Bueno, mi primer fanfic en esta página.
Como siempre se debe decir One Piece no me pertenece ni tampoco sus personajes, pero el argumento y el nuevo personaje sí lo son.
Como ya dije en el summary este fanfic será mayoritariamente ZoroxNami aunque habrá algún toque SanjixNami
Os debo decir también que el fanfic está casi terminado, llevo escritos 14 capítulos y sólo me faltan por escribir un capítulo más y el prólogo así que actualizaré cada poco.
Rewievs por favor! Que quiero saber qué os parece, lo agradeceré mucho!
Gracias por leerme y kissukos a todos!1
CAPÍTULO 1: LA VIDA SIGUE IGUAL.
Una bandera pirata ondeaba al viento desde lo más alto del mástil de ese pequeño y destartalado barco. La descolorida y seriamente perjudicada madera crujía bajo la más mínima de las presiones. La tela de las velas amarillenta y raída luchaba por mantener vivo el dibujo de esa enorme calavera que lucían sus gastadas fibras. Las oxidadas placas de metal que ayudaban a mantener en pie al mástil dañado parecía que iban a saltar de un momento a otro, pues los clavos que las sujetaban empezaban ya no a oxidarse, sino a corroerse fruto del mal trato que el agua salada les daba.
Un grupo de 7 jóvenes, ninguno de ellos mayor de 28 años se dedicaban a sus quehaceres deseando en cierto modo que acabase ese anodino y monótono día y que de alguna forma con el nuevo amanecer apareciese una nueva aventura en su horizonte, y, sobre todo en lo que se refiere al capitán del barco, estar ocioso es lo peor que podía pasar.
Un chico moreno, el cual se caracterizaba por llevar puesto un viejo sombrero de paja maltratado por el sol y las constantes luchas, saltaba de un lado a otro de la cubierta de proa rogando comida a grito pelado acabando así, por increíble que parezca, con todo el silencio y la tranquilidad que puede haber en alta mar en un soleado día de primavera.
En la misma cubierta un joven de tez morena, pelo negro y una larga nariz se afanaba mezclando distintos productos y montado y desmontando pequeños artilugios cuya única utilidad parecía ser la de entretener al joven un rato.
Desde la cubierta se podía oír claramente el sonido de cacerolas y demás utensilios dentro de la pequeña cocina donde se encontraba un chico alto y muy delgado, rubio y de dulces facciones que se fumaba un cigarrillo a la vez que hacía un zumo de unas extrañas frutas de color morado que había comprado en la última isla en la que habían desembarcado. Por otra parte y dentro de la misma estancia, aunque eso sí, un poco alejada de donde se encontraba el muchacho, una mujer morena y de enormes y hermosos ojos azules se mantenía absorta y completamente evadida del Mundo exterior enfrascada en un interesante libro sobre unas extrañas escrituras que se había encontrado recientemente en una isla del Mar del Sur.
En la cubierta de popa, un ser extraño que aparentaba ser un pequeño reno de nariz azul y que más bien parecía un peluche con vida propia hablaba consigo mismo mientras mezclaba varias hojas de distintas plantas en un mortero intentando hacer una especie de ungüento que ayudase a acelerar el proceso de curación de heridas superficiales.
Por último, en la parte alta de la cubierta de proa otras dos figuras completaban la tripulación del barco al completo. Una de las figuras pertenecía a un joven de cuerpo musculoso, con una piel bronceada de un bonito color, que, por extraño que parezca, hacía que su pelo verde no resultase extraño. El chico dormitaba a ratos apoyando su espalda contra la baranda del barco, eso, sí, sin soltar en ningún momento las tres espadas que había a su lado. Y para finalizar, a un par de metros del peliverde una voluptuosa muchacha de melena naranja y enormes ojos negros exhibía su cuerpo con un diminuto bikini azul marino adornado con unos cerezos blancos bordados en él, reposando en una tumbona mientras ojeaba un mapa de una isla que habían dejado atrás hace tiempo.
Pasados unos minutos, la joven pelirroja dejó en mapa en el suelo, poniendo sobre él sus gafas de sol, evitando que éste se volara. El chico que reposaba a su lado se despertó y observó por el rabillo del ojo como la chica bajaba las escaleras y tras esquivar al chaval del sombrero de paja, el cual seguía pidiendo comida a gritos, siendo ignorado por completo por el cocinero , se acercó a la puerta de la cocina y sin ni siquiera entrar se aclaró la garganta y se dispuso a comenzar su numerito.
