Como cada día en la casa Loud, después de la escuela, cada uno de los niños debía encargarse de sus propios asuntos, excepto esa tarde.

Los miembros de la gran familia se encontraban apoyados y amontonados contra el vidrio de la ventana de la sala, mirando al exterior, observando con atención el camión de mudanzas que descargaba varios objetos y los introducía en la casa de al frente. La que había dado la alerta sobre nuevos vecinos fue Lana, mientras jugaba con barro en el patio.

Ya habían bajado sofás, mesas, y una televisión, nada de eso les daba alguna pista de donde provenían o cuantos eran.

-¿Cuantos creen que sean? —Pregunto Leni.

-A juzgar por la cantidad de muebles que salieron del camión, y dado el tiempo que se han tardado en bajar todos los objetos, mi hipótesis seria que es un feliz matrimonio con la probabilidad de tener un máximo de tres hijos. —Respondió Lisa.

-¿A quien le importa cuantos sean? Lo que importa es que debamos presentarnos como... -Luna corto su discurso al ver que uno de los encargados bajaba varios instrumentos musicales, amplificadores, y varios accesorios. No pudo evitar alzar la voz hasta casi gritar de los asombrada que estaba- ¡Un amplificador GX-3000! ¡No llegaban al país hasta el año próximo!

Otro de los encargados bajo una bolsa con varios cascos y un par de palos de Hockey.

-¡Parece que los nuevos vecinos son deportistas profesionales! ¡Genial! ¡Tendré alguien con quien entrenar! —Lynn se emocionó mientras se apegaba aún más hacia la ventana.

-Ten cuidado, podrían dejarte LYNNsiada. —Luan soltó una pequeña carcajada al contar ese mal chiste, mientras sus hermanos suspiraban pesadamente— ¿Entendieron? ¿Entendieron?

Su sonrisa desapareció al notar que del camión ahora descargaban monociclos, algunos globos desinflados, y títeres de madera. Materiales principales de un payaso.

-¡Un comediante se mudara frente a nuestra casa! ¡Ya tendré a alguien con quien hacer un dúo!

Y así continuo el debate por adivinar que tipos de personas serian sus nuevos vecinos. Tenían cosas que atraían a cada uno, una colección de ropa de alta calidad que Leni deseaba observar más tiempo, un kit de tubos de ensayo y tablas periódicas con más químicos que los debía tener encendían la emoción por la ciencia de Lisa, cabezas de piedra de monstruos aterradores que a Lucy le gustaría tener en su habitación, bolsas de comida para piraña que alimentaban la curiosidad de Lana por saber que tanto podrían morder estas, un montón de revistas de moda que nunca antes vio Lori y anhelaba leer, vestidos de princesa que Lola le gustaría modelar, e incluso bajaron un andador para bebes que atraía la atención de Lily.

Esto preocupaba más a Lincoln. No vio que bajaran algún cómic, o videojuegos, ni nada divertido. ¿Y si eran otras diez niñas? ¿Podria con más? ¿O enloquecería por completo?

Parecían haber terminado de bajar la cosas, el camión abandono el lugar, y otro auto se estacionaba en la cochera. Todos se encontraban ansiosos por saber de quienes se trataba.

Del auto se abrieron tres puertas, la delantera del conductor, y ambas traseras. Un hombre adulto bajo, de cabello largo lacio y usando unos lentes de sol oscuros, llevaba un chaleco negro y pantalones del mismo color. De la zona trasera bajaron los que parecían ser sus hijos: Un par de niños rubios, uno con cabello corto, de jeans azules, y con una camiseta con las siglas "CH" encima, y el otro de cabello largo como el de su padre, con un short negro, y una camiseta con una boca mostrando la lengua plasmada en esta, parecían estar susurrando cosas entre ellos, pues no podían aguantar unas cuantas carcajadas. Y finalmente otro niño de cabello oscuro, rapado por los costados, tenia el ceño fruncido, vestía una camiseta sin mangas y un short negro. Todos los niños parecían tener la edad de Lincoln.

La familia entro a su nueva casa, dejando a la mayor parte de la familia Loud decepcionada.

Lori soltó un quejido pesado.

-Felicidades, Lincoln. Ahora tendrás otros amigos con quienes perder el tiempo.

Las demás abandonaron la sala y volvieron a sus habitaciones, dejando a Lincoln analizando la situación por un momento más. Tres chicos en la casa de al frente, con quien disfrutar día tras día si pudiese volverse su amigo, podrían leer comics, jugar videojuegos, hasta podría invitar a Clyde. Se sintió tan alegre que corrió a su cuarto para alistarse para su presentación. La primera impresión siempre debe ser la mas importante.

