PRÓLOGO

"Chantaje"

"¡Achís!"

Yamato Ishida estornudó a causa de la nube de polvo que se había levantado cuando empezó a pasar el plumero por el desván, pareciera que nadie lo hubiese hecho en años, incluso en siglos.

- ¡Salud! –contestó su padre como acto reflejo, justo en el momento en que entraba por la puerta. Cargaba una caja bastante pesada.

- Gracias –contestó a regañadientes.

Menos mal que su malhumor no es contagioso, pensó su padre. Notaba a kilómetros lo molesto que estaba su primogénito, no le había hecho mucha gracia mudarse. A pesar de que él insistiera en lo equivocado que estaba, sabía que estaba en lo correcto. Comprar esta casa era la mejor inversión que había hecho en años. Escuchó de nuevo un estornudo y se giró para observarle.

Pestañeó sorpresivamente varias veces. No se creía lo que estaba viendo. Contuvo como pudo la risa hasta que finalmente estalló en carcajadas.

- No te muevas.

No tardó ni un minuto en regresar, llevaba algo entre las manos y una sonrisa maligna en su rostro. Lo consiguiente que se escuchó fue un "click".

- ¿No me habrás hecho una foto sin mi permiso? –preguntó Yamato muy enfadado. Esto es el colmo, hasta aquí hemos llegado, pensó indignado, y con paso firme se fue de la habitación.

Observó la foto que acababa de hacer. A simple vista parecía una foto normal. Yamato limpiando, pero ¿qué tenía de particular esta foto? Era que él limpiaba con unas vestimentas poco masculinas. Aunque tenía que reconocerlo, incluso en las peores circunstancias su hijo siempre salía muy guapo. ¿Quién hubiera dicho que el "cool" Yamato Ishida, le sentase tan bien esas prendas tan femeninas? Nadie le hubiese creído, por eso tenía que inmortalizar ese momento. Aunque, ahora que lo pensaba mejor, ¿cuándo había comprado ese delantal de flores rosas o esa celpa, a juego?

- ¿Dónde meto todos estos CDs? –gritó Yamato desde la habitación de abajo. Él curioseó un poco más mientras su padre bajaba las escaleras y sacó entre cajas, una funda. Maravillado, la abrió.

- Ten cuidado –objetó su padre quitándole entre sus manos un objeto muy apreciado para él: una guitarra eléctrica.

- ¿Es tuya?

- Sí. Cuando era joven...

Pff...Me espera una larga, no, una larguísima historia, pensó Yamato frunciendo el ceño y con aburrimiento, dio un largo bostezo.

- ... formaba parte de una banda de rock –comentó orgulloso. Colocándose la guitarra e imitando que estaba tocando en frente de muchas personas.- Oh, ¡yeah!

- Das vergüenza ajena –declaró Yamato, la sinceridad era su punto fuerte.

- Por aquella época tenía loquitas a todas las chicas, entre todas ellas, tú madre, era todo un rompecorazones –aclaró su padre con un aura misteriosa y buscó entre sus pertenecías un viejo álbum de fotos.- Mira –señaló a un joven muchacho muy atractivo- ese soy yo.

Aunque no lo reconociera Yamato quedó sorprendido por tal descubrimiento. Su padre le colocó la guitarra y le dijo sonriente:

- Te la regalo. Sé que te gusta la música, ¿por qué no pruebas con esto?

Él no dijo nada, sabía que no era una mala idea tener algún hobby. Primero, tenía mucho tiempo libre y segundo, un preocupado alto grado de aburrimiento. Disimuladamente sonrió satisfecho por su nuevo propósito.

- Matty...

Sintió un escalofrío escuchar ese apelativo cariñoso porque sólo lo llamaba así cuando quería pedirle un gran favor... En realidad, uno muy grande.

- No me gusta que me llames así –dijo secamente Yamato.

- Lo sé... Bueno... –balbuceó un poco, y tosió levemente antes de decírselo.- Necesito que por estos días busques una casa dónde dormir.

- ¿Ehn?

- Me acaban de llamar del trabajo y tengo que salir este fin de semana fuera –explicó seriamente.- Sólo tienes trece años y no quiero que te responsabilices de cuidar la nueva casa, además con el dinero que saque de este trabajo podremos comprar muebles nuevos y ... ropa –murmuró mirando de arriba las prendas tan femeninas que llevaba. Urgentemente.

Yamato suspiró y asintió levemente la cabeza. No le gustaba la idea, pero tampoco iba ser egoísta con él.

