La Constante Universal.
Ambos estaban caminando, seguían en su charla que cada vez se tornaba más incómoda para el joven.
- En efecto, tu descendencia sería fructífera para este mundo - dijo el mayor - Ayudarías mucho a tu gente, sin embargo, debes tener en cuenta que no es tu prioridad ni lo único a lo que debes dedicarte.
El joven miró a su contraparte mayor con una ceja en alto.
- En el viaje de cinco años no podré procrear, lo más lógico sería cuando ésta termine. - No le gustaba que la conversación se hubiera dirigido a su persona, así que de alguna forma debía cambiar su curso. - ¿Usted tuvo descendencia?
El mayor se lo estaba esperando, sabía lo incómodo que era para él estar hablado de aquello, así que le siguió el juego.
- De hecho, mi pareja no era apta para que la tuviéramos.
El chico lo mira sorprendido.
- ¿La teniente Uhura es infértil?
Ahora era el turno del mayor.
- La teniente Uhura fue mi pareja a inicios de la misión de cinco años, tiempo después terminamos y tuve otra pareja que se convirtió en mi cónyuge y con quien compartí todo el tiempo posible, hasta que falleció.
- Mis condolencias - dijo el joven. - Debió de ser una buena esposa.
El embajador elevó una ceja mirando a su contraparte con diversión que no disimulaba muy bien.
- En eso te equivocas, muchacho. No fue mi esposa.
El joven se detiene, mirando al mayor asombrado.
- ¿Cómo no fue su esposa, si dijo que se convirtió en... Su... Cónyuge...
El muchacho lo reflexionó bien, luego miró al otro con los ojos bien abiertos y su tez se puso más pálida que de costumbre.
- Era... Un hombre.
La cara de Spock era un poema para el embajador.
- No debes asustarte, después de todo, podemos ser la misma persona, pero nuestras vidas son diferentes. Sin embargo, es una posibilidad.
- Yo no siento atracción sexual hacia ningún individuo hombre.
Siguieron caminando. Sí, la conversación era incómoda, pero Spock tenía curiosidad.
- ¿Quién dijo que debes sentir atracción sexual para estar enamorado? - Spock Prime miró al joven con las comisuras de sus labios alzadas - En el proceso se manifiesta, si, pero no necesariamente al inicio.
- ¿Es posible, que en este universo yo lo conozca?
El embajador hubiera reído, pero a pesar de que abrazaba más su lado humano que su joven contraparte, tampoco llegaba a tales extremos.
- No puedo revelarte esa información, si lo sabes y algún día sucede algo entre ustedes, huirías.
Spock estuvo a punto de replicar con un "¿Cómo sabes eso?" Pero era ilógico, por supuesto que lo sabía, después de todo, son el mismo.
- Al menos dime si ya lo conozco.
Spock Prime sabe que no debería interferir más de lo que ya lo ha hecho, pero piensa en lo que su pareja habría dicho "Claro, le llamas capitán todos los días" Obviamente él no sería tan directo, pero se arriesga.
- En efecto, lo conoces.
Spock se queda un momento callado, repasando a todos los individuos hombres que conoce mentalmente. Por la forma de actuar del embajador, más libre y más humana, lo más lógico es que éste sea también un humano.
Se detiene abruptamente, haciendo que el mayor le mirara. Si, lo había descubierto, no debía de juzgarse a sí mismo, después de todo, él sabe lo inteligentes que son.
- No puede ser - dijo finalmente. - Es mi amigo y no puede pasar nada más allá de ello.
El embajador enarcó una ceja.
- Ese es un posible escenario también. Pero como dije anteriormente, tu vida no tiene que ser exactamente igual a la mía.
Aquella noche posiblemente sería la última vez que Spock viera a su contraparte mayor en persona, al día siguiente él tendría que presentarse en la Enterprise, para comenzar la misión de cinco años.
- No dejes que esto te afecte ni a tu amistad con Jim. - sugirió Spock Prime.
- Ya lo dije, el capitán Kirk es mi amigo más cercano y eso no va a cambiar.
Ambos se detienen frente a un conjunto de edificios que sería el consulado Vulcano, donde se hospedaba el embajador.
