Cinemática: Un pequeño desvío

En tan pocos días, el pueblo de Gravity Falls había dejado de ser la pacifica parada de turistas que solía ser. Sus bosques verdes perdieron su vivo color. Su cielo azul se desvaneció en el carmesí infernal que ahora lo coloreaba. Sus vivas calles se tornaron aterradoras por la presencia de monstruos de espantosas y bizarras naturalezas. La gente rara que daba su personalidad al pueblo ya no hacían acto de presencia ni en sus hogares. Muy pocos se escondían en las ruinas e inmundicia que ahora ambientaba el lugar. Y todo el resto se encontraba en el interior de una fortaleza pirámide. Separada del suelo, justo debajo de una gran ruptura arco iris en el cielo. La gran mayoría de ellos buscaba una forma de escapar, volver a esconderse en los restos de su hogar.

Solo 10 de esas personas se quedaron en la gran sala que el responsable de la crisis que devastó tanto a Gravity Falls usaba como salón del trono. Todas ellas, según uno de ellos, generarían en conjunto una fuerza que expulsaría para siempre al demonio Bill Cipher. Solo tomándose de las manos y un círculo dibujado, mientras un magullado robot era lo que les daba todo el tiempo que necesitarían. Pero, esto parecía estar en riesgo de fallar, cuando uno de estos elegidos se negó a tan noble labor. Al menos, que uno de ellos cumpliera su única exigencia.

-Pase 30 años tratando de traerte a esta dimensión, ¡Y aun no eres capaz de agradecérmelo! – Exclama indignado Stan Pine. Como si aquello era mucho más importante que terminar con el apocalipsis. - ¿Quieres que te de la mano? Di "Te agradezco". – Ford Pines, su gemelo, se le ocurrieron miles de argumentos válidos de por qué su hermano estaba siendo egoísta, infantil, y principalmente estúpido. Pero, aun con su enfado con él, apenas alcanzó madures suficiente como para no perder tiempo en pleitos.

-Bien… Te agradezco. – Dice condescendiente Ford, extendiéndole la mano para cerrar el círculo, más que para verse sincero. Aun así, el señor misterio la estrecha, junto la de su empleado, mientras la energía azul que envolvía a los otros 9 representantes del circulo también lo baña. Pero, no le importo en lo absoluto.

-Entre yo y él, yo no soy siempre el gemelo malo. – Comenta Stan al resto, mientras esa aura continuaba su flujo a través de las manos de la decena.

-"Entre él y yo". – Corrige el genio. Quien creía que finalmente podría relajarse un poco, al estar el último recurso completo. Pero, el resto estaba alarmados. Pensando que todo se podría arruinar por cualquier…. - …Gramática, Stanley… - Y ese fue el límite de su paciencia.

-¡Oh, "Gramática, Stan…"!

-¡YA CALLATE, STAN! – Gritan en perfecto coro los otros 8 ajenos a la discusión. El viejo iba a ir por la garganta de su gemelo. Pero, viendo que incluso sus sobrinos estaban en contra, ahogó de momento sus quejas.

El poderoso Bill había dejado en claro a esos mortales por qué se declaraba el nuevo amo de todo, tras dejar totalmente hecho pedazos el mecha gigante que lo distrajo tanto. Se hubiera quedado más tiempo para castigarlos por aquel atrevimiento. Pero, no pudo ignorar las nubes de tormenta en espiral que se hacía más y más grande sobre su fortaleza.

-No, no, no, ¡NO! – Aúlla de terror, imaginando una razón de esas nubes. La que más miedo le infundía.

Los diez símbolos del zodiaco, cada uno por turnos, sintieron de pronto como un sentimiento los invadía. Cada uno distinto al otro. Llenándoles de una gran paz que se creía perdida por el fin del mundo. Pero, cuando fue el momento de que le pasara a dos de ellos, esa serenidad no llego. Sino, un gran pesar y dolor los invade como peste, perturbando su mente y corazón. Y fue ahí que una gran columna de luz blanca fue disparada al cielo, para de inmediato una fuerza lanzara a los diez en distintas direcciones como por explosión desde el centro de la formación.

