Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, pero un día será mi esclava y sus bienes serán míos... Muajajaja...
Aclaración: Este fic está basado en la canción "Try" de Nelly Furtado, por eso tiene ese nombre (soy demasiado original ñ-ñ) También es un regalo para Aid4, como un anticipo por su cuasi cumpleaños.
Canciones recomendadas:
Try - Nelly Furtado
When it all falls apart - The Veronicas
Dropping Rain (versión violín) - Kim Tae Woo
Like an Idiot - 2AM
Try
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Bella
Suspiró cuando sintió nuevamente que la estaban observando, algo que no era nuevo para ella desde hacía unos cuantos días, pero eso no significaba que le gustara. No. Era algo incómodo, miró a su alrededor, aunque, desgraciadamente, no pudo dar con el causante de la mirada.
Volvió a su libro, ligeramente molesta, no podía leer cómodamente si sabía que alguien le prestaba demasiada atención. Se removió incómoda en su silla, suspirando.
Estaba acostumbrada a que la miraran, sí, pero, después de unos días u horas dejaban de hacerlo, y eso le encantaba, era como ser invisible, y no porque fuese tímida o algo por el estilo, simplemente se le hacía mejor, no tener que escuchar los absurdos problemas de los demás ni verse involucrada en innecesarios dramas, su vida no era perfecta ni maravillosa, simplemente aceptable.
Disimuladamente levantó los ojos del renglón que había releído demasiadas veces que podría recitarlo de memoria sólo para encontrarse con una intensa mirada verde desde la otra punta de la biblioteca, se movió un poco y él inmediatamente apartó la vista, pero era demasiado tarde: ya sabía quién era, ahora sólo era cuestión de evitarlo de ahora en adelante, cosa que resultaría increíblemente sencilla, pues nunca lo había visto, recordaría a la perfección si se hubiera topado con un chico con un increíble cabello broncíneo poseedor de una mirada intensa.
Cerró con fuerza el libro al mismo tiempo que se levantaba, sacudiendo la cabeza para liberarse de sus pensamientos, aquellos que evitaba siempre. Una de sus reglas primordiales era no relacionarse mucho con alguien. No. El crear relaciones con personas siempre iban de la mano con el cariño y eso era algo que no podía permitirse ofrecer. Salió de la biblioteca con paso firme, debía de cambiar su rutina y, sino funcionaba, no volver una buena temporada a uno de sus lugares favoritos, abstenerse hasta que estuviera segura de que no se volvería a encontrar con el chico de ojos verdes. Eso sólo le traería problemas, cambiando radicalmente el estilo de vida que tenía desde los seis años.
(°-°)
–Hola –abrió los ojos, sorprendida ante el hecho de que alguien se atreviera a hablarle, por lo general los únicos que lo hacían eran Ángela y Ben, pero sus voces no tenían ese timbre sensual y aterciopelado. Parecía como si uno de los personajes de ficción de los libros que leía secretamente hubiese cobrado vida para hablarle.
Suspiró pesadamente, con la esperanza de darle a entender al desconocido que su presencia no era bien recibida, alzó los ojos y se quedó helada.
Quien estaba frente a ella, con una sonrisa torcida, era el chico de los ojos verdes.
Le costó mucho esfuerzo no ponerse de pie y espetar un ¿Qué carajos…? por más que se lo mereciera. Eso sería demostrarle que sabía de su existencia y le incomodaba un poco. Aunque tal vez esa palabra no era la adecuada, dado que era un chico guapo. Demasiado para su propio bien, pensó.
–Hola –dijo, entornando los ojos.
–Tu rostro se me hacía conocido. ¿No nos hemos visto antes?
Se mordió la lengua para no contestarle como quería. Yo diría que me has visto antes, ya sabes, cuando me espiabas en la biblioteca. Imbécil, pero se limitó a encogerse de hombros.
–Honestamente no lo sé. No soy buena con los rostros –al menos eso no era una mentira, le había sido de ayuda en varias ocasiones, así muchas personas se desalentaban un poco y se iban. Se sorprendió cuando el chico no mostró signos de estar decepcionado. Incluso su sonrisa se amplió.
–No me sorprende, debes de conocer a muchas personas –evitó sonreír con ironía.
No, en realidad no conozco a mucha gente. Tienes que abrirte, confiar… y yo no puedo.
