Los personajes de Candy Candy son propiedad de Mizuki e Igarashi y TOEI Animation Co; Tokio, 1976.

Usados en este fic sin fines de lucro.

Vuelve

Capítulo I

Has muerto tantas veces; nos hemos despedido

en cada muelle,

en cada andén de los desgarramientos,

amor mío, y regresas

con otra faz de flor recién abierta

que no te reconozco hasta que palpo

dentro de mí la antigua cicatriz

en la que deletreo arduamente tu nombre.

(Retorno, Rosario Castellanos)

-A Candy le gusta mucho Anthony – Terry hizo mofa de su amiga – pero creo que a Anthony no le gusta mucho Candy. Me alegro de no ser como él porque debe ser un debilucho y flaco sin mayor gracia que sus delicadas rosas –el tono sarcástico de la voz de Terrence acompañó a sus movimientos de desprecio por el joven al que se refería.

Ella sintió que la sangre se le subía a la cabeza. Este joven aristócrata siempre encontraba la manera de arruinar sus encuentros. Habían disfrutado de un improvisado descanso en el jardín del colegio. La tarde era hermosa. Él la había hecho nuevamente víctima de sus bromas pero esta vez la broma era demasiado. Cuando Terry descubrió la incomodidad en la expresión de su amiga decidió continuar. Este era el mejor momento para hacerla rabiar, con suerte, podría lograr que ella levantara su nariz y las pecas se notaran más arrolladoramente. El aristócrata adoraba esa imagen, pero por supuesto que jamás se lo confesaría.

-Mientras tú estás en este horrible colegio, él prefiere quedarse cultivando rosas en América – una sonrisa de triunfo apareció en su rostro. No podía explicar por qué el solo escuchar ese nombre escaparse se los labios de su amiga lo conducía a un estado de vulnerabilidad con ella.

La rubia apretó los puños y le lanzó una punzante mirada.

-¿Qué pasa Candy? – la vio concentrar su esfuerzo al apretar sus dientes y supo que estaba pisando un terreno peligroso.

-Anthony es dos años mayor, estudia en Harvard – aclaró.

-¿Así que un Universitario? – el muchacho imitó las poses de los jóvenes adultos y responsables que se esperaba fueran los universitarios de tal casa de estudios. De pronto se le quitaron las ganas de seguir mofándose de la rubia pecosa -. Será mejor que nos vayamos Candy, pronto terminará la clase de esta hora y quiero entrar a la siguiente.

Candy no podía comprender qué había sucedido. Usualmente, Terrence habría invadido sus oídos de agrios comentarios. ¿Y quién le había hablado a él sobre Anthony? La muchacha encogió los hombros y siguió a su compañero de clases.

-Y por favor Candy – Terry levantó un poco su voz para indicar que era importante lo que diría –procura poner atención esta vez a la clase, deja de suspirar por ese Anthony; no volveré a interceder por ti – le aclaró con voz decidida pero sin hacer contacto visual. Lo último que el heredero del ducado de Grandchester quería era que sus sentimientos fueran descubiertos-. No quiero volver a ser expulsado de un salón de clases.

-¿Y desde cuándo eres tan buen estudiante? – ella estaba fastidiada – te recuerdo que no te pedí ayuda, creo que lo que querías era que el profesor te pidiera salir junto conmigo, por eso intercediste – la chica cruzó sus brazos, se detuvo en seco y lanzó ahora ella mirada de total control de la situación. Esa sonrisa en sus labios era casi irresistible para Terry.

-No digas tonterías y camina señorita pecas – Terry la tomó del brazo y la condujo.

Los amigos se abrieron paso entre los estudiantes que cambiaban sus aulas para continuar con sus horarios de clases. Terry acaparaba las miradas de quienes se topaban con su figura magistralmente esculpida. El muchacho mantenía la vista fija hacia el próximo salón de clases sin prestar atención a las atrevidas miradas que se posaban sobre él. Su elegante andar, sus determinación en su mirar, su porte de príncipe, su figura perfecta, su sonrisa retorcida, todo en él atraía las féminas y a uno que otro muchacho celoso de los encantos naturales de Terry Grandchester.

