Disclaimer: Ni Fairy Tail ni sus personajes me pertenecen, puesto que pertenecen a Hiro Mashima. Esta historia esta hecha sin fines lucrativos.
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Cercanía
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—Por favor, Lucy…
—No.
—¡Pero seríais los únicos que no participaríais!
—Pues haremos otra cosa.
—¡Pero…!
La rubia apoyó las manos sobre la barra, y se levantó de golpe, como espoleada por la fuerza de un caballo. —¡Te he dicho que no puedo hacerlo, Mira! —repitió frustrada.
La joven de cabellos albinos suspiró con profundidad. Conocía de antemano que lo que la estaba pidiendo, era complicado. Para el Festival de la Cosecha de este año, habían considerado la idea de preparar algo diferente. Era cierto que el desfile era, y continuaría siendo muy importante como tradición de su gremio, pero habían decidido enfocarse en otro tipo de actividades.
La sorpresa había llegado, cuando la pequeña mano de Asuka había sacado uno de los papelitos del sombrero de Reedus, y había reproducido en voz alta la elegante caligrafía de la mayor de los hermanos Strauss: «Exhibición de baile».
El silencio había inundado el salón del gremio a una velocidad alarmante, mientras que sus integrantes se miraban los unos a los otros. Con la tranquilidad que le caracterizaba, Makarov había designado a Mira como la organizadora, delegando todas las funciones de decisión en ella. Dicho esto, continuó bebiendo de su jarra de cerveza con parsimonia, quedando como mero espectador del conflicto.
Y entonces, había estallado el pandemónium.
Mediante las buenas maneras de la jovencita de cabellos de cabellos blancos, no les había quedado otra alternativa que aceptar la distribución que había realizado. No hacía falta especificar que Juvia había quedado más que encantada con su pareja de baile. Mira había decidido otorgarles un sencillo vals, por lo que Gray, por una vez en su vida, había mantenido la boca cerrada, y había optado por aceptar sin rechistar, a sabiendas de que podía haber sido mucho peor.
A Evergreen, junto con Elfman, había decidido otorgarles un bolero. Mira había tenido en cuenta que ese baile requería de mucha más destreza por parte de la acompañante femenina, que de la masculina, por lo que no les resultaría muy complicado. El ritmo de la música era pausado, por lo que no tendría que preocuparse por la dificultad de movimiento de su hermano, a causa de su corpulencia.
Erza y Mest habían estado de acuerdo en interpretar un merengue, puesto que la idea les había resultado divertida. A la usuaria de magia de armadura le encantaba bailar, por lo que no le había faltado tiempo para enganchar a Mest del cuello de su camisa, con el fin de que pudiesen comenzar con las prácticas lo antes posible.
Había estado debatiendo un poco sobre el baile que más les convendría a Levy y a Gajeel, por lo que al final se había decantado por una rumba. No les resultaría muy difícil, puesto que combinaba ritmos pausados, con otros más ligeros, por lo que imaginaba que se adaptarían bastante bien. Sin embargo, debía reconocer que le había costado varias jarras de cerveza, el convencer al Dragon Slayer de acero. La solución había saltado por sí sola, en el momento en que se había puesto a debatir compungidamente en voz alta, sobre quien sería mejor pareja de baile para Levy: si Jet o Droy. Y al muchacho no le había hecho falta ni un parpadeo para finalmente ceder.
Bisca y Alzack habían decidido por si mismos interpretar un fox-trot, puesto que no era la primera vez que lo bailaban, de modo que Mira no podía haber estado más de acuerdo. Aquel estilo de baile les pegaba como ningún otro, y estaba segura de sería un auténtico espectáculo digno de admirar.
El verdadero reto, había llegado con la última pareja: Natsu y Lucy.
Si alguien la preguntase con sinceridad, respondería que no les había designado el tango porque saltasen chispas entre ellos. Bueno, sí, las había, pero esa era una opinión suya particular que no venía al caso. La cuestión era, que necesitaba una pareja que se complementase a un nivel muy profundo. Y no tenía otra pareja mejor que ellos dos. También era cierto que les podía haber asignado otro estilo de baile, pero no imaginaba al tragafuegos bailando un Swing o una Samba.
Contra todo pronóstico, no había sido el Dragon Slayer de fuego quien había puesto el grito en el cielo, sino que había sido la persona que menos esperaba: la maga estelar. Llevaba días intentando convencerla, y no había claudicado bajo ningún concepto.
