Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a la maravillosamente talentosa Sra. Stephenie Meyer, mis historias solo son para desahogar el impulso de lanzarme sobre Edward aunque este casado (lo siento Bella) C:
Summary: Bien dicen que hay grandes historias que inician con un encuentro casual en un bar. ¿Será que Edward Cullen encaja en el personaje masculino? Porque Isabella Swan conoce sus líneas a la perfección.
Qué tu ¿Qué?
Capítulo 1
Bella Swan estaba disfrutando de la vida con todo los excesos de la juventud, sin importarle nada ni nadie. No se había enamorado nunca, al menos no que ella lo admitiese, ni siquiera de alguno de los amantes fortuitos más apasionados y bien dotados de los que había disfrutado.
A su parecer, todos los cuerpos de los hombres debían disfrutarse, más no repetirse.
Y, sí que había repetido unos cuantos, pero era más la excepción a su propia regla que otra cosa.
A pesar de ser bastante promiscua, siempre, siempre, siempre se protegía. Tenía muy claro la responsabilidad que el sexo acarreaba y más aún, cuando podían surgir consecuencias que lamentaría por no haber pensado antes de actuar.
También se daba cierto tiempo para conocer un rato a los acompañantes dispuestos a terminar en su cama, sino jamás dejaría que se metieran entre sus piernas.
Aquel fin de semana, Bella se sentía un poco más aburrida de lo normal. Pensó en cambiar su forma de ser, en mejorar como persona, en volverse una niña buena formando una familia y todo eso, pero cuando se dio cuenta que difícil sería aquello, desistió totalmente. Aunque le molestaba que la gran mayoría de sus amigas estaban comprometidas, de novias… o hasta con hijos.
Ella pensó: ¿A quién iba a llamar sin parecer ser el violinista en la historia de alguien más?
Al final, pensó en Angela Webber, aunque tendría que aceptar hablar con algún chico que sería tan cerebrito como su amiga, pero tal vez, solo tal vez eso le quitaría el aburrimiento. Y decidió llamarla.
Después de encontrarse con Angela, fueron a un bar cercano, Ben —el novio de Angela, y gran amigo de Bella— esperaba allí con un joven aparentemente nervioso, sentados en una de las mesas.
Ella no lo había visto jamás, seguramente recordaría ese anticuado y raro modo de vestir, el cual entraba de una con la forma de vestir del Agente Reid* en las primeras temporadas de Criminal Minds. Por poco y se va para atrás de la risa. Era una situación digna de hacer película.
Sin embargo, a medida que se acercaron al par algo más allá llamo la atención de Bella, tras unas enormes y poco favorables gafas habían escondidos unos preciosos ojos verdes, de un color que jamás había apreciado.
Sonrió mentalmente, seguramente el chico era tan tímido como parecía, y si le pedía que se sacara los lentes le dará un paro respiratorio. El pobre no dejaba de retorcer sus manos.
Estaban aún por llegar a la mesa, probablemente tres mesas los separaban de ellas, y no podía dejar de ver esos ojos. Llamativos y misteriosos, a pesar de lo que el chico representaba con aquella forma de vestir.
—¡Allí están! —casi gritó Ángela, y Bella disimuló que ya los había visto con un asentimiento sutil y educado. Su amiga casi corrió a los brazos de su novio.
Bella le siguió tranquila y se paró en frente de donde aquel chico extraño se encontraba. De paso para evitar el estallido de feromonas de sus amigos.
—¡Hola! —saludó ella—soy Isabella, pero todos me dicen Bella. —extendió su mano de forma inconscientemente sensual. Él algo temeroso y un poco apenado apretó la mano extendida.
—Soy Edward, buenas noches señorita Isabella. —casi susurró y a Bella le pareció tierno y adorable.
—Entonces, piensas tratarme como un desconocido. ¿O seguirás flirteando con mi amigo…?— Ben soltó sin más y ambos separaron sus manos. Unas risitas nerviosas se oyeron, era Edward. Pronto Bella y Angela se unieron.
