Disclaimer: ni la historia, ni los personajes me pertenecen. Esto es una adaptación.

Summary: Isabella puede estar en celo, pero está decidida a mantener el control. Solo porque está ovulando no significa que tiene que conformarse con un hombre cualquiera (o su bestia).

Su sensual Alfa está decidido a encontrarle un tigre que se encargue de ella en celo y sea el padre de su hijo… pero nadie parece ser tan bueno como el hombre a cargo.

¿Ceder ante la necesidad por su Alfa arruinará la tenue relación con su clan o serán la pareja perfecta?


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Speed Mating

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Capítulo 1

Bella se sentó en la sala de espera del taller mecánico de su Alfa y trató de no vomitar su almuerzo.

Eran solo nervios, haciendo que su estómago se agitara, pero eso no mejoraba las cosas. Se sentaba en el borde de la silla de plástico, bebiendo agua de un vaso desechable, tratando de distraerse de la sensación de impotencia que sentía.

Una sombra cayó sobre ella. Unos pantalones vaqueros y botas de obrero aparecieron en su línea de visión, y Bella casi se atragantó con el agua.

Levantó la mirada y vio a Edward cerniéndose sobre su asiento. El masivo y descomunal Edward, quien nunca dejaba de intimidar a pesar de que los dos eran de la misma altura: un metro noventa. Sin embargo, siempre se sentía pequeña alrededor de Edward. Tal vez era la inmensa amplitud de sus músculos o sus gruesos brazos cubiertos con tatuajes. O tal vez era el hecho de que su expresión habitual parecía ser un ceño disgustado cuando ella estaba cerca.

Ese gesto estaba en su cara justo ahora mientras se limpiaba los dedos con un trapo grasiento.

—Buenos días, Isabella —dijo casualmente, su atención más en sus manos que en su rostro.

— ¿Querías verme?

Ella se puso de pie, ignorando los ojos que miraban en su dirección cuando desplegó sus piernas y se alzó en toda su altura. Era una mujer alta, saludable y tonificada gracias a su trasfondo ligre, pero no era delicada como las mujeres humanas. Nunca lo sería. La mayoría de los hombres se sentían intimidados por su tamaño, lo que hacía difícil conseguir una cita. Agreguen la cosa de ser ligre y parecía condenada a vivir una vida de soledad.

Bueno, hasta ahora, pensó, sus entrañas se apretaron de nuevo.

Por supuesto, por qué estaba obsesionada con su apariencia en un momento como este no tenía sentido. Solo servía para demostrar lo increíblemente distraída que estaba por… su situación.

Oh, Dios, tenía una situación.

Sintió ganas de vomitar otra vez.

—Sí. Lo hago. Yo… tenemos que hablar. —Cuando continuó mirándola con la distintiva mirada de soy-paciente-solo-porque-he-de-serlo, añadió:

— En privado. Por favor.

Él hizo un gesto a la oficina de atrás y ella se dirigió allí.

Bella no visitaba a Edward a menudo. Los cambia-tigres eran un clan constituido más vagamente que la mayoría de los cambiadores, pero aun así se reunían varias veces al mes para encuentros y solo obligaciones en general. El ser la única ligre en las cercanías, demonios, en todo el estado, no la hacía exactamente "mezclarse" con el resto de su temperamental y feroz clan. Era solo mitad tigre, pero encajaba más con ellos que con los leones, quienes no le daban la bienvenida en absoluto. Pero incluso en las reuniones, Bella permanecía atrás, tranquila y atenta. Al clan tigre no le importaba tenerla alrededor siempre y cuando no causara problemas.

Y se salía con la suya al no causar problemas.

La oficina de Edward era una pequeña habitación con paredes de cristal en la parte trasera de la tienda. Se jactaba de un escritorio cubierto de dispersos papeles manchados, un ventilador, y el monitor de computadora más antiguo del mundo. Él se dirigió al otro lado de la mesa y se sentó.

—Vamos a hacer esto rápido. Espero a que alguien me traiga un motor para reparar, y voy a necesitar el tiempo.

—Esto no tomará mucho tiempo —dijo Bella, nerviosa, sentándose en la silla frente a él.

Tomó distraído un lápiz, recogió una pila de papeles, e hizo un gesto con la mano en su dirección, indicándole que ella debía comenzar.

Tragó fuerte. Las palabras pegadas al techo de la boca de Bella, y lo miró fijamente en silencio mientras él revisaba una orden de compra. Su cabello Cobrizo estaba sudoroso en las sienes, pero atractivo. Él lucía bronceado, y su mandíbula (y cuello) eran amplios. Parecía un gran matón miserable. No lo era, pero eso no hacía que se sintiera mejor.

Cuando ella no habló, levantó la vista y le dirigió una mirada impaciente.

—¿Y bien?

Ahora o nunca. Se obligó a sacar las palabras de su garganta.

—Voy a entrar en celo.

El lápiz se rompió.

