Este fanfic es de esas cosas que salen de mi corazón poco romántico en momentos sensibles donde se pone muy romántico. Cuando has tenido una serie de vicisitudes personales que no te permiten creer que el amor pueda existir y alguien, por encima de todas ellas, permanece junto a ti; es interesante cómo puedes poner todo en perspectiva.
Quiero dedicar este fanfic a todos aquellos que han perdido toda fé en que algún día el amor llegará a sus vidas.
No pierdan la fe. Todos pueden. Y todos tienen a alguien que está allí, que los ama y que espera por ustedes. Sólo deben tener paciencia. Créanme, ustedes creen que ya pasó mucho tiempo y de pronto, ¡Bum! Sucede. Dense ésa oportunidad de esperar. Y mientras, vivan. La vida no se detiene. Ámense. La espera es más corta cuando tienes alguien a quien amar y ¿Quién mejor para amarnos que nosotros mismos primero?
Dama Jade, gracias por siempre por la inspiración, el apoyo, las pláticas y todo el afecto que me has brindado.
Ayla Ren, gracias por todo.
NanKnight, un "gracias" no es suficiente escrito. Te lo diré en persona con algo más que palabras.
Gracias al Grupo REYLO FANS /Kylo Ren – Rey de Facebook. Estoy muy agradecida con sus muestras de apoyo y afecto y no las olvidaré. Y no importa cuántos anti-Reylo haya escondidos, los respeto y espero puedan hacer lo mismo conmigo y con quienes amamos este ship.
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Echoes from when i met you
"… You could still be,
what you want to,
What you said you were,
when I met you.
You've got a warm heart,
you've got a beautiful brain.
But it's disintegrating,
from all the medicine.
from all the medicine.
from all the medicine.
Medicine…"
Medicine fragment by Daughter
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Ése pudo ser un día más. Un día más por marcar sobre el panel metálico y desgastado del cascarón de nave donde vivía en Jakku. Pudo ser un día más de recolectar deshechos y traerlos a la estación de Niima para que Unkar Plutt me diese el cuarto de una ración de comida. Pudo ser un caluroso día en que mi piel se tostara tanto que doliera contra la luz de los soles que iluminaban el cielo que se alzaba hacia el espacio infinito. Pero no.
Después de la persecución en Takodana… Después de que Kylo Ren y la Primera Orden me secuestraran y escapara sólo para ver morir a Han Solo y ver cómo Finn caía en coma por las heridas causadas por Kylo Ren, fui encomendada a buscar a Luke Skywalker y entregarle el sable que era de su propiedad.
Lo que yo no sabía es que el sable no era de su propiedad.
El dueño era el propio Kylo Ren.
"Eso… Me pertenece a mí…"
Sus palabras confirmaban lo que Luke Skywalker dijo luego, una vez que recorrimos las murallas que rodeaban el templo de Ach-To.
Ni siquiera él sabía a ciencia cierta qué era ese sitio, pero se quedó porque estaba seguro allí y le daba una indescriptible paz.
Así había transcurrido algunos años desde que Ben Solo, ahora Kylo Ren, había traicionado su confianza y había asesinado a la Orden Jedi que Skywalker había intentado restaurar. Aquel día supe que en algunas ocasiones hay que desconfiar un poco incluso de tus propias capacidades.
Una tormenta comenzó atronadoramente y Luke Skywalker y yo nos refugiamos en una cueva bajo el templo. Fuertes truenos sonaron alrededor nuestro y por extraño que pareciera, Skywalker sabía quién era yo y de dónde provenía, así que comenzó a buscar ramas y hojas para hacer una fogata.
"Jakku es muy cálido, por decirlo de forma amable. Te congelarás cuando la tormenta haya terminado".
Lo sentí una exageración, pero de algún modo, agradecí que se preocupara por mi necesidad de permanecer en un sitio caliente y lo más cómodo posible.
Después de hablar, sólo permanecimos en silencio observando crepitar la fogata y concentrándonos en sus llamas, sin más qué decir. De pronto, ambos percibimos ése extraño halo de energía distinta, como una especie de bola de fuego, similar a las llamas de la propia fogata frente a nosotros, acercándose hacia la cueva, como si ambos tuviésemos un radar y supiéramos quién se acercaba a través del hiperespacio traspasando la atmósfera de Ach-To.
Ambos lo sabíamos.
Kylo Ren, calándose la capucha sobre el casco, entró empapado, junto con un soldado cromado de más de dos metros detrás suyo y un hombre vestido completamente de negro igual que él, con el cabello más rojo que yo hubiera visto jamás, cabello que parecía apenas haberse mojado.
Su sable estaba encendido y crepitaba lanzando chispas naranjas y rojas.
