Bueno bueno bueno, hahaha mi nombre es Lechucita (: o si quieren lechuga, la lechuga verd etc etc etc :B y soy nueva en esta sección n.n les traigo este fic que nació de mi mente retorcida una tarde en la que miraba kuroshitsuji y al hermoso Sebastian (principalmente a Sebastian) le puse mucho cariño y empeño así que espero que les guste n.n

Pero, antes de comenzar, quiero aclarar un par de cosas;

La primera, la historia se desarrolla en el siglo XXI, en Inglaterra.

La segunda, porque un OC mujer, primero que nada, debo aclarar que, aunque me llamen cerda, me gusta el yaoi, pero la verdad no me nace escribirlo :/ la segunda razón, es porque SÈ, SOSPECHO, IMAGIN0O Y SUPONGO, que, como la mayoría de las lectoras son femeninas ;D alguna vez habran pensado "OH, QUE SEBAS-SEXY-CHAN-QUIEROVIOLARLO DEJE A SUS MILES DE GATOS Y VENGA CONMIGO!" y si no es así, entonces estoy soy la única weirda que se exita con sebas ._. Que depresión…

Ahaha bueno ahora, si esque siguen allí

Tururururtu! AL FIC!

Algo mas, Kuroshitsuji no me pertenece, de ser así, Sebastian ya se hubiera (violado) comido a besos a Cielito e.e dios que cerda soy hahaha bueno continuemos (:

-o-o-o-o-o-oo-o-o-o-o

En medio del campo, la lluvia que caia como una cascada hacìa que el panorame fuera borroso y no me dejaban ver que era lo que sucedia. Sentía que el corazón se me saldría del pecho el cualquier momento si no veía bien la situación. Escuchaba choque de metales, leves golpes pero nada mas y ¡estaba a punto de quedarme histérica!

Me encontraba amordazada y amarrada, no podía moverme ni ver que sucedia a menos que gateara, lo cual no era muy buena idea si quería salir con mi hámster dentro de mi cráneo. Movia las manos intentando librarme del amarre pero no me era posible…Ese tipo era mas astuto de lo que yo había pensado…

De pronto, vi un resplandor rojo, como una mancha de titnta roja en aquella grisácea pintura… sentí tanto miedo y desesperación que pude haber sufrido un infarto e inevitablemente, de mis labios salió un –no muy entendible-:

-¡SEBASTIAN!-

Nadie me respondió. Además hubo un quejido en el ambiente que me dejó helada: un sollozante quejido y otro sonido metalico, como cuando se roza acero con acero. Pensé que era èl, que estaba bien y que todo había salido a la perfeccion. Por un momento, apretè los ojos, imaginándome que haría después de esa noche, como seria todo ahora, soñando con un mundo que, realmente, no existiría, pues cuando abri los parpados, vi, en medio de la lluvia gris, el macabro resplandor ambarino de los ojos de aquel demonio…

Caminaba hacia mi y su sombra gigantesca pudo haberme tragado desde donde se encontraba. Me aterrè, jamás había estado así nunca antes; no sabia si era porque, era bastante seguro que me matara; si porque sabia que aquella boca sonriente iba a devorarme hasta que mi alma tocara las puertas del mismo infierno o, porque quizás, sabía que esta vez no había nadie para salvarme…

-o-o-o-o-o-o-o-o

Hay tres cosas que cambiaron completamente mi vida: enterarme de que soy la única descendiente viviente de los Phantomhive, una respetada familia de Inglaterra; la segunda, la vez que casi me violan y; la ulitma y mas importante;

Conocer al enigmático y demoniaco, Sebastian Michaelis…

Capitulo I

Ese mayordomo, desconocido…

Trick!

Sonó mi lápiz cuando giró por la mesa y asotó con el suelo. El artefacto había estado entre mis dedos, pero me sentía tan nerviosa que no podía siquiera coordinar mis movimientos. Llevaba mas de media hora tratando de calmarme, de relajarme, pero no podía hacerlo…Estaba demasiado insegura como para no mover las piernas y el lápiz sobre la mesa como si estuviera hiperactiva.