Muchos creían que él lo tenía todo. Por lo menos esa era la idea general. Solo Candy era capaz de adivinar que su amigo tenía muchas necesidades para cubrir.

Terry iba sumido en sus pensamientos. La rubia que lo acompañaba había entrado en su vida solo unos meses atrás. Sus primos y sus amigas la acompañaban constantemente, ella era el tipo de personas que al entrar a una habitación iluminan el lugar, del tipo de personas que todos aman, del tipo de personas que él jamás sería. Quizás por eso se sintió tan atraído por la cálida personalidad de la rubia. Charlaban por horas y se habían hecho muy buenos amigos, no importaba cuán obstinado demostrara ser el joven inglés, ella tenía la sagacidad suficiente para encontrar las palabras adecuadas para llegar al corazón del muchacho. Terry se sentía atraído por ella, pero aún no lograba averiguar hasta qué punto. En ese momento tenía ganas de abrazarla y caminar con ellas como en otras ocasiones, pero la vehemencia con que Candy había hablado de ese tal Anthony lo detenía. Terry entonces no tuvo más remedio que apretar sus puños y mantener su mirada en su destino final.

El sonido del teléfono de Candice lo sacó de sus meditaciones.

-Hola. Sí Stear... estoy en el ala de los laboratorios... muy bien... ¿en la cafetería?... ¿ahora?... ¿no puedes ser más tarde? Verás, no quisiera perderme esta práctica...

-dile que en cuanto terminemos la práctica lo buscas – le susurró al oído – recuerda que le prometimos al profesor que asistiríamos a todas sus sesiones – ella elevó su mano para detenerlo, como indicándole que ya tenía la situación bajo control. Terry hizo una mueca de desaprobación. No le gustaba que la pecosa lo ignorara.

-¿estás seguro? – la voz de Candy empezaba a sonar presurosa y agitada, Terry se había adelantado y ella estaba esforzándose por darle alcance – ¿por qué Anthony no me ha dicho nada? – continuó hablando con su primo.

-¡Anthony! –pensó Terry – ahí está otra vez ese nombre incómodo – el joven redujo su velocidad para prestar atención a la charla de Candice esforzándose por ser discreto.

-está bien Stear, los veré al terminar esta clase – Candy guardó su teléfono sin hacer comentarios, la pareja siguió caminando entre el mar de adolescentes, ya casi llegaban al laboratorio.

Sus compañeros ya estaban listos con sus batas blancas, la pareja entró tratando de no llamar la atención, el profesor los miró exasperado.

-Así que joven Grandchester y señorita Andrew, describan el desarrollo de la práctica de hoy – el catedrático lanzó el reto esperando la perfecta razón para expulsar de su laboratorio a la pareja que distraía al resto de los alumnos.

-Hoy separaremos dos fases líquidas a través del método de destilación – respondió Candice con nerviosismo, no deseaba causarle problemas a Terry, quien era su compañero de equipo.

Después de una brillante presentación del heredero acerca de temperaturas, puntos de ebullición y presiones, el profesor no tuvo más remedio que resignarse. La práctica comenzó. Tras unos minutos, los chicos tenían su material y equipo listo frente a ellos.

-Ten cuidado con lo que haces pecosa – le advirtió Terry mientras la veía armar el sistema – estás temblando, ¿puedo saber qué te sucede? – la miró desconcertado, Candy nunca actuaba así.

-no lo sé Terrry – ella trataba de colocar las mangueras del refrigerante, supuestamente terminó, pero Terry notó que estaban mal colocadas – algo pasa en América, pero no estamos seguro de qué es.

-Así no Candy; perderemos toda la primera fase si las colocas así – él tomó las mangueras y las puso correctamente. Su cuerpo se acercó peligrosamente al de ella, arropándola en el delicioso aroma a maderas y especias. Ambos sintieron que su proximidad era deliciosa ¿quién puede resistirse al encanto de semejante chico, después de todo?