—Claro que no pequeño, ¿cómo has estado? —Bella abrazó a Ben, lo adoraba como un hermano menor, a pesar de ser menor que Bella por un par de años, él había salvado su trasero incontables veces en la facultad.
—Yo te extrañé muchísimo, a diferencia de ti que parece que lo único que te interesa de mí en este momento es mi amigo Edward. —Ben era una reina del drama cuando se lo proponía, puso una mano encima de su corazón como si realmente estuviera herido.
—Ella… —se corrigió—la señorita Isabella no me estaba coqueteando… —Edward defendió.
—¿Qué? Sabes Edward te dije que me llamases Bella. No entiendo porque me tratas como si tuviera 50. Recién voy en la mitad de esa carrera —comentó Bella como reproche, pero conteniéndose la risa, ella no lo decía en serio.
Poner a Edward nervioso parecía ponerla de muy buen humor. Él era la cosita más adorable y dulce cuando estaba así, pero Bella no sabía que se tomaba las cosas demasiado en serio, muy literales en realidad.
—Lo siento, seño… Is… Bella—se sonrojó y ella casi se desmaya ¡Este chico era único! Nadie, absolutamente nadie que llevara cromosoma Y se sonrojaba, y menos de esa manera tan infantil. Quería acariciar su cabello y hacer que se calme.
—Hey, no. No me hagas sentir mal cariño. Solo lo decía para que me tutees, no me ofendiste ¿ok?
—Está bien señ… Bella— contestó con algo de ánimo. Aun así, pareciendo incómodo.
—Suficiente tortolitos; creo que mi novia y yo nos vamos a bailar. Supongo que las presentaciones están de más ahora. Mi Ang ya conoce a Edward, y bueno, Bella tú ya sabes hablar —se rió Ben. Bella, en un arranque de infantilismo, le sacó la lengua a su amigo. Todos se rieron.
—Ya, largo, —soltó Bella con cariño, mientras los empujó ligeramente.
Se quedaron solos en aquella mesa, y Bella cayó en la cuenta que su acompañante estaba algo incómodo.
Así que empezó a preguntarle cosas sutiles de su casa, de sus amigos, de sus estudios, de cómo conoció a Ben, y otras cosas generales que tenían cada vez más de temas personales.
Ben y Angela volvían cada cierto rato a molestar a sus amigos, sobretodo Ben. Edward se sonrojaba y Bella callaba a Ben para dejar de hacer sentir incómodo a Edward. Casi podías decir que Bella experimentaba un complejo de mamá gallina con él.
Había mucha gente en el bar y en especial hombres atractivos que miraban a Bella cual pedazo de carne. Probablemente era por cómo estaba vestida, -jeans apretados y oscuros, una blusa de seda algo holgada pero llamativa por la abertura frontal del color del cielo claro- o la postura sexy que era innata en ella, cualquiera que fuese la razón, muchos chicos ignoraban a sus acompañantes por desviar la mirada al escote de la blusa de Bella. Ella los ignoraba a consciencia, pues estaba más que solo disfrutando de la compañía de aquel joven –algo que sinceramente jamás pensó posible.
Edward fue contándole de a pocos algunos aspectos de su vida: que Ben y él se conocieron dos años atrás a causa de un accidente que él causó, siendo Ben el único capaz de ayudarlo; también le hablo de su hermana mayor estaba a punto de casarse, y la menor que era la versión hiperactiva de los dos hermanos mayores de su madre, había ingresado con honores a la Universidad de Harvard. Sintió como poco a poco se soltaba y la estresante situación se volvía normal, casi se sintió como si fueran amigos desde de hace tiempo compartiendo una cerveza. Hasta se reía sin miedo de las ocurrencias que Bella soltaba a veces.
Por su parte Bella estaba fascinada con el sonido de la risa de Edward, quedándose a veces viéndolo cual si fuese el sol.
Se atraían tanto mutuamente que terminaron bien juntos. Él cerca de su rostro podía sentir tranquilamente el perfume suave de ella. De lejos hasta percibías los muros de una burbuja invisible.
