El sonido de Antonio dejando escapar un gemido bajo con un toque ligero de dolor fue suficiente para hacer devolver a Arthur a la realidad, liberándolo de la trampa del deseo en la que sólo Antonio podía atraparlo.

Apartando sus labios repentinamente de los de Antonio, la salvaje necesidad por su amante que previamente había enviado a Arthur al reino de la locura fue abruptamente reemplazada por un gran temor, y su rostro se desmoronó al ver a Antonio tomar algunas respiraciones jadeantes. Se había prometido a sí mismo que iba a ser amable con el hombre atrapado debajo de él, que iba a tomarlo con calma y ser gentil con él... Bueno, parecía que había logrado arruinarlo por completo.

Arthur estaba listo para detenerse completamente allí mismo. ¿Había lastimado a Antonio? ¿Cómo pudo haber dejado que su necesidad por el español lo poseyera de tal forma?

Pero justo cuando la idea de disculparse profusamente y salir de la habitación entró en su mente, el elegante hombre juguetón extendió la mano y agarró la corbata de Arthur, lo que le obligó a quedarse quieto.

"¿De verdad quieres seguir?" Le preguntó a Antonio tentativamente, cuando su mirada esmeralda se encontró con la de su amante.

"Sí", bromeó Antonio, "¿Por qué deberíamos parar ahora?"

"Justo ahora... pensé que te hacía daño", Arthur le dijo suavemente.

La sonrisa en la cara de Antonio cayó repentinamente ante la idea de que Arthur le hiciera algo así. "No, solo necesitaba un poco de aire, eso era todo", explicó a la defensiva. "Estoy bien, amor. Además, si nos detenemos ahora, no podrás ver nada de esto...", invitó, pasando un dedo desde el centro de su pecho al medio de su abdomen.

Arthur lo besó suavemente en la frente, apreciando la paciencia de su amante con él. "Está bien", estuvo de acuerdo, decidiendo que tenía que tomar las cosas más lentamente ahora.

Inhalando profundamente, el rubio enredó sus dedos alrededor de la corbata de Antonio, buscando permiso.

"Hazlo", Antonio ronroneó con aprobación, sus ojos verdes emitían un destello malicioso.

Aún inseguro de sí mismo, Arthur desabrochó la corbata de su amante suavemente, tirándola hacia un lado antes de desabrochar los botones de la camisa de Antonio uno por uno, sin atreverse a quitar la pieza de algodón blanco hasta que su tarea estuviera completa.

Arthur tuvo que sofocar un grito ahogado cuando posó sus ojos en el pecho desnudo y el abdomen de Antonio, hipnotizado por los valles de sus músculos magros, y la piel de olivo iluminada suavemente por la luz del sol que se abría paso entre las grietas de las cortinas.

"Eres hermoso", respiró Arthur, acariciando suavemente la mejilla de Antonio. "No, olvida eso. Eres perfecto".

Suspirando profundamente, el hombre con el torso desnudo dejó que sus ojos se cerrasen mientras Arthur llenaba su cuerpo con delicados besos, disfrutando de cada segundo del casto placer.

Cuando terminó con eso, Arthur se acostó junto a su amante y tiró de él hacia su pecho, anudando sus dedos con los de Antonio.

"¿Podemos quedarnos así por un tiempo?" Preguntó Antonio, mientras Arthur envolvía un brazo alrededor de su cintura.

"Por supuesto", susurró Arthur, dejando que su amante se pusiera cómodo.

Los dos pasaron el resto de la noche juntos, con Antonio apreciando cada momento de gentileza que Arthur tenía para él, y solo para él...


Todos los créditos al usuario BadKitty 17, autor original del fic. Yo solo lo traduje al español dado que evidentemente no tengo nada mejor que hacer.