Title: Freedom's Wings
Rating: PG-13 este capítulo. Sera NC-17 al final
Genre: Drama/Romance/Humor
Pairing: Dean/Castiel
Spoilers: en algún momento de la sexta temporada, aunque puede que haya un poco de AU
Warnings: lenguaje sucio, sexo M/M. Sin betareader por lo tanto, es toda mi culpa si existen errores o demases.
Word Count: ~ 4000 words este capitulo

Summary: Una cacería lleva a Dean a descubrir un secreto que Castiel jamás le reveló. Su deseo por conseguir que Castiel confíe en él lo lleva al extremo de sus acciones al punto de casi perderlo…

Capitulo 1

Sam era el genio aquí, no él. Era al pequeño Sammy a quien le gustaba la parte de investigación en sus cazas. El que hacía toda la búsqueda en su laptop sin el esfuerzo de tener que moverse de la habitación del albergue. Así que cuando Bobby le pidió ir a investigar a una biblioteca local, del pueblo donde estaban llevando a cabo su nueva cacería, Dean no pudo más que protestar.

Sam había estado fuera las últimas tres horas por lo menos, entrevistando a las distintas personas involucradas en lo que habían sido aparentemente suicidios al azar, pero ellos sabían que era más que eso. Cuando una parejita de enamorados se suicida uno puede teatralmente evocar a Shakespeare y su Romeo & Juliet. Pero cuando cinco parejas de adolescente se suicidan en alguna especie de rito sexual desagradable, algo hay detrás. Así que resignado, sabiendo que no tenia más opción aquí, se dispuso a buscar la información.

Como Sam era más táctil que él, habían preferido que el menor de los Winchester sea quien haga las averiguaciones para detectar posibles parejas con intenciones suicidas. A demás, de recolectar toda la información posible, sin incomodar a los familiares de las víctimas.

La idea era tratar de investigar sobre la historia del pueblo, quizás en algún momento hubiese existido allí alguna bruja, algún asesinado sádico, alguna masacre a algún amante que ahora quisiera tomar venganza.

La biblioteca en el pequeño pueblo era más grande de lo que esperaba. Al parecer su dueño, un viejo canoso de alrededor de 86 años, era coleccionista desde su infancia y poseedor del dinero suficiente como para recorrer el mundo había terminado construyendo en una antigua casona una inmensa biblioteca con los libros que había ido recolectado durante sus viajes.

El viejo era simpático y a pesar de no tener la necesidad de trabajar era él mismo quién atendía a los clientes. Él claro, y algunos ayudantes. La vieja casona donde había elegido mostrar a su pueblo un poco del mundo tenía tres pisos con grandes salones, rodeados de mesas, sillas y sillones por doquier. Al parecer no había estado errado en construirla ya que tenía gran concurrencia, sobre todo entre adolescentes.

Dean se presentó como un agente del FBI investigando los casos de asesinatos. El anciano entusiasmado con la posibilidad de oír nuevas historias lo había recibido con total simpatía. Una vez que le había explicado cuál era su teoría, aunque omitiendo obviamente la parte de los posibles fantasmas vengativos, el viejo lo había guiado hasta la sección de historia.

Allí, entre muchos libros viejos, derruidos por los años, había unos cuantos periódicos de por lo menos cien años atrás. Sabía que no sería una tarea fácil, pero por suerte aparentemente el viejo se había tomado el trabajo de marcar los acontecimientos más relevantes en cada uno por lo que esto reduciría mucho su tiempo de búsqueda.

—Fíjate en estos muchacho —Dijo el viejo extendiéndole una pila de periódicos—. Recuerdo que había separado estos del resto porque tenía allí noticias que habían conmocionado el pueblo entero… aunque no puedo recordar exactamente cuáles. Ya ves, mi memoria no es tan buena como solía ser.

—Muchas gracias señor, esto será de gran ayuda.

Finalmente no había encontrado nada que pudiera ayudarles en ellos. Había sido una búsqueda inútil, y una pérdida de tiempo.

Cuando estaba por retirarse del lugar un libro negro con escrituras doradas como fibras de hilo de oro en su tapa llamó su atención. En la tapa tenía el dibujo de un Angel ensartando un dragón con su Lanza. Dean revoleó sus ojos pensando en Michael. El libro le recordaba a una vieja biblia, demasiado viejo y muy bien cuidado para una biblioteca como aquella. Aunque recordando al anciano que se dedicaba a cuidarla, y que había traído muchos de estos libros de sus viajes, pensó que quizás podía haber algo interesante en sus páginas después de todo.