—Lucy, por favor, el Festival de este año es muy importante. El concurso de Miss Fairy Tail es divertido, pero en cierto modo, no demuestra un compromiso real por nuestra parte. Además, ¡podría haber sido mucho peor! ¿y si hubiese resultado en un combate? —cuestionó la mayor de los Strauss, mientras secaba los vasos con una tranquilidad demoledora.
La joven de cabellos rubios se pasó una mano por el rostro, exasperada. —Pues entonces hubiese participado con mucho más entusiasmo —comentó con acidez—. De verdad, Mira, lo siento, pero no puedo, ¡no tengo ni idea de cómo se baila un tango!
Mira cerró los ojos con sutileza. —Gajeel tampoco sabe bailar rumba, y ahí lo tienes. Debo decir que está demostrando un nivel de compromiso impresionante —comentó con soltura.
Lucy dejó caer la cabeza entre sus brazos, posicionados sobre la barra. —Mira, por favor, no me hagas esto… —musitó con culpabilidad.
—Además, a Natsu no le ha molestado en absoluto —aireó, como si estuviese hablando sola.
—Natsu no tiene ni idea de nada —farfulló derrotada.
Mira se llevó una mano al rostro. —Ara, ara… no creo que ese sea el caso —admitió con soltura—. Creo que en esta ocasión lo estás subestimando, Lucy. Pienso que sí ha notado que a ti, esta situación te resulta mucho más compleja, aunque no sepa el porqué. Sin embargo, creo que esta vez ha decidido mantenerse al margen, limitándose a esperar por tu decisión.
Lucy alzó levemente el rostro de entre los brazos, para contemplar a la camarera con intensidad. —¿Por qué haría eso?
Mira se encogió de hombros. —Mmm… ¿quién sabe?
—Mira, no sé cómo se baila, ya te lo he dicho, por lo que ni muchísimo menos podría enseñarle a él, ¡es una auténtica locura! ¡reconoce que los demás lo tienen bastante más fácil!
La camarera esbozó una sonrisa que la envió un escalofrío directo a su médula espinal. —Oh, eso no sería problema. Os he encontrado el profesor perfecto.
Lucy terminó de alzar la cabeza de entre sus brazos, para observar a la joven con estupefacta curiosidad.
—¿Verdad, Capricornio?
La maga estelar boqueó como pez fuera del agua, en cuanto sintió una vibración de una de las llaves de su cartuchera. Específicamente, la del portal de la cabra. Cuando quiso darse cuenta, el espíritu estelar se había materializado frente a ambas, enfundado en su típico traje de esmoquin, y con una mano sobre el pecho.
—Buenas tardes, Mira-san. En realidad, sería un honor poder ayudar a Lucy-sama, por lo que me siento más que halagado en que haya reparado en mis aptitudes como profesor de baile.
La camarera continuó con aquella sonrisa enigmática colgada de su boca. —Reconozco que tenía ciertas inquietudes respecto a esto, por lo que la otra tarde le solicité a Loke que hablase con Capricornio. Espero que no te haya molestado —comentó con dulzura.
Lucy se vio incapaz de decir palabra alguna. ¿Molesta? No, para nada… ¡estaba furiosa! ¡en cuanto pillase a ese espíritu traidor de melena alborotada, lo mataría! ¡sufriría una muerte lenta y dolorosa, y después le arrojaría a las profundidades de cualquier pantano!
Capricornio clavó la mirada sobre su contratista, aun con la mano sobre el pecho. —¿Cuándo empezamos?
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—Un, dos, tres, cuatro; un, dos, tres, cuatro… —Capricornio se acercó a ellos, para corregir la postura del brazo del tragafuegos— el brazo que la sujeta debe encontrarse más firme, Natsu-san. Cuando efectúen el giro, ella debe sentir como su brazo la orienta hacia la posición correcta. Recuerde que en este caso, es el acompañante masculino quien marca el ritmo, por lo que ella se limita a seguirlo. Es usted, quien debe poder guiarla.
Lucy resopló, por lo que Natsu se obligó a contener una mueca. Era la cuarta clase particular que recibían, y la cosa, en vez de ir a mejor, no hacía otra cosa que empeorar. Según el espíritu estelar, a medida que las prácticas fuesen avanzando, sus cuerpos se relajarían cada vez más. Pero estaba resultando todo lo contrario. La espalda de Lucy estaba más rígida que la cuerda de un arco.
