¡Hola a todos!... A aquellos que vieron en el perfil el anuncio para este día y a los que no, pero le están echando una ojeada, gracias por pasar.
Okey. Ahora el informe:
- La obra de Yu-Yu Hakusho no me pertenece.
- Este fic no está hecho con fines lucrativos.
- A los que leyeron alguno de mis fic y ya tienen una idea de cómo trabajo, es de sobra decir que la historia que están por leer está terminada y que solo deben esperar las actualizaciones que hago cada semana. Estén al pendiente, por favor, y dejen los reviews que gusten.
Dicho esto, empecemos con la historia.
.
.
Poder Psíquico... ¡A la venta!
.
.
Botan tenía los ojos absortos, la boca abierta para las moscas y el cuerpo paralizado de la impresión.
- No puedo creer...que Keiko...haya hecho esto.
El mero nombre de la estudiante perfecta, de la ejemplar Presidente de la Clase, era por si una mala señal en una frase tan estremecedora como esa.
- ¿Tú crees? ¡Ahora yo tengo que arreglarlo! Me esperaba esto de Kuwuabara pero... ¡¿En que estabas pensando, tonta?!- exclamo Yusuke, ya fuera de sí.
- ¡No me grites!- reclamo Keiko, moviéndose de un lado a otro, tratando de mantener el equilibrio.
- Bueno, bueno, Yusuke, basta, no es solo Keiko la afectada...- Botan intento apaciguar la tensión.
- Ya lo sé pero no me puedo creer ¡que sea tan tonta como para hacer esto!
- ¡Cállate! No me hables en ese tono, yo soy la víctima. ¡Tú causaste más problemas en una hora que yo en un día!
- ¡Deja de discutirme! Por primera vez has hecho algo estúpido- Keiko lo miro incrédula y a punto de lincharlo- Es mi momento de disfrutarlo, y ahora que te ves así...
- Te he dicho...- Keiko tembló de la rabia. ¿Cómo se atrevía? Está bien que fue descuidada y un poco ingenua, pero no era algo de lo que burlarse, mucho menos teniendo el poder que ahora tenía- ¡Que no te burles!- Alzo su mano al cielo y Yusuke vio sorprendido que por su brazo se extendía una poderosa energía azulina - ¡Idiota!- Ella dejo caer su mano con una fuerza extraordinaria y Yusuke sintió una bofeteada no solo dolorosa, perfecta y tan dura como si impactara contra una montaña, sino mucho peor que los golpes de su padre, el dios de la guerra.
La bofeteada de Keiko fue...indescriptible.
- ¡Yusuke!- grito Botan, viendo lo sucedido- ¡Keiko, no puedes golpearlo con esa fuerza!
Pero ya era muy tarde, la palma impacto contra la mejilla, la cara, los huesos faciales… Fue tan potente que logro sacar a Yusuke de perímetro, a más de cinco kilómetros. Tanto así que su cuerpo quebró una pared y durante los primeros instantes parecía desmayado.
Botan fue a socorrerlo mientras la castaña recuperaba el aliento, con su mano ardiéndole al desaparecer la energía utilizada. "Uuh...esto podría ser útil", pensó la presidenta de la clase con socarronería al ver que la víctima de su bofeteada sobrenatural había tocado la inconsciencia. Pero, también se asustó. ¿Esa sería su nueva fuerza a partir de ahora?
En tanto esperamos que Yusuke recupere el sentido, retrocedamos cinco horas antes.
.
.
Cinco horas antes...
.
En algún lugar del Makai...
.
- ¡No puedo creer que me dejara plantada!- Se quejó Keiko muy vivamente, con los puños cerrados, ansiosos de dar una y más bofeteadas a ese irresponsable malnacido mientras su cara hacía gestos bruscos, arruinando la belleza juvenil de su cara.
- Cálmate, Keiko, no es para tanto. Ese tonto siempre hace lo mismo, acostúmbrate- le "consoló" Kuwuabara, profundamente nervioso por andarse con Keiko en semejante sitio.
