CAPITULO 1
Por fin acababa mi turno. No es que no me gustase mi trabajo, pero algunos días, el incesante flujo de pacientes me resultaba excesivamente agotador. Me dirigí hacia el ascensor que conducía al parking cuando alguien captó mi atención.
"Riley!"
Giré sobre mis talones para encontrarme cara a cara con el Dr. Graham, anestesista del equipo en el que trabajaba normalmente, además de un autentico freak de la informática. Mi relación con el era bastante buena. Siempre me resultó raro que fuera tan… "normal" teniendo en cuenta que era considerado como una auténtica eminencia a pesar de su corta edad.
"La Dra. Sommerson desea hablar contigo" dijo mientras se dirigía hacia mí con una mano tras la cabeza.
"Vaya… Levi, ¿no hay modo de que le digas que no me has encontrado? Vamos, necesito descansar y ya acabe por hoy…" supliqué poniendo la cara más lastimera que pude.
"Venga, engaña a otro bonita" respondió dándome un pequeño golpe en la frente.
"Buff…" refunfuñé "Pero, ¿qué es esta vez?"
"Ni idea, pero como sé que te gusta resolver misterios… anda, ve y lo averiguas" dijo finalmente alejándose mientras se reía.
"Bueno… imagino que mi baño relajante con… una copa de vino y… música… acaba de verse retrasado…" pensé lloriqueando al irme dando cuenta de lo mucho que necesitaba un descanso.
Subí a la 5ª planta, en la que se encontraba el despacho de mi superior. Tras avisar a su secretaria de que había llegado, entré y me dirigí a un cómodo sofá de color rojo que se encontraba en un lateral.
"Puedes sentarte, Riley" dijo ella sin apartar los ojos de un montón de papeles.
"Ya lo suponía" respondí mientras vagamente, extendía la mano para coger una revista mientras me acomodaba.
A esto le siguieron varios minutos del más absoluto silencio, en los cuales las dos nos encontrábamos sumergidas en nuestras respectivas actividades sin ánimo de poner fin a ello. Pero Sommerson tenía que romper el silencio.
"Dra. Knox… Riley… ¿no quieres saber para qué te he llamado?" preguntó levantándose.
"Si es para invitarme a cenar, te recuerdo que me siguen gustando los hombres" respondí mientras seguía mirando la revista "si no es para eso… creo que me imagino algo" dije levantando la cabeza.
"Desde hace dos semanas estás rara. No te centras en tu trabajo, no te comportas del mismo modo… incluso firmaste el alta de un paciente que acababa de fallecer!"
"… se iba del hospital, ¿no?" dije bajito
"¿Qué es lo que te pasa? Preguntó
"… nada… estoy cansada, imagino que será eso…" comenté sin mucha convicción.
"Mira Riley, tus problemas me preocuparán más o menos, pero debes separarlo de tu vida profesional. Hay mucho en juego, no lo olvides"
Dicho esto, me despidió con un gesto.
Sabía que tenía razón, y no había nada que me hubiera gustado más que poder separarlo, pero me era imposible. Y es que nada, no era lo que me había estado pasando desde hacía dos semanas. No. Recuerdo sentir que alguien me seguía, recuerdo las sombras, la subida de adrenalina y… a él. O a eso, vamos. No tengo ni idea de lo que era, pero algo era seguro. ¿Humano? Ni de broma. Y desde entonces eso me seguía Sólo había captado su silueta un par de veces, pero sabía que estaba ahí. ¿Cómo iba a concentrarme en el trabajo si… Alien o… ET, o algo en general, me estaba persiguiendo?
Respiré hondo, intentando despejar mi mente, cuando algo saltó a mi espalda. Con un movimiento, agarré la mano de mi atacante y, ayudada por un giro de muñeca y mi propia espalda, conseguí que perdiera el equilibrio, cayendo al suelo.
"Joder! Yo también estoy encantada de verte Riley!" gritó enfadada Sam. Ella había sido mi mejor amiga desde que la conocí hace ya ocho años.
