Capitulo 1: La Huida

Era una fría mañana del 8 de Noviembre cuando en una pequeña casa nació un niño con el cabello azul marino y con unos ojos tan hermosos como el azul cielo de una despejada mañana de invierno. El único error que cometió este niño fue haber nacido en una casa en la que no lo querían. Su nombre es Milo...

7 años después...

Era una hermosa y cálida mañana de Septiembre como suelen ser todas en Atenas, Grecia. Un niño con una mirada triste se encontraba sentado en lo alto de un risco viendo como el sol iluminaba las tranquilas aguas del Mar Mediterráneo cuando de pronto oyó un ruido extraño.

- ¿Pero que fue eso? - se preguntó extrañado volteando la cabeza a todos lados - ¿de donde proviene ese ruido?

Milo se levantó y empezó a buscar por todos lados de donde provenía ese ruido y de pronto, en una pequeña cuevecilla cerca del lugar donde se encontraba vio a un pequeño perro con una pata lastimada y al verlo en ese estado decidió llevárselo a su casa aunque él ya sabía que sus padres no lo iban a aceptar.

Su casa no era grande ya que no eran gente de dinero. Su madre no era muy bonita; era alta y generalmente siempre estaba de mal humor. Su cabello era largo y negro y sus ojos eran café claro y su piel era medio morena. Su padre también era alto, tenía el cabello azul marino y los ojos azul claro; era muy trabajador pero lo poco que ganaba lo invertía en el alcohol. Era una persona muy violenta y muy a menudo golpeaba a Milo.

Cuando Milo llegó a casa intentó pasar inadvertido ante sus padres por el perrito pero desgraciadamente no lo logró. Su padre lo escuchó llegar e inmediatamente fue a verlo. Al ver lo que traía en los brazos se enojó.

- ¿Pero que demonios es eso? - preguntó el padre gritando

- Es un perrito y esta lastimado - contestó Milo asustado dando un paso hacia atrás - ¿Puedo quedármelo mientras se recupera?

- ¡Por supuesto que no! ¿Crees que tenemos suficiente dinero como para cuidar de ese maldito animal? Muy apenas te podemos cuidar a ti, mocoso malagradecido - y al decir esto le dio una bofetada que lo tiró al suelo.

Milo se levantó y corrió en dirección a la puerta pero su padre logró agarrarlo del cabello

- ¿Con que te quieres largar, eh? ¡¡¡Pues lárgate!!! ¡¡¡Aquí ya no te queremos!!!

Milo intentó safarse pero antes de lograrlo su padre abrió la puerta y lo aventó. Su madre estaba observando todo desde la cocina con una gran sonrisa dibujada en su rostro y antes de que el señor cerrara la puerta, éste le grita a Milo

- ¡Y no te queremos volver a ver por aquí!

Y dicho esto la puerta se cerró frente a sus ojos. No lo pudo evitar, una inmensa tristeza invadió a Milo y empezó a llorar silenciosamente y por unos minutos se quedó sentado en lugar donde había caído, pero después se dio cuenta de que sus padres hablaban en serio. Se levantó y empezó a caminar sin rumbo fijo buscando un lugar donde pasar la noche. Después de unos minutos vio a una pequeña familia y el niño que los acompañaba vio al perrito que traía en brazos.

- Papi, quiero un perrito - dijo el niño al mismo tiempo que jalaba la camisa de su padre

- Si, esta bien tesoro - le contesta su padre

Al escuchar eso, Milo se dirigió hacia ellos

- Si quieres ten este, sólo que tiene una patita lastimada pero estoy seguro de que cuidaran bien de él - dijo Milo mientras esbozaba una pequeña sonrisa

- ¿Puedo? - preguntó el niño a su mamá y después dirigió su mirada a su papá

- Claro que sí - diciendo esto la señora, Milo le entrega el perrito al niño y éste lo agarra con mucho cuidado

- Gracias - dijo el niño con una gran sonrisa en el rostro y Milo no pudo evitar el sonreír también.

La familia se alejó y Milo no podía dejar de sonreír aunque no duró mucho tiempo con la sonrisa en su rostro y cuando la familia se perdió en una esquina se volteó hacia el horizonte para ver el atardecer y de pronto sintió una extraña presencia detrás de él.