-Sanji-kuuuuuuuuuuuuuuuuuuun-dijo la joven en el más meloso y dulce de los tonos- me apetece picar algo..¿Tienes algo para mi Sanji-kuuuuuun?-
El chico que hasta hace un momento estaba durmiendo no pudo evitar soltar un bufido ante la situación y decir un "Idiota" bastante audible ante la escena que se sucedió segundos después.
La puerta de la cocina se abrió de golpe haciendo aparición el chico rubio que sostenía un enorme vaso de dulce y sabroso zumo de frutas en una mano y un pequeño plato con unas trufas de chocolate en la otra.
-Nami-swaaaaaaaaaaan, mi bella y dulce princesa, para ti tengo todo lo que quieras y más mi hermosa damisela- dijo Sanji arrodillándose ante ella y tendiéndole el zumo y las trufas ceremoniosamente.
-Gracias Sanji-kun, eres un amor, ¿me lo podrías llevar allí? Ooo-neeee-gaiiii – añadió la joven poniendo ojitos y con un tono aún más empalagoso si cabe, señalando la tumbona donde antes se encontraba
-Pues claro que sí mi pelirroja, es lo menos que puedo hacer por ti hermosa navegante de mi corazón- Sanji fue prácticamente corriendo hacia la tumbona mientras la navegante se dirigió hacia su camarote para desaparecer un momento de escena.
-Calzonazos- espetó el chico de pelo verde mientras el rubio dejaba el plato y el vaso en una pequeña mesa junto a la tumbona que estaba ocupando Nami minutos antes.
-Repite eso si te atreves Zoro- retó Sanji al espadachín.
-Calzonazos, es más, debo añadir, estúpido niñato que se deja manipular por la primera bruja que hace aparición-
- YO NO ME DEJO MANIPULAR POR NADIE¿Y ESTÁS LLAMANDO BRUJA A NAMI?-
Y ahí comenzó la pelea ya no verbal sino física entre ambos, la cual sólo terminó cuando la susodicha apareció en escena y le arreó un capón a cada uno.
- ¡¡¡A ver si paráis ya que aquí la gente quiere descansar!-dijo furiosa la chica que les miraba con ojos sedientos de sangre y los puños en alto amenazando con repartir más capones si hacía falta.
-Lo siento mi pequeña , en seguida te dejo descansar pero cuando pruebes las trufas me gustaría que me dieses tu opinión-
Mientras Sanji se levantaba del suelo y se sacudía el traje, a la vez que Zoro dejaba caer un sarcástico comentario sobre imposible tranquilidad en un barco como el suyo, Nami probó una de las trufas y tras halagarlas al rubio casi le da un colapso nervioso de la felicidad que le entró en el cuerpo y se dirigió presuroso de nuevo a la cocina para hacer más trufas para su dulce navegante. Zoro enarcó una ceja y sin hacer más comentarios, miró a Nami que, soberbia, cogía otra de las trufas y tras comérsela le dio un gran sorbo al zumo que también le había llevado el cocinero.
-¿No te da vergüenza?- dijo él mirándola fijamente.
- ¿Vergüenza? ¿por qué iba a tenerla?- contestó ella con una pregunta no sabiendo muy bien a qué venía eso.
- Pues por utilizar tan descaradamente a ese imbécil soplagaitas y pelotero-
- No es mi culpa si yo le pido las cosas y él las hace, que tome ejemplo de ti, que te digo las cosas y pasas de mí- contestó con suficiencia la pelirroja
- No disimules conmigo, me conozco de que vas, te encanta manejar a la gente y que estén a tus pies… pues que sepas que a mí no me vas a pillar en eso- le espetó él muy seguro de sí mismo
-Estás muy equivocado imbécil- contestó ella empezándose a cansar de la discusión.
-Equivocado en qué sentido, ¿en que no manipulas a la gente o en que nunca haría nada de lo que tu me pidieses?-
-Averígualo por ti mismo si es que ese diminuto cerebro rodeado de músculo inútil te lo permite- golpe bajo para el espadachín.
-¿PERDONA?- dijo Zoro más irritado aún de lo normal y mirando a Nami con odio contenido.
- Encima de imbécil y con nulo sentido de la orientación, sordo- puntualizó ella mosqueada y deseando acabar de una vez con la conversación.
-¡¿Y A QUÉ VIENE AHORA LO DEL SENTIDO DE LA ORIENTACIÓN!-
-SIMPLEMENTE RECORDABA EN VOZ ALTA UNO DE TUS NUMEROSÍSIMOS DEFECTOS- le espetó Nami furibunda poniéndose de pie de nuevo y arrugando el periódico que había cogido momentos antes en su camarote y que en estos momento tenía en su mano izquierda.