–Tal vez –miró inconscientemente su reloj, sorprendiéndose porque había pasado casi cinco minutos con el chico desconocido sin aburrirse, sin querer darle una patada en el cráneo para no seguir escuchando tonterías. Era algo inusual, aunque no sabía si le gustaba, el chico sí, pero por lo general cuando le gustaba un chico solía buscarlos para satisfacer las necesidades físicas de su cuerpo, porque era mucho más satisfactorio que hacerlo sola. Entonces sí que se abría, pero de una forma diferente–. Debo irme –tampoco mentía para deshacerse de él. Otra novedad, incluso quería quedarse para platicar con él. Algo sumamente peligroso–. Hasta la próxima –se puso de pie, dispuesta a irse, recogiendo sus cosas que estaban desperdigadas a su alrededor.
–Edward –la interrumpió su increíble voz, lo miró sorprendida. Era la primera vez que alguien se presentaba, por lo general le preguntaban su nombre por lo que se veía obligada a responder y preguntar lo mismo–. Edward Cullen.
–Oh –su mirada verde no le exigía un nombre. No en realidad. Podría irse y seguir en el anonimato, ¿no era lo que más le gustaba? Pero, ¿quería decírselo? ¿Qué debía decir? ¿Isabella Swan? ¿Isabella Marie Swan?– Bella Swan –dijo antes de darse cuenta, evitó tocarse los labios, sorprendida, se limitó a dedicarle un seco asentimiento antes de dar media vuelta y huir.
(°-°)
–Así que… ¿hiciste un nuevo conocido? –Jake le dedicó una sonrisa cómplice.
Puso los ojos en blanco, pero eso hizo que su sonrisa creciera.
–Lo hiciste, y, ¿es un chico? Ya sabes, ¿un chico guapo? –sus ojos brillaron con alegría.
–Aléjate –gruñó sin poder evitarlo, provocando que su mejor amigo soltara un silbido por lo bajo.
–Uf, me temo que ya está apartado. ¿Te habló primero? –asintió sin ganas y Jake soltó un suspiro desganado–. Así que le van las chicas, una pena porque debe de estar para comérselo si te estás poniendo territorial –volvió a suspirar, con dramatismo.
–¡Black, Swan! –Sam Uley, el dueño del restaurante, se acercó a ellos con pisadas furiosas– ¡Se supone que les pago para que trabajen! En su descanso podrán ponerse al corriente con sus vidas amorosas. Pero por el momento vayan y atiendan a los clientes –siseó antes de desaparecer, tan rápido como había llegado.
Jacob volvió a suspirar, parecía que era una manía algo irritante.
–Se nota que tiene problemas con Emily –comentó con interés, dándole una ojeada al restaurante donde trabajaban como meseros–. No hay nadie a quien atender porque acabamos de cerrar, pero no se ha dado cuenta. Pobre hombre. Y –volvió a dirigir su atención hacia ella–; ¿me contarás sobre tu nuevo hombre?
Bella negó mientras se alejaba, para dirigirse a la cocina y escapar por unos momentos de su interrogatorio. Solía alejar a la gente con demasiada facilidad, pero Jake era diferente. Se conocían desde que eran chicos, habían crecido juntos, también llegaron al mismo tiempo a Chicago. Aunque eso no evitaba que en algunos momentos tuviera sus recelos. Era algo inevitable.
(°-°)
–Piérdete –espetó sin apartar la vista de su libro, aunque, como siempre que sucedía cuando Edward estaba con ella, las letras danzaban en la página, y ella no podía encontrarles sentido, sin importar cuánto se esforzara, aunque nunca dejaba que se notara. Había tenido años de práctica para esconder sus emociones. Excepto de Jacob, era un maldito experto para poder leer a través de ella.
–También es un gusto volver a hablar contigo –respondió él, su voz estaba llena de diversión.
Rodó los ojos, aunque le sorprendía que siguiera intentando hablar con ella, no muchas personas lo hacían, principalmente por ser fría, cortante y sarcástica.
–Y, ¿qué me dices sobre lo que te propuse? –y ahí estaba la cosa más interesante y absurda del mundo: Edward Cullen quería salir con ella. Aunque no había mencionado la palabra novia. Obviamente apreciaba su vida, o, sino ya estaría enterrado a miles de metros debajo de la tierra.