"Oh! Lo siento, lo siento!!" dije mientras la ayudaba a ponerse en pie "… pero ¿a quién se le ocurre saltar así sobre mí" contesté brusca intentando excusarme.
"Claro, olvidaba que podía tratarse de un "visitante del espacio exterior"… ¿te han puesto ya la sonda? ¿qué tal? ¿duele?" dijo riendo
"Fantástico, eres de gran ayuda, ¿sabes?"
Volví a girarme para ir hacia el parking. Sobra decir que Sam lo sabía todo, y que no había sido muy buena idea contárselo, ya que ella era psiquiatra y comenzaba a dudar sobre el estado de mi salud mental.
"Anda tontita… no te enfades… ¿me llevas a casa?"
"No puedo, examen rectal… ya sabes… los visitantes" contesté haciendo una mueca.
La miré y eché a andar. Sam me siguió, alcanzándome al llegar al ascensor.
"Te recompensaré, venga… que hoy Paul no pudo venir a recogerme y no me traje el coche" dijo suplicando.
"¿Es de buena cosecha?"
"¿Acaso alguno no lo es?" sonrió de oreja a oreja.
"Ay… lo que daría yo por un Paul que me trajera vino" suspiré.
"Te lo alquilaría, créeme… pero hacerlo un mes después de casarme con él..." se quedó meditando unos segundos mientras se llevaba una mano a la barbilla "… quedaría un poco feo, ¿no?"
"Bueno, siempre puedes decirle que robe las botellas para mi… que ya lo hace, pero si lo hiciera más, no me importaría" comenté dándole con el codo.
Llegamos al coche, un BMW Serie 3 Cabrio de color negro. Abrí la puerta del conductor y me senté, abrochándome el cinturón. Sam seguía hablando mientras se acomodaba en el asiento del acompañante.
"Primero, no roba las botellas, Ril, estoy harta de decírtelo, estás creándole mala conciencia"
"Se las lleva sin pagar, ¿no?"
"Pero es que es el dueño de la bodega!" dijo exasperándose
"… lo mismo da…"
"Y segundo… segundo… ya"
"Lo que tú digas… pero de mi parte, esa faceta de choricillo que tiene me gusta. Ándate con ojo!"
Nos dirigíamos a su casa. Se encontraba a las afueras de la ciudad. La muy comadreja había dado el pelotazo de su vida al encontrar a Paul, un hombre atento, dedicado, inteligente… rico… Lo único que no me gustaba de su nueva vida de casada era la carretera que llevaba a su pequeña mansión. ¿Cuándo se decidirían a iluminarla? Seguro que cualquier día acabaría matándome o atropellando a alguien o a algo… Sam encendió el reproductor. Comenzó a sonar Opheliac, por lo que empecé a cantar casi sin darme cuenta, sin darme cuenta de lo que ocurría a mi alrededor.
"¿Cuándo vas a madurar y a dejar de escuchar este tipo de música?" preguntó Sam poniendo cara de asco.
"Eh! Esto es mi esencia, así que cuidado" repliqué
"Bueno… lo que tú digas, pero es tan… poco maduro…"
"Para poco madura tu, como las niñas de 5 años con arañas en las coletas"
"MIERDA! Odio las arañas!" Sam comenzó a hacer aspavientos con las manos, intentando librarse de su pequeña amiga "¿Dónde está? Quítamela!"
Alargué la mano hasta un mechón de pelo y, desviando la vista brevemente de la carretera, le quite el pequeño insecto. Sam comenzó a gritar.
"Hostia! Mira a la carretera Ril!"
Sólo vi un cuerpo que se abalanzaba sobre el morro del coche. Pegué un volantazo y frené, quedando parada en una cuneta. Intentaba recuperar la respiración, apartándome el pelo de la cara mientras ordenaba mis pensamientos y escuchaba a Sam gritar de fondo algo que no entendía.