Por un momento, la visión del hombre enmascarado, al que yo sabía que había dejado muy malherido apenas días atrás en la ahora desaparecida base Starkiller, me paralizó. Pero aún así, me levanté y me adelanté entre los tres seres y Skywalker.
- ¿Necesitas una marca del otro lado? – Lancé furiosamente, amenazándole – Acércate y de algún modo, la tendrás – Su mano esta vez no se alzó. Su voz resonó con esa modificación que sonaba entre metálica y vahosa a causa del casco.
- Tú y yo tenemos asuntos pendientes, tío – Kylo Ren se retiró el casco y su rostro no era nada lo que yo solía recordar. En unos días, ése rostro había cambiado y ahora no sólo tenía ojos tristes. Todo su rostro, incluso la cicatriz que brillaba aún en carne viva sobre su rostro, la que había sido suturada delicadamente por algún médico de la Primera Orden, parecía una herida hecha con tanto odio, que se veía… Desolada. Igual que él. Sin moverme un ápice, se acercó. El soldado sostenía un bláster de descomunal tamaño con enorme facilidad en tanto el hombre pelirrojo no dejaba de observar a Skywalker por si se movía. Pero no lo hizo. No se movió un milímetro.
- Así es, Ben. ¿Quieres hablar?
- ¿Hablar? – El rostro de Kylo Ren se deformó por un momento mínimo. La furia cruzó su alma y su rostro casi al mismo tiempo – No, Skywalker. No vamos a hablar a solas. Tengo a la General Organa y a Poe Dameron en la base de la Primera Orden. ¿Sabes quién ha solicitado su presencia? – Se regocijó cuando vio el rostro de Luke completamente angustiado – Nada menos que nuestro Líder Supremo – Y su sable se apagó. Ocultó la empuñadura entre sus ropas.
Me angustié también. ¿Qué era de la Resistencia ahora?
- Ambos irán conmigo allí – Afirmó – La chatarrera se queda. Te devuelvo a tu hermana – sin hacer alusión a que era su propia madre de quien hablaban – y tú y ella pueden irse. El balance en la Fuerza existirá mientras ambos continúen vivos. De lo contrario, todo se reduce a esta chica – Y me dirigió una mirada fría – Sé quién es, tío.
- También estoy enterado de esa información.
- ¡Dejen de hablar como si no estuviera! – Exclamé, furiosa – ¡No iré contigo a ninguna parte, no te daré nada, para lo único que iré a la nueva base de la Primera Orden es para matarte! Debería… Debería decirme de una vez si usted… Usted es mi padre.
Los labios carnosos de Kylo Ren hicieron una mueca, similar a aquel gesto que hizo cuando interrogándome, dijo con arrogancia "Ya veremos si no me das lo que quiero". Por alguna razón, su porte permanecía en mi memoria más indeleble en ese reducido instante que en nada que hiciera después. Luke Skywalker se acercó, la palma de su mano rugosa me acarició un momento la mejilla, en un momento que jamás olvidaré.
- Lo siento, hija.
Sus ojos azules me miraron al borde del llanto, con un amor indescriptible que me era completamente desconocido y del que se me había despojado toda mi vida, amor sin el cual crecí. Amor que había añorado tener. Así pues, supe que Luke Skywalker era mi padre.
- ¿Lo sientes? – murmuré enojada – Sólo… ¿Me abandonarás?
- Es mi hermana. Conoces los vínculos de la Fuerza. Lo comprenderás. Un día, cuando crezcas, cuando tu vínculo con la persona con quien lo tengas, peligre, comprenderás mi decisión.
- ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste dejarme?
- Mara jamás me habría perdonado si hubieras muerto. Él te habría matado – Kylo Ren se acercó y me tomó por el brazo. No tenía ningún arma y estaba tan desconcentrada que no podía usar ningún poder que me hubiese sido conferido a través de la Fuerza. Por todo gesto de desagrado, escupí en el suelo de piedra. El soldado cromado se aproximó y me tomó bruscamente por ambos brazos esposándome rápidamente con alguna especie de artefacto de frío metal que me apretó las muñecas de tal forma que seguramente quedarían marcadas.
- No tan fuerte, Capitán – Dijo Kylo Ren con su voz grave - No debe tener una sola marca. A partir de hoy, esta mujer me pertenece – y se acercó rozándome apenas la mejilla con la mano enguantada – Esta… Alianza debe llevarse a cabo de una forma pacífica. La Resistencia debe continuar existiendo…
- Espera – intervino por fin Skywalker; yo era incapaz de hablar - ¿Qué garantía tengo de que Leia y yo podremos irnos?