¡Estúpido Urameshi! ¡Mira que dejarle a su novia a Kuwuabara no en el mercado, no en la zapatería, no en el templo de Genkai, en el Makai! ¡El Makai! No solo arruinaba su oportunidad de oro para llevar a Yukina a conocer la feria de pulgas, apartados de todo y a solas, sino que también tenía que tranquilizar a la castaña para no convertirse en su bolsa de boxeo por despecho.
- ¿Cómo se supone que me voy a acostumbrar? ¿Así será mi vida? ¿Esperar a que ese tonto aparezca y jugarme bromas? No hay nada de serio en eso.
Kuwuabara sonrió, trémulo. Urameshi era un tonto y ella muy exigente. Ninguno daba el primer paso, ni cuando el detective le propuso matrimonio y Keiko lo beso delante de todos. En su opinión, su amigo todavía era muy inmaduro para hacerse la idea de hombre comprometido y Keiko demasiado demandante, extremadamente dominante, como para hacerle la ilusión de pareja casada un gran deseo.
Ambos eran unos tontos.
- Oye, mira, Keiko, vamos por aquí- Kuwuabara doblo a una esquina entre las tiendas de reliquias y exhibiciones que los demonios ofrecían a la venta esa tarde- No desaprovechemos esto por ese idiota. Observa a tu alrededor; hay muchas cosas que mirar.
- Son todos demonios.
- Si, pero recuerda que la primera ley del Makai ahora es no lastimar ni molestar a los humanos. No más mira cómo te ignoran, a ti y a mí, para no meterse en problemas. Además, hay algunos guardias- comento Kuwuabara, un poco serio, viendo a un par de youkai en uniforme, pendientes de cualquier irregularidad- Estas a salvo.
- Eso no me preocupa- suspiro Keiko, mintiendo en parte. A ella todavía le asustaban los demonios, tenía recelo de ellos y por eso dudo cuando Yusuke la invito a esa feria de antigüedades, precisamente en el Makai, pero creyendo que Yusuke estaría con ella, que la protegería y defendería accedió... Todo para que el canalla le dijera a última hora "tengo una misión, nos vemos luego" y se fugara de su lado, soltara su mano y la dejara con la compañía no deseada de Kuwuabara, tan resentido con el detective como ella- ¿Encontraste ya a Botan y Yukina?
He allí el dilema de Kuwuabara. Por supuesto que quería dejar a Keiko para reunirse con el amor de su vida, la adorable e inocente Yukina, pero su caballerosidad y sensatez se lo impedían. Si fuera Botan, directamente la habría abandonado así como Yusuke hizo...no, eso no sonó bien. Vaya, hasta en el amor hay egoísmo.
- No, deben estar en la sección de broches antiguos.
- ¿Y eso donde es?
- No lo sé, creo que lo pasamos- dijo el pelinaranja y su amiga bufo, nada divertida- Anímate, Keiko. No pasa nada. Cuando vuelva Urameshi podrás golpearlo cuanto quieras, se lo merece.
- ¿Qué sentido tiene? Me quejo, le reclamo, lo golpeo, le grito, ¿Y para qué? Siempre hace lo mismo. Me promete algo y no cumple. Me dice que estará en un lugar y siempre llega tarde o no aparece nunca.
- Debes entenderlo. Koenma es un explotador. Siempre le deja los trabajos más difíciles para que el Rekai no tenga que lidiar con el papeleo, es más, creo que Kurama, quien preferiría estar en la universidad, también es llamado para acatar esas misiones. Nadie está preparado para un trabajo, solo se acostumbra.
- ¿Hasta cuándo seguirá así?- murmuro Keiko con algo de tristeza, un poco tímida, cosa insólita en su personalidad- ¿Trabajara de detective espiritual toda su vida?
- Bueno, creo que...
