A LA FIESTA DE HALLOWEEN QUE SE CELEBRARÁ EN EL CAMPUS CENTRAL EL 31 DE OCTUBRE DESDE LAS 09:00pm HASTA LAS 05:00am. EL DISFRAZ ES OBLIGATORIO.

Kuroo arrugó aquel folleto y lo lanzó al basurero que estaba en el pasillo. Ni siquiera era 31 de octubre, pero ya sabía que no asistiría a tal evento.

Sus excusas eran dos:

Primero, estaba agotado. Entre la práctica y el estar en su último año de universidad, además del trabajo, sentía que se merecía un descanso.
Segundo…, le había prometido a Tsukishima que irían juntos. Sin embargo, eso fue cuando salían, y, actualmente, él estaba completamente soltero.

Metió ambas manos en los bolsillos de sus pantalones, suspiró y se dispuso a salir del edificio, en donde tuvo la última clase del día.
Al momento en que se encontró caminando hacia la salida principal, vio que ya estaba adornado con las guirnaldas naranjas y negras, así como las figuras de calabaza en la puerta principal.

–Se supone que es una universidad, no una escuela –murmuró para sí, antes de colocarse sus auriculares–. Además… recién es miércoles, aún queda una puta semana.

Aunque escuchaba música a un volumen alto, seguía distinguiendo las voces del resto de los estudiantes que se encontraban ahí en ese momento. Todos parecían estar emocionados por la fiesta que se daría.

"¿Qué tan geniales son las fiestas de Tōdai?

Mucho alcohol, mucha distorsión, mucha diversión… Claro, eso si estás conmigo durante todo ese rato."

Chasqueó la lengua luego de aquel flashback que tuvo, maldiciendo internamente el seguir pensando en eso. Ya había decidido que no iría, no tenía por qué empezar a recordar los momentos en que hubieron planeado ir juntos a la maldita y estúpida fiesta.

Estaba casi llegando a la parada de autobuses, cuando recordó que debía pedir un libro a la biblioteca. Maldijo por lo bajo y corrió a toda velocidad de vuelta.

Subió las escaleras de aquel edificio lo más rápido que pudo, pero cuando se halló en la puerta, tuvo que apoyarse en sus rodillas para regular un poco su respiración.

Entró a la biblioteca, dejó su mochila en la recepción, ya que no tenían permitido entrar con mochilas, a menos que fuera a las salas de estudio, y fue directamente a buscar aquel libro.
Ya había memorizado su ubicación: al final del séptimo pasillo de izquierda a derecha, tercera fila de abajo hacia arriba, el quinto libro con empastado color rojo de derecha a izquierda.

Lo sacó, revisó si era el tomo correcto (ya que, al tener la mente en otra parte durante mucho tiempo también podría jugarle una mala pasada), y al confirmar dicha información, fue hacia el lugar en que se comprobaba el préstamo del libro.

Sintió el estómago recogérsele cuando vio que Tsukishima estaba de turno y, en ese momento, le estaba devolviendo la mirada.

Tsukishima, al entrar con un buen puntaje en la prueba de admisión, y además venir de una prefectura algo alejada, optó por ciertos beneficios, y uno de esos, era pagar parte del arancel con una beca, y la otra trabajando en la biblioteca.

Demonios.

Tsukishima desvió la mirada hacia los papeles que tenía junto al mesón, y los agrupó a las carpetas correspondientes, mientras que Kuroo avanzaba, a paso lento, hacia él.

–Buenas –dijo, con la voz casi rasposa.

–Buenas tardes –respondió Kei, mirándole fríamente–. Necesito su identificación.

Sin más, Kuroo sacó su billetera, y de ella, la tarjeta de la universidad, con la que tenía acceso a la biblioteca. Tsukishima se la recibió, le pidió el libro para marcar el préstamo y se lo devolvió todo.

–Debe devolverlo el miércoles 31 de octubre.

–Gracias.

Recibió el libro y, aunque no pudieron ser capaces de verlo, ambos se voltearon al mismo tiempo.

Se dirigió a paso rápido hacia la parada del autobús que lo dejaría a solo media cuadra de su departamento. Además de él, había unos siete estudiantes más, reunidos en grupos de tres y cuatro. Parecían ser de primer año, pero reconoció a dos del grupo de mayor cantidad miembros, eran compañeros de su clase.

