Para el Reto #70 del foro "Alas negras palabras negras"

Copyright: Todos los personajes y ambientaciones son propiedad de George. R.R. Martin

Robb se encontraba cabalgando tras su padre. Aquel era un día frío, incluso para las tierras de Invernalia, las monturas eran pequeñas y se adecuaban al cuerpo de los hermanos, a saber, el propio Robb y su medio hermano Jon, bastardo de Eddard Stark, y a la izquierda de Jon, el pupilo de su padre; Theon Greyjoy, el que ya había forjado amistad con Robb, pero con quien más competía era con Jon Nieve, quizás por ambos sentirse extraños en el castillo del señor de Invernalia, carreras con los caballos y combates eran las predilectas de los dos hermanos, pero a Theon le gustaba ganar y por eso prefería cualquier disciplina que le permitiese demostrar su buena puntería.

—Theon —Fue la única palabra que dijo su padre.

—Lord Stark —Dijo Theon mientras adelantaba a Robb y su hermano.

El panorama era diferente, Robb no entendía de qué hablaban, pero como futuro señor de Invernalia le habría gustado enterarse, su padre, totalmente erguido sobre el caballo, acumulaba nieve en los hombros por encima de la capa gris que lo envolvía. Le estaba comentando algo a Greyjoy.

De seguro le prepara para cuando vea la justicia del rey —Pensó el hijo de Lord Stark.

—Robb —Dijo su medio hermano.

Jon le miraba, quizás desde hace un tiempo.

—¿Qué sucede? —Pregunta Robb Stark.

—Estás serio, es decir, más serio que de costumbre.

—Sólo pensaba en lo que nos dijo Theon en la mañana.

—¿Lo de acostarse con la hija del panadero? —Dijo Jon en voz baja para su hermano.

Durante la mañana, el castillo rebosaba de los rumores sobre Theon y la hija del panadero, y evolucionaba de tal forma que parecía que todos los bastardos de Invernalia habían sido fruto de su semilla.

—No en realidad, pensaba en lo que nos dijo sobre la justicia de Pyke.

—¿Crees que nos dijo la verdad? —Preguntó Jon mientras bajaba de su caballo.

Habían llegado al fortín, este, al estar cubierto de hielo, brillaba gracias a la luz del sol, lo que le sacaba destellos reflectantes, varias varas por encima de él, Robb vio las nieves de verano que decoraban la cima de la fortaleza, y en uno de los muros, aros lo suficientemente grandes como para meter una cabeza sobresalían de entre la piedra, atado de pies y manos a un par de estos, se encontraba un hombre de aspecto demacrado, pero, a opinión de Robb, demasiado gordo para ser un muerto de hambre. Le acusaban de robar una taberna a las afueras de Invernalia, por suerte para él, tras haberse defendido con resultados letales del dueño del establecimiento, llegó a las tierras de Lord Stark, donde el pago de su crimen será rápido, y casi misericordioso.

—¡Por favor! —Gritó el gordo cuando, tras haberlo desatado le arrojaron frente a su padre.

Robb y su hermano observaban todo desde la mano derecha de su padre, a su izquierda, Theon veía la escena con una sonrisa que, en otro contexto habría sido atractiva y no macabra, como sucedía entonces.

No me impresiona su justicia del rey —Imaginó que le diría Theon la próxima vez que hablasen.

Cuando volvió a centrar sus sentidos, Lord Stark había sacado a Hielo de su funda, el silbido de aquella arma significaba justicia para Robb. Su padre sujetaba el acero con ambas manos mientras el hombre se retorcía, y eso siguió así hasta que dos hombres quisieron arrodillarlo, sin embargo, era bastante fuerte y resistió hasta que Greyjoy le dio una patada por detrás de la rodilla.

—Theon —Dijo el señor de Invernalia, por segunda vez, había sido lo único que Robb le escuchó decir a su padre..

—Piedad —Pidió el hombre arrodillado.

Parecía un retrato aquella escena, inmóvil, el señor blandía el filo de su espada, un hombre lloraba a sus pies, pedía perdón y decía estar arrepentido, el señor lo mira a los ojos como el arrodillado lo mira a él.

—Yo también pediré perdón —Dicen los ojos del señor.

Pero el señor sigue firme, ahora, además de acumular nieve en los hombros, también reserva un poco en la cabeza y el vello de su rostro, y el arrodillado suda, brilla con destellos del sol reflejados en sus lágrimas, y sus mejillas, rojas, preparan a los espectadores al show de sangre que se aproxima.

—Lo importante, es pedir perdón a los dioses —Dijo Lord Stark.

Para los hermanos, aquellos eran momentos de tensión inmensos, y ese peso, esa tensión, algún día Robb la cargará en sus hombros. Jon y él observaron por primera vez la justicia del rey juntos, en ese entonces tanto Jon como Robb necesitaron apoyo del otro para resistir, y algún día, cuando sea el señor de Invernalia, le gustaría que su medio hermano estuviese ahí para darle el apoyo, en ese futuro, para impartir él la justicia con Hielo entre los dedos.

—Creas en los dioses que creas, arrepentirte con sinceridad hará que descanses en paz.

—¿Usted me perdona, señor del norte? —Pregunta el hombre mirando a la cara a Eddard Stark.

—La justicia es quien os ha culpado.

—Gracias, señor —Dijo el condenado, cerrando con fuerza los ojos, arrepentido y temeroso del filo del acero blandido por el señor.

Preparados para lo que venía, todos los jinetes sujetaron a sus caballos, la yegua de Robb, pequeña y marrón, observaba el horizonte nevado, no era la primera vez que presenciaba una ejecución, pero aún así Robb le acaricio el rostro para que no se asustase cuando el momento llegue. El caballo de Jon era un viejo del establo, y parecía curado de espanto, lo que era perfecto para que Jon estuviese despreocupado y sólo sujetase las riendas junto al animal.

