"Este fic participa en el Reto: ¡Que viva el crack! Del foro Multifandom is the new Black".

AMOR INCOMPRENDIDO

Ella es mía. Ella lo sabe y yo lo sé. Por eso nuestra relación es tan perfecta.

Adoro cuando, cada mañana, ella acaricia hasta el último pelo de mi cuerpo con esa mano tan sensual, dulce y cariñosa, que me hace volar hasta lo más alto del cielo. Adoro su tacto, su olor, su exquisita y femenina belleza… que tan sólo está a mi magnífica altura. Ella me eligió porque soy totalmente especial, porque le doy ese toque de distinción que toda aquella mujer en sus cabales sabe reconocer. Porque si mí, no sería nada...

Mía, Hermione Granger es mía. Mi dueña. Y yo soy su dueño.

Croockshanks se acicalaba el pelaje distraídamente mientras aquellos pensamientos alimentaban su ya de por sí crecido ego. Aquella mañana, en contra de lo que Hermione solía hacer siempre, ya a modo de ritual desde que lo había adquirido en el Callejón Diagon hacía varios años, no le había dedicado a su mascota —mezcla de gato y kneazle, de un pelaje color jenjible y unos ojos anaranjados que la enamoraban— ni un segundo siquiera.

Aquello no era nada normal. No, no lo era.

Por eso, el egocéntrico gato no podía evitar dar vueltas y más vueltas al asunto.

Es casi la hora de la comida. ¿Dónde se ha metido esa atolondrada?se preguntaba una y otra vez, repantigado en uno de los sofás de la Torre de Gryffindor.

De pronto, la Dama Gorda franqueó la entrada a una muchacha de pelo castaño, exquisitos modales y actitud vivaracha, que entró en tromba en el recinto, mostrándose nerviosa, casi histérica. Hermione Granger, al ver a Croockshanks tirado en el sofá, lo cogió rápidamente y lo acunó entre sus brazos con un ímpetu inusitado.

Esto ya está mejor, mucho mejor —el animal se dijo para sí, su enorme ego rebosante de satisfacción.

—Merlín todopoderoso… me he enamorado de Ron Weasley —ella confesó en voz alta, para taparse después la boca con las manos, como si hubiese enunciado una completa locura.

Por poco, aquel gato sibarita y egocéntrico, se muere de la impresión.

Cuando fue capaz de volver a respirar —mucho después juró a todo aquel que fue capaz de escucharle, o de soportarle, que había alcanzado el túnel del otro lado, para luego volver de un tirón—, un indignado juramento se alzó en el tiempo y el espacio.

¿Enamorada de ese patán, lerdo y bueno para nada, y no de este pedazo de espécimen masculino salido directamente de los Cielos? Te has vuelto loca, pequeña. Pero yo sé cómo devolverte la cordura. Que si lo sé… No sabes la que te espera, Weasley. Ni ese desgraciado de rata animaga que te acompaña, tampoco; él mucho menos, incluso. Desde hoy mismo, vuestra vida va a ser un infierno. Ella es mía y siempre lo será.

Infinitamente satisfecho y pagado de sí mismo, emitió un ronroneo complacido.

Hermione, al escucharle, volvió a abrazarle con cariño.

—Tú siempre me comprendes —le dijo. Y depositó un suave beso en su sedoso pelaje.