- ¿Y me dice que quiere tener una vida conmigo? ¿Cómo la tendremos? Para cumplir con su trabajo deberíamos mudarnos a este mundo y casarnos en un cementerio, al lado de una catarata de sangre. ¿Qué tipo de vida es esa? Creía que mi vida al lado de Yusuke solo consistiría en entrar y salir de hospitales a cárceles, no esperando como Penélope a que vuelva del Infierno.
- Eh...No es el Infierno. Es el Makai, es un error común pero,…y... ¿Quién es Penélope?
- No importa- suspiro Keiko. Se detuvo ante unas tiendas de exhibición y bajo la mirada, oscureciendo su rostro. Kuwuabara sabía que ese no era su comportamiento habitual, por lo que se asustó de lo que pudiera pasar- Así no es como planee mi futuro.
- Keiko, para serte honesto...Nadie imagino su futuro de esta forma.
Kuwuabara se lo imagino en un psiquiátrico, dada su extrema sensibilidad a los espíritus sin remedio, antes de vivir como boxeador, carpintero o alpinista (Siempre que fuera algo físico, lo haría). Había creído que Yusuke se haría fugitivo, que Japón lo exiliaría y que Estados Unidos iría a por su cabeza, nunca se detuvo a pensar en Keiko o en sus planes de vida. Cuando comenzaron a hablar de eso, la imagino como una profesora de buenos modales, una abogada prestigiosa de una gran firma, una obstinada defensora de los derechos civiles y siempre al mando de las grandes potencias. Pero, con Yusuke en el tema, nada era seguro. Él sabía cómo involucrar a la gente en sus problemas.
- ¿Por qué no puede complacerme en una sola cosa? Ese tonto... Lo ayude a revivir, luche contra fuerzas sobrenaturales y lo espere meses enteros. Sé que él me salvo muchas veces y que sueno desagradecida, tal vez egoísta, pero ya es hora de poner las cartas sobre la mesa.
- Él te pidió matrimonio y aceptaste- le recordó Kuwuabara, temiendo para donde iba la conversación.
- ¿Qué diferencia habrá si nos casamos? Faltara a la boda, se retrasara o mejor aún, traerá a estos seres grotescos a la boda y traumatizara a mi familia. Tendremos que casarnos en privado y cuando tengamos una casa deberemos tener un sistema de seguridad contra fuerzas demoníacas, ni que decir cuando tengamos hijos...
- ¡Keiko, no tan rápido!- exclamo Kuwuabara, alzando las manos en son de pararla, comenzando a sudar frio y temblar de nerviosismo.
Keiko empezó angustiada y acabo muy molesta, subiendo la voz y hablando rápido. Ella tenía una idea muy distinta de su vida con Yusuke mucho antes de enterarse de su trabajo en el Rekai. En cierto modo, el pelinaranja la entendía, mira que tener pensada una vida normal con el hijo de Raizen, el Masoku más poderoso, el detective espiritual, el sucesor del Reiko Hadoken, el delincuente de la escuela, el chico malo del barrio… Era algo muy complicado.
La muchacha acabo por cerrar puños con rabia reprimida, rendida ante la realidad, su realidad y su futuro inminente.
- ¡Yo no quería esto!
El amigo/rival de Yusuke se sorprendió grandemente al verla en ese estado. A punto de llorar. Ella trato de contenerse, era una mujer orgullosa ante todo. Sin pensarlo, empujo al más alto y se echó a correr lejos del aglomerado de tiendas, sobándose la cara. Kuwuabara no tardo en seguirla, despierto de su asombro.