La fastidiosa maestra de Religion, que había estado dictando, me miró con ira y yo me encogi en mi lugar, temblando de miedo. Caminó hacia mi y cada vez sentía que su sombra iba a devorarme y, entonces, se paró de seco frente a mi mesa. Las miradas de mis demás compañeros me ardían en la piel y mi mejor amiga, sentada a mi lado, se arrimó un poco.

-Si vuelves a hacer ruido, te reprovaré en la materia…- dijo fríamente, con la sonrisa mas malévola que pudo poner en su arrugada cara y los labios pintados de rojo se estiraron.

-Si, señorita Belgica…- dije, tratando de sonar segura, pero mi voz se quebró al final. El grupo de Barbies baratas de la esquina comenzó a burlarse de mi. Belgica se alejó caminando como una campana, meciéndose entre las mesas. Enseguida, me relajé un poco.

Michelle se acercó un poco, y me sacudió el hombro.

-Calmate, las cosas no pueden ser tan malas…- dijo sobre mi problema.

-¡Si, claro!- le dije sonriendo, pero creo que mi comentario le pareció sarcástico porque giró lso ojos.

Bueno, en fin; creo que debería ver el lado bueno de las cosas…

¡RINGGGGGGGGGGGGGG!

-¡Oh, no puede ser!- chillé entre mi, y me lancé sobre la mesa, tapándome la cabeza con las manos. Michelle se levantó como si nada, tratando de arrastrarme, sin conseguir éxito. Me jaló del pelo la cabeza y me erguí chillando exagerada. –¡Ahhh! ¡Hey, me lastimas!- dije cuando me soltó y me froté la cabeza con ambas manos. Mi abrigo me quedaba grande, y las mangas me cubrían las manos, de modo que tenia una apariencia de payasito.

Mi amiga me miró con furia. -¡Ya, no seas dramática! ¡Salgamos ahora!- me ordenó

-¡No! ¡No quiero! ¡Tengo miedo!- dije. Los demás ya salian del salón y la maestra guardaba sus cosas. Solo quedaban unas cuantas porristas platicando sobre que harian ese dia. -¡Ese tipo me aterra!-

Ella se acomodó el lacio cabello negro tras su oreja y luego me golpeó la frente con la palma, tan rápido que no pude defenderme.

-¡ya me voy!- dijo molesta, tomando su mochila y salió del salón sin darne otra explicación. La miré irse, pero no quise detenerla. No quería salir de allí, no deseaba enfrentar mi realidad. Me quedé sentada en mi lugar y me abrigé perfectamente bien cubriéndome con mis brazos.

Últimamente todo era muy difícil, muy ocmplicado y confuso. Pensé que con el paso de los días comprendería mas, pero solo he logrado sentirme mas y mas aterrada con respecto al caso.

-…te verè mañana, mi amor…- escuchè a lo lejos y mirè; al frente estaba un chica de pelo rizado, alta y delgada como un palo flacucho; su nombre era Abigail y estaba dándose un beso con mi…mi ex…

Mi ex al que todavía quería…

Los últimos meses habían sido así, y todo era culpa de ese estúpido llamado Edward Marvell. Habíamos sido novios al comienzo del año, èl hbaia pasado casi tres meses cortajandome y yo me hacia la difícil –lo cual en si era, MUY DIFICIL- no quería que pareciera que estaba urgida o algo por el estilo, no… pero me resultaba duro el hecho de negármele.

Desde que pisè aquel colegio llamado Saint Bassil, un colegio que incluye todos los niveles académicos existidos y por existir, y lo vi, me quede prendada de sus ojos verdes alegres, el cuerpo atlético y su encantadora sonrisa y me decidi que èl seria mio me costara lo que me costara…

¡ah, pero no fue así! Durante el primer año de secundaria, otra chica fue la afortunada, sin embargo, antes de terminar el año terminò con ella; luego, durante segundo regresaron y yo era mas lagrimas que niña para ese entonces, pues en mi intento por llamar su atención, se conviritò en mi mejor amigo y me platicaba todas sus desventuras amorosas y aunque yo lo soportaba fríamente, me dolia en el alma que fuera así.