Isabella permaneció impasible. Ni siquiera se inmutó. Solo suspiró pesadamente. —Lo sé.

Él se frotó la mandíbula durante unos minutos sin decir nada y claramente tratando de recobrar la compostura.

—Bien. Esta no era la conversación que esperaba tener esta mañana.

Ahora ella estaba realmente confundida.

—¿Qué estabas esperando?

—Estaba esperando —comenzó Edward, luego se aclaró la garganta y continuó, —escuchar que habías tomado interés en alguien en el clan.

Ella resopló.

Él frunció el ceño.

—Lo digo en serio.

—Yo también. Ellos no han mostrado el más mínimo interés en mí, y tú lo sabes.

—Son tigres. Tú eres tigre.

—No, soy ligre. Un gran y negligente cruce híbrido entre un león y un tigre, ¿recuerdas? —Nunca olvidaba que no se sentía como si perteneciera a los tigres. Ellos apenas le habían dado la bienvenida, pero siendo cautelosos, y sospechaba que la única razón por la que habían estado abiertos a que ella se uniera, era por ser mujer y ellos tenían solo a otra en su clan. Pero, una vez más, era estéril. Todos los ligres eran más o menos "mulas" debido al mestizaje, y no podían tener hijos. Al menos, eso era lo que siempre le habían dicho.

Entonces, ¿por qué llevar a una mujer estéril a un clan? No tenía sentido, y nunca había sido capaz de entenderlo, de ahí su inquietud en torno a los otros tigres. Si no era material de compañera debido a que era estéril, ¿qué era? ¿Solo un par de tetas rebotando por ahí a la vista?

No era un pensamiento entrañable.

No es que importara. ¿La mayor parte del clan tigre? Simplemente no era su tipo. Eran demasiado engreídos, un poco demasiado confiados, y a excepción de Edward, ella era prácticamente la única de más de un metro ochenta y tres De igual forma, nunca había sabido cómo interpretar a Edward. Él siempre parecía estar ceñudo y de mal humor por algo, pero aun así era cortés con ella.

Era un misterio.

—Podría haber jurado que era, un gran y negligente cruce híbrido estéril —dijo Edward, arrastrando las palabras—. ¿Estás segura acerca de esta cosa de estar en celo?

—Sé cómo interpretar mi propio cuerpo, gracias —dijo ella, tratando de evitar que se le escapara el gruñido en su garganta—. He estado sintiendo… cosas. Diferentes cosas. No hace falta ser un genio para darse cuenta lo que lo está provocando. —Cosas como despertar con sus pezones erectos, sus manos entre sus muslos, y su sangre corriendo a millón. Cosas como su libido revolucionándose ante la vista del trasero apretado de un hombre. Cosas como una constante hipersensibilidad por toda la piel.

Y estaba de mal humor como el infierno. Le enseñó los dientes en molestia.

Él la miró con una expresión severa.

—¿Sientes cosas?

—Estoy jodidamente cachonda todo el tiempo —explotó ante él—. ¿Es eso lo que quieres que admita? Podría frotarme contra casi cualquier cosa o cualquier persona que pasara por delante, y nada ayudaría. Se pone peor cada día. —Cuando él continuó mirándola, ella añadió—: Y estoy un poco de mal humor.

—¿Un poco?

—Un poco.

Se frotó la mandíbula de nuevo, pareciendo por un momento como si quisiera sonreír, luego se lo pensó mejor.

—Yo no huelo nada aún. ¿Cuánto tiempo crees que tendrás? Tenemos que hacer planes.

Su cara se puso roja.

Esta era la conversación por la que había venido aquí, pero ante las palabras "yo no huelo nada aún" su mente se había congelado. ¿Él iba a olerla cuando entrara en celo?

Uff. ¿A qué olería? Dios, no quería saber.

—No estoy segura. Esta es mi primera vez en celo. Edward dejó el lápiz roto a un lado y entrelazó sus manos detrás de la cabeza, resaltando esos enormes bíceps y tatuajes. Su boca se secó ante la vista. Edward tenía tales brazos grandes y fuertes que él claramente ejercitaba. Mucho. La mayor parte del clan tigre tendía a ser corpulento, pero Edward lo llevaba como un atleta olímpico. A ella… le gustaban todos esos músculos. Bastante.

Abajo, chica, le dijo a su libido. Él es el Alfa. No, no.

Solo el Señor sabía que si algún hombre se inclinaba frente a ella, dejaría caer sus bragas al suelo en un instante, incapaz de controlarse a sí misma hasta que pasara el celo. Eso era un asco.

—¿Vas a tenerlo?

—¿Qué?

Un destello momentáneo de fastidio cruzó su rostro.

—Vas a estar en celo —dijo, las palabras claras y concisas a medida que él se inclinaba hacia delante, con las manos deslizándose a la mesa (y ya no flexionadas tan atractivamente).

—Estar en celo significa una cosa… eres fértil. ¿Vas a tener el niño?

