Todos los personajes son de J.K Rowling y la Warner.

Esta historia no es mía sino de un amigo que me ha dicho si la puedo publicar yo. Si queréis mandar e-mail o reviews mandádmelos a mí que yo se lo haré llegar. GRACIAS

CAPITULO 1

Solo. Se sentía solo. Estaba solo.

Acostado, en su cama, en su habitación, en un lugar al que no podía llamar hogar. Odiado por sus habitantes, su propia familia. Repudiado por ser diferente a ellos. Despreciado por tener sangre mágica. Perseguido precisamente por tenerla. Desde que se enteró que era mago, nunca había tenido tantas ganas de dejar de serlo. Quería olvidarse de su mundo. Quería olvidarse de Voldemort, de la estúpida profecía, de los mortífagos, de Bellatrix Lestrange. Quería olvidarse de sus compañeros, de Gryffindor, de Slytherin, de todo Hogwarts. Olvidarse de la cámara secreta, de la piedra filosofal, del torneo de los tres magos, de la estancia en el Ministerio.

El Ministerio.

El departamento de Misterios.

La habitación del velo.

De repente, se notó transportado allí. El velo. La única cosa destacable de la habitación, y la más misteriosa. Nadie sabía que pasaba si lo atravesabas, o nadie quería saberlo.

Miró a su alrededor. Estaba solo. En esa habitación que lo había dejado marcado. Pero sintió algo extraño. No estaba rodeado del silencio habitual. Oía murmullos. Miró a su alrededor y observó que no había nadie. Se extraño. Escuchaba voces pero no había nadie cerca.

Una nueva voz se escuchó por encima de las demás. No entendió lo que decía, pero algo en esa voz se le hacía familiar. Y rápidamente se giró hacia el lugar desde procedía la voz. El velo.

Escuchó como los murmullos venían de esa dirección. Se acercó lentamente hacia él, y cuando estuvo a menos de un metro, dirigió su brazo hacia el objeto.

Cuando lo tocó, una fuerte luz blanca lo cegó, y se vio transportado a otro lugar, rodeado de gente, algunos con capas negras, otros vestidos con tonalidades más claras. Observó que alguien estaba a su lado, medio aturdido, y sin poder moverse.

Trataba de estira la túnica de su compañero, en un intento de escapar de la escena que estaban viviendo. Rayos de varios colores surcaban la sala, mientras que se arrastraba por las escaleras en un vago intento por salir de aquella escena.

Su compañero, hechizado, no pudo evitar que un pequeño objeto redondo se le cayera del bolsillo y se estrellara, destrozándolo por completo. Resopló frustrado.

En esos momentos, ese maldito objeto no le importaba lo más mínimo. Levantó la mirada para encontrarse con su director, Albus Dumbledore, con una mirada llena de furia. Avanzó sobre los mortífagos presentes, desatando el pánico entre las filas del Señor Oscuro. Solo dos personas eran ajenas a la entrada de Dumbledore:

-¡Vamos, puedes hacerlo mejor!- grito. Su voz resonó por la cavernosa sala.

El segundo chorro de luz le acertó en el pecho.

Vio el aspecto asustado y sorprendido del hombre, mientras caía y desaparecía tras el velo.

-¡SIRIUS!-

Y se despertaba repentinamente, jadeando y con los ojos llorosos porque, una vez más a lo largo de ese verano, había vuelto a soñar con la muerte de su padrino, Sirius Black.

Gotas de sudor recorrían su frente. Otra vez el sueño. Otra vez la caída de su padrino en el ministerio tras el velo. El misterioso velo. Del cual no se sabía absolutamente nada. O casi nada. Solo decían que quien lo atravesaba no podía volver.

Pero Harry no quería pensar que era imposible. Rendirse ante la muerte de su padrino no era una opción viable. Debía averiguar más sobre el velo para poder recuperar a su padrino.