-PUES SI YO EMPEZASE CON LOS TUYOS LA LISTA NO SE ACABARÍA NUNCA, BRUJA MANIPULADORA METOMENTODO SUPERFICIAL Y EGOÍSTA- dijo él poniéndose también de pie y retándola con la mirada-
-¿EGOÍSTA YO, ESA PALABRA NO EXISTIRÍA SI TÚ NO HUBIESES NACIDO CHULITO ENGREÍDO-
- MIRA QUE LLEGAS A SER CARGANTE NAVEGANTE DE PACOTILLA-
-¿YO CARGANTE? Y TÚ ERES UN CARGAMENTO DE TONTERÍAS, QUE NO SE TE PUEDE NI LLAMAR ESPADACHÍN DE LO NULO QUE ERES, IDIOTA INTEGRAL- y con esto la pelirroja le arrojó el periódico a la cara al chico y tras coger el vaso y el plato se dio la vuelta y bajó las escaleras en dirección a la cocina para contarle de nuevo a Sanji lo estúpido que era Zoro y lo encantador que era él, con el único propósito de desahogarse y de paso conseguir más trufas.
Por su parte, el aludido se quedó en la cubierta de brazos cruzados y maldiciendo por lo bajo a la navegante del barco jurando que esto no quedaría así que antes o después se vengaría por haberse dignado a decirle que no merecía el calificativo de espadachín y además haberse quedado con la última palabra,"Maldita arpía" pensó para sí el muchacho.
-Por lo que veo la relación entre la navegante y tú sigue siendo nefasta y eso que vosotros fuisteis los primeros en uniros a nuestro capitán-
Zoro se sobresaltó ante la voz que provenía de su espalda, que resultó ser la de Robin, la cual subía por las escaleras que llegaban a la zona de la cubierta donde él se encontraba. Tan absorto estaba en sus pensamientos que ni se había dado cuenta de la presencia de la chica.
-Precisamente por eso, esa tía es inaguantable y ya llevo demasiado tiempo teniendo que soportar sus estupideces- bufó el joven recogiendo sus katanas y poniéndose en posición de ataque, seguía sin fiarse de ella y prefería mantenerse en guardia ante cualquier posible amenaza por nimia que ésta fuera.
-Me extraña, dicen por ahí que el roce hace el cariño- añadió ella mirando inquisitiva e interrogantemente al joven.
Éste enarcó la ceja en una mueca que se quedó entre el desprecio y la confusión y se dispuso a marcharse camino del camarote de los chicos para coger sus útiles de entrenamiento. Una vez el chico lo hubo hecho y se dirigió de nuevo al lugar donde antes reposaba se encontró con que Robin había vuelto a desaparecer y Nami reposaba otra vez en la tumbona y le miró suspicaz cuando éste pasó a su lado.
-¿Qué demonios se le habrá ocurrido a esta ahora?-se preguntó a sí mismo Zoro a la vez que un escalofrío de pánico recorría su columna vertebral.
Decidiendo ignorarla comenzó haciendo ejercicios con las pesas más pequeñas que tenía en su repertorio, las de 5 kilos, no mucho para alguien como él. Pero era fundamental calentar antes para evitar posibles lesiones, lo que él no se imaginaba es que iba a calentar, pero en otro sentido.
-Zorooooooooo- el aludido sintió otro escalofrío de pánico al oír el tonito meloso y juguetón de la voz de la chica y sin girarse ni detener su entrenamiento le espetó un seco "¿qué pasa?".
-¿Podrías ir a buscarme un vestido a mi camarote?-
-Ya te dije que a mi no me podías engatusar como al estúpido cocinero del amor, búscatelo tú solita guapa-
-Gracias por el cumplido, pero es que realmente lo necesito-
-Te sigo diciendo lo mismo-
-Como quieras, pero luego no me eches la culpa de las consecuencias que puede tener el irme paseando delante de una panda de machos en celo en este plan-
En ese mismo instante Zoro se dio la vuelta vociferando irritado pero la imagen que vio le dejó congelado en el sitio sin poder continuar.
-¿¡Cómo que en que plan, si te estás paseando todo el día en bikini y …………… … .. ¿¡QUÉ HACES ASÍ?- Zoro apartó la vista de inmediato pero no lo suficientemente rápido y notó como su cara se encendía y la hormonas de su aún joven cuerpo bullían no permitiendo al chico mantener su compostura
- Pues la verdad es que no lo sé, me quité la parte de arriba del bikini para que al tumbarme boca abajo me diese el Sol en toda la espalda y cuando me la fui a poner ¡Pof! Como por arte de magia ya no estaba- dejó caer Nami inocentemente.
