Capitulo 1
••Inocente Beso••
Las noches se comenzaron a hacer cada vez más largas, más calladas, más tristes. De noches llenas de risas, llenas de caricias y pláticas hasta el amanecer ya no quedaba nada, ni siquiera un simple susurro, una simple caricia o alguna palabra. Se alargaban cada vez más haciéndose eternas para ambos.
La oscuridad de la noche y y la poca luz de las calles pasaban a través de las cortinas crema, se movían con tranquilidad y con elegancia por el viento que lograba entrar, seguro había vuelto a dejar el lumbral abierto por descuido. Soltó un suspiro cansado y cerro la vista dejando que el dolor de la columna le absorbiera, tal vez de esa manera se iría un poco el dolor y así descansar por unos momentos de tal tormento.
Mala idea.
El escuchar como su columna tronaba con solo suspira le hizo reaccionar y volver a tensar los músculos del cuerpo, abrir los ojos y guardar un quejido de dolor para no despertar a su acompañante.
¿Cuándo habían comenzado?
Y la pregunta que siempre si hacia cada mañana, noche, tarde e incluso madrugada.
¿Cuándo se terminarían?
No negaba el hecho de que odiaba ese ambiente. Lo odiaba con todo su ser, quería poder terminar con esas noches y con ese ambiente, pero siempre que se animaba a tocar la espalda de su contrario que dormía, tranquilamente para escuchar su voz y pedirle ayuda en todo el gran desastre de ideas en su cabeza, la pregunta volvía a su mente "¿Cómo?"
¿Cómo mirarlo y decirle que todo estaba "bien" cuando no lo estaba?
¿Cómo poder seguir aparentando la sonrisa, si en el interior de dolía engañar a la persona frente a él?
¿Cómo aparentar que volvería la vida que ambos deseaban, cuando ya esta tan lejos que no podría volver?
No es que fuera imposible decir las cosas, pero era más que claro que al decir alguna palabra de lo que ocurría, ocasionaría tremendas molestias y preocupaciones que casi nunca tendría sentido. Prefería callar todo lo que sucedía y así seguir con la farsa en la que estaba cayendo él mismo; además de que el destino ya era exacto y preciso, no había vuelta de hoja a todo lo que pasaba.
Era lo mejor para ambos permanecer de aquella manera, y esperar a que el lazo de hace tiempo desapareciera por sí solo, que la relación desapareciera por si sola. Lo haría… lo lograría.
El aire azoto las cortinas del lugar dejando ver las partículas de polvo entrar al lugar, tenía que levantarse a cerrar la ventana antes de que Levi se despertara e hiciera alboroto por dejar entrar polvo al cuarto. Por desgracia estaba cansado de más y ya que lo recordaba, Levi siempre hacia alboroto por el polvo en el lugar, nada cambiaba que lo dejara entrar durante una noche entera.
• l • • l •• l •• l •
― ¿Por qué no salimos un rato? Hace un buen día―. Dijo el azabache desde la marca de la puerta de la habitación.
Parecía esperanzado de que el castaño contestara afirmativamente. Después de todo hacía más de dos meses que no salían de su departamento. Ya que siempre que preguntaba o trataba de hacer algún intento para salir; el castaño se negaba, encerrándose en su habitación o en cualquier cuarto del lugar.
Esa actitud ya le tenía hartado al azabache, y que decir del hecho de no decirle la razón. Simplemente un día, el castaño se había comenzado a alejar, hasta llegar a ya no dirigirle la mira, ni tampoco la palabra.
-No...No me siento muy bien-. Contesto el castaño.
Siendo esas las únicas palabras escuchadas desde hace días y sin levantarle la vista del libro en mano, imitando estar prestando atención a la lectura, cuando se le veía en claro que tenía la mente en otro lado. El castaño se quedó callado.
-¿Por qué no vas al hospital?-. Pregunto Levi con el objetivo de no terminar la conversación de ese modo después de contestar una pregunta de muchas que le había aplicado, no dejaría que la "platica" terminara de aquella manera.
-Después iré.- contesto en seco cortando toda alternativa de seguir hablando.
Levi harto de sus contestaciones, de su actitud y de su trato hacia él, se "digno" a cambiar su mirada por una llena de odio y fastidio, donde antes se encontraba una llena de ternura y paciencia, tal vez con un poco de esperanza de arreglar la cosas; ya no quedaba nada de ella, nada de paciencia ni ternura, posiblemente con una mínima chispa de esperanza, pero más pequeña que la chispa de un cigarro y mucho más débil, que incluso, podía desaparecer en un microsegundo o mucho menos. Pero sería ahí, seguía en sus ojos tratando de mantenerla encendida, tratando de recuperar lo que una vez construyeron juntos, y volver esos tiempos donde eran ellos de risas y alegría por parte de Eren, ya que el azabache no reía demasiado.
Tratando de que esa chispa no se extinguiera de sus ojos; se aproximó al castaño.
Cada paso parecía una eternidad para él. Sentía que con el mínimo paso se abriría una greca en el piso, un abismo que lo trataría impidiéndole acercarse a la persona frente a él. Ese abismo se rompió justo cuando sintió la planta del pie tocar la superficie del suelo, fue solo una entrada abierta para sus siguientes movimientos, palabras y para su futuro.