Al comenzar tercero, crei que seria mio, pero al parecer estaba bastante peleado por las chicas, pues no solo era encantador, sino que tocaba de una manera maravillosa la guitarra y jugaba soccer como un profesional…

Èl era una estrella y yo, la niña timida de la secundaria… Bonita convinacion…

Para no hacerla mas larga, durante tercero también me la pase llorando como una vaca a la que se le termina el pasto, así qe ire al grano. En primer semestre comenzó el cortejo; yo ya estaba superándolo así que fue una descicion muy difícil aceptar ese sentimiento que tanto dolor me había causado o no… grave error al decir "si"

Las cosas se complicaron, èl jamás estaba, me cancelaba y solamente cuando yo me conectaba al chat era que me hablaba… jamás quería salir, siempre quería que yo fuera a su casa o el a la mia –ambas cuando no había nadie, claro…- y yo me negaba…

Cuando intentè hablar con èl, èl no quiso mas; me terminò…

Y yo, pues, no iba a dejarlo que me viera llorar por èl ¡no! así que le demostré que no iba a llorarlo ni me iba a morir. Al principio si comenzó a buscarme y todo, pero luego, a los cuatro días de haber cortado… comenzó a perseguir a otra tipa;

Abigail Williams… un chica que formaba parte de un grupito de la escuela o las Barbies de Esquina, como Michelle y mis demás amigos las llamabamos. Eran molestas y escandalosas, por no decir unas entrometidas en las relaciones de los demás, pues todos sus novios eran puestos bajo presión psicológica cuando deseaban cortarlas. Pero siempre regresaban, pues la relación no solo les daba estatus, sino que recibían grandes "recompensas" por parte de ellas…(hechen a volar su imaginación)

Lo curioso era que èl continuaba mirándome y buscándome con los ojos, pues yo había cortado cualquier comunicación con èl. Pero ya no entrarè en detalles, no quiero aburrirlos.

Me sentí peor que una cucaracha y aunque me dolio en lo mas recóndito de mi ser y mi corazón, giré la cara, sabiendo que èl se daría cuenta si hacia algo repentino. Fue entonces que tomé valor, pues la campanilla para los estudiantes de carreras sonó en ese instante y sabia que, si yo no iba a la entrada, él vendría a mi… y realmente no deseaba eso…

Me volteé a acomodar mis cosas en mi mochila, de espaldas a la ventana y entonces, de la nada, un par de fuertes brazos pasaron a los lados de mis hombros, tomando mis cosas y echándolas en la mochila. Me paralicé y sentí como la sangre de todo el cuerpo fue a dar de un golpe a mis mejillas.

-déjame ayudarte con esto, Ellie…- me giré hacia el frente inconscientemente y cuando lo hice, frente a mi estaba, con la sonrisa terriblemente amable, los ojos refulgando con el rojo carmesí, los pómulos altos, la piel pálida como una sábana y el cabello negro como la noche. Me miraba fijamente y la piel se me enchinó. Mi mente se detuvo, cediéndole su velocidad de reacción a mi corazón, que palpitaba por el nerviosismo.

-¡Se-sebastian!- mascullé como me fue posible y él sonrió.

Cuando al fin, la ardilla en mi cerebro volvió a correr, salí rápidamente de entre sus brazos, por debajo de ellos, pegándome a la pared como una mosca que esta por ser devorada por una serpiente. Èl se dio cuenta, pero no creo que le haya importado demasiado.

Los ojos rojizos de Sebastian giraron hacia mí, clavándose en los míos.

-¿La he asustado, señorita?- preguntò de una manera arrogante, sonriendo con la mirada.