–No –respondió, sin mirarlo. Escuchó su resoplido de diversión.
–Vamos, ¿qué puedes perder? Es sólo una salida, y luego haremos lo que se sienta correcto.
Ahora sí que lo miró. Sus ojos verdes la invitaron a perderse en ellos, deseaba decir que sí. Sí. Pero sabía que no era lo correcto, sabía que no se daría por vencido, pues, a pesar de los múltiples rechazos recibidos, no había desistido en su propósito de tener una cita con ella. Lo peor era que si seguía así terminaría accediendo, porque era lo deseaba.
Arqueó una ceja, su rostro no reflejaba ninguna emoción, aunque sus ojos sí.
Malditos ojos expresivos, pensó, irritada consigo misma por su debilidad por el cobrizo.
–Nunca te rendirás –no era una pregunta, pero había sonado como si lo fuera.
Él esbozó su característica sonrisa torcida que le dedicaba muchas veces a una sola persona: Bella Swan. Lo había descubierto hacía unos días, lo que le había provocado un alarmante sentimiento de alegría. Sí, podía sonreír de esa forma a los demás, pero nunca como a ella. O eso creía. Esperaba que fuera cierto y no solamente alucinaciones suyas o de Jake, quien, después de mucho insistir, pudo conocerlo a la distancia, muriéndose de ganas por acercarse y conocerlo.
–No.
Suspiró con fastidio y maldijo internamente a Jacob con su estúpida manía de suspirar por cada cosa, al parecer la había contagiado. Después de casi veintiún años de ser su amiga se le había pegado una de sus costumbres.
–Al parecer las mujeres no son las únicas que prefieren a quienes las tratan como mierdas –comentó, con la esperanza de herirlo y que se fuera, sin mirar atrás, sin querer hablarle de nuevo, pero, ¿de verdad quería eso? El pensar en no volverlo a ver le provocaba un vacío en el estómago.
Para su alivio, sorpresa e irritación él se limitó a reírse entre dientes.
–Al parecer –repitió, divertido–. Pero me has dado a entender que eres algo prohibido, y todo el mundo sabe que cuando se le prohíben algo se vuelve algo más deseado –la intensidad de su mirada estuvo a punto de hacerla sonrojar.
¡Maldición! ¡Ella no se sonrojaba! ¡No desde que era niña!
–Bien –accedió, irritada con él por ser tan endemoniadamente guapo y con ella, por ser tan débil. De mente y cuerpo, pues palpitaba con deseo por tener algo con Edward Cullen, nunca le había pasado eso. Nunca. Ni siquiera el hecho de disfrutar de la compañía de alguien más, ni siquiera Ángela o Ben, no cuando estaba la opción de disfrutar un libro. Incluso muchas veces Jacob perdía, sobre todo ante Cumbres Borrascosas y Orgullo y Prejuicio. Pero no Edward.
Y eso la asustaba hasta la muerte.
–Probablemente te irás si comienzo a ser amable contigo –su voz destilaba sarcasmo y arrogancia, intentando con todas sus fuerzas que no se transmitieran en su voz sus miedos.
–Espero que te equivoques –contestó simplemente Edward, agrandando su sonrisa favorita.
Y Bella estuvo de acuerdo con él, aunque lo expresó bufando y murmurando por lo bajo palabras como idiota, iluso y algo que sonó como gracias, aunque, afortunadamente, Edward no lo escuchó.
(°-°)
–Es absurdo, no es una historia de amor, yo diría que es de odio.
–Te equivocas. Es amor –insistió Bella, por centésima vez.
Estaban en su departamento, solos, pues Jake había salido con un amigo, lo que significaba que pasaría la noche fuera, después de salir por un mes o casi uno, nunca había visto cara a cara a Edward.
–Heathcliff era alguien sumamente egoísta.
–Amaba a Catherine. Y he escuchado que el amor hace a una persona increíblemente egoísta.
Él hizo una mueca.
–El amor es egoísta.
Es el camino hacia la destrucción. Corrigió en su mente, pero se mordió la lengua para no decirlo en voz alta, se estaban acercando a terrenos peligrosos.
–Es tarde –soltó, levantándose, ésa era su señal para que se fuera, siempre que sentía que lograba traspasar un poco sus murallas se echaba para atrás, volviéndolas a levantar, aunque cada vez eran un poco más débiles que las anteriores, no faltaba mucho para que su alma quedara al descubierto.