La Fujimura iba vestida de colegial, pues estaba en su último año en la escuela para señoritas y Yusuke la intercepto antes de llegar a su casa para traerla hasta ese tétrico lugar. De recordarlo se enfadó aún más. ¡Idiota, de palabras vacías y promesas rotas! Sabía que su vida juntos sería difícil, de locos, pero había creído que tendría un límite, que nada peor que una estadía en la cárcel o unos huesos quebrados podían impedirle ser felices. No estaba molesta con Yusuke por convertirse en detective espiritual, tampoco con el destino, estaba molesta con ella misma por enamorarse de semejante sujeto, con tal personalidad y modo de vida, ¿Por qué no se enamoró de un taxidermista? Hubiera sido más fácil. Ellos siempre estaban en casa y su trabajo no era peligroso; para los ojos de Keiko eso era menos perverso que vivir sabiendo que la atacarían en cualquier momento, la secuestrarían como antaño o la usarían de cebo torturándola. ¿Y cuándo tuvieran hijos, que? ¿Qué clase de vida soñada era esa? Nadie sueña con eso.
Tan ensimismada estaba en su maratón que chocó contra un puesto en exhibición y cayó al suelo arenoso de espaldas, oyendo la queja del dueño de la tienda.
- Lo siento- apenas murmuro del bochorno, poniéndose de pie. Extendió sus brazos para recoger algunas cajas que habían caído de la mesa por su impacto- Perdóneme, no fue mi intención.
- ¿Eres humana?- Se oyó la voz del dueño, mirándola por encima de la cabeza.
Keiko estremeció. Diablos, olvido que estaba en el Makai. Todos eran demonios, devoradores de humanos, por más que Kuwuabara lo desmintiera.
- Yo...lo siento mucho. Yo lo recojo- Con una premura causada por el miedo, cogió todas las cajas del suelo y las coloco sobre la mesa. Le quedaban dos por poner en su sitio cuando sintió la áspera piel de un demonio rozándole la mano- ¡Aah! ¡Aléjese, aléjese!- grito, entrando en pánico. Dio un fuerte impulso hacia atrás, todavía con las cajas en manos.
- Tranquila, ningen. Solo vine a vender, como todos. Soy un promotor. ¿Te interesa algo?
Keiko entreabrió los ojos, cohibida y temerosa. Con cierto coraje, alzo la mirada y parpadeo asombrada. ¿Era un águila? No, un halcón. Su nariz era larga y puntiaguda, y su cabeza estaba cubierta por una capucha blanca que iba adherido a la túnica que cubría todo su cuerpo, detrás de la pequeña exhibición, que consistía en una mesa repleta de cajas de todo tipo y unas esferas raras, con magna en su interior. Si Keiko hubiera mirado el cartel, más arriba, hubiera leído: "Dulces Psico-Psico".
- Yo...Soy humana… ¿También le vende a los humanos?
Aquello le parecía de lo más inverosímil.
- Es el negocio- El hombre halcón se encogió de hombros- No me mire así. La regla del rey es no molestar a los humanos y sinceramente jamás le he faltado el respeto a un cliente. Para mí, eres como cualquiera.
Keiko no sabía si fiarse de sus palabras. Aun así, existía algo en el que le parecía simpático.
- ¿Podría devolverme mi mercancía?- pidió el demonio, tendiendo una mano hacia ella.
Inconscientemente, ella dio un paso atrás. Al poco rato se sintió peor que una tonta. Todavía cargaba las cajas ajenas y el youkai solo intentaba recuperar lo que era suyo, con cierta vergüenza regreso de sus pasos y, en vez de dárselo en mano, dejo las dos cajas sobre la mesa. El demonio halcón frunció un poco el ceño, como quien se ofende de la poca confianza y bajo su mano.
- Yo, lo siento mucho- No sabía si era correcto o no dar una reverencia de disculpa a un demonio, pero de todas formas no lo hizo: su temblorosa voz hablaba por ella- Ya me voy. Disculpe.
- ¿No quiere saber que hay en esta caja? Mi negocio está desmejorando. ¿Podría quedarse aquí? Le diré de qué van mis artículos.
- Perdone, yo no compro...Solo estoy de visita, no vine a comprar nada.
- No tiene que hacerlo. Quiero que se quede un rato.
- ¿Por qué?