-No-o….- respondì rápidamente y bajè los ojos hacia el suelo. Pusè una de mis manos en mi pecho y me regañe mentalmente por no poder mantenerme calmada.

Pero me era imposible, sobre todo cuando sabia que èl ser tan perfecto y hermoso que tenia delante de mi… no era… humano.

Sebastian Michaelis era un demonio y llegó a mi vida de una forma… inesperada. Todo sucedió un par de semanas antes, cuando recién salía de la escuela…

Flash Back

-¿Vas a ir hoy, Elise?- me preguntò Michelle. Estabamos saliendo de la escuela y soplando el viento fresco del otoño próximo, pues ya era septiembre. Me sentía libre como un pájaro porque pues, me gusta mucho esa ichelle. Sonreí alegremente y me Sali del techado donde estábamos, paseándome cerca de ella en el jardín.

-¡deja de estar jugando con las hojas!- me gritò, casi histérica. Yo me rei nuevamente; lo cual no es muy raro de mi. Entre mi risa, girè la cabeza hacia la salida, donde Edward y la arpía se besaban delante de mi. Instantáneamente la sonrisa se me borrò y el alma se me fue a los pies. Aun me dolia esa pardida, aun ahora.

Me acerquè a Michelle, y sin decirle mas nada, la jalè hacia donde yo estaba y me fui con ella por uno de los corredores.

-¿Qué te pasa?- preguntò. Era obvio que lo sabia.

-No, nada…-

-No me mientas, a mi no me engañas…- ¡mierda! Tenia razón…

-Es solo que…- comencé a decir cuando de repente ¡bam! Me golpeò la cabeza con la mano y me pusè las manos infaltilmente para que no me siguiera golpeando. -¿Qué pasa? ¿Por qué lo hiciste?-

Pero enseguida me quede callada, su cara parecía que estaba a punto de transformarse en Godzilla y aplastarme con su terrible pata de lagarto mutante. Pensé que lo mas prudente seria no decir nada, pero a ella no me pareció…

-¡Ya deja de estarlo llorando! ¡ya basta!- agregó con un bramido y luego me arrastrò por el corredor, jalándome de la mano para que no me le escapara.

-te digo que estoy bien, Micho…- como yo solia llamarla. –solamente me siento cansada…-

-aja…- dijo cortante, sin creerse lo que le decía. –ya te dije que no les hagas caso, que en la carrera se van a quedar solas porque son una fáciles creidas y solo las usaran para eso…-

¿se nota que no las queríamos? La verdad no. me rei ante su lógica.

-trsite pero cierto…- le dije, sonriéndole. Ella estaba algo seria, pero era así. Michelle, antes de que yo la conociera, era la chica mas temida de la escuela por una sola razón: su fuerza sobre humana. Todos le temian, hasta que lleguè yo, desconociendo aquello. Desde entonces, creo que ha cambiado, bueno, al menos a mi no me golpea… mucho (:

-ya me voy. Mi abuelita se va a poner histérica si llego tarde otra vez y se enfria mi sopa de arroz…- hizo una mueca de asco y yo me rei. –nos vemos mañana…-

-hahaha adiós…- dije entre risas e igualmente, de dirigi a la salida de la escuela.

Caminando, caminando, avancè por lo callejones, la manera mas fácil de llegar a mi casa. No se porque ese dia me puse a pensar en todo lo que había sucedido hasta entonces, razonando que quizás las cosas serian mejores si yo no fuera una huérfana sin dinero y fuese mas bonita. Quizás si no fuera una chica tan excéntrica seria capaz de ser tomada enserio por la gente como "èl". No es que me despreciara, pero a veces me sentía de menos; menos femenina, menos bonita, menos, menos, menos…

A veces me deprimía mucho, debido a que realmente, ellas tenían mas que yo, pues aunque todas tenían pades divorciados, los conocían; yo nisiquiera eso ¡no sabia quienes eran! Pense que esto seria para siemore y que cuando me casarà nadie me acompañaría hasta el altar ni me besaría la frente deseándome suerte y fuerza para el futuro…

