Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen (obra de Kishimoto), solo la trama de la historia es mía.
Capitulo I: "Bonjour"
No estaba segura de lo que estaba haciendo… y la verdad es que últimamente no estaba segura de nada en su vida, aquello que había sido como un perfecto sueño se estaba desmoronando de pies a cabeza, nunca fue una mujer que titubeara al contestar, solía tener respuestas concretas, de gustos sencillos y mente compleja.
Claro su vida estaba llena de exquisitos placeres, de las mejores vistas, de una vida ajetreada pero adorable como diseñadora de modas, en París, capital francesa. Hasta hace unas horas y desde hace unos años, su vida era todo lo que había podido desear.
FlashBack.
El sonido del teléfono a las dos de la mañana la hizo caer de su cama, había golpeado su frente con la esquina de su cómoda, y con el dolor latente contesto el llamado…
-¿Halo?-respondió soñolienta.
-¿Sakura?... ¡Por dios! Temía que no vivieras ahí-el acento y el idioma la hicieron despertarse por completo.
-¿Q-quien habla?-titubeo.
-¿Eh? ¿Cómo que quien habla? ¡Frentona soy Ino!
-¿Ino… Ino Yamanaka?-se sentó en la orilla de su cama, encendiendo una pequeña lámpara.
-¡Pues si! ¿Qué otra Ino conoces?
-No… bueno, dios… es que me sorprende tu llamada ¿Sucede algo?-estaba sudando, aquel pasado que creía haber abandonado en Japón regresaba de forma repentina.
-No quiero angustiarte, Saku… la cosa es que Tsunade quiere verte ¿Sabes? Tuvo un accidente.
-¿Tsunade? ¿De verdad? ¿Y por qué no me habían avisado antes?-su ritmo cardiaco se estaba acelerando, podía sentir la adrenalina subiendo por su cuerpo.
-¡Por qué no teníamos con que! ¡No sucede seguido que una persona abandone su hogar para irse al otro lado del mundo de un día para otro! Y menos que no deje en donde podamos encontrarla, sino fuera porque eres famosa, Tsunade habría muerto sin verte…-aquellas palabras sonaron como eco a través de la línea, no había querido herir a nadie al marcharse, pero había sido lo mejor.
-Llegare a Japón lo antes posible- y con esto, colgó.
Se quedo ahí, ida… había dicho las últimas seis palabras sin pensarlo.
End FlashBack.
Caminaba impulsivamente, estaba echa un manojo de nervios, no había pegado ojo en toda la noche, su cabello rosa estaba alborotado, se encontraba en un departamento en una zona de lujo en París, con una hermosa vista hacia la torre Eiffel, tenía un balcón que se encontraba abierto y frente a este una mesa para tomar el té, en donde un joven alto de cabellera roja la veía divertido.
-¡No te rías! En estos momentos es donde más necesito tu apoyo…
-¿Por qué estas tan nerviosa cariño?
-¿¡Por que!? ¿Quieres saber por qué?... Bien, pretendo volar en un avión de regreso al lugar donde deje toda una vida para encontrarme con gente que en realidad no sé si quiero ver… por eso-suspiro, echándose en una silla, para tomar su cuarta taza de café.
-¿No será que al que no quieres ver es a él?-indagó.
-¿A él? ¿A qué te refieres con eso?-lo veía con cierto aire inocente.
-Tú sabes muy bien a que me refiero con eso, cariño, ya es tiempo de que te enfrentes a tu pasado.
-¡Pero aun no sé si estoy lista!-dejo la taza para cruzar los brazos y hacer berrinche.
-Oh… pero claro que lo estas-se paró a su lado para levantarla-eres una mujer joven, exitosa y segura de sí misma.
-No estoy muy de acuerdo con la ultima parte… -se acerco al balcón para recargarse en el barandal-Es solo que… han pasado tantos años y tengo miedo de que los pies se me pongan como espagueti al encontrármelo… ¿Vendrás conmigo? Por favor no me dejes sola-suplico y el chico de cabellera roja asintió.
-Pero ya es tiempo de que te duches, te arregles… yo ya deje todo listo para el vuelo, cancele todas tus citas y avise que no te encontrarías por lo menos en un mes.