El libro parecía estar redactado en primera persona y Dean no tardo en darse cuenta que era una historia contada desde el punto de vista del propio Michael. Había en ella mucho que el cazador ya conocía, tal como la historia de la creación, o de cómo el Arcángel había expulsado por pedido de Dios a su propio hermano, Lucifer, de los cielos.

Si Dean no odiase la lectura, habría creído que aquel era un cuento muy bien elaborado, porque, ¿Qué posibilidades había de que fuese una historia real? Bueno… real era, pero ¿Pertenecían aquellas líneas al propio Michael? Nah, eso era imposible. ¿O no?

Dean continuó leyendo, pasando páginas al azar, leyendo algunos párrafos aleatorios aquí y allá, hasta que una imagen llamo su atención. En ella se venía a Michael admirando lo que parecía una bella doncella de largos cabellos que Dean imagino dorados como el trigo. La muchacha estaba parada en lo que parecía un peñasco extendiendo sus manos hacia el Arcángel cuyas enormes alas estaban desplegadas en vuelo, inclinado sobre la doncella, y en su mirada se manifestaba lo que parecía amor y anhelo.

Podría ser una imagen cualquiera, si no llevase como título "La traición de Michael".

Dean decidió leer un poco más. Tenía algo de tiempo hasta que Sam se contactase con él. En el libro Michael describía como había conocido a su "amada", una princesa destinada a ser su encargo, tal y como Dean era el encargo de Castiel. Y cómo esto generó la ira de Dios, su padre. Era un relato sobre confianza y amor. Y obviamente, con final trágico.

El arcángel aparentemente enamorado de la muchacha, había cometido el error de mostrarle su Alas mientras hacían el amor, lo que él describía como el mayor acto de entrega e intimidad que un Angel podía tener con un humano. A los ojos de su padre, un completo Pecado. A los ojos de sus hermanos, rebeldía.

Algo en el estomago de Dean se revolvió al pensar en Castiel. En como su relación había ido creciendo en el tiempo que llevaban de conocerse. Ya habían pasado casi dos años desde que el Ángel lo había rescatado del infierno salvando su alma del tormento y la soledad, reconstruyendo su cuerpo célula por célula.

Cómo la acción de Michael podría resultar un mal ejemplo para sus hermanos, la ira de Dios había caído como un golpe mortal sobre la pobre muchacha. Temiendo que Michael pudiera seguir los pasos de Lucifer en su codicia, había decido matar a la muchacha, que al parecer estaba embarazada y mandarla al infierno a las garras de Lucifer, para mostrar al Arcángel su supremacía.

Michael desolado, se había enfurecido con su padre. Pero éste mañoso y astuto, le había prometido al Arcángel que si le entregaba su entera devoción y obediencia, algún día le devolvería la vida a su amada.

Al parecer Dios era realmente un bastardo manipulador, y Michael no era tan hijo de puta como pensaba.

Dean supuso que de allí podría venir su rebelión, y la intención de sitiar el infierno, matar a Lucifer y rescatar a la muchacha, la cual Dean imaginó que nunca había sido resucitada.

Unas líneas más llamaron su atención, debajo de otra imagen de Michael con sus alas desplegadas había una nota de aclaración, en letras chiquitas, como en los contratos donde viene la parte importante. A veces, la parte mala.

Tiene que haber mucha confianza para que un Angel te deje ver sus alas. Debe haber mucho más todavía, para que te deje tocarlas.

Tocarlas… -Pensó Dean. Nunca se había preguntado antes dónde el Angel escondía sus alas, o como se sentirían bajo sus dedos, contra su piel, si olerían a libertad, tal y como Cas suele oler a veces.

Una voz lo sacó de sus pensamientos. — ¿Te gusta la historia de los Ángeles muchacho? Tengo montones de libros… y muchos recuerdos también. Tuve una vez un amigo que trabajaba en el vaticano. Recuerdo que estudiaba a los Ángeles cada día de su vida, y así durante muchos años. ¿Qué estabas leyendo? —Dijo tomando el libro de la mano de Dean—. Ah la historia de Michael. Pobre… trágica historia. Digna de una novela. Pero pocos hay ya que se interesen por esas historias… aunque podría hablarte un poco de ellos si quieres y la memoria no me falla. ¿Crees tú en Ángeles?