Le aterraba que la llegara a conocer en tan poco tiempo y sin haber tenido sexo.
–Nos vemos mañana –se despidió Edward, sin hacer caso a su brusquedad repentina, parecía haberse acostumbrado y la aceptaba con resignación, no parecía harto, sino decidido a seguir a su lado sin importarle nada.
Murmuró una vaga respuesta hasta que escuchó la puerta cerrarse. Se rodeó con los brazos, de forma protectora. Al principio había creído que el deseo por Edward se desvanecería al pasar tiempo con él, pues los chicos con los que se había enrollado eran guapos e idiotas, no pasó mucho para que notara la agilidad de su mente y su sentido del humor. Por primera vez en la vida sentía que había encontrado a alguien a quien valía la pena conservar, alguien de quien podría llegar a enamorarse.
Sacudió la cabeza, para sacarse el funesto pensamiento. No. No. No. Ella no podría llegar a sentir algo como el amor. Era imposible. Probablemente era una fascinación por alguien con un poco de cerebro que la soportaba y que no era Jake.
Sólo es por su cara bonita, probablemente me aburriré después de que lleguemos al siguiente nivel. Sólo eso. No hay de qué preocuparse.
(°-°)
Mordisqueó su labio, preocupada, indecisa, ansiosa y triste. Sumamente triste.
–Hey –miró hacia la imponente figura de Jacob, quien acababa de llegar con una sonrisa enorme–. Sonaste muy preocupada, ¿estás bien? –su mirada estaba llena de preocupación.
–No. No. Nada está bien –logró susurrar con voz queda.
Hacía unos días Edward la había llevado a una cena familiar, donde había conocido a sus hermanos: Emmett y Alice, junto con sus encantadores padres: Esme y Carlisle, su familia era perfecta, no fingían serlo, no había ningún signo de falsedad o infelicidad, eso le había provocado un sobresalto, también el hecho de que parecían quererla solamente por lo que les había contado Edward. Alice había sido de lo más agradable, se había autoproclamado como su amiga. Su primera amiga, en realidad. Incluso salieron de compras, por horas.
Abrumada por el cariño recibido a grandes escalas bajó demasiado sus defensas hasta llegar a la siguiente fase con Edward. Y había sido algo único, lleno de actos cariñosos que le provocaron unas inmensas ganas de llorar por el cariño a gran escala que estaba recibiendo en poco tiempo, las manos entrelazadas y palabras amorosas susurradas con el más profundo cariño. Cerró los ojos al recordar las sensaciones que solamente Edward era capaz de provocarle.
Lo que más temía se había hecho realidad. Estaba enamorada de Edward Cullen. De forma irrevocable y egoísta. Al principio creyó que podría evitarlo o invertirlo. Hasta que lo vio hablando con una chica falsa, Tanya, con su rubia cabellera y cuerpo espectacular. Los celos intensos que sintió la asustaron de tal forma que salió huyendo de aquel lugar como si fuera el mismísimo infierno.
Entonces supo lo que tenía que hacer, tenía que terminar con su relación de raíz. Había sido una pésima idea desde el principio. Horrible, espantosa, por culpa de las necesidades e impulsos de su cuerpo terminó en los brazos de aquello que más temía: enamorarse y tener la necesidad de entregarse a esa persona.
Lo bueno era que Edward no sentía lo mismo por ella, planeaba hacerlo de otra forma hasta que se enteró de una ridícula apuesta entre él y un Newton: hablarle a la famosa antisocial de Swan. Principalmente por el orgullo masculino. Sintió un profundo dolor, pero también alivio. Así la única herida de verdad sería ella, podría sobrevivir, pero él no.
–Necesito tu ayuda, Jake –susurró antes de contarle su plan.
–No –respondió después de que le explicara todo, su mirada oscura estaba llena de comprensión–. No, no, no. ¿Por qué?
–Ya sabes la razón –su voz se volvió un poco tensa, porque le dolía hablar del pasado y Jake era el único que sabía su historia completa.
–Incluso con eso no está bien. Deberías de explicarle porque no es…
–Por favor –suplicó con un nudo en la garganta, lo había visto por el rabillo del ojo, estaba inmóvil, lo suficientemente lejos para no escucharlos pero bastante cerca como para poder verlos con claridad–. No quiero terminar como ellos.