Aun estaba decidiendo sobre sí debería usar la camisa naranja otoño, o naranja atardecer, cuando Lynn irrumpió en su cuarto. Parecía algo más serena de lo normal, y sus dos brazos estaban escondidos detrás de su espalda.

-Eh... Lincoln.

-¿Lynn? ¿Que sucede?

-¿Iras a visitar a los nuevos vecinos, cierto? ¿Crees que podrías...? —Saco un balón de fútbol de su zona trasera, y lo extendió hacia su hermano, mostrando sus dientes y con una sonrisa nerviosa— ¿Podrías preguntarle a los nuevos vecinos si alguno quisiera jugar fútbol conmigo? ¿Aunque sea a uno? ¡Por favor!

Lincoln suspiro fastidiado.

-De acuerdo. Lo haré... -Un pelotazo en el rostro hizo que cayera de espaldas.

-¡Genial! ¡Gracias Linc! -Su hermana abandono la habitación mientras este se recuperaba del golpe y se ponía de pie.

Fastidiado, el también abandono su cuarto e iba en rumbo hacia el baño para darse unos arreglos finales, no había dado ni cinco pasos cuando una voz le llamo por su nombre.

-¿Lincoln?

Lisa lo interceptó en su trayecto quedando delante de él, pasándole una pequeño cuaderno de apuntes con varias formulas escritas, parecía emocionada.

-Me gustaría hacerte una petición. Si te es posible desearía que le mostraras estos problemas a los nuevos vecinos, e indicarme si alguno de esos homo sapiens logra resolver alguno de estos ejercicios.

Su hermano mayor respondió con algo de inseguridad.

-Eh... ¿Claro?

-¡Gracias! -Le dio el cuaderno y un pequeño abrazo antes de volver a su habitación.

Si seguía cruzándose con más de sus hermanas todas les seguirían pidiendo más favores, y terminaría por arruinar su presentación.

Comenzó a correr hacia el baño, vigilando si alguna de las puertas del pasillo se abría.

Cuando estuvo a punto de llegar a su objetivo, tan solo con tocar y girar la perilla, una voz lo hizo saltar, gritar y asustarse.

Lucy hacia una de sus tantas apariciones sorpresas.

-Hola Lincoln, quiero pedirte un favor -Ella extendió una hoja de papel con un poema escrito en este-. ¿Puedes ver si a alguno de los vecinos le gusta la poesía y el color negro?

Tenia su mano en su pecho, sintiendo como desaceleraba poco a poco.

-Se-Seguro...

Recibió el poema, y Lucy se retiro sin decir nada más. Esta vez, Lincoln decidió que de verdad no podía cruzarse con ni una de sus hermanas, ya no más.

Lamentablemente para él, tan solo 5 minutos después, ya estaba cargando una mochila llena de cosas que sus hermanas querían que mostrara a sus nuevos vecinos. Luna le había dado un par de baquetas, Luan un cojín de gases, Lana quiso que les mostrara a su iguana izzy, Lola le dio algunos de sus galardones de premios, y Lori quería que les diera su número celular en caso de que necesitará consejos de chicos que sepan de moda.

La mochila no pesaba, pero le era un fastidio.

Descendió por las escaleras, y justo cuando estuvo a punto de abrir la puerta, una voz volvió a incomodarlo.

-¿Que haces con esa mochila, hermano? ¿Y las baquetas que te di?

Lincoln iba a decirle a su hermana Luna, quien también bajaba por las escaleras, que se hallaban en la mochila que llevaba consigo. Fue interrumpido por otra voz femenina.

-¿Baquetas? ¡Lincoln! ¡Se supone que deberías estar llevando mis galardones!

-¿Galardones? ¡Crei que llevabas a Izzy, Lincoln!

Lana y Lola oyeron lo que Luna dijo desde la cocina, salieron de esta y miraban con una ceja levantada a su hermano.

-¡Si, lo sé chicas! ¡Aqui tengo su-!

-Mis poemas... -Lucy apareció nuevamente por la espalda de Lincoln, haciendo que este volviera a saltar del susto, y gritara, justo en el momento que abría su mochila y todas las cosas que tenia dentro quedaron desparramadas en el suelo.