Desde el momento en que Mira les había otorgado aquella práctica de baile, el ambiente entre los dos no había hecho más que inquietarse. Era extraño. Nunca había sentido incomodidad por su parte, o por la de Lucy, cuando estaban juntos. Incluso la había visto un montón de veces en cueros, pero siempre se había mantenido dentro de un margen inofensivo. Sin embargo, el hecho de tener que apretujar el cuerpo de Lucy contra el suyo, con conocimiento de causa, estaba alborotándole las entrañas. Era una especie de calor que lo sofocaba, y no tenía absolutamente nada que ver con su magia ígnea.
En un principio, y después de conocer lo que les tocaría hacer juntos, no había dicho nada al respecto. Pero en el momento en que había contemplado como el rostro de Lucy había decaido hacia un tono blanquecino, había sido consciente de que el asunto era mucho más peliagudo de lo que se suponía que debía de ser. Y es que, ¿por qué tanto alboroto por una simple interpretación de baile? En una ocasión anterior, Lucy le había dado una práctica de baile de salón para un encargo, y no había tenido tanto escándalo.
Sin embargo, en el momento en que había arrimado su cuerpo contra el suyo durante la primera práctica, y después del primer giro, se había visto obligado a tragar en seco, porque la temperatura corporal le había aumentado al menos diez grados de golpe. Y había abierto fuertemente los ojos, a causa de la impresión.
¿¡Desde cuándo su cuerpo se descontrolaba de esa manera!? Ni siquiera lo recordaba… pero sí era consciente, de que la única persona que era capaz de armarle tal barullo demoledor, era ella. Lucy era muy atractiva; al menos, lo era bajo su punto de vista. Era sencilla, y todo siempre era mucho más divertido con ella. No obstante, cada vez que tenía que sujetarla contra él mismo, se volvía más y más consciente de sus curvas. Y también de su piel suave. Mucho más suave que la de él, llena de pequeñas cicatrices, y curtida a causa de su magia.
Cada vez que su brazo rodeaba su pequeño talle, su aroma lo incitaba de maneras que no recordaba que hubiese hecho con anterioridad. Era como una esencia sutil, pero potente, que le embotaba los sentidos. Y en cierta parte le molestaba, porque su cuerpo se tensaba de manera inconsciente. Casi arqueó las cejas, sorprendido consigo mismo ante su propia revelación. A lo mejor, ella también se encontraba tensa porque la ocurría lo mismo.
Cuando tuvo que volver a apretujarla contra él, después de un giro por parte de ella, se descubrió intentando desentrañar aquello que se había empeñado durante tanto tiempo en ignorar.
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—Recordad —la voz del espíritu estelar prevaleció sobre la música que sonaba de fondo en la estancia—, el tango se baila «escuchando el cuerpo del otro». Sino os escucháis, no seréis capaces de interpretarlo.
Lucy se dejo caer al suelo de madera, agotada en su totalidad, mientras su pecho se movía frenético en busca de aire. —¿¡Cómo… diantres… se supone… que voy a… escuchar el cuerpo del otro!? —cuestionó irritada, entre bocanadas.
Natsu se sentó sobre el suelo, dejando apoyada la espalda contra la pared. ¡Por Mavis, bailar estaba resultando ser muchísimo más duro que cualquiera de sus entrenamientos! Se pasó un brazo por la frente, quitando el exceso de sudor. Nunca, y jamás de los jamases, hubiese imaginado que algunos estilos de baile pudiesen tener ritmos tan sumamente acelerados. Apenas habían podido hacer tres figuras¹ seguidas en condiciones.
—Sencillo —Capricornio cruzó los brazos tras su espalda, con paciencia—: debéis ser capaces de adelantaros al otro. Prestando atención a la respiración, observando como se mueve su cuerpo, y respondiendo con el propio. La coreografía es bastante más compleja que la de los demás estilos, puesto que está diseñada a partir del abrazo de la pareja, tal como estáis comprobando. Por eso mismo, es primordial el hecho de que prestéis atención.