Bill vio con terror, y su adolorida banda de criminales confundidos, como esa columna había atravesado la grieta dimensional, haciendo su interior azul. Ante la mirada asombrada de todo el mundo, se ve que aquella fisura temporal empezaba a perder su gran tamaño. Para los aturdidos elegidos, eso fue señal de esperanzas. Por desgracia, estas se desvanecen al ver esa reducción detenida. Y quedaron más confundidos, al ver una sombra cayendo de la fisura aun celeste. Una sombra pataleante y gritona, precipitarse rápido hacia donde ellos estaban.

-¡…aaaaaAAAAAAAAAAAhhhhhhhhhhhhhhhhh…! – Exhala esa figura, que al verse cada vez más cerca se distingue su color azul, y su cuerpo cubierto de espinas.

A pocos metros de llegar a su punto de impacto, agito aterrado los brazos como si eso fuera a ayudarle a reducir el impacto. Lo cual no fue así. Su cabeza gigante fue lo que más sufrió por el choque, quedando enterrada en ese suelo de roca. Los símbolos del zodiaco miraron sorprendidos como ese extraño individuo se apoyaba con sus dos manos con guantes. Y tras un buen esfuerzo logra sacar su cráneo, incorporándose sobre sus dos pies calzando unas zapatillas rojas. El azul se veía muy confundido por su caída. Pero, se volvió más confundida al ver el cielo carmesí, la grieta de dónde provino, y al colorido grupo de humanos que lo rodeaban.

-Ehm… - Suelta, un poco nervioso por las miradas diversas que ellos le dedicaban. – Algo me dice que ya no estamos en Green Hill…

-¿Qué…? ¡¿Qué se supone que significa esto?! – Estalla desesperado Ford, mirando a la criatura azul que miraba a todas direcciones. - ¡Se supone que el circulo acabaría con Bill! ¡No que traería un gato azul aquí!

-¡Oye, viejo! Para empezar, soy un erizo. No un gato. – Corrige indignado el aludido, acercándose a Ford.

-¡No te acerques! – Ordena feroz Pines, desenfundando su arma magnética y apuntándole con ella. El erizo se detuvo de inmediato.

-¡Amigo! ¡Tranquilo! No voy a lastimarlos. – Se apresura a decir, viendo a los humanos muy nerviosos.

-¿Puedo quedármelo? – Claro, a excepción de Mabel.

Las preguntas se detuvieron cuando una gran sombra cubre a los 11. Los rostros de las personas se tornaron de miedo, cosa que infunde duda al recién llegado y voltea. Es ahí que se aprecia a un acabado robot mutilado como fondo al imponente triangulo de mirada alarmada observando el lugar.

-¡¿Qué fue lo que pasó!? – pregunta desesperado a los humanos ante él. Las preguntas continuaban acosándolo. - ¿A caso usaron el zodiaco? ¿Por qué aún sigo aquí?

-¿A caso ese totopo flotante está hablando? – Pregunta el llamado erizo, cada vez más confundido. Es ahí que Bill se da cuenta de su presencia. Encogiéndose enormemente se dirige rápido hacia el pequeño ser con zapatos rojos. Lo miro por todos lados con un monóculo que saca de su sombrero. Este se sintió muy incómodo por tal invasión al espacio vital. Tras terminar su análisis visual, el ojo de Bill se abre como boca, y de un bocado se come el aparato óptico.

-Así que tú acabas de entrar al portal. ¿Verdad? – Bill se nota mucho más relajado, con aquella observación. Es ahí que se tele transporta hacia arriba, recuperando su gigante tamaño. Y que las risas maniáticas que han hecho eco en ese desastre vuelven a oírse de él. - ¡JAJAJAJAJA! ¡No puedo creer que todo este tiempo, me he preocupado por un gatito! ¡Jajajajajajajaja!

-¡Oye! ¿Cuántas veces debo decirlo? ¡Soy un E-RI-ZO! – Repite, muy cansado de ese chiste.

-Espera… ¡¿A caso solo eso hacía el zodiaco!? – Pregunta desesperado Ford, empezando a creer que su última esperanza era una cruel broma de los ancestros del valle.

-Pues es eso, Fordsy. O… tal vez ninguno de ustedes es miembro auténtico del zodiaco. – Oyendo esa idea de Bill, el viejo Seis dedos mira impactado al resto. – ¡Pero suficiente charla! Ya me confié una vez. ¡No volveré a dejarlos escapar! ¡Chicos!