- Matty...

- Papá, no me llames así –le reprochó de nuevo, ¿es que todavía había más?

- ¿Cuándo has comprado ese delantal y esa celpa? –dijo señalando la cosa rosa que le recogía el cabello. La curiosidad le mataba.

- Mamá me lo regaló... –no sabía si continuar, sabía que se iba a reír igualmente, así que prosiguió- ... dice que estoy monísimo.

Todavía insisto en que si hubiera nacido chica, mi madre me hubiese querido más, pensó Yamato, aunque me trata como si ya lo fuera (una chica). ¿Por qué tengo esta apariencia tan femenina? Y se miró en un espejo severamente acomplejado.

En estos últimos años, había cambiado... pero para mal. Se lamentó. Había crecido un par de centímetros, aunque había cogido un par de kilitos de más –que obligatoriamente pensaba adelgazar este verano bajo una dieta. Lo peor no era eso, sino que sus facciones se afeminaron. Maldita pubertad, maldijo por la bajini.

- ¿En qué casa te vas a quedar? –preguntó su padre, sacándolo de sus ensoñaciones.

- Ahm... pos no sé.

No lo había pensado y tampoco tenía mucho en donde elegir.

- ¿Por qué no llamas a Natsuko? –le aconsejó.

- ¿A mamá? –así tenía excusa para ver a T.K., pero tendría que aguantar ir de compras con su madre. Su rostro empalideció al recordar que la última vez le compró este ridículo delantal, la celpa... y esa camiseta fucsia, le entró un escalofrío al rememorarla, que por un casual ese mismo día se manchó de salsa de tomate. Fue una verdadera pena, pensó sarcástico.

- ¿Estás bien? –le tocó la frente.- Estás muy pálido.

- Mejor llamaré a Tai.

Dicho esto cogió su teléfono y marcó su número.

Piii... Piii...

- ¿Diga?

- ¿Taichi?

- ¿Matt? –dijo al reconocer su voz.- Sí, soy yo, ¿qué tal?

- Bien, mmm... Tai, una pregunta, ¿podría pasar este fin de semana en tu casa?

- Espera... –tardó más de un minuto en volver a coger el teléfono.- Mi madre no pone ninguna objeción. Al contrario, está encantada.

- ¿Sobre qué hora puedo ir?

- Mmm... ahora tengo entrenamiento, vente dentro de dos horas –hizo una breve pausa.- Aunque puedes venir cuando quieras, mi madre te abrirá con los brazos abiertos. A veces creo que te quiere más a ti que a mí... Kari... Estoy al teléfono... ¿Qué?... ¿Qué ya está Sora esperándome? Matty...

- No me llames así –replicó, pero el otro chico pareciera que no le escuchase.

- Me tengo que ir. Besitos, Matty –bromeó en tono picaresco y colgó.

Piiiiiii.

Matt miró el teléfono, extrañado. Cada día su amigo estaba más loco o había recibido más balonazos en la cabeza de la cuenta.


Ding. Dong.

- Yamato, ¿seguro que llevas de todo? –cuestionó su padre por tercera vez.

- Sí.

- ¿Seguro? –preguntó de nuevo, cogiendo su mochila y revisando que lo llevara todo en orden. Pero su hijo se adelantó y evitó que la inspeccionase.

- Ya basta.

- ¿El neceser? ¿Toalla? ¿Ropa limpia? –fue enumerando uno por uno su padre, Yamato prefirió hacer oídos sordos.- ¿Calzoncillos limpios? Matt, ¿me escuchas? ¿Llevas calzoncillos limpios?

- ¡SÍ PAPÁ, LLEVO CALZONCILLOS LIMPIOS!

La situación no hubiera sido tan avergonzarte, si la señora Kamiya y Kari no estuvieran en la puerta con cara de asombro y aguantándose como podían la risa –incluso la vecina de enfrente se asomó al escuchar ese revuelo. Yamato enrojeció al instante y prefirió apartar la mirada hacia otro lado. Su padre siempre le ponía en ridículo.

- Yuuko, disculpa por las molestias –dijo Hiroaki con galantería, sonriendo.

- No es ninguna molestia –replicó Yuuko llevándose la mano a la cara.- Al contrario, estoy encantada de tenerle.

- Entonces, lo dejo en buenas manos –murmuró mientras se echaba el cabello hacia atrás.- Vendré el lunes.