Estaba a punto de llorar cuando…

-¡hey, Joe!-gritò alguien, desde lo lejos. Levantè la vista y vi al frente a un hombre que tenia un cable en la mano. Había otro cerca de èl, que salió de atrás de un coche. -¡mira que tenemos aquí!-

Inocentemente, pensé que no era para mi, y quise salir de aquel lugar; mas cuando em di la mevia vuelta, descubri que había otro hombre tras de mi, también con un cable en la mano.

-Bu-buenas tardes…- tartamudeè, presa del pánico, tratando de mantener la cabeza en frio. Me girè rápidamente y el primero ya estaba a dos pasos de mi, Joe también estaba peligrosamente cerca.

-¿Qué haces aquí tan sola, linda?- preguntò el ultimo de ellos, a ese le faltaba un diente y hedia a alcohol.

-Yo solo…-

-¿sabes que les pasa a las niñas como tu que caminan solas por los callejones?-

-¿Llegan a casa…?- preguntè tontamente, encogiéndome en mi misma para protegerme inútilmente. Apreté la correa de mi mochila y con mi otra mano rebusque en mi bolsillo el spray pimienta.

El ultimo hombre riò como un loco y yo me sentí mas indefensa que nunca. Jamás me había visto en una situación así y ahora estaba a punto de perder la virginidad de la forma mas dolorosa conocida por hombre… o chica.

-¡Que niña mas estúpida!- agregó, aun riéndose, lo cual hizo que me invadiera una ola de pánico y sin pensarlo, oprimi el gas pimienta, directo hacia los ojos del primero de ellos, que estaba al frente de mi. Los demás se aturdieron por lo mismo y por el grito de dolor que pegò el hombre. Aprovechè ese momento para escabullirme, pero mi mochila fue mi perdición, ya que el segundo la atajò con una mano y la jalò con fuerza, lo cual me aventò directo al suelo.

-¡Maldita! ¡Estupida y pequeña puta!- gritò en mi cara, uno de ellos se abalanzpo sobre de mi.

Yo aun estaba aturdida por el golpe, pero comencé a patearlo y a empujarlo, estaba asustadísima y realmente, si no fuera por la situación, no hubiera sido capaz de hacer lo que hacia. Tenia el cerebro desconectado de mi cuerpo, me movia simplemente porque si, nada mas por la superviviencia. Estaba tan asustada que no ma había dado cuenta ni de en que momento me había puesto a llorar. Otro de ellos me sujetò las manos y con ayuda del otro las amarro con un trapo.

-¡No, por favor les pagarè les darè lo que sea!- chillè, histérica. Ellos sonreían como si disfrutaran de mi dolor. El primero se colocò entre mis piernas y auqnue yo lo segui pateando, el me pegaba en las piernas para que me detuviera.

-Esto te va a gustar…- dijo maliciosamente y se inclinò hacia mi, lamiéndome la mejilla y parte de mis labios. Me sentía asqueada y mas que aterrada, pensando que haría, si todo era solo una horrenda pesadilla. Una de sus manos se deslizò por debajo de mi falda y llorè con mas ganas.

-¡ALGUIEN POR FAVOR AYUDEME!- gritè lo mas fuerte que pude. Pensé que ese seria el fin de mi vida "feliz" por así decirlo, que ahora me quedaría traumnada en mi casa porque me habían violado o, en el peor de los casos, embarazada de un violardor…

Entonces, algo que yo no tenia pensado sucedió….

Una brillante luz comenzó a surgir de arriba de mi cabeza y cuando levantè los ojos, vi que provenía de la parte interna de mi muñeca, donde la piel es mas blanca. Era una luz tan resplandeciente que tuve que cerrar lo ojos o me hubiera quedado ciega.