-Lo siento Terry – ella se ruborizó y buscó el mechero para encenderlo aún nerviosa por la noticia y por el seductor compañero de equipo.

-Candy, no abras el gas, necesitamos armar el equipo primero, el mechero es hasta el final – Terry cubrió la mano de la pecosa para cerrar juntos las llave del gas, la sintió temblar ligeramente, para entonces, la sombra del tal Anthony comenzaba a desvanecerse. Terminó de colocar cada matraz en su lugar y después le sonrió a la rubia para indicarle que ya podía colocar el mechero.

Las destilaciones requieren de tiempo. Candy estaba absorta en sus pensamientos. Usualmente, durante estas prácticas de operaciones unitarias la pareja solía embarcarse en sus famosas discusiones. Pero esta vez ella estaba muy ausente y Terry tampoco tenía muchos ánimos de hablar después de sus comentarios sobre ese brillante universitario.

El teléfono de Candy sonó nuevamente. Ella miró su pantalla, el rostro se iluminó.

-¿Anthony? – pareciese que su voz cantaba mientras decía ese nombre.

-He ahí ese horrible nombre otra vez – dijo entre dientes; Terrence se movió molesto en su silla, fijó su vista en el serpentín del refrigerante para ver cómo la primera gota condensada viajaba hasta el receptor; fingió poner atención a su proceso. Aunque su vista estaba fija en la práctica, sus oídos fueron atraídos nuevamente por la conversación de Candy.

Ella colgó su teléfono después de un "te amo" que no le agradó a su compañero. No hizo ningún comentario. Puso atención a la vista que Terry tenía frente a él. Ella jamás estaba tan callada, Terry se preguntaba si podía averiguar lo que sucedía.

-¿Qué es lo que te sucede Candy?

Solamente silencio fue la respuesta.

-No puedo creer que una entrometida esté tan silenciosa – Terry buscó uno de los rizos de ella y lo estiró con discreción. Las chicas del grupo no podían evitar mantener la vista en el delicioso muchacho, cualquiera habría deseado estar en el lugar de Candy.

-En ocasiones me desconciertas – le confesó – al parecer no tenía muchas ganas hablar.

Terry se encogió de hombros y sonrió con autosuficiencia.

-Lo que sucede es que en ocasiones soy encantador. Acéptalo – la intensidad de la mirada de Grandchester logró que la muchacha sintiera un cosquilleo en su estómago y que los colores se le vinieran al rostro-. Hoy los Andrew están acelerados – se giró de espaldas a la chica fingiendo indiferencia.

-creo que sé lo que Stear quiere decirme en la cafetería. ¿Me acompañarás? – su voz sonó como una súplica.

-esto debe ser más grave de lo normal – Terry no lo podía creer, se giró nuevamente para ver el rostro pecoso que lo deleitaba en secreto, se sintió poderoso al escuchar que ella le pedía ayuda-. No – respondió decidido.

-¡por favor Terry, ven conmigo! – ella estaba triste y preocupada.

-¿dijiste "por favor"? – una sonrisa se apareció en el aristócrata.

-Debemos ir a América; no sabemos por qué – ella bajó la mirada, estaba contrariada – Stear me dijo que la tía los llamó hace un par de horas para decirles el número y hora de su vuelo. Anthony dice que no me preocupe, aunque... –hizo una pausa y tragó saliva, con voz preocupada continuó – parece que algo sucedió al tío abuelo.

-¿el señor Andrew es tu padre adoptivo? ¿cierto? – empezaba a haber interés en la conversación. Terrence se sentó en la orilla de su silla dirigiéndose a la rubia.

-Así es. Pero la tía no me quiere mucho que digamos. Ella está loca de amor por mis primos – la chica se limpió una lágrima que se escapaba -. No quiero hablar de eso. ¿Me acompañarás? Tendré que moverme rápido, puedes llevarme a los dormitorios con tu auto para perder menos tiempo– dijo casi suplicando esta vez.

