¡Feliz Navidad a todos, principalmente a mi querida amiga secreta, Jacque-Kari! :3

Conjunto de drabbles para la actividad "Intercambio Navideño" del foro Proyecto 1-8.

Disclaimer: Digimon no me pertenece.

Pareja: Taiora.

Género: Angst.

Summary: Sora odiaba lo que más le caracterizaba, lo que llevaba tatuado en sus cabellos y en su piel. Ella odiaba lo que le hacía pensar en el hombre que alguna vez amó.

Cantidad de palabras: 897.


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Capítulo 1

«La chica del triste atardecer»

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Ante los últimos signos de luz que el día ofrecía, su sonrisa intentaba no flaquear, no mentir, no enseñar esa tristeza que carcomía su interior como si fuesen dientes de roedores royendo su malgastado espíritu. Apretó con fuerza la tela de su camisa entre sus dedos y trató de que su alma no se desplomara frente a ella.

Él no lo hubiese querido. No.

Él querría que ella mirase el atardecer sin pena ante su dolorosa ausencia.

─Sora… ─Sus ojos cobrizos reaccionaron con sorpresa al oírlo hablar tras él.

Se volteó con el rostro plasmado de terror que se disolvieron al ver su castaña y alborotada cabellera mirarla, con esos ojos cálidos que le hablaban de atardeceres y risas juveniles, con esa tez bronceada que quedaba maravillosa en contraste con las sábanas blancas que compartían noche tras noche.

Taichi Yagami la miraba con curiosidad, como si no comprendiera el por qué ella lucía tan absorta, tan metida en una pesadilla que no parecía tener un final feliz. O un final, sencillamente.

─Lo siento… ─Susurró ella ignorando esa mirada por parte del moreno que la acompañaba en su cama, intentando luchar con el bochorno en sus mejillas y en su voz─. Es sólo que… Tuve un mal sueño.

La preocupación en Yagami pareció convertirse en comprensión hasta reflejar en sus orbes oscuros ternura. Ternura por la mujer que se encontraba recogiendo partes de su tranquilidad rota a causa de una pesadilla.

Él no dejó que lo hiciera. No dejó que se repusiera por su cuenta, porque él quería hacerlo. Él quería recoger cada pedazo que cayese de su alma y volverla a reconstruir. Como un sistema, como una galaxia, como todo lo que ella movía con el sencillo hecho de existir.

La atrajo hacia él para cimentar sus labios cálidos sobre su clavícula morena y desnuda, despertando en ella la corriente necesaria de energía para hacerla temblar, no de frío, sino de emoción. Sora cerró los ojos por un momento y se dejó envolver por los fuertes brazos del hombre que le recordaba que no debía temer al calor cuando él se lo pudiese dar.

─Tranquila, estoy aquí… ─Susurró él contra su piel, desequilibrando cada centímetro de bello que se erizaba por el sólo hecho de tenerlo allí.

Vivo.

Pero no era cierto. Ella sólo estaba soñando.

Los pétalos blancos volando contra un atardecer sin sentido, mezclándose blanco y rojo en una danza casi tortuosa para ella. Sora Takenouchi vio morir al amor de su vida estando a centímetros de ella en un atardecer, en el instante preciso que creía que todo podría ser distintos para ellos.

Pero no. Taichi murió antes de que ambos pudiesen dejar aquel desolado lugar; murió al mismo tiempo en que el sol lo hizo, llenando el horizonte de oscuridad. La gran diferencia estaba en que el sol volvería a renacer cuando el amanecer iniciase, pero Taichi seguiría estando muerto cuando eso sucediese.

Sora vio las rosas blancas de duelo sobrevolar el ataúd de su amado mientras muchos lloraban su partida. Ella intentaba no resquebrajarse en fragmentos mientras lo veía partir para no regresar, porque sabía que él hubiese querido verla fuerte.

Pero cuando Sora subió el vagón del tren para olvidarse de la vida que alguna vez llevó en ese lugar, se juró no volver a decepcionar a Taichi. Apenas se dijo aquellas palabras, Sora rompió a llorar como no lo hizo en mucho tiempo, como si no hubiese quien la oyese, como si no existiera un mañana.

Como si Taichi no la escuchara.

Y desde entonces, Sora ya no volvió a su antiguo pueblo entre atardeceres de besos escondidos y rosas rojas que adoraran su desnudez junto al de su amado. No. En lugar de eso, ella cubrió su desnudez con un bonito delantal y sus pasos se hacían cada vez más veloces sobre la rechinante madera de una cafetería casi olvidada sobre la última calle donde el atardecer llegaba.

La joven de vivos cabellos rojizos servía en porcelana el mejor café de la zona y a medida que los hombres llegaban a tomar asiento para ver la danza de la mujer con el delantal, ella rememoraba un poco lo que era sentirse viva entre aquella miseria que abrazaba como vida.

Porque la miseria no tenía por qué ser mala; era lo único que le recordaba que seguía viva y no en una pesadilla como esas que traía a Taichi Yagami a la vida.

Y sólo cuando las cinco de la tarde marcaban en el reloj de la vieja cafetería, el mismo joven de cabellos rubios, gorro de lana y ojos dulces hacía tintinar la puerta y sus cachivaches con jovialidad. Entonces, la triste dama levantaba la vista y su sonrisa se volvía un poco sincera cuando encontraba la del recién llegado.

Y en un rutinario saludo, ella le servía una taza de café negro.

─¿Cuándo escribirás algo sobre mí? ─Preguntó la mesera con una sonrisa apagada que no admitiría nunca.

─Algún día quizá ─Respondió él con simpleza, como si no se hubiese empecinado en saber quién era la chica del delantal blanco y la rosa roja en su cobrizo cabello.

Takeru Takaichi tenía una historia sin contar sobre la dulce mesera que servía café y se movía al compás de una despedida a la luz del atardecer que ella juró olvidar.

Y quizá pronto, muy pronto, se animase a contar.


Notas de la Autora:

Nuevamente, ¡feliz navidad a todos! :3

Espero que éste primer y triste primer capítulo les haya dejado con ganas de algo más porque, les aseguro, que esto terminará con un final feliz :3 ¡Es Navidad después de todo!

Y como bien lo dice el capítulo, Takeru, muy pronto, se animará a contar todo lo que tiene escrito, iniciando por la dulce Sora.