Estaba a punto de decir NO, pero una imagen de Cass, su propio Ángel le vino a la mente. —Sí…

—Los ángeles son seres inteligentes ¿sabes?, capaces de sentir, de amar y odiar como nosotros. Aunque están hechos para la obediencia, y son casi incapaces de tomar sus propias decisiones. No tienen sexo. Son una especie diferente a la especie humana. Existen en una frecuencia vibratoria levemente más fina que aquella con la que nuestros sentidos físicos están afinados. Esto significa que no podemos percibirlos comúnmente con nuestros ojos y oídos, pero ellos sí pueden percibirnos a nosotros. Nuestras realidades se inter penetran mutuamente y la de ellos abarca y envuelve la nuestra. Solo podemos verlos si visten un cuerpo humano como cubierta para su gracia, y sus alas se esconden de nuestra vista en un plano diferente al nuestro. Hay que ser muy privilegiado para que un Ángel te deje ver sus alas. Aparentemente es un obsequio que muy pocos tuvieron la suerte de recibir.

— ¿Usted cree que es verdad? Digo… lo de su amada, y lo de las Alas…

—Sí, toda la historia. Pero dicen también que si uno toca con sus manos la espalda de un cuerpo poseedor de un Ángel puede sentir la energía desprenderse de las alas. Aunque no te lo recomiendo, tengo entendido que son muy sensibles. Tanto como tus partes… y los Ángeles son muy reservados. No creo que les guste esa clase de intimidad. Al menos que sea con alguien de su confianza. Esta historia demuestra que contrario a lo que se dice, los Ángeles son capaces de sentir, y por supuesto son capaces de Amar—Dijo el viejo con una mirada especulativa. Dean se había quedado absorto. Si bien imaginaba que la existencia de los Ángeles y de Dios, etc., etc., no pasaban desapercibido para muchas personas, no imaginó que una persona común, como aparentaba ser ese viejito, podría saber tanto. Y si se lo había inventado, no parecía estar muy lejos de la realidad tampoco. Se preguntó también si sería verdad lo que contaba de las Alas y si podría usar su conocimiento con Cass. Algo en el estómago de Dean se revolvió al pensamiento de Cass mirándolo con sus enormes ojos azules, sus alas desplegadas en su espalda. No es que a Dean le gustaran los hombres, por supuesto que no. Si había algo que Dean amaba eran las mujeres, sus largas y hermosas piernas, y sus redondas y firmes tetas. Pero había que ser de piedra para no emocionarse ante la forma en que Cass solía observarlo a veces, esas miradas profundas y sus toques casuales. La adoración que Dean podía ver en sus ojos cuando lo miraban… era por lo menos difícil no pensar en ello a menudo. Y saberse poseedor de semejante información de verdad no tenía precio. Sería muy idiota en no aprovecharla. No podía dejar de imaginarse al inmutable Angel perturbado por pequeños pero bien asestados toques.

— ¿Cómo es que sabe tanto de Ángeles?

—Un poco de aquí, otro poco de allá. Buscar en los lugares correctos, tener los amigos apropiados. Pero sobre todas las cosas mucho dinero. He pasado la mayor parte de mi vida investigando sucesos paranormales relacionados con Ángeles y Demonios, y aunque debo admitir que era un escéptico al principio, con los años me fui dando cuenta que no podría ser imposible después de todo.

— ¿Qué le hizo cambiar de opinión?

—Mi hija. Hoy debería tener cerca de 50 años, si no hubiese sido asesinada por Demonios. Y sé que esto puede quizás sonar loco para usted un hombre del FBI, pero así fue.

— ¿Demonios? No, créame. No lo considero loco en absoluto. ¿Qué fue lo que ocurrió con ella?

—Ella y su esposo querían tener un bebe. Pero Linda no lograba quedar embarazada. Entonces un día un hombre, de aspecto halagüeño y simpático les ofreció ayuda. Dijo que solo tenían que hacer un trato con él, y que Linda quedaría embarazada en breve si aceptaban el precio. Como yo era un hombre acaudalado, y su esposo no estaba falto de recursos tampoco decidieron aceptar el trato, sin atenerse a cuáles podrían ser las consecuencias. Dos días más tarde Linda lucía un vientre de nueve meses de embarazo. Primero, creímos que era un milagro, hasta que el hombre apareció para cobrar: quería su Alma. Cuando Linda se negó, sus ojos cambiaron de golpe…

— ¿A negro?

—No, amarillo. Mató a Linda y Joseph delante de mis ojos, y se fue llevándose al bebe consigo. Nunca más pude encontrarlo, y desde entonces no paré de investigar acerca de ellos.