Giró sobre sus talones, se colocó los auriculares y fijó su vista en el camino; no quería que le reconocieran y le preguntaran (por milésima vez en el puto día) si iba a asistir a la fiesta.

No respondía cortante y tajantemente.

Anda, Kuroo-san insistía Nobunaga, una chica de largo cabello negro y poseedora de unos ojos azules que parecían ocultarse tras el flequillo que le caía hacia el lado derecho de su rostro, podríamos pasarlo bien juntos.

Tengo mucho que estudiar, y creo que utilizaré ese día para eso.

Como si la hubiese llamado con el pensamiento, Kiyomi Nobunaga apareció en la parada, uniéndose al grupo donde estaban sus compañeros. A pesar de que no la había visto, reconoció su agudo timbre de voz y la confirmación de sus compañeros al saludarla por su apellido.

–¡Nobunaga-san!

Kuroo chasqueó la lengua y decidió dar un par de pasos hacia el frente, intentando camuflarse en el grupo de tres miembros.

Suerte, pensó cuando vio que el autobús se acercaba.

Por suerte, también, sus compañeros no se subieron, al parecer estaban esperando a alguien más; de hecho, eso a él le importaba en lo más mínimo.

Cuando estuvo en su departamento, miró el reloj y agradeció que ese día no tuviera turno en el trabajo, porque de ser así, solamente tendría el tiempo suficiente para hacerse un sándwich o comer un plátano, darse una ducha extremadamente rápida y partir hacia el local de comida rápida, donde trabajaba… No como cajero, sino como el hot-dog que promociona el local. Su turno comenzaba a las cinco de la tarde, y eran las cuatro con veinte minutos.

Dejó su mochila junto a su escritorio y se lanzó de espaldas a su cama. Estuvo mirando el techo, hasta que fue consciente del tic tac del reloj, fue cuando volvió a mirar la hora; solo habían pasado quince minutos desde que había llegado, y ni siquiera había sido capaz de sacarse los zapatos.

La excusa que tenía sobre estudiar, no era falsa, pero Kuroo, en ese momento, estaba considerando, en verdad, el hecho de pasar de ella, porque no tenía ánimo alguno de estar sumergido entre tantos libros y apuntes, cuando ya había planificado que esa noche iba a ser diferente… Aunque, claro, ¿ese argumento seguía teniendo validez, aun sabiendo que esa noche no la pasaría con Tsukishima?

Pasó ambas manos por su rostro y, sin quitarlas, suspiró pesadamente, sintiendo todo el aire caliente chocar con sus mejillas y ojos. Se quedó en esa misma posición por un par de minutos más hasta que se puso de pie.

Era momento de meditar en la ducha. No existe mejor lugar en el mundo que la ducha (claro, hubiese preferido estar bajo unas cascadas, pero eso iba a dejarlo para otra ocasión).

Sin esperar mucho, abrió el agua caliente mientras se quitaba la ropa para poder entrar. Al sentir el contacto del agua caliente en su pecho, y luego en su espalda, una sensación de relajo lo invadió completamente.

–Esto sí que es satisfactorio –dijo, cerrando los ojos, dejándose llevar por la calidez del agua.

K-Kuroo-san.

Abrió los ojos rápidamente, apenas tuvo aquel recuerdo.

Porque eso fue, un recuerdoun recuerdo que tuvo lugar en esa misma ducha.

Concluyendo con eso, fue que solo se centró en terminar de ducharse; ya no había espacio para reflexiones.

Ya se había puesto ropa, un pantalón de buzo gris con el logo de la marca deportiva en el lado derecho, y un hoodie rojo. Estaba en el escritorio de su habitación, terminando los ejercicios que, según su profesor, entrarían en la prueba, cuando siente su celular vibrar. En un principio, pensó que podría ser un mensaje de Bokuto, ya que con este siempre se mandaban mensajes, pero cuando sintió que volvía a vibrar, notó que era una llamada.

Extrañado, tomó su teléfono y leyó el nombre.

Mamá.

–¿Diga?

–Testurō, ¿qué clase de hijo eres?

–¿Eh? ¿De qué hablas, mamá?

–No me has llamado, desde hace tres días.

Rodó los ojos mientras que una sonrisa se le formaba en el rostro.