No dejaría que la relación muriera solo porque a Erem se le había ocurrido aislarse por unos días. Tal vez solo estaba deprimido por algún suceso del cual el azabache no se había enterado; era lo más posible, incluso había la posibilidad de que el helado se había acabado y estaba haciendo berrinche por querer más de aquel postre.
Después de todo aquel castaño a pesar de tener veintiséis años, sus pensamientos seguían siendo de un adolescente y su actitud seguía siendo de un niño de preescolar; tal vez nunca cambiaría su forma de ser.
De todas maneras de ese pequeño berrinchudo se había enamorado el azabache, no lo cambiaría por nada.
Le gustaban los pucheros que a veces hacía, aunque fueran de lo más infantil a su edad. Le encantaba escuchar sus quejar sobre cualquier pretexto que le pasara por la mente, así fue por el mismo aire, o por la misma temperatura del lugar; le gustaba la manera del castaño.
La vez que se atrevió a llamarlo por cómo se comportaba, esté se molestó a tanto que dejo de dejo de hablarle por semana y media, pero aun así, se acostumbró a que de voz en cuando le dijera por el: "mocoso" o incluso "niño", ya que se podían escuchar más de cinco veces por semana a veces hasta más. Aunque le molestaba y se quejaba a veces nunca le negó que lo llamara como quisiera, sabía que era una manera de expresarle cuanto le quería, aunque fueran por palabras tan simples para Eren el significado era mucho más que solo eso.
-¿Por qué no me miras cuando te hablo?-. Dijo Levi una vez al llegar al lado del castaño.
Lo tomo desprevenido, no imaginaba que se fuera a acercar tanto; solo había supuesto que dejaría el tema y se retiraría a leer algún libro o encargarse de algún escrito nuevo.
-¿De qué hablas? Siempre de digo las cosas a los ojos-. Sabía que decía la verdad, pero esta vez era diferente, ni siquiera despego la mirada del libro.
-Entonces mírame.- Soltó a la vez que su manos tocaba la barbilla del castaño, alzando su rostro hasta quedar a la par con la de Levi.
Por más que los ojos de Eren luchaban por alejarse de los del azabache no lo lograba; sus ojos rebotaban de un lado a otro, hasta que por fin después de a ver evitado la mirado del azabache fueron con ellos, siendo incapaz de alejarlos de nuevo.
¿Cuánto había extrañado aquellos orbes azules?
Definitivamente era más de lo que esperaba, más de lo que podía predecir el mismo.
-Dilo de nuevo-. Susurro Levi al acercando cada vez más su rostro al de Eren.
Por fin podía ver aquellos ojos esmeralda después de tanto tiempo, y justo ahora podía arreglar más cosas entre los dos podía volver a recuperar aquel pasado que tanto extrañaba, que tanto extrañaban.
-Yo...-. Eren se quedó mudo ante su contrario ¿Qué podía decir? La respuesta la tenía, pero no salía de sus labios, simplemente no podía hacer que saliera.
La respiración de ambos se comenzó a mezclar cuando el azabache se decidió a acercase más, peleaban por el oxígeno del pequeño espacio que cada vez iba haciéndose más diminuto, mas inexistente entre ambas bocas.
-Si...-Dijo el azabache acabando con en espacio entre ambos.
Al mínimo rose de labios que se dieron basto para que al castaño le pasara una descarga eléctrica que no solo se quedó en la piel, sino que también bajo de ella, tocando cada hueso, vena, arteria, nervio cada parte dentro de él, haciendo sucumbir a cada movimiento de Levi, dejándolo llevar por el sabor a menta que esté tenía en los labios.
Sintiendo como la tibia piel de la boca del azabache calentaba su boca, sus dedos subieron hasta las hebras de cabello azabache enredando sus dedos en él, acercando cada vez más al ojiazul a su cuerpo.
Le gustaba la sensación que le hacía pasar, cada movimiento de labios del azabache lo hacían querer cada vez más. ¿Cuánto tiempo había pasado? Tal vez seis u ocho segundos eso que importaba, no quería que el ojiazul se separará de él, por nada. Pero si seguían con el camino donde estaban la situación se saldría de control dando otro resultado.
Por fin el Levi se dio cuenta de la situación y junto todo el valor para romper aquel beso, separando los labios del uno y del otro, aun con la necesidad de volver a juntarlos y quede llegar a más.
En una milésima de segundo el asunto se salió de control, haciendo que volvieran a juntar ambos labios y sucumbir a sus deseos carnales tanto Levi como Eren en un beso descontrolado por el tacto de sus labios.
El azabache perdió todo control sobre sí mismo, dejándose poseer por completo por instinto, llevando ambas manos a la cadera del castaño. Mientras esté enredaba sus brazos al rededor del cuello del ojiazul ahogando cada espacio entre ambos cuerpos.
La situación ya no tenía boleto de regreso ni retirada. Ahora tanto Levi como Eren habían tomado el camino que desde el comienzo querían evitar pero que ambos deseaban y ansiaban antes de aquel inocente beso con el que habían comenzado.
Gracias por leer!
Leeren