-¿!Un mes!? ¡Es demasiado! ¡Tengo que estar aquí en una semana!
-Sakura…-le dijo con tono severo.
-Está bien, está bien…-y a regañadientes, camino hacia el baño-Me hace falta un buen baño con espuma y sales minerales.
-Dejare tu ropa lista antes de irme-ella asintió y se encerró en aquella espaciosa e iluminada habitación que tenía una bañera en el centro.
Pasaron aproximadamente unos sesenta minutos, los dedos de sus manos y pies estaban arrugados cual pasita, la espuma se había disipado, el agua transparente reflejaban sus largas y bronceadas piernas, su cadera no muy ancha, su vientre plano, sus pechos medianos, sus pezones redondos y rosas pálidos que se encontraban erectos aun metidos en el agua, su cabello rosa chicle que le llegaba un poco debajo de los hombros, sus finas y delicadas manos con los vellos de los brazos erizados levemente. Recargo su cabeza sobre la orilla de la tina, veía el techo blanco sin un punto definido, una pequeña araña que colgaba de este como lámpara hacia juego con lo elegante de la habitación y sus paredes tapizadas al estilo vintage, todo en ella era frágil y delicado.
A sus cortos veinticinco años era una mujer dedicada, había aprendido lo duro que era valerse por sí misma y más siendo mujer, aprendió que la vida puede ser cruel, cuando llegas a una ciudad desconocida, dentro de un país desconocido, sin historia, sin familia, con un pesada carga de culpabilidad sobre ella, aunque todo tiene un lado amable, aprendió que hay gente buena en medio de tiempos de cólera, que cuando crees demasiado en un sueño una luz se vislumbra ante ti y se vuelve realidad.
Era una mujer exitosa, de peculiar cabellera rosa, dueña de una de las firmas de moda más famosas en París, había ganado fama y respeto en un mundo hostil.
Decidió salir de la bañera ya que el agua se había templado, coloco una toalla de algodón sobre su cuerpo, pequeñas gotas se deslizaban sobre este, salió del cuarto de baño, camino hasta su habitación, era espaciosa e iluminada con luz de día con ventanas grandes y cortinas en color blanco y otras sobrepuestas de color crema, el piso estaba forrado de madera, la cama estaba en una esquina, con sabanas de seda y colchas finas en color peridot, un baúl a los pies de esta, muebles en caoba oscura y un tocador blanco repleto de distintos tipos de perfumes, pinturas y cremas caras y un joyero con decorados en plata, en el espejo del tocador había fotos de ella y el joven pelirrojo, de conocidos famosos dentro del mundo de la moda.
Ella se sentó por unos instantes, observo las fotografías y suspiro, no estaba segura… no estaba nada segura, sacudió la cabeza para alejar su inseguridad, la noticia de su llegada ya habría llegado a los oídos de él.
Aquel hombre que tanto tiempo atrás se había dedicado a perturbar su tranquilidad, aquel hombre que corrompió su inocencia, aquel hombre que fue el causante de su partida… inconscientemente se llevo sus manos a su vientre, recordando el motivo por el cual estaba ahí, sentada frente a su reflejo.
Sus bellos ojos color esmeralda se volvieron vidriosos, abrazo su vientre con fuerza, aquello era toda una tortura, aquellos recuerdos llegaban como remolinos de ira a su memoria, aun le dolía, aquella herida en lo más hondo de su ser seguía abierta y latente, solo había olvidado que aun la tenia, el polvo y el transcurrir de los años la habían dejado como en una cajita de cristal, cristal que había sido roto con aquella llamada a las dos de la madrugada en una fría noche de París.
Se tallo los ojos para desaparecer las lágrimas, se ventilo con las manos y dirigió su vista hacia la cama, en ella había un pantalón estilo pescador de color blanco, una blusa strapple de color negro con un cinturón que se ajustaba a su cintura y unas bonitas sandalias de taco medio del mismo color que la blusa.
Cuando por fin estuvo lista, recogió su cabellera rosada en un moño alto elegante, algunos mechones caían a los lados, se coloco perfume, se maquillo ligeramente y finalizo con un gloss rosa para sus labios, el timbre de su apartamento sonó, ella camino hasta la puerta, el pelirrojo llevaba puesto un pantalón blanco, y un suéter rayado de color vino con detalles en naranja y amarillo, con zapatos negros.