–¿Estás segura de que es lo que quieres?
No.
–Sí –esbozó una sonrisa falsa.
Jacob suspiró y se pasó una mano por la cara antes de reír.
–Gracias, Jake. Sé que no estás de acuerdo con esto, pero es lo mejor. Para él –sus palabras eran incongruentes con sus actos, pues parecían estar coqueteando. Era una suerte que Edward no supiera quien era Jacob, sino su plan tendría que ser con alguien más. Y no quería.
–Parece que quiere venir y golpearme –le informó, Bella soltó una risita falsa, luchando contra las ganas de mirarlo. Porque correría hacia él, lo abrazaría, lo besaría y bajaría sus murallas. Entonces todo estaría arruinado.
No te ama, pensó para poder seguir.
–¿Estás segura de…? –pero no dejó que Jake terminara de hablar, rodeó su cuello y lo puso a su altura para poder besarlo. Era algo fácil si cerraba los ojos y creía que era alguien más. Un cobrizo de ojos verdes y sonrisa torcida al que su corazón pertenecía, por ejemplo.
Cuando se separó de su mejor amigo supo que él estaba ahí. A su lado. Lo miró y estuvo a punto de lanzarse a sus brazos, tenía una mirada incrédula y llena de dolor, o tal vez veía eso porque quería verlo.
–Supongo que esto significa que lo nuestro terminó –su voz era similar a la de ella cuando quería alejar a las personas: fría y sarcástica. Se odió a sí misma, pero era lo correcto. Sólo el orgullo de Edward era el que había sido dañado.
–Sí –se limitó a contestar, agarrando la mano de Jake, quien le dio un pequeño apretón, la apoyaría a pesar de que no le gustara la idea–. No prometí exclusividad cuando comenzamos con esta tontería.
–Todo lo que vivimos, ¿fue una tontería para ti? ¿Por qué lo hiciste? –notó como el brillo abandonaba su mirada, dejando unas esmeraldas opacas. Titubeó un poco, ¿debería de seguir? Ya no estaba tan segura de que Edward no sentía nada por ella.
Es el camino hacia la destrucción, la frase vino acompañada por el recuerdo de una foto de sus padres. Felices.
Destrucción.
Respiró hondo, dándose valor para terminar lo suyo, rompiendo su corazón en el camino.
–¿Tú que crees? –se sorprendió de que su voz no saliera temblorosa, que sus ojos no acumularan lágrimas. Se felicitó mentalmente por tantos años de práctica–. No dejabas de molestarme y te deseaba, se presentó la ocasión y la aproveché. Pero ya me aburrí –añadió rápidamente, demasiado para poder llegar a ser verdad, pero Edward no lo notó. Pero Jake sí, pero se limitó a lanzarle una mirada de reproche.
–Ya. Entiendo –su voz era sosegada, con un tono de triste resignación, le dedicó una sonrisa triste a Jacob–. Ojalá no se aburra de ti tan rápido. Nos vemos… yo…
–Espero que no –lo cortó con frialdad, luchando para sacar las palabras a través del nudo de su garganta.
Edward se limitó a asentir, de forma seca.
–Hasta pronto.
–Adiós –se dio la vuelta, alejándose a una velocidad normal, como si nada hubiese pasado.
No,deseó gritarle; ¡Te amo!
Pero de sus labios sólo salió una especie de jadeo ahogado. Los brazos de Jacob la arroparon, como antes, cuando tenía una pesadilla y la calmaba con palabras al azar.
–Cariño, ¿qué has hecho?
–Lo correcto –susurró en respuesta, con el corazón roto.
Nunca podría llegar a pertenecerle a nadie, era de Edward. Para siempre. Esperaba que fuera feliz con alguien que no fuera sinónimo de destrucción. Como ella.
Bella Swan.
Cha chán
Gracias por leer :D y espero que te haya gustado Aid4.
Si tienen comentarios, sugerencias, shalalá, pueden hacerlo. Oh, y como cuasi no me gustan los finales de este tipo tengo en mente otro capítulo que podría considerarse como un... final alternativo :p
Oh, y disculpen cualquier falla, si es muy espantosa no duden en hacérmelo saber ;D
Nos leemos
Missannie
p.d. Con las canciones me basé unas en el ritmo, otras en la melodía