-¿Que es todo ese ruido? ¡Intento hablar con Bobby! —Lori se presentaba desde la parte superior de las escaleras, junto con Lisa, Lynn, Leni, y Luan. Alejo su celular de la oreja cuando vio que su hermano intentaba recoger el desorden que estaba en el suelo y trataba de ponerlo de nuevo en su mochila— ¿Que es todo eso, Lincoln? ¡Solo te pedí que llevarás mi número!

-¿Tu número? —Luan miro extrañada a Lori— ¡Yo le pedí que llevara mi cojín de gases!

-Creo que yo se lo que esta pasando aquí... —Lisa se acomodo los lentes antes de continuar su explicación— Obviamente, todos tuvimos la misma idea, pedirle a Lincoln que lleve algo de cada una para mostrárselo a los nuevos vecinos. Lo que conllevaría ponerlo en una situación difícil, puesto a que esta no seria una buena primera impresión para él.

-¿Que quieres decir con eso? -Pregunto Lynn.

-Que Lincoln solo debería llevar una de nuestras cosas.

-¡Pues debería llevar lo que yo le pedí! ¡Soy la mayor!

-¿Para que sigas hablando por teléfono? No, gracias. Debería llevar mi balón, así demostraría que en esta casa hay un futuro deportista profesional.

-¿Y romper más ventanas y floreros? ¿Estas loca? ¡Estoy segura de que los nuevos vecinos tienen buen sentido del humor!

-¡No!

-¡Si!

Lincoln trato de parar la discusión, pero era muy tarde, solo era cuestión de segundos para que sus hermanas empezaran a pelear. Y así fue.

La pelea de jalones de cabellos y golpes bajos se traslado hasta la sala, donde ocurría de todo. Lincoln aprovecho el momento en donde Lana y Lola empezaron a morder para escabullirse en silencio y salir de la casa. Cerro la puerta detrás de él apoyando su espalda, y dio un largo suspiro de satisfacción. Tenia rasguños mínimos y aun estaba algo aceptable para una buena impresión con sus nuevos vecinos.

Cruzo la calle y llego a la casa de al frente. Quedo delante de la puerta gris admirándola un instante mientras apretaba sus labios, estaba algo nervioso. Se armo de valor, y toco el timbre.

Espero unos segundos más, hasta que la puerta se abrió, y el mismo niño con la cabeza rapada por los costados que vio antes ahora estaba parado delante de él, con expresión aburrida, mirándolo de pies a cabeza, tenia un sándwich a medio comer sostenido en su mano.

Lincoln le mostró una sonrisa mostrando los dientes, que casi parecía una mueca, y le dio la bienvenida al vecindario.

-¡Hola, soy Lincoln Loud! De la familia que vive al frente, no pude evitar notar que se acaban de mudar. ¡Así que quise ser el primero en saludarles departe de todo el vecindario!

El chico devoro otro pedazo de su sándwich, sin dejar de mirar a Lincoln, y dio masticadas largas. El peliblanco empezaba a sudar, intento mantener su sonrisa extraña.

Una voz se escuchó dentro de la casa, parecía el padre del nuevo chico.

-¡Kevin! ¿Quien se supone que es?

El muchacho por fin respondió, suspirando de forma pesada.

-Espera un momento aquí.

Cerro de golpe la puerta, y otros gritos se escucharon dentro del hogar.

-¡Un niño que vive al frente!

-¿¡Y que es lo que quiere!?

-¡Saludar!

-¿¡Que dices!?

-¡Dije: Saludar!

-¡Oh! ¡Esta bien! ¡Ve a jugar con él!

Oyó un quejido forzado.

-¡Esta bien!

La puerta se volvió a abrir, la sonrisa de Lincoln desapareció y ahora miraba extrañado al chico, ya había terminado de comer su sándwich.

-Y... ¿Como dijiste que te llamabas?

-Lincoln...

-Si, Lincoln. Escucha, estamos desempacando aun, así que mi casa esta un poco desordenada. —Puso sus manos dentro de sus bolsillos— ¿Que tal si vamos a la tuya?

-Eh... —Lincoln recordó que dejo a sus hermanas peleando, sin dudas su casa estaría peor de como la había dejado, sin embargo, tampoco podía decir que no— Seguro...

-Genial. Soy Kevin por cierto.

Ambos cruzaron la calle y volvieron a la casa Loud.

-Bonita casa, ¿tienes hermanos, hermanas, mascotas?

-Eh... Si.

-Cool.

Rezaba por que sus hermanas no se encontraran en la sala.