- Buen viaje –le deseó, despidiéndole con la mano.- ¡Ven, Yamato, entra!

La mujer guió al rubio hacia la habitación de Tai y abrió la puerta. Para su sorpresa no se encontraba el chico moreno que siempre le sacaba de quicio, sino una chica pelirroja que vestía el uniforme del equipo de fútbol.

- Hola –saludó tímidamente Sora Takenouchi, dibujando una sonrisa.

- Hola –sonando un poco seco.

- Taichi está preparando unos aperitivos, bueno si no se lo come antes –informó la señora Kamiya y cerró la puerta dejándolos solos.- Ahora vendrá.

Se hizo un incómodo silencio.

- Te has dejado el cabello largo –apremió Sora, se sentía nerviosa porque no sabía de qué hablar con él. Desde que lo conocía sabía que era una persona poco sociable... y nada hablador.

Matt se apoyó en la pared. Quería evitar todo contacto con el género femenino, chicas en general. No era que fuese una persona misógina, simplemente era que no sabía cómo tratarlas y tampoco tenía propósito de entenderlas. Sintió su mirada, pero ni se inmutó.

- ¡Matty! –exclamó Tai sorpresivamente, soltando la bandeja encima de la mesa y fue corriendo a darle un cálido abrazo a su amigo del alma. Yamato bufó, a veces su amigo se ponía de un mimoso que era prácticamente inaguantable.- Pero qué alto y guapo estás –recalcó mientras le analizaba con la mirada. El rubio puso los ojos en blanco.- Aunque has engordado unos kilitos de más –musitó mordazmente mientras pellizcaba un poco de grasa que le sobresalía de la cintura.

- Deja de manosearme –refutó fríamente Yamato, tremendamente avergonzado, Taichi siempre le sacaba los colores y parecía que humillarle era su hobby.

- Bueno, a mi me gustas así –añadió insinuante Tai, mientras le agarraba la cintura y le atraía hacia sí.

- Tu bromas cada día me dan más miedo –concluyó Yamato cuando se libró del "amoroso" abrazo de su amigo.

Sora miraba la escena tremendamente sorprendida, pues no se esperaba para nada la reacción del rubio. Le daba un poco de envidia la confianza que tenía ambos porque ella nunca había tenía un vínculo tan fuerte con alguien, ni siquiera con Tai.

- Sora, ¿por qué no te quedas a cenar con nosotros? –preguntó Taichi alegre cogiendo las manos de su amiga, se acercó un poco más a ella y le puso ojitos. Puso esa mirada, con la cual conseguía casi todo.- Por favor. Dí que sí.

Ella negó con la cabeza. Ya estaba inmunizada a esa mirada achocolatada que con un par de pestañeos pretendían conseguirlo todo.

- Lo siento, Tai, mi madre ya debe estar preocupada –Sora recogió su mochila de deporte y sonrió dulcemente.- Mejor otro día.

- Jo –Taichi hizo unos pucheros algo decepcionado. Pero a los segundos volvió a su estado de ánimo inicial.- Pero mañana no te olvides que vamos al cine. Me prometiste que si metía tres goles hoy, me invitabas.

- Adoro tu memoria selectiva, ¡sólo recuerdas lo que te interesa! –exclamó expectante Sora, con un deje de diversión. Este chico podría recordar los nombres y apellidos de toda la selección de fútbol de Japón, pero no cuándo era su cumpleaños.- Es mejor que me marche ahora, ante de que anochezca... Tai –le sonrió y luego, giró la mirada hacia el rubio que seguía inmóvil con la misma pose.- Ishida.

Matt murmuró un silencioso "Adiós" para despedirse de la pelirroja y la siguió con la mirada hasta que ella cerró la puerta. Cruzó los brazos y se quedó pensativo. No se le pasó desapercibido el brillo que destellaban sus ojos rubís cuando Tai le recordó lo del cine.

- ¡Matt! –chasqueó los dedos para despertarle de su trance.- Vamos a cenar.

Cabeceó inconscientemente y le siguió hasta la cocina. Todavía pensando en por qué se le oprimió el estómago cuando Sora se despidió de Taichi con un sonoro beso en su mejilla. Ya debería estar acostumbrado a esas muestras de cariño, pero esta vez era todo diferente. Sin embargo no podía parar de darle vueltas...

Grrr. Grrrr.