—¡Pero qué preciosura tenemos aquí!— un joven atractivo le guiñó el ojo a Bella, aunque notablemente maleducado pues intervino destruyendo el hermoso momento de ambos —Vamos, deja el aburrimiento y movámonos un poco. —sonrió el muy tonto.
¿Y así me invitas a bailar? –Pensó Bella– ¡Deberías buscar clases de cortesía!
Vio a Edward que parecía debatirse entre el enojo y el dolor. El nada simpático joven devoraba descaradamente a Bella con la mirada, sin mostrar ningún pudor.
—Mira dulce —dijo Bella con tono ácido—si no he salido a bailar es porque no quiero. Aquí – cambió su tono por uno meloso mientras no despegaba la mirada de Edward —la estamos pasando mucho más que bien. Entonces mejor te esfumas. ¿Entiendes?
—Así que estoy enfrentándome a una fierecita, pero claro sino no serias tan preciosa. Anda vamos, si quiere también puede unirse tu amiga. —les provoco el idiota.
—¡Lárgate! ¿Que no oyes que no te quieren aquí? —Edward sonó tan masculino y fuerte que hasta Bella retrocedió ante ese tono. Casi podías jurar que golpearía al tipo en cualquier momento.
—Uy, uy, uy, pero si la niña también hablaba. Edward no hizo más que ponerse de pie para que el tipo se diese cuenta que estaba en desventaja, no solo por el tono de voz que había usado en su contra anteriormente sino que Edward tenía la pinta de un luchador fornido si te fijabas detenidamente en su altura, que hasta hace un segundo también paso desapercibida para Bella, y lo concisa que se hizo su postura. Sorprendido el joven se rindió sin siquiera pensar en pelearse.
—¡Wow! Tranquilo hermano, sólo bromeaba; no quieres pelearte frente a tu chica ¿verdad? —dijo aquel cobarde alzando las manos en son de paz.
Rendido sin dar pelea. ¡Semejante ridiculez!
Edward asintió para que este se fuese y Bella estaba en shock observando la escena todavía sentada, y la enorme espalda de su caballeroso acompañante. Sonrió materializando una idea impresionante en su mente.
Sorprendiéndole en el acto, cuando él se volvió hacia ella, Bella se abalanzó sobre Edward, a punto de hacerlo caer, pero felizmente solo se balanceo un poco debido al impacto. A continuación, puso sus pequeños brazos alrededor del cuello y abrazó sus caderas masculinas, enredándolas para no caer. Se pegó a su cuerpo enorme –al menos en comparación con ella- y lo abrazó con ganas, poniendo su cabeza en el hueco que se formaba de la unión del cuello de su acompañante con su hombro.
—¡Gracias! Nadie se había portado conmigo como un verdadero caballero desde mi padre, —anunció Bella con emoción contenida. Y era totalmente cierto, todos y cada uno de los amantes que había tenido se caracterizaban por ser chicos rudos y demandantes o ciertamente suaves si ella lo pedía así, pero en la cama. Fuera de ella, apenas y se hablaban después del sexo, así que para Bella las únicas muestras verdaderas de caballerosidad eran limitadas, más si debían defenderla de algún idiota.
Sus verdaderos amigos —que no podía contar con más de cinco dedos— aparecían solo si ella no se acostaba con ellos, por ejemplo Ben, y le demostraban su cariño y aquello, la caballerosidad de un hombre, era algo que secretamente Bella adoraba.
Edward le devolvió el abrazo casi torpemente, sintiéndose abrumado por el sentimiento de estar en casa al sentirla tan de cerca, sobre todo cuando pudo sentir el olor de su cabello suave y perfumado.
Suspiró casi de manera imperceptible, pero debido a la cercanía que compartían, Bella captó el sonido.
Ella sonrió y separando un poco su rostro para poder ver a expresión de los ojos del tímido Edward, quedo encantada con su reflejo en tonos verdes. No se le había ocurrido encontrar esa mezcla extraña de dulzura, ternura, confusión y hasta miedo en esos orbes verde intenso, pero le encantó. Sin poderse contener al ver la hermosura de sus ojos, retiro los horribles marcos que detenían la visión de él en todo su esplendor.
