Desde que había llegado a Japón pasado casi todas las tardes jugando sola en una cancha cerca de su departamento, no conocía a nadie del lugar, y para colmo aún faltaba al menos una semana para comenzar las clases en su nuevo instituto, ya estaba todo listo, incluso su nuevo uniforme, a pesar de que no entendía el hecho de usar uniforme, en USA no era necesario, pero al menos se ahorraría el tiempo el elegir sus ropas todos los días, era una de las ventajas.

Se dio cuenta que comenzaba a atardecer y ya sería hora para regresar a su departamento, a pesar de que suponía que viviría junto con su padre por cosas del destino termino viviendo sola; no le daba miedo, tampoco era como si le molestara, así que estaba conforme con su situación; suspiro mientras encestaba otra canasta y agarraba nuevamente el balón.

― ¡Imposible! ― Escucho de repente por detrás haciendo que volteara inmediatamente, un hombre moreno de cabello negro… ¿Azulado? ― Una mujer jamás podrá ser buena en el basquetbol, es mejor que te rindas ―

Taiga frunció su ceño de inmediato y le quedo mirando fijamente ¡¿Quién demonios se creía para hablarle?! - ¡No pedí tu opinión! ¿¡Quién demonios te crees para saberlo de todas formas?! – Se giró para enfrentarlo y se acercó a él a paso firme – Una mujer puede ser tan bueno como un hombre en el cualquier deporte – Aseguro mientras le tiraba el balón, retándolo, no dejaría que nadie la insultara, desde pequeña había practicado basquetbol bajo la titula de su maestra, y se consideraba bastante buena como para que alguien fuese a hablarle así.

Por un segundo ese hombre frente a ella se vio confundido pero luego mostro una sonrisa que le hizo dar un escalofrió ― Veo que al menos eres valiente… pero tonta ― Aquella persona le devolvió el balón lanzándola para luego dejar su bolso y abrigo un lado ― Ahora sabrás lo que es la humillación – A los ojos de ella, él se veía confiado, demasiado ―Aomine Daiki, espero que lo recuerdes, es el nombre de aquel que te dará una paliza.

― Kagami Taiga, dudo mucho que cumplas con tu palabra ― Estaba seria, aunque no era la primera vez que se enfrentaba a un hombre, era la primera vez que un desconocido llegaba de la nada y con tanta autoconfianza. Kagami se sujetó su cabello rojo en una cola de caballo y se preparó.

El partido fue tal como Aomine había dicho, la había destrozado, no había dejado que colocase ninguna sola canasta, nunca antes la habían humillado así.

― Ves…te lo dije… - Su sonrisa petulante le enfermaba, gruñía por dentro ― No puedo decir que fue un honor, tampoco fue para sacar mi aburrimiento… ahora puedes ver la diferencia de habilidades, ríndete ― Sin nada más que decir aquel extraño llamado Aomine se retiró del lugar, mientras lo veía irse su juro a si misma nunca olvidar ese nombre… nunca volvería a perder de esa forma, /nunca/.

Al llegar a casa se dio una ducha y se fue a la cama sin ánimos de cenar, no podía dejar de pensar en aquel hombre, pero mañana comenzaban las clases así que era mejor dormirse y dejar para otro día todo aquello.

-.-

Al día siguiente se levantó más temprano de lo usual y preparo un buen desayuno, perfecto para comenzar, no había dormido bien la noche anterior por culpa de aquel partido, pero había tomado una decisión, no dejaría que nunca la humillarían así de nuevo y para eso necesitaba mejorar sus habilidades, con personas fuertes, pero en la preparatoria Seirin donde se había inscrito no tenía club de basquetbol femenino, solo masculino, había escogido esa academia solamente por comodidad, ahora se arrepentía, pero siempre hay soluciones, y estaba a punto de demostrarlo y para eso necesitaba una gran transformación. Se quedó un buen rato mirando el espejo, viendo su reflejo fijamente, admirando su cabello, le gustaba llevarlo largo, aunque fuese indomable muchas veces, pero ahora con tijera en mano esta sería su despedida. Lo corto lo más corto que pudo, al no ser una experta no quedo de forma tan pareja como hubiese querido pero no estaba tan mal, el primer paso estaba listo, ahora venía la parte más complicada, ocultar su busto, quizás no era plana… de hecho no era nada de plana, y eso ahora todo un problema, quizás no era tan voluminosa pero sí que fue una difícil tarea, se colocó un brasier deportivo y por encima una faja, y además una venda, había sido la única forma de poder ocultar su cuerpo, se veía tan rara… Se colocó su ropa de deporte, luego argumentaría alguna excusa a los profesores, puesto que el uniforme de mujer no le serviría para lo que planeaba. Se miró por una última vez convenciéndose de que era lo correcto y se fue hacia la preparatoria.

Era un lugar bastante grande, como era previsto el primer día estaban todos los clubes del lugar, sin pensarlo dos veces directo hacia donde se encontraba el club de basquetbol, estaba terriblemente nerviosa, pero esperaba pasar desapercibida, gracias a su altura, 1,72 mt, podía pasar como un hombre de mediana estatura ― Hola, quisiera inscribirme en el club de basquetbol ― Dijo mientras miraba a la chica que estaba frente a ella, cabello casi tan corto como lo llevaba ahora, pero castaña, por un minuto sudo en frio cuando esta se le quedo mirando fijamente como si hubiese descubierto su disfraz, trago saliva rezando porque eso no sucediese.

― Por supuesto ― Dijo al final sonriendo de oreja a oreja, por un momento le dieron ganas de suspirar de alivio, pero prefirió aguantarse hasta salir de ahí. Tomo el lápiz y papel y escribió su nombre.
Listo, ya no había vuelta atrás, las cartas estaban dadas, todo sea para poder algún tener su revancha contra Aomine Daiki.