—Yo… no lo sé. —Ella levantó una mano para detenerlo—. Antes de que me puedas dar la perorata acerca de cómo tener un hijo tiene el potencial de afectar a todo el clan, quiero recordarte que es mi útero, y voy a hacer lo que quiera con él… o no. Si decido tener un hijo, va a ser mi idea, no de nadie más.

Frunció el ceño.

—No me importa lo que hagas. Solo necesito saberlo para poder planificar en consecuencia.

—Ah. —Eso había resultado un poco más suave de lo que pensó. Por alguna razón, había anticipado… una protesta. Los niños cambiadores eran tan poco frecuentes que el hecho de que una mujer sin pareja entrara en celo era un gran asunto. Estar en celo solo ocurría un par de veces en la vida de una cambiadora, y cada vez era imposible de predecirse. Una mujer no tendría forma de saber cuántas veces entraría en celo en su vida. ¿Y si utilizaba pastillas anticonceptivas y evadía el celo? Era imposible predecir si alguna vez entraría en celo otra vez.

Era arriesgado.

Lo peor de todo es que Estrella estaba soltera. Ni siquiera tenía un interés romántico. Todo lo que tenía eran algunos primos bastante lejanos del clan tigre y… a Edward. Su estómago se retorció con los nervios una vez más.

—Si decides tener a este niño, ¿tienes a un padre en mente? ¿Tigre, espero?

—No tiene que ser tigre —protestó ella—. Solo quiero a alguien que ame al niño y cuide de él.

—Un tigre es preferible…

—Mi útero —le advirtió.

Él le dirigió una mirada penetrante.

—Cualquier persona en el clan estaría encantado de convertirse en padre y tomarte como compañera.

Ella puso los ojos en blanco.

—Si decido quedar embarazada, voy a escoger al hombre que más me guste, ya que vamos a estar unidos a través del niño. No quiero dejar las cosas al azar y simplemente asumir que la persona correcta estará justo allí cuando entre en celo. Si hago esto, va a ser planificado de antemano. El hombre correcto, el lugar correcto, en el momento correcto. Quiero que mi bebé sea criado por el mejor padre posible. Solo porque voy a entrar en celo no significa que no pueda tener el control de esto.

Esta vez, su boca se curvó, como si le divirtiera su declaración.

—Parece que ya has decidido.

—Tal vez —dijo ella a la defensiva—. Pero si no puedo encontrar a la persona correcta, no voy a continuar con esto.

—Vas a necesitar a alguien —señaló—. Con embarazo o no, el hecho de que entres en celo todavía va a suceder.

Su rostro enrojeció.

—Sí, lo sé. Necesitaré a alguien independientemente. —Y si no fuera alguien que pudiera desear y respetar, bueno, una gran cantidad de alcohol por adelantado probablemente funcionaría. No había manera de rodear la situación… tendría que lidiar con ello.

—Estoy aquí para ayudarte, Estrella. Tenlo por seguro. —La mirada en los ojos Verdes de Edward fue intensa—. Eres parte de mi clan y cuidamos a los nuestros.

—Gracias. Soy consciente de eso, Edward.

—¿Cuánto tiempo crees que tenemos? Con sinceridad. ¿Crees que puedes aguantar hasta la próxima semana?

Como si estuviera dirigiendo sus ovarios. Pero aún no se sentía desesperadamente cachonda. Todavía no. Mucho más caliente de lo normal, sí… pero no era tan grave.

—Creo que tengo al menos hasta entonces. Tal vez un poco más.

—Bien. Voy a poner a los demás en alerta y darles instrucciones de prepararse para abandonar el territorio ante el aviso del momento. La última cosa que quieres es a cinco tigres cachondos apareciendo ante tu puerta cuando llegue el momento.

Bueno. En realidad, eso no sonaba tan mal. Pero sabía que era solo el celo hablando.

—Gracias, Edward. Te lo agradezco.

—Deja de darme las gracias. Somos un clan. Eso es lo que hacemos. — Levantó el teléfono, y luego se detuvo.

— ¿No tienes a alguien en mente? ¿Segura? Me puedes decir.

Ella extendió las manos en un gesto de impotencia.

—No tengo ni idea.

Él gruñó.

—Bien. ¿Vas a decirme a quién eliges?

Ella asintió.

—Entonces, mantenme informado.


Hola mis queridas/os y hermosas/os lectoras/os aquí les traigo el primer capitulo de Speed Mating como les prometí.

Quiero pedir disculpas por tardar tanto en subir la historia, pero he estado realmente ocupada en busca de nuevas adaptación para realizar.

Es para mi un placer anunciarles que mi búsqueda a rendido buenos frutos xD

Porque bueno... nadie sabe si al finalizar esta adaptación surjan otras... como ejemplo: una sobre cambiaformas lobos o algunas de época... pero esas son tonterías mías... Yo no se nada ;)


Espero que les haya gustado el capitulo de hoy y Muero de ansias por leer sus reviews.

Besos.