Le sonrió con picardía medida para darle a entender lo que seguiría a continuación, sin embargo Edward no tenía ni idea de que intenciones traía Bella encima, así que opto por quedarse estático, devolviéndole una sonrisa de lado, que aun así era tímida, entreabriendo apenas sus labios, sin embargo fue suficiente para dejar escapar parte de su aliento fresco.
Ella acerco su rostro hasta hacer rozar sus narices, luego aspiro el aroma mentolado de él. ¡Dios, olía tan bien! Todo en él la llamaba a perderse en su boca, en su lengua. Probablemente desfallecería allí si no hacía algo.
La proximidad se dio lentamente y le acarició con el sabor dulce de su propio aliento además de la suavidad de sus manos en su nuca. Cuando sus labios rosaron los de él suspiro inocentemente y cayó en la cuenta que Edward no era, ni seria como nadie que hubiese conocido antes. Él realmente le gustaba.
Edward confundido y asustado, la recibió y cerró sus ojos automáticamente mientras sentía el mundo perderse en algún punto desconocido de la galaxia, experimentando el vacío y al mismo tiempo la intensidad de formar parte de una burbuja tan sensual. Maravillosa.
Bella disfrutó deliciosamente del sonido de su roce y cerrando los ojos, memorizó el sabor de los labios cálidos. Maniobrando su cabello y brindándole sensaciones colmadas de cosquilleos incitantes. Olvidó todo a su alrededor e intentó encontrar respuesta de sus labios. Movió su lengua sobre los labios dulces y suaves abriendo su boca para apoderarse de todo el sabor que pudiese.
Edward entró mentalmente en pánico al no saber que hacer, pero trató de imitar los movimientos de la hermosa Bella. Al sentir un delicioso gemido escapar y perderse en aquel beso, tomó por hecho que estaba haciendo un buen trabajo.
Después de unos segundos juntos, en aquel íntimo y profundo encuentro, la lengua traviesa de Bella saboreó el interior de la boca de Edward, atrayendo un siseo suave pero significativo desde su garganta.
—¡Bells, estamos…! —la voz emocionada de Angela los hizo regresar a la realidad y caer en la cuenta del espectáculo que significaba la forma en la que Edward sostenía el trasero de Bella, y que habían estado besándose sin importar que hubiesen muchos observadores. La disculpa y vergüenza reflejada en el rostro de Edward era innegable.
—Lo siento yo… —se disculpó Angela.
—No pasa nada, ¿qué decías antes? –pregunto Bella al darse cuenta que Edward tenia rojos el rostro y las manos, después de bajarla casi bruscamente de la posición poco ortodoxa que la sostenía.
—Decía que, bueno… —dudó Angela un segundo, pues no le gustaba dañar momentos ajenos —Ben y yo estamos pensando en ir a un Karaoke con ustedes, si desean, aunque claro, como ustedes no han tomado casi nada podrían solo llevarnos a casa, me cuesta no tener miedo ante la idea de conducir así, y Ben no está mejor que yo. —se paró para respirar y se le escaparon unas risitas sin sentido, afirmando su estado. Bella medio sonrió durante la larga explicación de su amiga pues se dio cuenta hace mucho tiempo atrás que cuando se sentía nerviosa le daba por hablar hasta por los codos, al menos en frente de personas de confianza.
Entonces… ¿eso significaba que Edward era un buen amigo suyo?
—Tranquila Ang —Bella miró a Edward—¿Quieres ir? O mejor los llevamos a casa… —Edward aún estaba algo en shock, así que decidió actuar lo mejor que pudo en aquella situación y respiro hondo y profundo.
—Creo que mejor los llevamos a casa, tal vez Ben ya no resista un segundo más —contestó, y al parecer la táctica de relajación facilito las cosas pues se le oía sereno.
Sin embargo, Bella mostró una sonrisa en todo su esplendor hacia su dirección, dejando el efecto relajante tirado al traste.
*(N.A: Criminal Minds es uno de mis programas favoritos y vivo babeando por el agente Spencer Reid, es un BOMBON! —bueno por Matthew Gray Gubler )
Ale!