Natsu dejó caer la cabeza hacia atrás, y cerró los ojos. Empezaba a dudar de que aquello fuese a terminar en buen puerto. Apenas hacía dos días, se había colado en una práctica entre el cabeza de cucurucho y Juvia. Y su mandíbula casi había caído hasta el suelo. Jamás había visto tal expresión de comodidad en el rostro de Gray, con la usuaria de magia de agua tan cerca de él. Se habían estado moviendo sigilosamente por toda la habitación, y parecía que ni siquiera hubiesen dado tres pasos. Estaban jodidos.
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—¡Auch!
El cuerpo de Natsu se apartó con rapidez. —Lo siento, Lucy.
La rubia terminó de apartarse del cuerpo del tragafuegos, y se dirigió hasta la pared, para dejarse caer con suavidad hasta el suelo. —No te preocupes… —musitó, restándole importancia al asunto—creo que no puedo hacerlo —admitió con derrota.
Natsu arqueó las cejas, sorprendido. —Bueno, en realidad he sido yo el que te ha pisado. Ha sido culpa mía.
Lucy cerró los ojos, y negó lentamente con la cabeza. —No se trata de eso.
El Dragon Slayer se acercó hasta ella, y tomó asiento a su lado. —Reconozco que no está siendo tan divertido como yo esperaba —reconoció en tono jovial.
La maga estelar esbozó una sonrisa un tanto culpable. —Lo sé. Es extraño. Siempre es divertido cuando estamos juntos —abrió la palma de su mano, para contemplarla—, pero hay algo que no termina de encajar —divagó al aire, como si estuviese sola en la habitación.
Natsu se rascó la mejilla. —Tal vez, lo que dijo Capricornio tenga algo que ver.
En respuesta, Lucy le miró con atención.
—Ya sabes… no recuerdo exactamente qué dijo —puso los ojos en blanco—, pero era algo relacionado con la comprensión.
Ella soltó una risilla al aire. —Compenetración —corrigió.
—Eso —Natsu cabeceó en afirmación—. A lo mejor, nos estamos centrando demasiado en hacerlo bien, en vez de centrarnos en lo que hace el otro.
La rubia mantuvo el contacto visual durante unos segundos, para después desviarla al frente. —Puede ser… —coincidió.
Una nueva canción saltó en el reproductor de lácrima, resonando por las paredes de la habitación, en acordes alocados y frenéticos. Natsu arqueó una ceja de manera ocurrente, y levantándose de un salto, agarró la mano de Lucy, para tirar de ella hasta quedar en pie.
—¿¡Pero qué…!?
El tragafuegos se limitó a atraerla hacia él, en un tirón dramático y exagerado. Y Lucy no pudo evitar romper en carcajadas, mientras se esforzaba al máximo en intentar seguir los pasos incoherentes de su acompañante.
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—¿Cómo lo llevan? —cuestionó una voz dulce y preocupada de mujer.
Capricornio suspiró, y se tomó unos segundos antes de responder. —He de reconocer que la mejoría ha sido notable.
El rostro de Mira se contorsionó en una mueca culpable. El espíritu estelar se encontraba bajo el umbral de la puerta, con los brazos cruzados tras la espalda, y observando como la pareja de bailarines intentaba seguirse el ritmo, en la más absoluta concentración. La música se dejaba oír con sutilidad por toda la sala. Lo cierto era que habían acondicionado unas cuantas estancias del gremio, para que todos pudiesen efectuar las prácticas con comodidad.
—Me preocupa el hecho de que Lucy se lo haya tomado tan a pecho. Mi intención era que, ante todo, se divirtiesen —comentó la joven—, pero parece que ella no lo consideró desde ese punto de vista.
El espíritu esbozó una pequeña sonrisa. —Creo que ha empezado a captar el mensaje, Mira-sama. No se preocupe, lo harán bien.
Mira negó con la cabeza. —¡Yo solo quiero que se diviertan! —acusó con impotencia— ¡De hecho, todos están divirtiéndose menos ellos! He estado dándole muchas vueltas, y he llegado a la conclusión de que esta modalidad puede que no fuese realmente para ellos. Ya resulta bastante complicado enseñarle a Natsu algo tan sencillo como el ajedrez, como para enseñarle una modalidad de baile tan complicada como esta —entornó la mirada, perdiéndola en un punto inexistente—. No debí convencer a Lucy…
Capricornio volvió a mirar con atención a la camarera de cabellos blanquecinos. —En realidad, el problema no ha sido él, sino Lucy-sama.
Mira alzó la vista, y miró al espíritu estelar, sorprendida en su totalidad. —¿Cómo dices? —cuestionó, pensando que había escuchado mal.
