Por mi error
Saint Seiya The Lost Canvas, ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada y Shiori Tenshirogi.
Un drabble visto desde el punto de vista de Degel. La idea salió a partir de una serie de imágenes, que si bien son bastante tristes me gustaron bastante.
Espero les guste.
Mi respiración está agitada, mi corazón late desbocado, pero a pesar de que el cansancio hace mella en mí, no puedo detenerme, debo apresurarme, o podría ser demasiado tarde. La desesperación me embarga, debo correr más rápido y a llegar donde estás, intento convencerme de que estas bien, de que todo estará bien.
Maldita sea la hora en la que no te escuche, en la que no te preste la atención debida. Ese error podría costarme demasiado caro, podría costarme la vida entera, porque eso eres para mí, mi vida, y sin ti, no podría continuar.
Corro entre las llanuras cercanas al Santuario, la angustia me invade, ya no siento tus cosmos, comienzo a hiperventilar, se me dificulta seguir, pero no puedo detenerme, debo continuar, debo hallarte.
¿Dónde estás?, por favor dame una señal, no te dejes vencer.
—¡Kardia! —grito desesperado.
Oigo el rugido de las olas, estaba muy cerca de los acantilados. Vuelvo a gritar, pero en esta ocasión con más fuerza y con el miedo latiendo en mi interior.
—¡Kardia!, ¡contesta por favor!
Nada, solo el sonido de las olas.
Intente no caer presa del pánico, sin embargo mantener mi eterna fachada de autocontrol no fue fácil, comenzaba a quebrarme.
El aire frío calo en mis huesos, toda una ironía teniendo en cuenta mi cosmos congelado. Me sigo moviendo con rapidez en busca de alguna pista, no obstante me freno de lleno cuando observo un extenso rastro de sangre, la intranquilidad se acrecentó. Mientras sigo el rastro rezo a los dioses para que mis miedos no se hagan realidad.
Pego un grito ahogado, no puedo creer lo que estoy observando, debe ser solo una ilusión, no puede ser verdad.
Con el alma en un hilo me acerco a tu cuerpo que yace sobre la tierra, estás bañado en sangre, sumamente pálido, mantienes los ojos cerrados. Tomo tu rostro entre mis manos, la cantidad de sangre que rodea a tu cabeza es aún más grande que la hay alrededor de tu cuerpo. La temperatura de tu cuerpo es mortalmente fría, no te mueves, no respiras. Grito tu nombre en un intento vano de que me respondieras.
Como respuesta un silencio sepulcral, las lágrimas acuden raudamente a mis ojos, el dolor me llena por completo, siento como mi corazón se quiebra. Abrazo tu cuerpo inerte sin importarme ensuciarme con tu sangre, no puedo controlar los sollozos, ni la fuerte punzada en mi corazón, entre lagrimas susurro tu nombre sin poder creer que llegue tarde, que por mi error ya no estás aquí, la muerte te ha alejado de mi lado. En un acto de desesperación afianzo mi agarre sobre ti y te beso, no puedo despedirme de ti, mi corazón no lo acepta, pero tus fríos labios son un cruel recordatorio, del error que me costaría mi vida entera.
