What I like about you

By: Led Astray

Todo era indescriptiblemente aburrido. Desde los mismos tenues rayos de sol hasta la misma y monótona ventana de la que salían. Bueno, todo menos el, quien dormía pacíficamente a un costado. Babeaba. Si, pero que interesaba eso, el era el.

Aquella manera tan absurda y ruidosamente llamativa de dormir, con las piernas rodeadas por los brazos y la cabeza girada a la izquierda le recordaba a un crío inmaduro, de esos que son cínicos en cuanto a sus gustos y sin duda, muy similar a Edward Elric cuando se trataba de su minúscula estatura.

Los ronquidos que nacían de su boca lograrían confundirse con los de un león hambriento del África y más en cambio, le sorprendía el casi milagroso hecho de que el rubio no se despertará o ahogara con esos rugidos que atormentarían a cualquiera.

Se aproximó hacia él lentamente, inclinándose a su lado, admirando el acto de su sueño.

A pesar de la tétrica apariencia que se definía desde algunos metros lejos de él, el rubio lucía de una manera angelical en su profundo sueño al admirarlo de cerca con sus facciones masculinas y su toque sutil. La luz se colaba a través de las cortinas iluminando su pálido rostro. Su cabello dorado estaba descendiendo libremente por su espalda, destellando uniformemente en un efímero instante. Sus párpados y ceño relajados le daban una apariencia atractiva, por lo menos, que hacia olvidar el hecho de que fuese un humano con miembros artificiales.

Su rostro se entristeció en un breve instante, captando las memorias de su pasado en la mente. Lo conocía desde pequeño y también sabia perfectamente que en el interior de ese pecho musculoso y bronceado se hallaba un gran dolor desde hace tanto tiempo no podía ser culminado.

Un par de lágrimas se asomaron a través de sus ojos, desbordando en pequeños cristales y descendiendo en un camino perfecto a través de sus mejillas. Fue entonces cuando los ojos miel del Elric se abrieron, mostrando una ligera molestia. Sus párpados se apretaron debido a los rayos que daban directamente a sus orbes.

— ¿Por qué me miras así Winry? —Preguntó al detectar la precisa mirada que le era dirigida —Nada, nada, sólo una pequeña mosca por ahí...

— ¡¿Me estás diciendo que soy una mosca insignificante que no puedes ver porque es diminuta? —Alzó la voz, despegándose de su cómodo lecho blancuzco.

—Lo que pasa es que te acabas de comer una enorme mosca, idiota— Confesó llevándose una mano cubriendo su boca, intentando contener su risa.

— ¡¿Qué?—Comenzó a toser fuertemente, intentando escupir el asqueroso insecto de su laringe, cayendo momentos después al suelo.

— ¡Maldito insecto asqueroso sal de mi! —Ordenó revolcándose en el suelo sin pena alguna. Ella en tanto, reía a todo pulmón. El rostro del rubio se ponía de distintos tonares, el más común un carmesí seguido de púrpura y un verde demasiado llamativo a la vista, anunciando su asco.

Sus gritos deliberados inundaban la habitación, decorada por los nacientes tonares amarillentos del sol. Un gallo cantó a lo lejos, con su voz grave y tosca, indicando la llegada de un nuevo día.

Su risa se detuvo, cuando el por fin se resignó de haber comido una mosca.

— ¡Eres un idiota Edward Elric!—Contestó rodeándolo entre sus delgados brazos.