El espíritu volvió a mirar a la pareja. —No ha sido él quien no la escuchaba, sino que ha sido ella quien no le escuchaba a él.
Mira pestañeó, aturdida.
—Natsu-sama ha estado acoplándose a ella inconscientemente. Al intentar adaptarse al ritmo de Lucy-sama, no habían conseguido otra cosa salvo empeorarlo. En realidad, es Lucy-sama quien no se deja llevar. No obstante, por algún motivo parece que está empezando a amoldarse a su acompañante, pero aún es pronto para saberlo.
La mayor de los Strauss boqueó, pero no logró articular palabra alguna. Sin embargo, desvió la mirada hasta la pareja que seguía concentrada en el ritmo de la canción, deslizándose por toda la habitación, y ajenos a lo que ocurría a su alrededor. Y no pudo evitar pensar que había algo hechizante entre los dos, que te obligaba a no apartar la vista.
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Lucy hizo un ademán descontrolado con el brazo, sintiendo las mejillas a punto de arder. —¿¡Por qué tiene que ser tan… —titubeó, gesticulando con las manos— entusiasta!?
Capricornio arqueó una ceja, suspicaz, y paró el reproductor de lácrima mediante un sencillo gesto. —¿Se refiere a ardiente?
Las mejillas de Lucy se abrasaron sin poderlo remediar. —Si, vale, eso —claudicó en acuerdo.
—Porque trata de expresar un sentimiento pleno de sensualidad, donde lo primordial no son sólo los pasos o las figuras que hacen los bailarines. De nada vale una técnica perfecta, o una sincronización perfecta, cuando la expresión de los acompañantes no trasmite sentimientos. Todo está unido: las miradas, los brazos, las manos… cada movimiento del cuerpo acompañando la cadencia del tango, y acompañando lo que ellos están viviendo. Trasciende, y llega al espíritu de los que contemplan a los bailarines, gracias a los sentimientos que ellos ponen en el baile. Cada estrofa musical, cada pasaje, cada tango tiene distintos momentos. No se puede bailar un tango completo siguiendo un patrón de conducta idéntico para toda la melodía. Hay cadencias tristes, alegres, sensuales, silenciosas… solo expresa sentimientos, y estos son los que los bailarines transportan a sus pies y a su cuerpo; a todo, en realidad.
Lucy suspiro con profundidad, con las palabras de Capricornio aun rebotando en su cabeza en un eco distorsionado.
—Espero que mi explicación le haya sido de ayuda, Lucy-sama.
Natsu se cruzó de brazos, en una mueca de confusión. —Tío, no he entendido una palabra de lo que has dicho.
La maga estelar se llevó una mano al rostro, agotada de repente.
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—No —corrigió Capricornio, acercándose—. La mano no debe agarrar la pierna, sino que debe deslizarse con suavidad, igual que si la sujetase.
Natsu se apartó, con la irritación en su punto más álgido. Estaba a un paso de comenzar a escupir bocanadas de fuego a causa de la frustración. —¡Joder, no puedo hacer eso! —titubeó— ¡es demasiado…!
Capricornio arqueó una ceja. —¿Contenido? —sugirió.
Natsu debatió consigo mismo durante unos segundos. —Si, eso. Yo no… —volvió a dudar— ¡yo no tengo sutileza!
El espíritu sonrió con sutilidad, divertido en cierto modo. —Reconozco que su personalidad es más intuitiva e impulsiva que otra cosa, pero creo que en parte eso puede ayudarle. Esa frustración es lo que usted necesita. Así mismo, me alegra poder decir que he encontrado la melodía perfecta para vosotros.
Natsu y Lucy contemplaron como el espíritu se dirigía hasta el reproductor de lácrima. Tras unos segundos de silencio, unos suaves acordes empezaron a resonar por toda la sala. Era un sutil violín, seguido de una guitarra. Al momento, un piano comenzó a hacer el acompañamiento. Era preciosa. Y lenta, a decir verdad.
Lucy dio un paso al frente. —Es más lenta de lo que imaginaba.
Capricornio asintió. —Correcto.
Unos momentos después, comenzó a escucharse un segundo acompañamiento, a la vez que la guitarra comenzaba a diluirse, para volver a resonar con fuerza, mezclando todos los instrumentos a la vez. Era increíble.