- Spock - dice el mayor - Sin importar lo que pase en la misión de cinco años, nunca te separes de Kirk y McCoy. Puede que el doctor a veces sea exasperante, pero es un buen amigo. Y jamás encontrarás un alma como la de James T. Kirk.
El joven asintió, él entiende los deseos del mayor, que sea feliz con quienes lo rodean.
- Bueno, muchacho, he de irme - el embajador Spock eleva su mano en el ta'al, siendo imitado el gesto por el joven. - Dif-tor Heh Smusma.
- Sochya Bosh eh dif - responde, viendo como la figura frente a sí le sonreía levemente una vez más, dándose vuelta y alejándose entre la oscuridad.
-tres años más tarde-
Estaba sentado sobre su cama, tratando de meditar un poco para calmar el lío dentro de su mente, pero por más que intenta, sus esfuerzos se ven inútiles. Dentro de sí se encuentra un conflicto que le lleva nuevamente a su parte humana querer salir, pero no le va a dejar.
Fue inevitable. Una pequeña lágrima escapó de su dominio y recorrió con lentitud la mejilla, causando una ligera sensación de cosquilla. Escuchó que la puerta de su dormitorio se abrió, pero no le importó que la persona que acaba de entrar le vea así. Él sabía quién era, sin necesidad de ver. Lo sintió.
Se sentó a su lado, sin decir nada, solo estando allí. Ellos estaban acostumbrados a tener silencios nada incómodos.
Sin embargo, su presencia cambió algo en Spock. Abrió los ojos y bajó levemente la cabeza. Era la segunda vez que lo veía llorar. Otra lágrima cayó sobre su negra túnica.
La cabeza de su acompañante se recostó sobre su hombro.
- Gracias por acompañarme - dijo Spock, rompiendo el silencio, siendo su voz apenas audible.
El rubio sonrió, aún recostado.
- Siempre que me necesites, Spock, ahí estaré.
El mestizo sabía que su palabra no sería en vano, pues ha confirmado esto en innumerables ocasiones.
Acaban de regresar de una breve estadía en Nuevo Vulcano, pasada una semana del incidente con Krall.
Habían asistido al funeral del embajador Spock.
Jim veía en los ojos del vulcano lo que éste sentía durante la ceremonia. Puede que éste no llorara, pero lo hacía internamente, Kirk lo sabía y lloraba con él.
Estando ahí, en la intimidad del departamento provisional en Yorktown, por fin el medio vulcano pudo soltar un poco de su parte humana.
Los únicos que se habían enterado de la muerte del embajador Spock eran Jim y Leonard.
Ambos fueron con él, pero Jim fue el que lo acompañó a su apartamento, el que se quedó con él, el que lo reconfortó con su tibia presencia. Spock lo apreciaba mucho, no sabía cuánto lo hacía, hasta que Nyota rompió con él y un peso invisible resbaló de sus hombros. Era... Libre.
Recordó entonces su última plática en persona con el embajador Spock.
Tal vez, en todos los universos habidos y por haber, sus sentimientos por Jim son una constante que se repite.
Sintiendo el calor que el humano emanaba a su lado, se atrevió a alzar la cabeza, provocando que el rubio también lo hiciera. Ambos se miraron a los ojos y Jim sonrió suavemente, elevando su mano para secar la última lágrima escurridiza de la mejilla del vulcano. Siendo sorprendido cuando Spock la toma, aún sobre su piel y cerrando los ojos, sosteniendo la mano abierta de Jim, se deja acariciar por el rubio, quien lo hace con satisfacción.
Pasada la mitad del viaje de cinco años, el capitán de la USS Enterprise A, junto con su primer oficial, se embarcan en una nueva misión personal. Atreviéndose a ir donde ninguno ha ido jamás.
Cabe destacar que esto fue un ataque raro de inspiración.
Escribí esto porque el martes 13 de marzo cumplí dos años como fanficker en esta plataforma y quería celebrarlo de alguna manera (Se me olvidó mencionar que también por eso subí dos capítulos de Fanfiction 2 ese día)
Espero seguir escribiendo para este fandom hasta más no poder 3 Gracias por su apoyo.
Dif-Tor Heh Smusma.