Tras oírse el grito de su señor, de un salto cada miembro de su banda de locos vuelve a esa sala, rodeando a los 11. En sus miradas se notaba que ansiaban la venganza por el mal rato que les hizo pasar su robot. Los Pines y compañía miraron angustiados a esos fenómenos peligrosos. Sin idea alguna de como escapar. O de siquiera una razón para intentarlo, al ver su única alternativa para acabar con todo terminar en un completo fracaso. Pero, por primera vez, las cosas eran claras para el azulado.

-¡Oh! ¡Ya veo! ¡Ya me encargo yo! Estoy muy acostumbrado a esto. – Dice muy relajadamente seguro, antes de colocarse en posición, y desaparecer de la vista de todos.

-¡¿Pero qué…?! – Espeta Bill impactado por la aparente fuga. Tanto raros como raros de otra dimensión buscaron por todos lados al azul, que se fue sin dejar rastros.

Es ahí que un viento azulado a modo de remolino rodea a los humanos. Mucho polvo se alza por ello, por lo que los dementes se tuvieron que cubrir. Es ahí que uno a uno fue golpeado por un bólido azul. Veloz que nadie casi ni veía se estrellaba en los ojos y cabezas de los gigantes sin defensa de estos. Los Pines, incluso Bill, miraron asombrados como uno a uno fue cayendo por los fugaces y potentes ataques rápidos. Hasta que solo Bola 8 fue el último en pie, antes de que el erizo volviera a aparecer frente a él. Justo a tiempo para que el ojos de bolas de billar se desplomara de espaldas.

-Por cierto, mi nombre… - Desapareciendo nuevamente de la vista, vuelve a aparecer arriba un segundo después, dirigido hacia el triángulo flotante.- ¡Es Sonic! – Enseguida haciéndose bola, el veloz peleador se lanza a mayor velocidad hacia el gran ojo. Un estallido azul se provoca en el impacto, junto a un grito de dolor de Cipher.

-¡Imposible! – Exclama incrédulo Ford. Ninguno de ellos creía lo que veían. De pronto, el erizo aterriza frente a ellos con una sonrisa atrevida.

– Sonic The Hedgehog.

-¡Argh! ¡Maldito roedor! – Grita furioso el amarillo, recuperándose del ataque. Le dolió tanto que ni le pareció divertido. Pero, es ahí donde una revelación ocurre. – Tal vez el Zodiaco funciono un poco. ¡Pero hará falta mucho más que eso para que me venzan de nuevo!

Tras aquella declaración, el aun omnipotente demonio alza las manos, a lo que el suelo reacciona empezándose a elevar en pedazos. El erizo reacciona, y se desplaza a través de esos trozos de roca, moviéndose ágilmente por la sala. Pero, el resto no contaba con aquella gracia.

-¡Todos! ¡Cuidado! – Alerta Dipper, quien su hermana le ayuda a seguir de pie. Wendy ayudo a Robbie a no caerse. Soos se ocupó de Gideon y Pacifica. Y los más viejos lo logran por su cuenta.

-¡Intenta correr de esto! – Desafía Bill, encendiendo unos trozos de piso como cometas. Y lanzándolos como tal.

Sonic continua moviéndose en el aire con los apoyos flotantes, esquivando los ataque con una facilidad que ofende a Bill. Pero, a pesar de ser esquivados, no evita que igual sigan con su rumbo, pasando por los demás espectadores. Muchos fueron hacia los desmayados secuaces de Bill. El resto pasaba peligrosamente cerca de los otros. Quedarse quietos no era opción.

-¡Corran, rápido! – Al grito de Wendy, los diez imitan a Sonic y saltan por las rocas suspendidas en el suelo, pero para buscar apartarse de la lucha. No era una labor fácil para algunos, pero llevaban el intenso ritmo.

O así parecía. Hasta que al pisar otra piedra para seguir a la siguiente, justamente un trozo de bólido lanzado impacta contra el que Mabel usaba de apoyo. Y ante la mirada angustiada de su gemelo empieza a caer.

-¡Mabel! – Grita impotente Dipper, mientras la veía perderse en la gran altura que los separaba del piso inferior.