-¡Te ves radiante!
-¿Tú crees?-Sakura dudaba, después de años, dudaba de ella, el pelirrojo suspiro.
-Vamos cariño, no estés así, mis maletas están esperando en el taxi por las tuyas, ¿Dónde están?
-En el cuarto… sabes Jean, no creo… no sé.
-¿Qué te sucede chérie? ¿Sigues pensando en él?
-Es que como… ¿Cómo no hacerlo?-la pelirosa palideció, se sentó sobre un elegante sofá de la sala, tomo un cojín y ahogo un grito en el.
El pelirrojo se sentó a un lado de ella y tomo su mano con delicadeza –Sabías que este día llegaría tarde o temprano, así que ¿Por qué no intentas calmarte? No solo volverás a verle, veras a tus amigos, a tu tutora, a todos chérie-ella asintió-Anímate ma chérie… me recuerdas a una adolescente que conocí años atrás, con una mochila y la cara sucia.
Su amigo se puso de pie, camino hasta la habitación de la pelirosa y cogió las dos maletas que estaban ahí.
-Te espero en el taxi, no tardes chérie-la pelirosa asintió, dio una última vista a su apartamento y cerró la puerta tras sí.
Vio al auto amarillo y al pelirrojo esperando por ella, el dejo que ella se adentrara primero y después se metió él y así se dirigieron al aeropuerto de la ciudad parisina, su vuelo saldría en un par de horas, con destino a Japón, estaba más tranquila, una vez que llegaron, fueron por una copa de Martini's a un pequeño bar dentro del aeropuerto.
-Brindo por… por qué te decidiste a ir-el joven de la cabellera roja sonrió, su sonrisa era la más cálida y conmovedora que sus esmeralda ojos vieron jamás.
-No me decidí… lo dije sin pensar-ella le sonrió también.
Y en aquel momento, en aquellas circunstancias agradeció de tenerlo a su lado, había sido su confidente, su amigo, su hermano por años, su relación tenía un valor invaluable, era alto, de ojos cautivadores de un azul poderoso, de largas y chinas pestañas rojizas, de piernas y brazos fuertes, de un bello espíritu y lo mejor de todo… era que el siempre sabia como sacarle una sonrisa, siempre se preguntaba por qué no se enamoraba de él, por qué no se casaban y tenían hijos, por qué no vivían en una apartada y alegre casa de verano.
Porque él era gay…
Si, tanta perfección solo se podía deber a una cosa.
Amaba tenerlo como amigo, desde que lo conoció, después de haber llorado por horas bajo la penetrante lluvia de París, con una mochila en la mano, el se acerco con un paraguas para protegerla de la lluvia y ella se quedó ahí, mirándolo como embelesada, él la llevo a su casa, le ofreció techo, comida, sin siquiera saber su nombre sin siquiera haber cruzado palabra alguna, recordaba el caliente chocolate en sus manos, recordaba sus tímidos movimientos.
Ambos eran jóvenes y llenos de vida, ambos tenían sueños y lo que ambos no sabían era que se necesitaban el uno al otro para cumplirlos.
-Vuelo 626 con destino a la ciudad de Tokio, por favor pasar a la puerta de salida.
Se escucho por todo el aeropuerto, eran las 11 de la noche, ambos cogieron sus maletas y caminaron hasta el pasillo que los llevaría hasta Japón, dejaron sus maletas para que la gente se encargara de ellas.
-Bien, ya estamos aquí-comento la pelirosa, sentada del lado de la ventana de primera clase.
-Así es chérie, ¿lista?-hasta el sabia que la pregunta era estúpida.
-Te diré…
El avión despego, fue un vuelo tranquilo, las aeromozas llegaban a cada hora a preguntar si nada les hacía falta, a la pelirosa nunca le gusto la comida de avión, pero admitía para si misma que las bebidas no eran tan malas.
Ese iba a ser el día más largo de su vida, doce horas sentada en el mismo asiento le causaban nauseas, así que opto por cerrar los ojos, relajarse y perderse en sus sueños hasta que el avión tocara tierra.