—En nombre de Robert de la casa Baratheon, el primero de su nombre y señor de los siete reinos…

—Lo siento —Interviene el condenado entre sollozos.

—Yo, Eddard de la casa Stark señor de Invernalia y guardián del norte, os sentencio a morir.

Su padre alzó el arma por encima de los hombros y, brillando el filo de Hielo al sol, la sombra de los hombres se veía alargada.

—Perdón —Pidió el hombre una vez más.

Pero gélido como sus tierras, sería la última vez. Lord Stark cumplió con su deber y bajó el arma sin inmutarse, tras el silbido del viento por la velocidad del movimiento, el aroma del aire cambió, los caballos se exaltaban y los perros comenzaron a ladrar, la cabeza del hombre, cercenada voló un par de metros y calló cerca de los hermanos, aún fluía sangre del corte, y al haber rebotado cayó con el rostro hacia el cielo.

Esa fue la expresión que puso al morir —Pensó Robb.

Eddard

Llamado por los antiguos, Eddard se encaminó como ya era costumbre al Bosque de Dklses, antes de partir, llamó a su hijo para que lo siguiese, no de inmediato, pues tenia que rezar, aunque, De eso ya hace un tiempo, ahora el señor de Invernalia se dedicaba a esperar a su primogénito. Los rayos matutinos alumbraban entre las hojas de los árboles con rostro, sacándole un resplandor a la nieve bajo las botas del lord, limpiaba a Hielo con el agua del río y nieve para mantener la hoja afilada, no por vanidad, por respeto a la sangre de otro hombre.

—Padre —Dijo el mayor de los hijos Stark.

Había aparecido de entre los árboles, y miraba a su padre, Eddard, sentado sobre una roca, le había oído, pero no levantó la mirada de su mandoble.

—¿Tienes idea de por qué lo hice? —Dijo él.

—Era un ladrón, una amenaza para el reino, y peor que todo, un asesino. —Respondío Robb.

—Lo era, fue una amenaza, pero... ¿sábes por qué yo debo blandir el acero?.

Robb se quedó de pie, y por un momento, fue consciente del frío del bosque y de los ojos de su padre que en ese momento lo miraban.

—No lo sé, padre.

Eddard guardó la espada en la funda que llevaba colgada de los hombros, hasta el sonido del acero deslizándose entre el cuero recordaba el frío hielo.

—Siéntate, Robb —Dijo a su primogénito.

Sentado junto a él, Robb descubrió que las rocas nunca están lo suficientemente frías como para no sentarse sobre ellas, frente a sus ojos, padre e hijo observaron la nieve caer y los rostros que le devolvían la mirada.

—Ser Lord es como ser un padre —Dijo Eddard Stark tras una pausa.

—¿A qué os referís, padre? —Preguntó Robb, buscando el rostro de su padre con los ojos.

—Es como ser padre… pero de miles y miles de hijos.

—¿Os cansas de escuchar todo lo que te piden, padre?.

Sonreía, pocas veces su hijo había visto algo así, pero le gustó y lo imitó, y al crecer, grabado con fuego le quedaría ese recuerdo.

—Te contaré algo, Robb —Empezó Eddard, cada día, desde que mis hermanos murieron, he vivido y dormido sufriendo por la gente de Invernalia, tenemos suerte... tú tienes suerte; algunos no llegan a cumplir la cantidad de días del nombre que has vivido.

—Algún día seré Lord de Invernalia, y me gustaría hacerlo como lo has realizado, padre.

—Así parece que será —Dijo apoyando la mano sobre el hombro de su hijo, pero si los tratas como si fuesen tus hijos, deberás escucharlos, darles la mano, y acompañarlos cuando vayan a la guerra, y luego, realizar un festín por los que vuelvan, al igual que funerales por los que mueran.

—Lo entiendo —Dijo Robb bajando la cabeza, como si las responsabilidades ya le cayeran encima.

—Ese hombre, lo escuché, hasta el último segundo que pisó los suelos de este mundo.

—Era mi responsabilidad, ¿habría sido un buen padre si cuando os peleabais con Jon hubiese mandado a otra persona a hablar con ustedes?.

—... no.

—También está Theon, trato de educarlo como lo he hecho contigo.

—El me dijo algo sobre la justicia de Pyke...

—Igual me lo comentó antes de la ejecución... las personas de las islas del hierro son muy distintas a nosotros.

—¿Y el rey, padre?.

—El rey fue como un hermano para mi, y es mi único hermano ahora que mi sangre descansa en las criptas de Invernalia.

—¿Cómo es mi majestad?.

—No lo he visto en años, pero cuando lo conocí era un guerrero increíble, no como vuestro padre. Ambos nos criamos en el Nido de águilas.

—¿Me contarás como fueron sus batallas juntos, padre?.

—Algún día, pequeño señor de Invernalia —Dijo mientras se ponía en pie, ahora, lo que debes hacer es rezar por el hombre de hoy.

—¿Qué debo pedir? —Preguntó Robb mientras se arrodillaba para rezar.

—Pide porque el hombre haya tenido justicia, y porque su alma descanse si así es como los dioses lo ordenan.

Eddard dejó a su hijo rezar, pero antes de irse, se volteó para recordarle algo.

—El rey Robert es como mi hermano, necesitarás alguien con el que puedas confiar de la misma forma... quizás... Theon esté dispuesto a ello.

Dedicado a todos quienes leyeron hasta el final, pero en especial a quien me leyó antes que todos.