Aquello no fue ignorado por Sonic. Quien a pesar de haberse aproximado mucho a Bill regresa rápido, a toda marcha para alcanzar a las castaña. Esta por el miedo apenas logra recordar el garfio volador en su posesión. Y justo cuando lo sacaba del interior de su suéter, el erizo azul la alcanza. Tan rápido que pareció rutina, él toma el garfio. Y abrazando a la chica lo dispara hacia otro de los fragmentos voladores. Ambos logran detener su caída, y gracias al motor del aparato volvieron a subir. Viendo a la chica salvada y a su salvador, la mirada de todos se torna aliviada e inspirada. Cosa que Bill distingue. Una gran ira llena al demonio, al ver que incluso su viejo peón había recuperado la fe.

-¿Te crees un héroe, no? – Perdiendo por completo la paciencia, el ente amarillo apunta al azul con su mano que empezaba a brillar de azul. Una energía del mismo tono rodea al erizo, haciéndole sentir que una opresiva fuerza paralizaba su cuerpo. Y con el control de la mano de Bill, empezó a elevarse bajo su dominio.

-¡Sonic! – Grita preocupada la chica Pines, colgándose del tobillo del aludido en un inútil intento de bajarlo.

-¡Mabel, espera! – Trata de detenerla su hermano, cuando la misma energía envuelve a los demás. Igualmente alzándolos con una estranguladora influencia.

-Eso me recuerda que me enoja mucho que hayan sido tan groseros, como para querer sacarme de mi propia fiesta. – El gran ojo del que era dueño observa a los humanos con gran resentimiento. Pero, dándole más desprecio a los Pines. – Se lo dije a Pino, y se los diré a todos ustedes. ¡Los héroes no existen en mi mundo donde las leyes no existen! ¡Los buenos caen en mi realidad! ¡Y ustedes, sacos de huesos a base de carbono, NO LOGRARAN SALVAR A NADIE! – Aquellos que tuvieron el valor de quedarse, en lugar de buscar un escondite… el valor de intentar el zodiaco… el valor de tratar de salvar el mundo, sintieron que ese coraje se apagaba con la imponente presencia de la bestia de un ojo. Las palabras del demonio los calaba hasta el fondo de su ser. Y por poco, creyeron en ellas…

-Valla, amigo… en verdad te gusta hablar mucho… - Los sometidos humanos miran al erizo que dijo tales oraciones. A pesar de no lucir tan calmado como al comienzo, su voz no había perdido la seguridad. Y gracias a que ella aun colgaba de su pierna, Mabel vio en su mirada gran determinación. Una llama de coraje aún más grande de la que ella y su hermano tuvieron al inspirar a los sobrevivientes de la cabaña del misterio a ese último enfrentamiento. – Quizás sea muy nuevo aquí, y no tenga idea de quién eres. Pero, si eres ese tipo de personas que cree que puede decirles a los otros que puede y que no puede hacer, ¡Entonces te aseguro que no te caeré bien!

-¡Vaya, vaya, vaya…! – Murmura El gran triangulo, viendo divertido al erizo bajo su control. – Esas son muy valientes palabras… para alguien que no puede hacer nada contra mí.

-Es cierto… - Responde con dificultad. - No puedo hacer nada contra ti… aún… - Bill alza la ceja ante esa frase. – Solo digamos que soy el tipo de erizo que no se pueden quedar con los brazos cruzados cuando alguien. Y mucho menos, estar quieto…

Los diez humanos del lugar miraron sorprendidos como ese extraño ser hablaba con tanta seguridad ante el poderoso demonio. No podían creer que aun al ser manipulado de tan forma, parecía negarse el hecho de que Bill era el ser más poderoso. Como si supiera algún secreto suyo, ocultara un extraño y gran poder. O, en verdad solo no quería rendirse, y solo eso necesitaba.

Aunque eso fue tomado como un signo de que era un chiflado sin cerebro que no tenía ni idea de a quien se enfrentaba para la perspectiva de los hermanos Stan, el resto vio al erizo como alguien chiflado también. Pero, también como el más valiente, rudo, intrépido, digno protagonista de anime, y loco que jamás han visto. Y eso, fue suficiente para que sus espíritus renacieran.