- Si una ningen se ve interesada en mi negocio, tal vez me lleguen clientes- suspiro el comerciante, con algo de tedio- Estoy aburrido. Por favor, quédese.
- Yo no sé. La verdad, yo...
- Por chocar mi tienda me debe un favor. ¿No le da curiosidad mi mercancía? Le hare una breve introducción. No tenga miedo.
La castaña bajo sus manos y su mirada comenzó a perder el temor. No, ella no tenía miedo. Era demasiado inteligente para eso. Ella... Ella sería la futura mujer del detective del Reikai, así que mejor empezar a conocer del Makai y a sus costumbres, y a su gente, cuanto antes, porque ellos eran parte importante de la vida de Yusuke. Debía intentarlo.
- Mire esto- El abrió la caja que Keiko le había entregado. Adentro había una deliciosa fila de bombones- Se ven exquisitos, ¿verdad?- Keiko asintió. Efectivamente, la caja de dulces era grandiosa- Como imaginara, no son normales.
- ¿No? ¿Qué pasa con ellos?
- En este mundo, se conocen como "Caramelos Psico-Psico"- Keiko lo miro desconcertada. El hombre pareció sonreír con leve simpatía, como si le gustara hablar de su trabajo- Vera, yo represento a uno de los muchos sucursales del señor Gara Nagase.
- ¿"Sucursales"? ¿En este mundo hay sucursales?
- Curiosamente, mi jefe es el único empresario en el Makai que busca fabricar productos tanto para sus iguales, los demonios, como para los humanos como usted… Dígame, ¿Le parece una buena idea?
- Yo...no sé de qué van las empresas aquí, ni sabía que era posible en un lugar así, bueno...
Cielos, ¿Cómo metía la pata tan torpemente?
- A todos en el Makai les parece absurdo. ¿Sabe? Antes del Torneo por el Makai para elegir a un rey, mi jefe sugirió esta idea. Todos se burlaron de él, pero en tiempo actual lo respetan mucho. Desde la ley primordial del rey Enki, sus negocios se hicieron factibles y más accesibles. No se debe preocupar; hacemos muchas pruebas antes de otorgar los productos al mercado humano.
Kiko parpadeo, atónita.
- ¿Van a dar esto en mi mundo?
- Después de una etapa de experimentación, por supuesto.
- No entiendo. ¿Experimentación? Si no son dulces comunes, ¿Que hacen? ¿No son comestibles o tienen algo...?
- Son "Caramelos Psico-Psico". Su función es que, cuando alguien se los come, obtiene poderes psíquicos.
- ¿Que dijo?
Keiko estaba anonada. ¿Poderes psíquicos en un dulce? ¿Qué clase de locura era esa? Oh, claro, estaba en el Makai, todo podía pasar. Quería hacerle muchas preguntas al demonio vendedor, el tema la atrapo instantáneamente y quería saber más, pero entonces Kuwuabara llego a su encuentro, cortando el ritmo de la charla.
- ¿Que pasa aquí?...Oiga, la chica no compra nada, no insista.
- De acuerdo- Acepto el ser halcón, tranquilamente.
- Vámonos, Keiko. Creo que vi a Botan por...
- No- La aludida se soltó de Kuwuabara tan pronto como este la tomo del brazo para alejarla de la tienda. Su amigo se sorprendió a que se opusiera- Quiero escuchar más sobre esos dulces.
- Keiko. Este es el Makai. Todo lo que este tipo venda no será nada remotamente humano, volvamos.
- Sé que no, el me lo estuvo explicando- Keiko señalo al demonio halcón, tomando por sorpresa a ambos- ¿Podría decirme más?
- Si, como no. Estoy aburrido, de todas formas.
- ¡Keiko! ¿Qué te pasa? Debemos irnos.
- Todavía no- Ella se rehusó de nuevo, dejando a Kuwuabara en silencio. Él no se fiaba de los vendedores en esas ferias, todos podían vender algo robado o usado, al fin y al cabo, nada era de buen venir.