- Pregúntaselo a mi prima – Dijo entonces Kylo Ren ante la mirada fija y la mueca burlona en el rostro del hombre pelirrojo que no decía una sola palabra – Si ella se queda, ustedes se van, ése es el trato. Tu hija será el lazo que una a la Primera Orden con la República, de tal modo que podamos sobrevivir en relativa paz en la Galaxia. De lo contrario, tenemos el poder suficiente para destruir cualquier sistema al que huyan. Tenemos la… disposición para aniquilar a quienes se opongan a ello.
Lágrimas. Un torrente de lágrimas subió por mi garganta como espuma y estuve al borde de una crisis nerviosa. ¿Qué estaba diciendo? ¿Yo era… Una Skywalker? ¿Era sobrina de la General Organa y su… Prima? Lo más detestable en ese momento, estaba por venir apenas.
- Ella se va conmigo. Comandante Hux – Ordenó – Lleve al Maestro Skywalker a la Base con usted y la Capitán.
- Cómo ordenes, Ren – Dijo el nombrado comandante con familiaridad - ¿Algo más?
- Sí. Asegúrense de que él y la General Organa puedan irse de la base una vez lleguemos la chica y yo allí. He dispuesto ya una nave para tal fin – Su extraña generosidad hacia su madre y tío me extrañaron. Decidí no hablar más, pero podía percibir en Kylo Ren una especie de enojo contenido, una rabia que, como mis lágrimas, parecía acumularse más y más en tanto me miraba. Al mismo tiempo, algo más aunado a esa sensación, se aferraba inevitablemente al vínculo que parecía irrompible entre nosotros, un vínculo que se sentía como un mal necesario, como un hilo conductor de algún material tan duro y tan frágil al mismo tiempo, que parecía estirarse y contraerse, pero que no se rompía.
La Capitán y el Comandante de la Primera Orden salieron con Luke Skywalker frente a ellos, con la cabeza baja, desviando la vista, como si se avergonzara de su decisión ya tomada. Mi corazón se aferró a la única cosa que me quedaba.
Me aferré al silencio como la única arma que poseía. Decidí observar y aprender.
Kylo Ren me miró un momento de nuevo, esta vez por su mente pasó un dejo de compasión y murmuró en mi oído, estremeciéndome.
- Lo siento. Pero era la única opción para reunirnos. Tenemos mucho por hacer.
- ¿Hacer?
- El líder supremo considera mandatoria nuestra unión, Rey – su nombre sonó muy distinto en sus labios. Labios manchados por la traición, por la ira, por el sufrimiento. Labios manchados de sangre justamente derramada por su propio cuerpo, sangre que debió salir de su cuerpo y no del de su padre muerto por él mismo.
- ¿Unión? No comprendo – Mi corazón latía desbocado. Estaba ansiosa y confundida. Incapaz de comprender nada en un instante en que mi mente se transformó en un caos.
- En 35 días, tú serás Emperatriz de la Primera Orden.
La fatalidad en sus palabras me embargó y una inmensa angustia apresó mi corazón. Pero por alguna razón, en su voz sonaron suavizados ambos sentimientos, como si él esperase que eso de hecho sucediera.
Sentí en mi mente un profundo sufrimiento y supe que provenía de él.
Y sentí pena, una pena que me obligó a bajar la cara y derramar las lágrimas que había acumulado durante todo ese extraño y poco esperado suceso. Kylo Ren parecía contrariado de verme llorar, pero no hizo alusión a ello y por único gesto, me quitó el artefacto de las muñecas.
- Los bouquets de flores lucen mejor en manos suaves, blancas y sin heridas – murmuró por detrás de mi hombro – Además, no necesitas esto – Y dejó caer el artefacto en el suelo retorciéndome el brazo con su poder, sin tocarme – Yo puedo controlarte.
Sentí miedo. Tanto miedo que de nuevo rompí a llorar, desolada, sin poder ocultar más mi angustia.
- No volverás a sentir miedo después de esto, chatarrera. Eres una legítima Skywalker y como tal, te enseñaré a hacer esto – y me retorció más el brazo – para que nunca más vuelvas a sentir temor de nadie.
- No tengo miedo – repliqué; odiaba que leyera en mí como en un manuscrito aurebesh.
- No lo niegues; puedo sentirlo.
- Deberías aprender humildad, te haría un bien enorme.
- Te haría un bien enorme sólo mantener tu pequeña boca cerrada.
Callé abruptamente. Kylo Ren y yo partimos hacia la nueva base de la Primera Orden, que sería testigo de uno de los eventos más infames en la historia de la Galaxia.
El matrimonio de Ben Solo, Kylo Ren, Supremo Comandante de la Orden de Caballeros de Ren y Rey Skywalker, la última descendiente jedi conocida, hija de Mara Jade y Luke Skywalker, su propia prima en primer grado.
Al pensar en todo ello y sus implicaciones, mi angustia aumentó. Kylo Ren por primera vez, parecía más seguro de sus acciones y por extraño que suene, su rostro mostraba menos tristeza.
