"Ginny le dio un beso de despedida a Albus.
— Nos vemos en Navidad.
— Adiós Al —dijo Harry, a su hijo mientras lo abrazaba. — No olvides que Hagrid los invito a tomar el té el siguiente viernes, no te metas con Peeves, y no pelees con nadie hasta que aprendas a hacerlo, y no dejes que James te moleste.
— Pero ¿y si quedo en Slytherin?
Le susurro fue solo para su padre, y Harry sabía que solo el momento de la despedida podría haber forzado a su hijo a revelarle realmente cuanto miedo tenia.
Harry se inclinó de forma que la cara de Albus quedo ligeramente sobre la suya, de los tres hijos de Harry, solo Albus había heredado los ojos de Lily.
— Albus Severus —dijo Harry lentamente, de forma que ni Ginny pudiera oírla, y ella fue lo bastante lista como para pretender estarse despidiendo de Rose que ya estaba en el tren. — Fuiste nombrado así en honor de dos directores de Hogwarts, uno de ellos era de Slytherin y fue probablemente el hombre más valiente que yo he conocido.
— Pero digamos que...
— ...entonces la casa de Slytherin habría ganado a un magnífico estudiante ¿cierto? Y no nos importa a nosotros Al. Pero si te importa a ti, déjame decirte que puedes ser capaz de elegir Gryffindor sobre Slytherin, el sombrero seleccionador toma en cuenta tu opinión.
— ¿De verdad?
— Lo hizo conmigo —dijo Harry
Jamás le había dicho a ninguno de sus hijos aquello, y vio la ilusión en la cara de Albus cuando lo dijo. Y mientras las puertas se cerraban a lo largo del tren escarlata, y las líneas borrosas de los padres se inclinaban para el último adiós, Albus brinco al tren y Ginny cerró la puerta detrás de él.
Los estudiantes colgaban de las ventanas que tenían más cerca, un gran número de caras, dentro y fuera del tren parecía que se volvían hacia Harry.
— ¿Qué están viendo? —dijo Albus mientras él y Rose volteaban alrededor para ver a los demás estudiantes.
— Que no te preocupes —dijo Ron. — Es a mí, soy extremadamente famoso.
Albus, Rose, Hugo y Lily se rieron. El tren empezó a moverse y Harry camino a su lado viendo la pequeña cara de su hijo, en la que se reflejaba gran emoción. Harry siguió sonriendo y despidiéndose, aunque se sentía un poco temeroso de ver a su hijo alejarse de él.
El ultimo rastro de vapor se evaporo en el aire de otoño, el tren dio la vuelta en la esquina, mientras que la mano de Harry aún estaba levantada en despedida.
— Va a estar bien —dijo Ginny
Mientras Harry la miraba, se llevó la mano lentamente hacia la frente, tocando la cicatriz.
— Sé que lo estará.
La cicatriz no le había dolido en diecinueve años. Todo iba bien."
"Todo iba bien" Esa era la última frase que acompañaba el final de ese maravilloso, y tan lleno de sentimientos, libro. Camille cerro el libro con fuerza mientras las lágrimas salían involuntariamente de sus ojos, acompañados de hipidos que la hacían sentirse incluso más idiota aún por estar llorando por un libro. Pues claro, según algunas personas, algo como aquello era tan estúpido como decir que la magia era real o que en realidad los vampiros brillaban a luz del sol como si fueran Tinkerbell 2.0. Pero a ella no le importaba en lo más mínimo, no le importaba parecer una estúpida, solo le importaba una cosa y eso tenía dos palabras: Harry Potter. Y así había sido desde los seis años cuando, en un momento de depresión, su madre le compro el primer libro y su amor por la lectura inicio. La saga de Harry Potter había sido su infancia y toda su adolescencia, por lo que no lo superaba y no lo podría superar nunca. ¡Por Merlín y sus calzones! ¿Qué le costaba a Joanne Rowling hacer algún otro libro? Era la octava vez -o décima, ya no se acordaba realmente- que leía "Harry Potter y las reliquias de la muerte" pero no se podía cansar de ese libro. Lo leía, lo releía y lo volvía a leer. Podría apostar que se sabía cada parte de ese bendito libro, y tenía que admitir que le enorgullecía; He incluso había recreado los diálogos con su mejor amiga, uno a uno. Era extraño, sí, pero así eran felices.
Desde que su madre había fallecido, su mejor amiga había sido un gran pilar para ella y la única razón por la que la castaña no se había echado abajo. Le debía mucho, le debía su vida. Y no sabía si algún día podría demostrarle todo lo que ella significaba en su vida, era como su "Fred" para "George". Se sabían complementar perfectamente a tal punto de extrañar a muchas personas e incluso había veces que podían llegar a completar frases de la otras sin proponérselo, y eso era algo que ella nunca cambiaria. No se imaginaba que pasaría si tuviese que pasar por una situación por la que paso George cuando su gemelo falleció en la Segunda Guerra, ella no podría soportarlo; Y quizás esa era la razón por la que la muerte de Fred Weasley era la que más le afectaba de toda la saga, agregando el hecho de que se había enamorado perdidamente del personaje desde su primera frase en el primer libro. Sin darse cuenta, había abierto el libro en aquella página donde tenía un "post it": — "Realmente estas bromeando, Perce… No creo haberte oído bromear desde que tenías… —leyó la muchacha con un nudo en la garganta mientras apretaba la tapa dura de su libro.