—La intensidad es cada vez mayor… —opinó el tragafuegos.
Capricornio volvió a sonreír. —Correcto otra vez. Me alegra pensar que finalmente mis métodos de enseñanza comienzan a dar sus frutos, si he de ser sincero.
Sin embargo, Natsu frunció el ceño. —Vale, ¿y esto en qué me puede ayudar?
El espíritu posó sus brazos tras su espalda, y les contempló con atención. —La cadencia de esta música es silenciosa. No es alegre, o triste; ni siquiera eufórica. Parece que no cuente nada, en realidad. Sin embargo, si deberían ser capaces de sentir en cierta forma lo que quiere expresar.
Lucy arrugó la frente, concentrada totalmente en los acordes. —Es extraño… —musitó, llevando una mano hasta su barbilla— es como un susurro. Algo… ¿ilusorio, tal vez? —titubeó.
—Casi —apreció con orgullo—. Expresa deseo sobre algo etéreo. A veces, deseamos aquello que no podemos tener. Creemos que podemos palparlo, pero no es así. O que tal vez podemos probarlo, y sin embargo, tampoco nos resulta posible. Representa el ensueño de lo que nos mueve y nos empuja hacia algo que es superior a nosotros mismos, y que sobre todo, no podemos controlar. Natsu-san —Capricornio dirigió su atención hacia el tragafuegos—, ¿cree que podría tocar algo que no puede ver?
Natsu dudó por unos instantes y se cruzó de brazos, con la maquinaria de su cerebro funcionando a toda revolución. —Mmm… imagino que no —mantuvo el ceño fruncido.
—Pero, ¿y si lo siente a su alrededor?
El Dragon Slayer de fuego se mantuvo de brazos cruzados, frustrado en su totalidad. —Lo intentaría, supongo.
—Sería algo así como un sexto sentido, ¿verdad? No puede verlo, pero puede sentirlo. Curioso, ¿no cree?
Natsu resopló, hastiado. —No consigo pillar a dónde quieres llegar.
Capricornio se acomodó las gafas con tranquilidad. —Esto es en lo que van a trabajar. Sobre todo usted, Natsu-san. Esta melodía expresa un deseo sobre algo incorpóreo. Mueve al acompañante a buscarlo, pero no puede tocarlo, ni sentirlo, ni palparlo, ni siquiera contemplarlo. Lo que no puede alcanzar, es a su acompañante femenina, que en este caso, será usted, Lucy-sama. La imagen de algo etéreo, y sin forma: una ilusión. Eso es lo que debéis ser capaces de transmitir: todo aquello que no podemos obtener.
Lucy boqueó como pez fuera del agua. —Te has vuelto loco, ¿verdad? —cuestionó, aterrorizada.
El espíritu negó con la cabeza. —En absoluto. Estoy convencido de que vuestras aptitudes son más que adecuadas. Esto es lo que intentaba explicarle, Natsu-san. Usted cree en todo momento que la está viendo, y tocando, pero no es así. La sensación que transmitirá, no será esa. Porque en el fondo de si mismo, sabe que se limita a un espejismo.
Natsu no supo por qué, pero se vio obligado a tragar en seco.
Capricornio tomó aire con profundidad. —Sencillamente, es la idea de algo que no puede alcanzar.
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N/A: pues aquí lo tenéis.
Recién terminada la primera parte de esta historia corta. Lo cierto es que no tenía previsto que fuese así, pero teniendo en cuenta lo mucho que me habéis pedido una nueva historia de Natsu y de Lucy, no he podido resistirme fufufu~. Eso si, advierto de que no será muy larga. Tendrá tres capítulos a lo mucho (aunque luego empiezo a contar y a escribir, y no paro).
Esta historia va dedicada a Inrene, porque aunque estés liada como la pata de un romano, no te haces una idea de cuánto agradezco tus comentarios y tus opiniones, porque me animan muchísimo a continuar. Así que esto va para ti, mi niña, y sobre todo, espero que te guste.
Ya sabéis, cuantos más reviews reciba, más me vengo arriba. Siempre se agradece el hecho de que agreguéis a favoritos y alertas, pero dejar un comentario no cuesta nada, por muy pequeñito que sea, así que, ¿qué me decís?:
¿Continuamos?
Nindë
Figura¹: una figura de baile o también solo figura es, en el baile, un ciclo de movimientos independiente y planificado.
