-Muy bien. Inhala, exhala. Inhala, exhala...- se repetía Marinette a la vuelta de la esquina del edificio de la escuela.

-¡Allí viene!- exclamó Tikki asomándose detrás del muro.

-¡Agh! ¡No! ¡No puedo hacer esto!- chilló la muchacha con temor.

-¡Claro que sí, Marinette!- dijo la kwami con un tono militar.- No te vas a arrepentir ahora. Tienes una sola oportunidad y no vas a dejarla ir.

La muchacha miró el regalo que tenía entre sus manos. Se lo pensó un poco, levantó su mirada y asintió con determinación. Salió de sus escondite y sin fijarse dobló la esquina, estrellándose con el muchacho que caminaba en esa dirección.

-¡Adrien!- exclamó al verlo.- C-Como lo siento...

-Descuida. Es mi culpa. Estoy algo distraído hoy...- respondió él con una suave sonrisa, la cuál se deshizo en el momento en el que recordó su fallida misión del día anterior de confesarle sus sentimientos a Ladybug. Eso lo había torturado hasta que encontró aquella anónima, pero poética carta, la cuál esperaba que fuera de parte de la heroína.- ¿Estás bien?

-Sí, yo... De hecho estaba buscándote, ¿sabes?

-¿En verdad? Bueno, aquí me tienes. ¿Qué sucede?- Marinette no podía dejar de sonreir tontamente al tenerle de frente. Con una risilla nerviosa, le entregó la rosa que llevaba con ella.

-Es para tí.- dijo.- Sé que el día de San Valentín fue ayer, pero... no alcancé a darte tu regalo.- explicó sin que ella misma de lo creyera.

-Vaya, Marinette. ¡Gracias!- respondió él con ilusión tomando la flor en sus manos.- Rayos, ahora me siento aún peor. No tengo nada para tí.

-Descuida.- interrumpió ella.- N-No hace falta que me des nada. Solo quería obsequiarte algo especial para que supieras... que... eres importante para mí...- Con cada palabra el volúmen de su voz disminuía. Aquello era lo más cercano a una confesión que había llegado a decirle a Adrien.

-¿Lo dices en serio?- preguntó él con algo de sorpresa. Diario recibía sientos de cartas y mensajes de amor de sus admiradoras, pero que una persona real en su vida se tomara el tiempo de decirle a la cara el valor que tenía para ella, no se comparaba con nada de eso.

-Pues... sí...- murmuró ella. Conmovido, Adrien miró la flor. No era precisamente a Ladybug a quién tenía en frente, pero aquello no la hacía menos. Inclinándose hacia ella, plantó con suavidad un beso en las ronrojadas mejillas de Marinette, quien al separarse él levantó la vista con asombro para encontrarse con una impecabe sonrisa. Sólo para ella.

-¿Te... gustaría ir por algo? Conozco un lugar donde hacen unas malteadas asombrosas.- dijo Adrien con entusiasmo. De nuevo con su expresión de amor inborrable de su rostro, Marinette tan sólo tuvo la reacción de asentir, antes de que él tomara su brazo y la llevara con él.

Aquella prometía ser una buena tarde, aunque Marinette solo rogaba que llegaran rápido antes de que sus piernas se sintieran completamente de gelatina.

Como cuando sientes que hace falta la presencia de Adrien en los fics...