— "El aire exploto." ¡Boom! —comento una voz tras ella para luego agregar efectos de explosión que ella misma hacía con la voz. — En serio que eres masoquista, Camille. —dijo su mejor amiga, danzando su rubio cabello tras ella, como si quisiera restregarle en la cara el hermoso cabello que tenía. — No sé por qué te gusta leer tanto la muerte de Fred. Es el personaje que más te duele ver morir y el que más lees hacerlo. —dijo la muchacha propinándole un suave codazo.
La castaña se encogió de hombros levemente y rio.
— No lo sé, Lucy, simplemente me gusta leer esa parte.
— Ósea que te gusta sufrir
— Supongo, no sé. Mierda, debo ser masoquista.
Las muchachas se miraron mutuamente y prorrumpieron en carcajadas.
— ¿De qué se ríen tanto mis futuras esposas? —ambas muchachas se voltearon a ver a su mejor amigo al lado de ellas con una sonrisa… y un ojo morado.
— Por dios, Matt, te ves horrible. —exclamo Cam levantándose de su lugar para acercase al muchacho.
— Gracias, cariño, eso es lo que hacía falta para romper mi orgullo por completo.
— Deja de hacerte el idiota y cuéntanos qué carajo te paso en el ojo. —esta vez fue la rubia quien hablo y por la cara de preocupación que tenía en la cara se notaba que no estaba de bromas.
— No es nada serio, chicas, solamente… ¡Demonios, Camille! —dijo al sentir como ella tocaba lo más cuidadosamente posible su ojo, aunque al parecer no era lo suficiente.
— Dime que te paso a menos que quieras un acompañante para ese ojo. —le amenazo Lucy con una sonrisa inocente que ninguno de sus mejores amigos se tragaba.
— Lucy… —advirtió Cam.
— Que va, quiero saber que te paso y a quien debo castrar.
Matt no pudo hacer otra cosa que sonreír, amaba a sus mejores amigas. No de forma romántica, simplemente no sabría qué haría sin ellas.
— Simplemente fue una disputa con el idiota de Rentz.
— ¿Disputa? —inquirió la rubia sarcásticamente.
— Una discusión.
Camille alzo una ceja.
— Vale, una pelea.
— ¿Y porque carajos se pelearon?
— Por Lucinda.
— ¡¿Qué?! —dijeron -mejor dicho, gritaron- ambas
— Si
— Explícate mejor, Matt. —exigió la rubia.
— Rentz estaba hablando con el idiota de Jones, ya sabes, su mejor amigo, del noviazgo que tuvo contigo. —espeto mirando a Lucy.
— Ese imbécil… hice bien en cortarle. —mascullo la rubia.
— Al parecer esta resentido de que lo dejaras, porque pude escuchar como hablaba de cómo te había engañado con Rebecca Jackson y que supuestamente era mucho mejor en la cama…—el muchacho se vio interrumpido por la misma Lucy.
— ¡¿Qué?! —exclamo la rubia. Parecía que le saliera humo por la nariz. — Nunca me acosté, ni me acostaría con un estúpido y egocéntrico idiota como ese…
— Lo sé. —corto él. — Por eso, y por qué dijo que tú eras solo una zorra que solo buscaba una… bueno, eso… no pude contenerme. Le pegue un puñetazo y no fue hasta que llego Ed, que deje de golpearlo.
— Oh, Matt. —exclamo la rubia para luego lanzarse a sus brazos y darle un abrazo. Camille, por su parte, miraba la escena con una sonrisa.
— ¿Te he dicho que eres el mejor? —pregunto ella.
— Si, pero no me vendría mal que lo repitieras. Más aun teniendo en cuenta que mi foto del anuario tendrá que ir con un ojo morado.
— O podrías usar maquillaje.
— Ni loco, Cam. Prefiero el ojo negro.
Ambas féminas rieron.
— En cualquier caso, ya es hora de irnos. —dijo la castaña parándose de la banca. — ¿Matt, vienes a casa de Lucy?
— Me encantaría, pero he quedado con Ed en hacer el trabajo de Ciencias del martes próximo.
— ¿Hay un trabajo? —pregunto la rubia. —...Esperen, ¿Hay ciencias? Auch, Cami. —se quejó luego de que ella le propinara un golpe en la nuca, provocando la risa de los tres.
— Esa bien, nos vemos mañana, Matthes.
— Odio que me llames así.
— Lo sé. —rio la castaña.
— Adiós, Cami-can. —saludo el muchacho. — Adiós, cara de gnomo.