Debajo de mi, en el suelo, un circulo de luz también empezó a brillar. Los hombres se quedaron paralizados e incluso se alejaron un poco, pues también estaban confundidos.

-¿¡QUE DEMONIOS!- exclamò uno de ellos, cuando vio la luz. -¿¡QUE ESTA PASANDO!-

De repente, una oscuridad absorviò toda la luz del callejón y las csombras formaron la silueta de… un ser extraño. No podía verlo bien, pero tenia dos brillantes ojos rojos como la sangre…y su simple prescensia me causaba escalofríos.

-Pobres e ilusos humanos… que encuentran deliciosos los placeres carnales…- dijo la sombra y sonriò ampliamente, con unos dientes blancos como el coral.

Aunque era algo aterrador de ver, no me sentí, tan aterrada, quizás porque vi en.. lo que fuera que haya sido es cosa delante de mi, algo de protección…

Los demás hombres palidecieron, sin poder decir nada y de pronto, la sombra se extendió hasta sobre de mi, cruzando el cielo y los envolvió en la oscuridad. Cerrè los ojos, sentándome y cubriéndome la cabeza. Cerrè los ojos. No entendía que era lo que pasaba y no deseaba averiguarlo. Escuchè los gritos de los hombres, gimiendo por sus vida y clamándole piedad a aquel ser tan peculiar. Temblè, temiendo que me matara después de acabar con ellos, pero por alguna extraña razón, no podía moverme de donde estaba.

-señorita…- me hablò una voz sedosa y elegante. Abri los ojos instantáneamente, y sin levantar los ojos, mirè a un lado y vi los zapatos del violador, pero tuve la leve sospecha de que no era el violador que me hablaba.

Levantè la vista y, allí frente a mi, vestido con una capucha negra con la noche, estaba de pie un hombre…¡y que hombre! Bajo la sombra de la capa, podía ver un par de ojos brillantes color carmesí, una fina nariz y pomulos altos. Los labios sonreían hacia mi y su barbilla era levemente afilada. Tenia la piel tan palida como la porcelana y me dio la imprecion de que me encontraba frente a un vampiro…

Si, quizás ya me estoy volviendo una mas de las traumadas con Crepusculo, pero es inevitable no hacerlo cuando todas se babean por el chupasangre y el lobito en la escuela.

Tragè saliva…

-¿Quién es usted?- preguntè, encogiéndome. Èl se riò un poco, y se inclinò hacia mi para quitarme el amarre de la manos, pero enseguida, me hechè para atrás, asustada.

-No tengas miedo…- me dijo sonriendo, y pasò delicadamente sus dedos por mi cabello y luego los deslizò por mi mejilla. El tacto era amable y por un segundo cerrè los ojos, mas luego sacudì la cabeza y su mano se alejò de mi con la gracia de una paloma. –no tengo la intención de lastimarte…-

-¿Quién es usted?- exclamè súbitamente, haciendo que abriera sus ojos levemente y volvió a sonreir. Nuevamente, acercò sus manos a los amarres para desatarlos, y esta vez no me negué.

Estar tan cerca de èl me hizo sentir extraña, tenia la sensación de que ya conocía a esa persona, pero no podía saber porque… Aquellos ojos rojos se me hacían demasiado familiares, además, la sonrisa me hacia sentir nostálgica… además de que era una persona totalmente atractiva, de esas que derrochan encanto a su paso, pero yo siempre me he considerado muy propia, así que disimule mi estallido hormonal.

-depende del nombre que quieras darme…- respondió, y me mirò con los ojos penetrantes. Me ruboricè como jamás lo había hecho en la vida.

-¿Qué? ¿a que se refiere con eso?- preguntè, mas confundida que nunca.

El al parecer, disfrutaba de mi confusión, pues no me respondió. Y en efecto, de pronto, me levantò en sus fuertes brazos como si yo no pesara mas que un par de gramos; me sorprendì tanto que no tuve ni tiempo de sujetarme.

-¡Ah!- chillè histérica. -¿¡Qué esta haciendo! ¡No me toque!