-Claro. Lo haré – Terry ya no pudo negarse. Verla tan frágil lo conmovía, aunque no le entusiasmaba en lo más mínimo ayudarla con su improvisado viaje a América para reunirse con el tal noviecillo debilucho y flaco. ¿Qué era lo que sentía por esa chica? Nada, por supuesto –por lo menos eso era lo que se repetía una y otra vez-. Él era el inalcanzable Terry Grandchester y así debía continuar. Además, ella estaba enamorada, y él tenía que cuidar su corazón, ya su alma tenía suficientes heridas, su corazón debería estar protegido. Aunque claro, ella le gustaba, así que ... ¿por qué no divertirse un poco? Tenía una fama que estaba dispuesto a incrementar como el chico rudo y seductor del plantel.

Al terminar la práctica era la hora del ocaso. El campus de preparatoria era muy grande, sería más rápido si manejaban desde los edificios de laboratorios hacia el edificio de cafetería, afortunadamente el estacionamiento de estudiantes estaba cerca de ahí.

Archibald vio el auto descapotado de Terrence estacionarse. Él y su hermano ocupaban una mesa en la ventanilla, esperando ver aparecer corriendo a su prima.

-¿Por qué lo trajo? – los celos delataron al menor de los Cornwell.

-Tranquilízate Archie, ellos son solo amigos, además, creo que es bueno que él esté con ella – la voz preocupada y conciliatoria de Stear no logró nada, Archie seguía con los ojos encendidos, su mandíbula estaba trabada del coraje.

-Así que chicos... –Candy se sentó en la mesa con sus primos sin saludar y Terry, obviamente, hizo lo mismo - ¿a qué hora es nuestro vuelo? Necesitamos apresurarnos.

-Candy... – la interrumpió Alistar.

-Estoy emocionada ¡pronto veré a Anthony! – una sonrisa soñadora se dibujó en su rostro; los tres caballeros que la acompañaban hicieron un gesto no muy agradable.

Terry disfrutaba de ver a los Cornwell en semejante situación: Enamorados de una prima que a la ves está enamorada de su primo ¡qué martirio! El aristócrata dibujó una sonrisa retorcida en su rostro y continuó en silencio – "el que por su gusto muere"... –pensó divertido.

-Candy... –Stear volvió a tratar de hablar.

-Terry me llevará a mi dormitorio para recoger algunas cosas y después nos reuniremos con ustedes – continuó ella entusiasmada ligeramente.

-De hecho, puedo llevarte al aeropuerto Candy – Terry no le perdió la vista a Archie, ese terrible sonrojo solo indicaba que la idea no le había agradado.

-¡Candy!... –esta vez Alistar casi tuvo que gritar –por favor, permíteme hablar...

-¿están listos primos? –la voz chillona de Elisa se escuchó a espaldas de Candy, pero de inmediato, la atención de la recién llegada se volcó hacia el joven que acompañaba a los Andrew-. Terry, querido – se agachó para besar las mejillas del muchacho. El generoso escote de su top mostró sus no muy agraciados atributos-. Perdí mi teléfono, este es mi nuevo número – le sonrió coqueta mientras le extendía una tarjeta escandalosamente perfumada –; desde aquélla ocasión en que... bueno tú sabes – había malicia en sus palabras – no hemos vuelto a salir.

-¿será acaso porque no he vuelto a llamarte? – Terry le devolvió la seducción con un elegante desprecio a su tarjeta. Ella se irguió; nunca antes había sido despreciada y eso no lo resistía. Entonces recordó lo que la había traído a reunirse con sus primos.

-De cualquier forma ya no importa – guardó la tarjeta en su bolsa nuevamente con indiferencia. Un gesto de triunfo acompañó sus palabras – pronto me casaré con Anthony.

Hubo un aire incómodo en el grupo. Alistar y Archie apretaron los puños con furia. Esa chica no perdía oportunidad para lanzar su veneno. Candy abrió los ojos asombrada y Terry simplemente posó su confundida mirada en Candy. Pero no hubo tiempo de decir nada, el último invitado a la reunión apareció.