- ¡Qué miedo! –exclamó Taichi sobresaltado, dando un pequeño brinco hacia atrás.- ¿Ese era tu estómago? –preguntó perplejo observando la barriga del rubio. El sonido podría asemejarse al del rugido de un león.- Al menos estás lo suficiente hambriento para comerte lo que sea –sentenció misterioso, esta frase escondía un doble significado.

- ¿Por qué dices eso? –inquirió curioso el rubio, mirándole con desconfianza.

- Ya lo verás.

Ambos se sentaron a la mesa, Kari había preparado con esmero la mesa. Todo estaba en su sitio. Perfecto. De la cocina desprendía un dulce olor, Yamato como acto reflejo se relamió los labios, la comida debería ya estar hecha.

- ¿Qué es esto mamá? –masculló Tai pronunciando lentamente sílaba por sílaba. Señalando su plato de forma amenazante.

Todos observaron con cierto recelo el extraño burbujeo que desprendía cada uno de sus platos. Era de un color verde viscoso y seguramente nada comestible.

- Comida –respondió extrañada su madre.- Es mi guiso especial, lo hice porque tenemos un invitado especial.

Miradas de profundo odio se posaron en el susodicho. Él tragó saliva y luego miró su plato. Tenía hambre, pero no la suficiente para comer eso. Ni siquiera se lo desearía ni a sus peores enemigos.

- Matt, por favor, sé el primero en dar la primera cucharada –animó la madre de Tai profundamente entusiasmada, todos los de la mesa asintieron afirmativamente con energía. Necesitaba primero tener algún "conejillo de indias" para saber si se podía comer o tener una tortuosa muerte.

La cara de Yamato empalideció por momentos y empezó a sudar, su personalidad no le permitía herir los sentimientos de una madre.

- Sí... claro... –susurró no muy convencido. Cogió la cuchara, tembloroso, y como pudo la acercó al plato. Cogió una cucharada de aquella cosa y se le acercó poco a poco a sus labios. Todos los presentes le observaron intrigados por lo que iba a pasar. El mejunje bañó sus labios y lentamente su boca. Hasta que finalmente se lo tragó.

Tai se compadeció de él. No le debería haber sometido por esa tortura pero era tan divertido. Los ingredientes para la comida: 12.000 yenes; comprarse el último móvil con cámara de vídeo del mercado: 50.000 yenes y grabar la cara de Yamato asqueado mientras era torturado, no tenía precio.


- Te invitaré más a menudo a comer –bromeó Tai que no paraba de reírse durante toda la noche.- Ja, ja, ja...

- Para ya Tai –ordenó el rubio buscando entre sus pertenencias su pijama.- Creo que por hoy te has divertido bastante.

- Ja, ja... Y lo más gracioso cuando mamá te dio doble ración –añadió el moreno agarrándose la barriga, porque le dolía de tanto reír.- "Yo...no...más...por favor" –imitó al rubio cuando Yuuko le rellenó el plato de nuevo.

Matt le lanzó una mirada que podía congelar el alma del mismo demonio. Al final optó por hacer oídos sordos e irse a la cama lo más pronto posible y olvidar todo lo sucedido en ese día. Rodó los ojos cuando observó lo que calificaba Tai como "su pijama".

- ¿No dormirás así? ¿Verdad? –preguntó inquieto al notar que sólo llevaba unos bóxers puestos.

- En realidad, no –Yamato suspiró aliviado.- Generalmente duermo desnudo –ahora no podía apartar de su mente un Taichi Kamiya completamente desnudo durmiendo. Era lo más anti-erótico que nunca había pensado.- pero como estás tú, y no quiero que te sientas mal, me pongo estos bóxers. Aunque si tú quieres... no duermo con nada...

- ¡Oh, cállate!

Taichi subió a la cama de la litera de arriba y Matt se recostó en la de debajo. Por fin paz y tranquilidad, o eso creía él.

- Querido diario: ¡Por fin se ha decidido...!

- ¿Escribes un diario? –interrumpió Yamato intrigado, se le hacía raro que un chico y más, de catorce años, escribiera semejante cursiladas.

- No es mío. Es de Kari –comentó con naturalidad, como si fuese lo más normal del mundo leer diarios ajenos.

- ¿No se supone que un diario es privado? –dijo para entrar en razón a su amigo. Aunque la racionalidad y Taichi era incompatibles.

- Ya...

- ¿Entonces?

- No seas aguafiestas.

Yamato bufó y se giró adoptando una postura más cómoda.