-Que impaciente es usted, señorita Phantomhive…-

-¿Qué? ¡me esta confundiendo con alguien mas!- chillè nerviosa, pues al momento me encontrè en sus brazos mientras el brincaba de techo en techo… que sueño mas extraño estaba teniendo…

Fin del Flash Back

Desde ese entonces, èl vivía en mi casa, la cual no era una mansión debidamente, pero no no faltaba mucho. Contaba con una cocina pequeña, la sala de estar, el comedor, un baño y dos habitaciones…y el jardín trasero, donde tendía mis prendas. Aunque la casa era pequeña, sebastian insistió en quedarse conmigo, lo cual era demasiado vergonzozo pues llegaba caminando con èl a la escuela… aunque tenia su lado bueno, Edward se ponía mas que celoso cuando pasaba con Sebastian a un lado mio.

Yo no tenia ropa de hombre, y eso fue un problema al principio, por suerte, Michelle, a quien convencì de que era para donar a un asilo, me regalò ropa de hombre y, de nuevo, afortunadamente, le calzò a la perfeccion a Sebastian.

-Vamos, ya es tarde…- tomó mis cosas con una mano y las colocó en su espalda. Se quedó de pie cerca de mi, asegurándose de que yo no huyera a ningún lado. –adelante…Señorita Bennett…-

-Es Ellie…- lo reprendí, pero él no pareció escuchar y, nuevamente, la sonrisa fue más amable en sus hermosos labios. Había algo diabólicamente sensual en él cuando sonreía de ese modo y me provocaba un ataque de nervios que eran dignos de un epiléptico.

-Claro- dijo vagamente. Aun me sentía asustanda, pero no tanto como en un principio y caminé pronto delante de él.

Escuchaba los pasos fuertes con los que se deslizaba y las voces de algunas chicas que lo saludaban coquetas…

Sebastian era todo un espectáculo desde que, hacia dos semanas, ingresò en la escuela. Esto había sido una decisión de èl mismo, pues yo hubiera preferido que se quedara en mi humilde casa a cuidar de mis cinco gatos, pero èl insistió tanto que no pude negarme, además tenia la esperanza de que la directora le negara la entrada, pues pediría una beca debido a que yo no tenia lo suficiente para pagarlo.

-Lo conseguirè…- me había dicho. Sonaba mas a amenaza que a promesa…

Y, desgraciadamente, era verdad. Tampoco la directora Angelina pudo negársele y entonces Sebastian comenzó a asistir a la universidad de la escuela, la cual es gigantesca, por todos los niveles educativos. Sorpresivamente, eligió la carrera de literatura y filosofía, la cual no era nada fácil. Las chicas deseaban andar con él y los hombres lo odiaban. Y había que decir que se veía realmente despampanante con el uniforme de la licenciatura; usaba la camisa blanca, la cual tenia bordado en la bolsa del pecho el escudo de la escuela, pero dejaba lo dos primeros botones abiertos, de modo que la piel nívea de su pecho era visible… por no decir muuuuuy sexy, además, no iba fajado y los pantalone negros no le hacían ver para nada mal…Nada mal…

Pero…¡Que grosera soy!…¡No me he presentado aun!

Mi nombre es Elisse Bennett, pero mis amigos me llaman Ela, Ellie, Lise o simplemente Elisse. Soy huérfana de padre y madre y tengo diesisiete años. Estoy en onceavo grado, en una de la mejores escuelas de Londres (Gracias, becas!) y vivo sola en la calle Warshdorf, cerca del bar… es la zona fea, haha.

Aunque no soy la niña mas linda de la escuela, me considero alguien bastante bonita; mi cabello es negro y lacio y mis ojos son muy azules, lo cual a veces parece exagerado con mi piel tan palida. Siempre he sido una persona algo insegura, pero cuando es hora de pelear, peleo. Pero dudo que Sebastian haya aparecido tan repentinamente solo por mis ojos azules, no…

Según èl, decía que yo.. una pobe huérfana que quizás no tenia ni familia, era la ultima descendiente de la familia Phantomhive, dueños de un condado en Inglaterra, y era reconocida por la cantidad de juguetes que vendia, y aquella empresa se mantenía aun en pie.