-¡Tenemos reunión familiar! – la menuda figura de Neal Legan se acercó a la mesa también con una estúpida sonrisa.

-¡Bienvenido a la fiesta Legan! – dijo Terry con sarcasmo. Le habría gustado tomar a su amiga de la mano y sacarla de ahí. Se veía tan vulnerable. Los Legan eran como aves de rapiña a punto de atacar.

-¿Stear? –Candy ni siquiera se giró para saludar al recién llegado, había algo en su mente que no le permitía reaccionar. Su voz fue débil. Terry adivinaba que estaba haciendo un esfuerzo por no mostrar sus lágrimas. Había una muda pregunta en los ojos de la joven. Ella necesitaba saber...

-Es cierto Candy – los Cornwell lanzaron una mirada desafiante a Elisa y le entregaron su boleto-. Muy bien prima, ya dijiste lo que deseabas, ya tienes la hora del vuelo, te veremos en el aeropuerto – Stear le indicó que se fuera con el brazo indicándole la puerta.

Elisa los miró con desprecio pero mantuvo su pose de triunfo y sin decir una palabra caminó hacia la salida de la cafetería con una sonrisa muy bien ensayada.

-Candy... –el mayor de los Cornwell sabía lo desorientada que debía sentirse Candy – esto es todo lo que sabemos, Anthony nos llamó hace un par de minutos. Él también acaba de averiguarlo: El tío abuelo despareció hace más de un año, pero su desaparición se mantuvo en secreto a causa de la estabilidad de los negocios. Ya no es posible que el clan continúe sin líder, hay decisiones importantes que deben ser tomadas y los miembros principales del clan le han exigido a la tía abuela la presencia del patriarca. Esa es la razón del viaje inesperado, Anthony será presentado como la cabeza de los Andrew.

-Ahora entiendo la falta de correspondencia –musitó la chica – él solía escribirme cada semana.

-¡Basta de palabrerías! ¡díganme para qué me citaron! – exigió Neal Legan que seguía de pie.

Alistar estaba exasperado. Se movió en su asiento y extrajo de su bolsillo un sobre que claramente se veía que era dinero en efectivo-. La tía me ha pedido que te dé esto – aventó el sobre en la mesa y Neal se apresuró a tomarlo.

-Ese dinero es mío Legan, es un préstamo; la tía que se niega a usar los modernos métodos de transferencia de dinero. Ella insiste en que debes encargarte de Candy. Le ha girado instrucciones a George para que se enfoque en los preparativos del consorcio para que Anthony asuma la presidencia así que lo ha exentado de su prioridad con Candy durante un par de meses-. Alistar divisó un brillo de ambición en los ojos de Neal y solamente negó con su cabeza – Ni siquiera pienses en dejar a Candy sin su mesada, aquí está lo que la tía me pidió que te entregara para que te hagas cargo.

-¿Así que ahora seré yo el del dinero? ¿Ya no tendré que venir contigo a pedirte mi mesada? – Neal hizo una mueca de soberbia inconfundible, muy propia de él-. Nunca he entendido esa costumbre de la tía en la época de las tarjetas de cinta magnética, el internet, teléfonos móviles y los satélites artificiales.

-¡Un momento! – la pecosa los interrumpió - ¿Qué significa eso? ¿yo no iré a América con ustedes?

-Creo que llegó el momento de irme –Neal tomó el sobre sonriendo burlón y se alejó.

-¡Vaya! ¡pensé que nunca protestarías! Me estaba decepcionando – Terry, que no comprendía lo que sucedía finalmente habló burlándose aparentemente.

-¡Cállate Terry! – le mandó Candy.

-¡Esa es mi chica! –pensó el aristócrata y sonrió de medio lado encogiéndose de hombros, como si lo que estaba pasando no le importara, fingió indiferencia y coqueteó con algunas chicas del otro lado de la cafetería que no le quitaban la vista de encima.