- ¡Takeru me ha pedido una cita! –leyó Taichi en voz alta para que lo escuchase Yamato. Con el golpe que se dio en la cabeza del sobresalto, o del bote que pegó, estaba más que seguro que estaba al tanto.

- ¿T.K. ha hecho qué? –preguntó confuso y un dolorido Yamato. Se frotaba la cabeza para calmar el dolor.

- Por lo visto tu hermanito –recalcó con cierto recelo, sacando la cabeza y buscando a su amigo con la mirada.- se quiere ligar a mi hermanita.

- O es tu hermanita la que está ligándose a mi hermano, ¡ehn! –exclamó defendiéndole. No permitía que nadie hablara mal de su hermano.

Taichi refunfuñó. La verdad es que Kari deseaba ya desde hace tiempo tener unos momentos íntimos, una cita, con Takeru –lo que no entendía era por qué él. Pero, por qué había crecido tan rápido y lo más desconcertante, por qué ya se interesaba en chicos. ¿Por qué no era como Sora?

- En realidad está entrada del diario fue de hace tres días –confesó Tai que seguro se traía un plan entre manos. En el que seguramente ÉL estaría muy implicado- Mañana es su cita.

- ¿Y? –dijo entre bostezos.

- Tú me vas a ayudar a que su cita le salga mal... muy mal –comentó de una forma maquiavélica, riéndose como lo haría un verdadero villano.

- ¡NO!

- Esperaba que dijeras eso... –sacó su móvil y puso el vídeo que había grabado anteriormente. Se lo mostró desde lo lejos.- Si no me ayudas, prometo que esto estará colgado en Internet antes de mañana. Lo juro.

Intentó en vano coger el teléfono, pero su "amigo" era más ágil.

- Si utilizaras tu cerebro para otras cosas productivas, como estudiar; claro, estamos hablando de un caso hipotético –le señaló irónico, frustrado por todo lo que le estaba sucediendo.- quizás llegarías a ser en un futuro más que un camarero –le soltó algo enfadado.

- Camarero, pero con novia –o quizás casado- y seguramente, muy feliz –rebatió.

Touché, el moreno parece que había dado en el clavo.

- Si te ayudo, ¿borrarás ese vídeo?

- Por supuesto.

El rubio suspiró rendido y abatido.

- ¿Qué tienes planeado, Kamiya? –cuando utilizaba su apellido era que realmente estaba furioso y esto para él (Tai), le resultaba muy entretenido. Incluso podría podría divertirse todavía más. Así que modificó algunos puntos en sus planes.

El chico moreno bajó llegando hasta la cama del rubio. Perfiló una sonrisa misteriosa y levantó el brazo, señalándole con el dedo.

- ¡TÚ acudirás a la cita con Sora!

- ¿Te has vuelto loco? –gritó, pero Taichi le tapó rápidamente la boca para que nadie se despertara. Era más de medianoche.

- Bueno... entonces despídete de tu vida de chico "cool" –pronunció en desastroso inglés. Cogió su teléfono y empezó a tocar botones.

- Vale, vale.

- Entonces, ¿lo harás?

- Tú ganas –y se cubrió con las sábanas, tapando así la poca dignidad que le quedaba.

- Sora es una gran persona –le comentó Taichi para que se animase- te divertirás mucho con ella. Tan sensata, tan lista, incluso es fácil que te contagie su sonrisa.

Yamato le escuchó atentamente. Algo no cuadraba.

- Tai, ¿a ti te gusta Takenouchi? –le preguntó abiertamente.

- Mhmm. ¿Por qué lo preguntas?

- Curiosidad –murmuró. Sin embargo ahí acabo la conversación, porque escuchó los sonoros ronquidos de Taichi.

Sora. Sora. Sora. (Como si hubiera una voz en "off"). Estaba muy seguro de que iba a soñar con ella.


Disclaimer: Digimon no me pertenece. Esta historia ha sido creada sin ningún ánimo de lucro, simplemente para el entretenimiento de los lectores.

Nota de la Autora: Gracias por dedicarme toda vuestra atención. Como escritora -en mi tiempo libre- pretendo divertiros con mis creaciones. Sin embargo, lo más importante para mí son mis lectore/as porque ello/as son los que animan cada día a una servidora a proseguir con sus historias (o locuras) ¿Qué os ha parecido el prólogo? Parece que "huele" a un PEQUEÑO triángulo amoroso. Enviadme vuestras opiniones, críticas, preguntas, sugerencias... en un cómodo review. Prometo contestar a todos vuestros mensajes. Gracias por leer, =).