— Adiós, feto de mono. —y entre risas, Matthew se perdió entre la multitud mientras las muchachas caminaban hacia la casa de la rubia. Caminaron mientras contaban cosas que solo ellas comprendían: chicos, Harry Potter, ropa, Harry Potter, comida, Harry Potter. El tema había llegado hasta el largo y extenso árbol genealógico de los Black.
— Es imposible, eso no es verdad —susurraba Lucy, sin poder creer lo que sus oídos escuchaban.
— Lo sé, pero muchos fans creen en la teoría de que Ginny le dio una poción de amor a Harry. —volvió a repetir la castaña, con decisión. — La mayoría de las personas dicen que, y con la mayoría me refiero a aquellos que apoyan la teoría porque piensan que Harry y Hermione deberían estar juntos, que Ginny lo enamoro gracias a una poción y de ahí viene el amor tan repentino de Harry a ella. Se defienden por el hecho de que Ginny estuvo enamorada de él desde los diez años, y que por eso sería capaz de hacerlo —explico ella, lanzando un bufido. Camille y Lucy eran shippers de la pareja de Hinny (Harry y Ginny) y Romione (Ron y Hermione), y por eso odiaban que hablasen mal de eso. — Quiero ver que van a decir cuando me case con Dylan O'Brien
Lucy rompió en una carcajada, contagiando a su mejor amigo. — Y yo con Matthew Daddario. —afirmo ella, aun riendo— De todas maneras, quiero ver como explican el hecho de que Harry, al oler Amortentia, inhalo olores que coincidían con Ginny. La poción no crea verdadero amor, así que sería imposible que lo oliese si estuviese bajo los efectos de la poción —exclamo ella.
Camille asintió, de acuerdo.
— Además, Harry siempre vivió cosas muy fuertes que probablemente lo hicieron notar tarde sus verdaderos sentimientos y J. K. Rowling dijo que eran el uno para el otro, así que no hay teoría que valg... —Cam se interrumpió al ver un gran estallido de luz en frente de ellas. — ¡Salta! —grito saltando a un costado de la vereda, junto a Lucy.
— ¿Qué demonios fue eso? —pregunto la rubia, entrecortadamente.
— No tengo ni la menor idea. —suspiro ella, con asombro.
Antes de que Lucy pudiera responder una fuerza magnética las atrajo a la luz que había salido de allí. Las amigas cayeron precipitadamente sobre el suelo.
— ¡Sal de arriba mío, vaca! —grito Camille, con la voz ahogada.
— Ya quisieras tener este cuerpo, Speckhart. —bufo su amiga con arrogancia, mientras se levantaba de encima de su amiga.
Camille emitió un ruidito de indignación. Cuando estaba a punto de contestar, se dio cuenta que no estaban solas.
— ¿Funciono? —pregunto un hombre de pelo negro, mirando atentamente a las chicas.
— ¿Perdón? —pregunto Camille, con el ceño fruncido, sin entender nada.
Pero el hombre se acercó a Lucy y la pincho con una pequeña vara que tenía en su mano.
— Cuidadito con ese palo, a menos que quieras que te lo meta por donde no te da la luz —advirtió la rubia, con el ceño fruncido. — A propósito, ¿Qué es lo que debería funcionar?
— ¿Tu eres Camille Speckhart? — pregunto el hombre, sin sacar su varita. — ¿O eres Lucinda Brooks?
— Soy Lucy. —dijo ella, remarcando el "Lucy". — pero eso no responde a mi pregunta…
— ¡Funciono! —grito el hombre sorprendido, dirigiéndose a otro que estaba junto a él igual de sorprendido que él.
— ¡Por las bolas de Merlín, déjenme terminar! —exclamo ella enfurecida, sorprendiendo a todos los presentes. — Gracias. Ahora… ¿Qué es lo que funciono?
— Lucy. —advirtió su amiga, con tono reprobatorio.
— ¿Qué? Solo estoy preguntando como es que llegamos a este lugar. — La muchacha dio vueltas para mostrarle el lugar donde se encontraban, extrañamente le parecía familiar.
— Esta casa me parece conocida —murmuro Camille para sí misma, aunque todos la escucharon.
La casa estaba desvencijada y ruinosa, decorada con distintas tonalidades de verde. El ambiente era húmedo, olía a algo podrido y dulzón. Tenía un aspecto tenebroso y siniestro. Ambas chicas no pudieron evitar estremecerse al estar en ese lugar, que era sin duda, un ambiente para nada agradable.
— Tienes razón —coincidió la rubia.
— ¿Dónde estamos? —pregunto Camille, mirando a las personas que las miraban confundidos. —¿Qué quieren de nosotras?
— ¿No querían saber cómo llegaron aquí?
— Prefiero saber primero donde estoy o porque estamos aquí, y luego preguntarme como llegue aquí.
— Este lugar de llama Grimmauld Place. —contesto otro hombre, luego de un largo suspiro.