La escenita que la joven estaba dando no era para menos, sentada sobre la tumbona trataba de ocultar sus generosos senos con sus delgados brazos no consiguiéndolo del todo y dejando más bien poco a la imaginación del espadachín, el cual intentaba con todas sus fuerzas no girar la cabeza en dirección a la joven y seguir observando los tablones del suelo como si fuese lo más interesante que hubiese visto nunca en su vida. Pero por muy duro, frío y poco interesado en las mujeres que estuviese el espadachín, 19 años, son y serán siempre 19 años, y la testosterona, es y será siempre la testosterona.
-Toma – el chico se quitó la camiseta negra de tirantes que llevaba puesta y se la cedió a la joven la cual la aceptó con una sonrisa y aprovechando que Zoro se dio la vuelta y cerró los ojos dejándola adecentarse, la chica ocultó mejor la supuesta "desaparecida" parte del bikini bajo el periódico que había estado leyendo, su plan estaba funcionando a la perfección.
Para dar una señal al chico de que ya había acabado se levantó y se acercó a donde él estaba asomándose a la barandilla. Zoro, captando su mensaje prosiguió con su entrenamiento, pero al poco de empezar con él hubo algo que empezó a distraerle.
-uno-dos, unos-dos, uno-dos, uno-dos...¿por dónde iba?ah sí, dos-tres…¡no! uno-cuatro…..?cuatro?- el joven empezó a ponerse nervioso, el ver a Nami, una mujer bastante atractiva aunque le costase reconocerlo, vestida con esa camiseta que al quedarla grande mostraba bastante más de lo que debería y que con el movimiento del viendo se pegaba al cuerpo de la chica realzando sus encantos(ejem!¬ ¬). Zoro soltó las pesas en el suelo y se dio la vuelta dispuesto a marcharse cuando la voz de la chica le detuvo.
-¿Adónde vas?- preguntó ella con una falsa inocencia tiñendo su voz.
-¡A buscar el dichoso vestido! ¡que uno no es de piedra y me estás desconcentrando!- contestó furioso y con la cara enrojecida en una mezcla de rabia y vergüenza.
Una vez el chico se hubo alejado lo suficiente como para no oírla la chica soltó una sonora carcajada y se apuntó mentalmente un tanto a su favor, tal y como le había insinuado a Zoro minutos antes, Nami era capaz de conseguir que incluso alguien como él, hiciese lo que ella quisiese sólo con emplear una sencilla e "inocente" táctica.
En menos de un minuto, el peliverde apareció y le lanzó a Nami un vestido que la chica se acababa de comprar un par de días atrás. Se trataba de una prenda en color granate, de gasa, de tirantes finos y ligeramente ceñido hasta un poco por debajo de la cintura, donde caía con vuelo hasta unos 15 cm por encima de las rodillas. Dejaba la espalda al descubierto y tenía unos bordados en negro en forma de círculos a los laterales del vestido.
-Gracias Zoro- la chica se quitó la camiseta y se puso rápidamente el vestido, devolviéndole la prenda a su correspondiente dueño, que la cogió sin prestar mucha atención y volvió a sus quehaceres como si nada hubiese ocurrido.
-¿Ves? Sabía que al final acabarías haciendo lo que yo quisiese- la chica se acercó a la tumbona y tras coger el bikini lo movió burlonamente ante la atónita mirada del chico que no daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo.
-¿¡Me estás diciendo que todo esto era una estratagema para conseguir que hiciese lo que me mandabas? – saltó él, furibundo y apunto de estallar de rabia.
-Em…………………………………….- musitó ella mirando hacia arriba pensativa y sujetándose la barbilla
-¡NO HAGAS CÓMO SI TE LO PENSASES!-
-Puede decirse que sí y además me ha servido para demostrar otra cosa- ante este comentario de Nami, Zoro se relajó un momento esperando oír la respuesta, la cual sospechaba que no le iba a gustar- Me has demostrado que aunque te metes mucho con Sanji estás igual de salido que él.-
-ARGGGGGGGGGGGGGG- Zoro se marchó prácticamente corriendo de allí intentando contenerse para no partirle la cara al primero de la tripulación que se encontrase y se encerró en el camarote de los chicos para dormir un poco antes de la hora de la comida.