-Tu tatarabuelo, era el Conde Ciel Phantomive…- me había dicho antes Sebastian. –y su esposa era Lady Elizabeth de Phantomhive…El hizo un contrato conmigo, y su ultima orden fue que yo protegiera a su descendencia… de modo que puedes nombrarme como se te plazca…-

-Mantendras tu ultimo nombre, el que mi tatarabuelo te puso…- respondi con frialdad, aun no confiaba mucho en el.

-de ser así, entonces puedes llamarme Sebastian Michaelis…-

Creo que las cosas en si, no serian tan malas si Sebastian no me acosara a todo momento, pues, durante los primeros días me trataba de una manera, muy extraña. Trataba de vestirme cuando me levantaba en las mañanada y, un dia que estaba medio dormida, no reaccionè en que momento que quitò el pantalón de dormir y solo me despavile cuando sentí el tacto de sus manos contra mi cadera…

-¿¡QUE DEMONIOS ESTAS HACIENDO!- chillè como una histérica, brincando sobre la cama y cubriéndome con las mantas. -¡ALEJATE DE MI, DEMONIO PERVERTIDO!-

El comenzó a reir tontamente y yo estaba mas roja que un tomate.

-Se supone que era mi dueña, esto es lo que hago, ser un mayordomo…- me dijo poniendo una mano en el pecho. Yo me ruboricè aun mas, cubriéndome con las sabanas hasta la cara. Realmente no podía decir que no me había agradado ese tacto, sobre todo porque cuando recordè, tenia su angelical rostro a menos de diez centimentros del mio y sus labios…¡ah! ¿Qué rayos digo?

-N-no…¡No!- gritè algo sobresaltada por eso del mayordomo. -¡Yo no te dare ordenes! ¡No me agrada tratar a la gente como perro! ¡actua como una persona normal!-

-¿es una orden?- preguntò mirándome con galantería.

-¡Ush! ¡haz lo que quieras!¡pero salde aquí ahora!- exclamè y me enrolle por completo en la sabana, dándome la media vuelta.

-Bien…-dijo y súbitamente, sus manos me liberaron de la sabana y antes de que yo pudiera abofetearlo, deslizò los tirantes de mi blusa por mis hombros, rozando sus dedos con mi piel, lo cual me causo una descarga eléctrica por todo el cuerpo. –entonces…- me susurrò al oído, su aliento me golpeò con la fuerza de un toro. Yo estaba como ida, disfrutando de eso. –creo que terminarè mis deberes como mayordomo…-

-¡AH! ¡QUITATE DE ENCIMA! ¡ESTAS LOCO!- gritè, empujando y me cai al suelo por el impulso, el continuò sonriendo ensima de la cama. -¡LARGATE DE MI HABITACION, ACOSADOR DE MENORES!-

-Solo obedesco las ordenes de mi ama…y eso no suena a orden…- fue allí cuando le aventè un jarron.

-¡FUERA DE AQUÍ!-

Aunque no me creía mucho eso de ser una Phantomhive, pero bueno, eso es cosa de otro dia. Por ahora, esta historia apenas comienza. Esta es mi historia de cómo llorè, sufrì, reì, fui feliz y me enamorè…

De cómo descubrì que las cosas mas interesantes, le ocurren a la gente menos interesante, de cómo la gente puede cambiar la lujuria por el amor y de cómo un demonio, pudo convertirse en mi angel de la guarda…

Es la historia de mi vida con Sebastian Michaelis

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taraaaaan :D ufff que les pareció? Espero que les haya gustado :3 esta guapo a mi me gusto haahaha ok no ._. Dejen reviews, los fics no se escriben solos :D muaa un beso!