-¡No ganaras, Bill! ¡¿Escuchas?! ¡No nos rendiremos hasta vencerte! – Exclama en alto Dipper. Todos los demás gritaron junto a él sus deseos de persistir y triunfar. Bill lo presencia con mucha irritación. Percibía a esos humanos como los más molestos y fastidiosos que jamás ha visto. Y por culpa de ese erizo de boca floja.

-¿Mucho valor por la rata? ¿Eh? ¿Veamos que piensan de ella luego de que la convierta en piedra Y LA APLASTE FRENTE A USTEDES? – Con un chasqueo, en cuestión de segundos múltiples ojos alados aparecen por el gran agujero realizado por la cabaña mecánica. Estos como ordeno su amo rodean al erizo. Ahí fue nuevamente donde el miedo regresa a los diez símbolos. Y mientras Sonic simplemente observaba, buscando alguna forma de librarse de esta. Pero, al sentir tirones en su pierna, es cuando recuerda a la niña. Mabel, quien se salvó de ser paralizada al estar colgada del erizo en el aire, aun trataba de bajarlo con su peso.

-¡Mabel! ¡Aléjate de él! – Ordena Stan, viendo que su sobrina podría ser la primera humana en volver a ser de roca.

-¡Niña! ¡Vete! Ya me ocupare de esto. Tú, aléjate. – Dice el azul, no queriendo que la castaña saliera herida.

-¡Claro que no! ¡Te necesitamos! ¡Puedes vencer a Bill! – Responde Mabel. La niña aún seguía impresionada de como ese pequeño ser había logrado golpear a Bill. Cosa que ellos apenas lograron con la ayuda de todos, y un robot gigante. El erizo reconocía que se acaba el tiempo, juzgando el color rojo que empezaba a cubrir a los ojos voladores. Y viendo persistencia en la pequeña, sonríe.

-Ok, amiga. Ahora seremos compañeros. Así que contare contigo para salvar el mundo. – Mabel sonríe enormemente al ver que tendrían más ayuda para lograr su meta. Olvidándose del peligro inminente, sentía que nuevamente las esperanzas de recobrar el cielo azul volvían a ella. Y eso la hacía muy feliz.

Los ojos ya estaban por disparar, y el resto solo miraba con temor el inevitable escenario. Mientras que Bill simplemente reía a carcajadas, al ver los rostros de sus prisioneros. Y justo cuando los rayos carmesís estaban por ser disparados, una esfera de luz de múltiples colores, prevaleciendo el rosa, envuelve al erizo y a la niña. Ese instante, Bill sintió que perdió su dominio sobre Sonic. Y ante su impactada mirada ve como esa esfera con una frenética velocidad voló hacia los ojos. Chocando y rebotando contra ellos como pelota de pinball. Los ojos caían con sus globos oculares hinchados y alas rotas por un simple impacto. Y una vez que todos estuvieron fuera de combate, la esfera colorida sale por el gran hueco, alejándose de la pirámide con demencial rapidez.

-¡Mabel! – Gritan con gran preocupación la familia Pines, y sus amigos cercanos. Sus llamadas fueron silenciadas al percibir que la energía azul que los cubría aumentaba la presión en el cuello. Esto provocado por Bill, que ahora lucía una mirada llena de ira. Sus subordinados tardaron un poco más en levantarse. Y al ver a su jefe con una presencia furiosa los hizo temblar.

-Quiero que salgan, y encuentren a ese erizo… - Los dementes sabían de quien hablaba su jefe. Lo cual hace que sonrían, no queriendo negarse a la revancha.

-Pero jefe, ¿Qué pasa con los humanos de ahí abajo? – pregunta Dientes, viendo a quienes operaron el Cabaña-Tron salir de sus restos, y correr.

-¡Quiero al erizo! ¡AHORA! – Su demanda fue acompañada por relámpagos y truenos. Y eso basto para que salieran huyendo a cumplir su capricho. – Y en cuanto a ustedes… - Volviendo toda su atención a los otros nueve humanos que aun lograba tener en su dominio, estos aun en vano intentaban librarse de la fuerza opresora. – Estaba pensando en convertirlos en estandartes decorativos. Pero… Quizás deba darle otra oportunidad al plan A…