—Así fue como supo de los Ángeles.

—Sí. Un amigo mío, compañero de Universidad que trabajaba en el Vaticano me fue proporcionando información, y a medida que descubría nuevos libros o manuscritos, yo se los llevaba para investigar. Después de años, cuando él finalmente falleció. Decidí volverme a mi pueblo, aquí. Yo ya era muy viejo para seguir con mis viajes, y me traje todos los libros conmigo. Muchos están en la biblioteca, otros los conservo en mi casa.

— ¿Y qué más puede contarme acerca de los Ángeles? ¿Ha visto alguna vez alguno?

—No he tenido el placer de ver alguno. Pero muchas veces, he podido percibir la presencia de ellos cerca de mí.

— ¿A qué se refiere con percibir?

—No hay una manera correcta de percibir a los ángeles. Se manifiestan de mil modos diferentes a diferentes personas, con apariencias que son sumamente personales según cada individuo. —Dijo el viejo, acomodándose en la silla al lado de Dean—. Normalmente se comunican con nosotros en nuestros sueños, normalmente los vemos como figuras sabias o protectoras que nos prestan consejo o ayuda o simplemente nos hacen felices con su sola presencia; pero a veces los vemos como ángeles en la imagen de seres perfectos, espléndidos y de una belleza absolutamente pura. Durante las horas de vigilia también podemos percibirlos bajo determinadas circunstancias. Algunas personas sienten su presencia físicamente, como un escalofrío o un cosquilleo en la nuca, como "piel de gallina" en los brazos o como una sensación de calor más o menos intensa; algunos pueden ver fugazmente alguna luz, una figura alada, o simplemente algún desconocido que les resulta extrañamente familiar, otros pueden escuchar sonidos sutiles como campanitas o percibir un perfume o aroma agradable sin ningún motivo aparente. Las apariciones inesperadas de ciertos animales o las sin cronicidades que nos llevan a leer mensajes que forman parte de otros contextos como anuncios o titulares de periódicos, son también subterfugios que utilizan nuestros ángeles para entrar en contacto con nosotros. Yo a menudo los siento en mis sueños, cuando comienzo a tener pesadillas sobre Linda, puedo sentir una mano amiga sobre mi frente, y el sueño cambia completamente. Sin embargo en los últimos años, algo ha estado cambiando…

— ¿Cambiando? ¿Cómo?

—Por lo que mi amigo pudo decirme antes de morir, ellos mismos dicen que por reorganizaciones dentro de su propio dominio, están recibiendo instrucciones de establecer con nosotros un contacto más estrecho. Así como nosotros estamos evolucionando, los ángeles también. Así como es arriba, es abajo. El universo funciona sobre la base de la necesidad de saber; cuando preguntamos, se nos responde. Los ángeles están aquí para responder nuestras preguntas y ayudarnos a evolucionar. Al hablar con nuestros ángeles extendemos y expandimos nuestra capacidad de crecimiento y transformación y nos acercamos más a nuestro Creador. Al menos así es como era…

—Nunca han conocido más allá de las órdenes de Dios, al menos eso tengo entendido —Aclaró cuando el Viejo lo miró a los ojos.

—Tal vez así era. Pero ahora los Ángeles han conocido el libre albedrio de la mano de los humanos y lo anhelan más que a nada. Una vez fueron grandes en gloria, orgullosos y poderosos. Pero luego Dios creó al hombre, y le dio la libertad que los Ángeles nunca tuvieron, y los asignó a protegerlos y cuidarlos. Y en un principio todo era obediencia, porque así es como habían aprendido. Pero luego algo fue cambiando en sus pensamientos. Fueron acercándose de a poco a los humanos y aprendiendo de ellos nuevas costumbres. Y ahora quieren más…

Justo en ese momento el celular de Dean comenzó a Sonar. Era Sam obviamente, al parecer había encontrado una pareja en pleno proceso para llevar a cabo el ritual de suicidio y necesitaba su ayuda.

—Lo siento, tengo que irme ya. Quizás en otra oportunidad con más tiempo podamos volver a encontrarnos.

—Claro muchacho, que más quiere un viejo como yo que alguien con quien hablar. Puedes volver cuando gustes.

Dean se dirigió entonces donde Sam le había indicado que estaba. Aparentemente en el viejo cementerio en una de las criptas, dos jóvenes habían dispuesto velas y algunos signos con sangre alrededor del lugar.