Recordó las palabras de Luna:

-Y de todos modos, tampoco es como si no fuera a volver a ver a mi madre nunca más...-

-¿Ah, no?- dijo Harry dudando

-Oh, vamos. Tú los has oído, detrás del velo, ¿verdad?-

-Quieres decir...-

-En aquella habitación con el arco. Sencillamente estaban fuera de vista, eso es todo. Pero los escuchaste.-

Si Luna pensaba que podía ver a su madre, ¿Por qué no iba él a ver a Sirius? Aunque Luna estaba un poco loca, y creía en tantas cosas extraordinarias, sabía que había algo cierto en las palabras de su amiga Ravenclaw.

Intentó tranquilizarse para poder dormir un poco, pero no podía. Miró la hora en un pequeño reloj de pared que los Dursley habían puesto en su habitación, principalmente, porque su hijo Dudley le había roto la manecilla de los minutos. Aproximadamente eran las tres de la mañana.

Puso su mente en blanco e intentó relajarse, pero viendo que no lo conseguía decidió sacar uno de los libros de Hogwarts y leer un poco para distraerse. No consiguió leer ni una sola página. Los fuertes ronquidos de Vernon y Dudley no le dejaban concentrarse, como tampoco el hecho de que en la calle se oyeran ruidos provocados por el fuerte viento.

Se asomó a la ventana, y una ráfaga de aire fresco le golpeó en la cara. Cerró los ojos instintivamente y disfruto de ese momento. Su boca se torció en una pequeña sonrisa, la primera desde hacía días. En ese momento, su mente se vació, y sintió una extraña paz interior. Suspiró. Los pelos se le pusieron de punta cuando una nueva ráfaga de aire helado le golpeó en la cara, de manera que cerró la ventana, dispuesto a acostarse e intentar conciliar el sueño, cuando oyó un ruido en la ventana. Cuando observó de nuevo la ventana, vio a una lechuza golpeando el cristal.

Se acercó y dejó pasar a la lechuza. Era un animal de color marrón, no muy llamativo. Seguramente era propiedad de alguna lechucería. Observó que llevaba una nota en su pata derecha. La desató con cuidado, y cuando acabó, la lechuza salió por la ventana.

Harry se echó en la cama y abrió la carta. Distinguió enseguida de quien se trataba, por la esmerada caligrafía con la que estaba escrita. Era una carta de Hermione.

Hola Harry:

¿Cómo te encuentras? Espero que tus tíos te estén tratando bien, sino
quieren que Ojoloco les haga una visita (imagina sus caras)

Por aquí no hay nada nuevo. Parece que quien-tu-sabes se ha escondido,
porque no ha dado señales de vida desde el día del ministerio.

He de decirte que me voy de vacaciones a Bulgaria, con mis padres.
Vamos a estar en casa de Víctor, que muy amablemente nos ha ofrecido su
casa para no gastarnos dinero en un hotel. También nos hará de guía por
la zona mágica de Bulgaria. ¡Será muy emocionante!

También he de pedirte un favor. No le cuentes donde he ido de
vacaciones a Ron, ya que no creo que le haga mucha gracia que esté
fuera del país, por si me atacan los mortífagos, pero Dumbledore me ha
dicho que no hay problema.

Cuídate, y nos veremos pronto. Besos

Hermione

Harry observó divertido la parte en la que no debía hablar a Ron sobre el viaje de su amiga a tierras búlgaras, por una supuesta "sobreprotección" por parte de su amigo sobre los peligros actuales. Harry esbozó una nueva sonrisa. Sabía que Hermione no quería otra escena de celos delante de todo el colegio.

Pensó, divertido, en la cara de Hermione si de repente, en medio de la comunidad muggle, recibiera un Howler de su amigo Ron, que sería lo que le mandaría si llegase a enterarse de que Hermione estaba en casa de Krum.

Cogió pergamino, tinta y pluma y se dedicó a escribir una pequeña respuesta

Hermione:

Tranquila, no le diré nada a Ron, pero será peor si llega a enterarse
después.

Espero que te lo pases bien allí.

Cuídate. Besos.

Harry

Dobló con cuidado el pergamino y lo introdujo en el mismo sobre en el que le había llegado la carta. La dejó a un lado, ya que Hedwig había salido para entregar un mensaje a la Orden, para que no fueran a Privet Drive. Se tumbó en la cama y esperó a que el sueño le venciera, otra vez.