-No Candy, no irás a América – Stear la miró con tristeza, disculpándose con ella – Anthony, Archie y yo hemos hecho todo por convencer a la tía de que te deje viajar, pero ella se niega, dice que no es necesario que tú y Neal pierdan clases. Solo Archie y yo, como parte del clan hemos sido convocados. Elisa viajará porque... – Stear no quiso bajar su mirada, la sostuvo con firmeza, con el mensaje de que ellos estaban ahí para ella – bueno, ya la escuchaste: La tía piensa comprometerla con Anthony por exigencias del consejo. Aún no anunciará el compromiso, espera que empiecen a dejarse ver juntos.

-Sara Legan...- concluyó Candy con tristeza.

-Sí – respondió Archie-. Desde que el tío murió Sarah ha asumido su autoridad en el consejo y manipuló a todos para que presionaran a la tía a fin de que Elisa sea la esposa de Anthony.

-¿Y Anthony? ¿Qué dice Anthony? – Candy se levantó de la mesa para tener un poco de privacidad. Sus acompañantes no necesitaron mucha imaginación para adivinar lo que haría. La chica marcó el número de su novio y se sentó en el rincón de un mesa apartada donde nadie podía escucharla.

-¿Terry? – Stear extendió un nuevo sobre, más generoso que el que había dejado para Neal.

-¿Qué? – el joven estaba confundido. Enarcó sus cejas y fijó sus ojos zafiros en los penetrantes irises negros de Stear.

-Terry, de sobra sabemos que Candy no recibirá un centavo de lo que le dimos a Neal – empezó a explicar Stear mientras casi le suplicaba con su mirada-. Preparamos este sobre con dinero para ella, pero sabes muy bien que no lo aceptará, estará confiando en Neal. Hemos puesto todo del efectivo que teníamos en nuestros dormitorios, creemos que es suficiente para ella durante este par de meses, estamos seguros que Anthony vendrá por Candy.

-¿Y se supone que a mí sí me aceptará el dinero? – Terry se mofó – ¿no la conocen?

-Ella no tiene que enterarse – por primera vez le habló Archie, se notaba tan preocupado como su hermano y había hecho a un lado su orgullo-. Tú encontrarás la manera de que ella tengo todo lo necesario, por favor Terry.

-Sabía que estaban enamorados de su prima, pero no pensé que fuera tanto – el inglés no perdía oportunidad para hacerse odiar. Vio como sus compañeros se sonrojaban-. No se preocupen, su secreto está a salvo conmigo – sin la menor delicadeza abrió el sobre y miró su abundante contenido. Abrió los ojos asombrado y lanzó un silbido de asombro-. Esto es muchísimo más de lo que yo gasto en un año.

-¿La cuidarás de Neal? –rogó Stear – Anthony, Archie y yo estamos preocupadas de que se quede sola con él – había sinceridad en las palabras de Stear, para Terry fue imposible seguir haciéndose el chico malo.

-¿Anthony? – los celos aparecieron en el noble inglés - ¡Já! ¡Cómo si ella le importara! – volvió al sarcasmo. Solo que ese sarcasmo lo traicionó y los Cornwell descubrieron lo que ni siquiera él había descubierto todavía.

-"Tu secreto está a salvo con nosotros" – citaron sus palabras y le sonrieron con tristeza.

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De mi escritorio: ¡Hola chicas! Este es un mini mini mini fic ¿ya les dije que es mini? ¡JiJiJi!

Es un Anthony fic que nace en el marco de los festejos de su cumpleaños. Su cumpleaños es el 30 de Septiembre, así que subiré capitulitos de tal forma que esté terminado el día de su cumpleaños.

(Recuerdo que esa era la intención con Avanti... y miren... todavía no lo termino, ¡JaJaJa!).

Bueno, este creo que sí quedará listo porque es muy mini, solo un regalito de cumpleaños.

Espero que les guste y mis queridas terrytanas: Es promesa, ni una lagrimita de Terry, lo juro.

Un abrazo a todas.

Malinalli, 12 de Septiembre de 2009.