–Perdona, pero estaba muy atareado… Ya sabes, entre el trabajo y la universidad…

Y Kei-kun, ¿no?

Se mantuvo en silencio por un par de minutos.

Su madre lo llamaba constantemente, y desde que Tsukishima se había unido a la universidad, le había contado de él. Ella siempre supo que las preferencias de su hijo no eran, en un cien por ciento, las chicas, ya que, si bien hubo un par de chicas con las que salió en la preparatoria, nunca lo vio tan entusiasmado como cuando le hablaba de Tsukishima, y eso que solo se refería a él como "el kohai de otra escuela".

De hecho, a la señora Kuroo no le extrañó, en ningún momento, cuando él le dijo que estaban saliendo. Pero ya no era así, y ella no sabía… Y tampoco pensaba decirle.

–Ah –rio desganado–, claro, Tsukishima-kun también.

Mhmm… ¿Sucede algo?

–No, nada, mamá. No te preocupes, solo estaba recordando un poco.

Bueno, bueno. La razón por la que te llamaba, es que tu padre dijo que te depositaría algo de dinero.

–No es necesario, ya no puedo seguir dependiendo de ustedes.

Sabíamos que dirías algo como eso, pero no te haremos caso. Por favor, acéptalo, ¿sí? Ya verás que podrás necesitarlo en algún momento.

Aunque no fuera un tema de conversación muy ameno ni muy interesante, sintió que hablar con su madre estaba ayudándole a dejar de pensar en lo relacionado con la universidad. No había nada más calmo que hablar con tu propia madre.

–Mamá, gracias, en serio –dijo, dándole a entender que ya quería dar por finalizada la conversación, al menos del tema.

–¿Vendrás este fin de semana?

–No estoy muy seguro, tengo mucho que estudiar, y si voy a casa me distraeré demasiado, además, creo que tengo turno el sábado.

–Bueno, claro que lo entiendo, pero deberías darte un tiempo para ti, ¿sabes? Podrías venir con Kei.

Apretó sus labios, evitando que saliera cualquier clase de sonido de su boca. Respiró profundamente, pellizcó el puente de su nariz y pensó bien lo que iba a decir. Y aunque su respuesta estaba tardando en llegar, solo haría que su madre se preocupara más, y no quería que ni ella ni su padre (porque era obvio que terminaría contándole a su padre) estuvieran preocupados por él.

–¿Tetsurō? ¿Hijo, sigues ahí?

–Sí, perdón, me distraje –respondió ante aquella retroalimentación–. Mamá, tengo que colgar, están llamando a la puerta, deben ser mis compañeros, quedamos de hacer un trabajo en grupo –mintió–. Con respecto a lo del fin de semana, te avisaré si voy o no, ¿sí? Te quiero.

–Yo a ti, tu padre manda saludos. Cuídate.

Y colgó.

En los años anteriores, no iba a mentirse a sí mismo, siempre terminaba con alguien en Halloween, y no precisamente chicas, pero pasaba por su desmedido descontrol en la fiesta, sin embargo, cuando supo de que Kei Tsukishima iba a estar en su misma universidad, pensó que ahora sí podría sentar cabeza, y centrarse en lo que había querido tener con Tsukishima desde que lo conoció, no desde que lo vio.

No era de la clase de persona que se enamoraba de alguien a primera vista, eso, para él, solo pasaba en los mangas y en las películas para gente simple, en cambio, él sentía que Tsukishima le gustaba de verdad.

No solo entrenaron juntos, sino que, luego de eso, intercambiaron números y comenzaron a mandarse mensajes, no muy recurrentes, pero lo hacían.

De hecho, tenía que aguantarse las ganas de responderle de inmediato los mensajes, apenas le llegaban… Con eso, recordó cuando se enteró que a Tsukishima le pasaba lo mismo.

Sonrió nostálgico, pero esa sonrisa cambió a unos labios apretados, su ceño se frunció. Giró la silla para volver a quedar en frente de su escritorio. Dejó el móvil de lado, y quitó la vibración, abrió el libro y sacó su libreta con su pluma favorita.

No era tiempo de pensar en Tsukishima, era tiempo de estudiar.

Porque al verlo hoy supo que… debía volver a su vida, esa vida que tenía antes de conocerlo, hacer como si no lo conociera.


Hasta mañana, xx.-