Abrió la puerta, e ingreso junto con un despreocupado Kevin. Sus plegarias no hicieron efecto alguno. Sus hermanas estaban hechas un desastre y exhaustas por completo en mitad de la sala, solo detuvieron su pelea al ver a los dos muchachos entrar. Ninguna parecía emocionarse, o mostrar alguna otra emoción alguna que no sea de agotamiento.

Lori se acerco al chico, y cuando lo tuvo de frente, solo diferenciados por la altura, le pregunto:

-¿Sabes algo de moda?

Kevin se sorprendió, y arqueando su ceja le respondió:

-¿Que? ¡No!

-Literalmente, esto fue una perdida de tiempo... —Lori volvió a sacar su celular y subió por las escaleras rumbo a su cuarto, para recostarse sobre su cama un rato.

-¡Escucha este ritmo, amigo! —Luna se acerco a él, y trató de tocar algo con la guitarra que tenia, parecía que la usaron como un arma. Estaba muy débil y no tardo en rendirse el tratar de sorprender a Kevin— Olvidalo... —Tiro la guitarra por encima de su espalda sin importarle donde cayera. Ella también subió las escaleras.

-¡Oye, amigo! ¿Que le dice un...? ¿Un...? —Luan trataba de pensar en algún chiste— No tengo nada.

Y siguió el ejemplo de sus otras dos hermanas.

Lola y Lana, que se encontraban con los cabellos totalmente alborotados, quedaron delante de Kevin, lo miraron por un instante, y luego se miraron entre ellas.

-Te ves terrible. —Se dijeron la una a la otra al unisono, y sin prestarle a atención a Kevin, subieron a sus habitaciones.

Lisa se acerco a ambos muchachos, les dio una ojeada rápida, y le dijo a Lincoln:

-Había una alta probabilidad de que esto sucediera.

Y desapareció en las escaleras también.

-¿Son... tus hermanas?

-Si... -Lincoln estaba algo decaído, hasta que otra aparición de Lucy a sus espaldas lo asusto de nuevo.

-Hola...

Kevin no parecía estar espantado.

-Suspiro...

Y siguió el mismo camino que sus hermanas.

-¡Hey! ¡Chico nuevo! ¡Atrapa! -Lynn pateo su balón de fútbol, estaba tan cansada que la pelota apenas rodó unos centímetros.

-¿Atrapar que?

Y entre quejidos Lynn lo dejo y volvió a su habitación.

-Ahora que recuerdo... Nunca le pedí a Lincoln nada. -Leni sonrió y también subió al piso superior.

Solo quedaron en la sala Kevin y Lincoln.

-¿Esto sucede a diario? -Le pregunto Kevin tomando asiento en el sofá verde delante de su gran televisión.

-Podría decirse que si. Supongo que ahora querrás irte... -Se rasco la cabeza algo apenado.

-¿Que? Por supuesto que no, acabó de llegar.

Lincoln se asombro al oír esto.

-¿En serio?

-Si... Me agradan tus hermanas, sobretodo la emo, no esta tan mal. Ahora, pon un videojuego antes de que me aburra y vuelva a mi casa. -Saco unas gomas comestibles de su bolsillo y se las llevo a la boca.

-¡Claro! —Lincoln ahora sonreía sin forzar la boca, coloco un disco en la consola que tenia, y le paso un mando a Kevin— Tengo que hacer algo primero, volveré en unos segundos.

Subió a su cuarto, y ya dentro río nerviosamente. Tomo varias bocanadas de aire, hasta que se calmo. Alguien más podía soportar a sus hermanas a parte de él.

-Quien lo diría. ¡Mis hermanas son agradables! Tal vez no debí juzgarlas mal... Ahora tengo un nuevo amigo, ¡Podemos jugar todos los días! ¡Esto es genial! ¡Tengo que contarle a Clyde de esto!

Tomo su radio, e intento contactar con su amigo.

-¡Nariz sangrante! ¡Aqui buen vecino! ¿Me copias? ¡No vas a creer que es lo que paso! ¡Tengo un nuev—!

Luego de varios segundos de estar callado y con una sonrisa en su rostro, recordó algo que Kevin menciono. Algo que quizá debió haber notado antes.

Clyde respondió a su llamado.

-¿Lincoln? ¿Lincoln que sucedió? ¿Estas ahí?

Su cerebro termino de asimilar la información que acababa de recibir.-Alto... ¿¡QUE DIJO SOBRE LUCY!?