Había decidido ir a investigar las tumbas de acuerdo a algunos relatos que había obtenido y entonces, casi por casualidad había visto la pareja entrar en una de las criptas, tomados de la mano. Lo que más había llamado la atención era que la muchacha lloraba casi desconsoladamente. Y en un principio había pensado que por ahí el muchacho la estaba obligando a tener relaciones sexuales o algo así…

Pero cuando se asomó para ver lo que estaba pasando vio a la muchacha cortando su mano con un cuchillo y dejando caer su sangre en una especie de cáliz. Era igual a como los otros rituales habían sido llevados a cabo así que no dudó ni un segundo. Primero llamó a Dean para indicarle donde estaba y luego saltó por la puerta, mostrar su placa del FBI y apuntándoles con su arma.

Pocas veces en sus viajes habían visto cementerios que pudieran rivalizar aparentemente con aquel del Pueblo donde estaban, que parecía un lugar mágico, impregnado de historia, de leyendas y de misterio en cada una de sus esquinas, de sus callejones, en los mausoleos y viejos sepulcros… Todo parecía adquirir un tinte de antaño que te hacía echar la vista atrás y, entre los ecos pasados de violines y pianos, recorrer sus empedradas callecitas hasta llegar al viejo panteón donde, encajonado entre edificios y antiguos oratorios, destacaba una inmensa estatua de un Ángel.

Ese debe ser el lugar —Pensó Dean recordando la descripción que Sam le había dado del lugar.

En el viejo cementerio había lujosos panteones, monumentos de costosos mármoles, había flores, adornos, cruces y estatuillas por doquier… Y entre medio de numerosas farolas cientos de lápidas se alzaban por pequeñas colinas. A pesar de la falta de cuidado, aparentemente por la construcción del nuevo cementerio, destacaba la belleza bajo las matas de yuyos y musgos crecidos.

Viendo el reducido espacio del cementerio, era casi obvio entender qué había llevado a la construcción de uno nuevo. Aunque no podía entender cómo el lugar había sido abandonado, cuando prácticamente era un Museo arquitectónico.

Dean encontró pronto la cripta. No era muy difícil de reconocer ya que la noche casi les había caído encima y esa cripta justamente era la única que se veía iluminada de los alrededores.

Todo parecía estar tranquilo y silencioso. Dean, sospechando que algo pudo haberle ocurrido a Sam se acercó con extremo sigilo a una de las ventanas. Sam les apuntaba con el arma, y los niños sentados en el suelo prácticamente uno sobre el otro del fuerte abrazo que se estaban dando no paraban de llorar.

Dean entró entonces por la puerta. Al parecer luego de gritos, forcejeos, mucho llanto y desconsuelo, por fin Sam había conseguido reducir a los jóvenes amantes y lograr que contaran su historia.

El ritual era sencillo, y se lo habían estado pasando unos a otros en la escuela a la que los jóvenes asistían. Consistía en entregar su sangre como sacrificio, ambos jóvenes debían ser vírgenes, y el hechizo resultante era una unión por toda la eternidad. Claro que a los ojos de dos estúpidos jovencitos "toda la eternidad" no parecía ser mucho tiempo…

Y por lo que los jóvenes creían, el resto de las parejas habían fallado porque uno, o ambos habían mentido en cuanto a su castidad.

Los rituales son prácticas mágicas para conseguir algo. Nunca influirán negativamente si su intención a la hora de realizar el ritual es buena y positiva. Pero para Sam y Dean, era evidente que esos muchachos no tenían buenas intenciones y terminaron pagando el costo con sus vidas. Lástima que a demás se cobraron la vida de los inocentes que los acompañaban.

Llevaron a los jóvenes a sus respectivas casas, y antes de retirarse les pidieron la lista de estudiantes a los cuáles les había llegado el hechizo para advertirles de su peligro, y se marcharon al hotel.

Ambos estaban cansados, y luego de cenar se fueron a acostar casi sin hablar. Al menos para Dean había sido un día bastante productivo en cuanto a la información que había conseguido.

Ahora solo le restaba poner a prueba su autenticidad.

A Dean le costó dormirse esa noche, no podía dejar de preguntarse cómo hacer su movimiento de forma sutil sin que el Ángel notara sus intenciones y o bien le rompiera la cara, o terminara huyendo de su lado. Para conseguir una respuesta satisfactoria tendría que hacerlo caer por él. Este pensamiento lo llevo a preguntarse cuáles eran realmente sus intenciones para con Castiel. Si conseguía una reacción de éste, ¿actuaría en consecuencia?

