Título: Fenómenos Naturales
Claim: Will Gardner/Alicia Florrick
Notas: Viñetas sobre los momentos más significativos en su relación. Spoilers hasta el 2x23.
Rating: T
Género: Romance/Angst
Tabla de retos: Tipos de tormentas
Tema: 01. Neblina


Los días se suceden con demasiada fácilidad, con rapidez, en un vaivén interminable. Como siempre, Alicia está atrapada en el medio, en el centro del túnel que podría llevarla a Wonderland o dejarla seguir su descenso eternamente, hacia abajo, siempre hacia abajo sin posibilidad de escapar. Se siente frustrada, se siente intimidada. Peter está en la cárcel, los medios están encima de ella como buitres al acecho y tiene que cuidar a dos hijos. Eso sin sumar las presiones de las Cortes y Apelaciones.

Sin embargo, entre toda esa locura y la neblina que empaña sus ojos de la realidad, la que ella misma ha colocado para protegerse y proteger a sus hijos, ciertas cosas se destacan, como faros luminosos en medio del mar. Su empleo, sí, puede ser asfixiante, las horas de tensión nunca se terminan, pero la satisfacción de ganar un caso y de ayudar a alguien le son suficientes. Kalinda, su mejor amiga, la que no pregunta demasiado, la que es impersonal pero franca, siempre útil en cualquier momento... Sus hijos... Diane, Will...

Levanta la vista de los papeles que está revisando ese día, sentada en su pequeña oficina rodeada de cosas. Will es su jefe, Will es también algo pasado. No debería de importar. Pero ella lo mira, sus ojos se pierden en su figura con disimulo, con rastros del pasado en el fondo de sus pupilas castañas, con rastros de duda, de miedo, de esperanza. Él se destaca. No es lo más ético, ni es lo mejor. No debería de atreverse siquiera a mirarlo, pero lo hace. Lo hace en medio de la neblina que se ciñe sobre su vida, interminable, peligrosa, llena de incertidumbre.

Lo hace, porque sabe que muchas cosas han cambiado. Ambos. Sus vidas. El mundo. Y si el mundo ha cambiado, ¿no puede permitírselo?

Después de todo, puede que ella...

Puede que ella ya no quiera ser la esposa ejemplar ya nunca más, ¿y no es ese el mejor paso para dejarlo en claro?

.

Will no puede evitar fingir que no la mira, que no distingue su silueta característica andando de acá para allá por los pasillos, centrada, seria, como siempre la recuerda. Está casada, se repite. Está casada y la oportunidad se perdió hace años. ¿No se había dicho a sí mismo que ya lo había superado? ¿No le había dicho a sí mismo su orgullo que era lo mejor? Está casada, repite su mente por tercera vez en el día, mientras trata de concentrarse en el último caso que le han asignado. Ha decidido permanecer con su esposo, ha decidido seguir apoyándolo. Y si no fuera por eso no estaría allí. ¿No es esa su elección?

Recuerda la conferencia de prensa, ella justo al lado de Peter, siempre tan correcta, siempre tan seria, las manos le temblaron al verla ahí, junto al desgraciado. Recuerda los días en Georgetown, la locura de su amor adolescente, las cosas que hizo por obtenerla, siempre fallando. No es que crea en el destino, no es que crea en cupido, es que no ha servido. ¿Y si no ha servido, por qué la distingue en medio de la neblina que es su vida? ¿Por qué, en cuanto llegó al bufette, sus ojos la traspasaron primero que a Cary?

No puede quejarse de su vida, tiene dinero, alcohol y mujeres. Las mujeres le llegan como lluvia de primavera. Pero todo es monótono, el dinero, el alcohol y las mujeres. Siempre se cansa, siempre es lo mismo: un juego de unos cuantos días, semanas o quizás meses, algunos acostones casuales y flirteos en la Sala del Jurado para luego terminar volviendo a la nada, en una rutina interminable.

No puede quejarse de su vida y no quiere sonar muy romántico, pero si las cosas se hubieran dado de otra manera en Georgetown, tan seguro como que se llamaba Will Gardner, él habría aceptado y cumplido los votos del matrimonio sin siquiera pensarlo.

Claro que, el hubiera no existe, ¿cierto?