Dean no estaba seguro de qué era exactamente lo que quería conseguir. Después de todo si Cass nunca había mostrado sus alas, tal vez no tenía la suficiente confianza para ello. Pensar en esto le hizo sentir un nudo en el estómago. ¿Acaso Castiel no se cansaba de decirle cuán importante Dean era para el mundo, y que había dejado todo y se había revelado por él? Entonces ¿por qué no consideraba a Dean digno?

O tal vez lo hacía, pero temía que Dean no estuviese interesado de igual manera y esto le hiciera sufrir…

Aun así, ¿estaba él realmente interesado en llevar su relación con Cass a un nivel aún más personal?

Estos y muchos pensamientos similares hicieron al mayor de los Winchester dar varias vueltas en la cama.

Solo había una forma de estar seguro. Y poner a prueba sus nuevos conocimientos podía ayudarle a despejar varias de sus dudas. Solo esperaba no terminar lastimando a Cass en el proceso.

Al día siguiente Dean se levantó con más entusiasmo del que realmente pretendía. Sam le había dicho que iba a aprovechar para visitar la biblioteca, el muy nerd y buscar un poco de información en los libros lo que le dio a Dean el tiempo y al oportunidad justa para llamar a Cass a su celular.

Al segundo timbre del llamado, la profunda voz del Ángel le respondió. No hizo falta siquiera una excusa para hacerlo ir hasta allí. Y en cuanto Dean hubo terminado de dictarle la dirección Cass hizo pop up y se apareció a su lado. No tan cerca como de pronto Dean sintió que le hubiera gustado, y lamento la cantidad de veces que le había gruñido por su "espacio personal".

—Hey Cass tanto tiempo sin verte —Le dijo Dean palmeándole el hombro con descuidado como si hubiese sido un movimiento al azar. A Cass no pareció molestarle y Dean sonrió disimuladamente.

—Hola Dean ¿Necesitabas algo?

—Mmhhh No, no realmente. Solo llamé para ver cómo te iba con tu búsqueda de las armas y el tema de las Almas… ya sabes, solo para conversar.

—Ah… —Si la voz de Cass le había sonado decepcionada, Dean no dijo nada al respecto. En cambio, abrió la computadora de Sam, donde su hermano había estado haciendo unas investigaciones de donde podían encontrarse algunas de las armas que podían ayudar a derrotar a Raphael.

—Mira encontramos algunos datos de utilidad para tu búsqueda.

Cass se acercó a Dean y se inclinó para mirar mejor en la pantalla. Dean aprovechó la oportunidad.

— ¿De…Dean? —La voz entrecortada del Ángel le dijo que el viejo había tenido razón después de todo. No había hecho falta más que una pequeña excusa de mostrarle la información en la PC de Sam a Cass para que este se inclinase a observar la pantalla, mientras Dean aprovechándose completamente de su inocencia había apoyado una mano gentil en su espalda. Justo en el medio de los omoplatos. Justo donde se suponía que las alas debían estar. En principio Cass había dejado escapar un sonoro suspiro dando a Dean un escalofrío que se fue directo a su entrepierna. Pero como no hubo quejas al respecto se atrevió a hacer círculos con el pulgar en el lugar donde había dejado firmemente depositada su mano. Eso había parecido ser suficiente porque al instante Cass había dado un salto de dos metros alejándose del cazador y sus enormes ojos azules lo miraron nublados de miedo. O lujuria, tal vez una mezcla de ambas.

—Lo siento —Sonrió contraído Dean haciéndose el inocente—. ¿Hice algo mal?

Cass negó con la cabeza y se acercó unos pasos aunque mantuvo la distancia. Pero a Dean no se le había escapado su reacción. La forma en que los ojos del Ángel parecieron brillar más de lo normal. Como su respiración aumento agitado, y su cuerpo se había tensado bajo su toque. Esa validación era todo lo que necesitaba. Castiel había reaccionado justo como esperaba. Lo que no había esperado era la forma en que su propio cuerpo había respondido tal acción. Su entrepierna los estaba estrangulando, y la necesidad y el deseo de ver a Cass retorcerse bajo su toque lo lleno de deseo y ambición.

Ahora sabía que no iba a detenerse hasta conseguir que Castiel le mostrara sus alas. Y por la forma en que había estremecido su cuerpo, estaba seguro que su nueva adicción sería conseguir esa y muchas más reacciones del Ángel.