El halcón le dio a Kuwuabara una esfera con magna para entretenerse, en cuyo interior daba la impresión de esconder un tifón asombrosamente bello, que dejo maravillado al chico mientras Keiko se satisfacía con todo lo que quería saber.
- Mi jefe invento las "Psico-Psico" para los soldados del Rekai. No es muy mencionado allí porque es un demonio de mala reputación. Lo que empezó como un castigo para desestimarle los cargos acabo en un negocio, hasta que unos demonios de clase baja quisieron las "Psico-Psico" para ellos. No fue un gran escándalo, sin embargo, el problema perduro en mi jefe y determino que los caramelos fueran solo para gente importante, que si se mereciesen el poder. Es decir, los Tres Reyes del Makai y sus soldados. Con el paso del tiempo, nadie los quiso más y por eso el negocio está decayendo.
- ¿Por qué intentan dárselo a los humanos?
- Sera toda una experiencia para ellos, ¿no lo piensa así? Además, no son mortíferos ni perjudiciales para la salud en ningún sentido. Hicimos muchas investigaciones.
- ¿Porque nadie de este mundo quiere comprarles más?
- Oh, esa es otra cuestión. Vera, hay demonios muy orgullosos que no desean aumentar su poder con caramelos ni tratos especiales. Eso es ser un demonio de verdad y lo respeto. Lo único que hacen estos dulces mágicos es aumentar la calidad de energía de un individuo, solo por un periodo limitado de tiempo, de modo que podría beneficiar a muchos novatos con pocas probabilidades de supervivencia.
- ¿Qué tipo de poder concede esto?- Keiko admiro la caja de bombones, era increíble que debajo de esa esplendida y brillante envoltura hubieran bolas de energía potenciales.
- No concede poderes- confeso el dueño de la tienda, dejándola más que confundida- Estos caramelos solo aceleran el proceso. Tienen una droga, no adictiva ni dañina, que activa los sentidos que todos los seres vivos tienen. Los sentidos más nítidos y escondidos de la fuerza espiritual, dando lugar al despertar del poder psíquico. La energía espiritual puede ser tanto humana como demoniaca, pero la psíquica es la más contenida de todas. Todos tenemos esa habilidad. Extrema sensibilidad psíquica, poderes con la mente, mover objetos o crear campos de fuerza; todo eso pueden hacerlo los humanos, sin que intervenga una sola chispa de energía yokai.
- Vaya...Es muy interesante- opino Keiko, asombrada de toda esa información. Ella había sospechado que los humanos que se decían psíquicos o con poderes procedentes a él eran unos locos pero pensándolo bien mucho podía hacerse con el poder de la mente, así como de la voluntad.
- Yo tengo sensibilidad a los espíritus; eso no me hace un demonio- opino Kuwuabara, entrando en el tema.
- No escuchaste lo que dijo- se quejó Keiko, molestándose con él por haber interrumpido- Es decir…- Volvió la cara al vendedor, queriendo confirmar sus sospechas- ¿Estos dulces no dan poderes, sino que...como decirlo,...activan la psiquis?
- Exactamente. Lo ha entendido- Alabo el hombre halcón, con una media sonrisa. Solo entonces Kuwuabara observo la caja de la que tanto hablaban.
- ¿Dulces? Oh, que bonitos bombones, se ven...
- No seas irrespetuoso- le reclamo la chica, impidiendo que Kuwuabara tocara la caja- Estos son los dulces de los que estamos hablando.
- Pero si se ven deliciosos...
- Disculpen, mi tiempo se acaba. En este tipo de ferias, uno debe moverse constantemente.
- ¿Por qué tus artículos son ilegales?- acuso Kuwuabara.
El comerciante lo miro mal, tomo la bola de cristal de sus manos y la coloco dentro de una caja, para desilusión de Kuwuabara.
- No, el Makai es extenso. Hay muchos clientes y poco tiempo. Y como sé que no van a comprarme nada, me retiro.
- Si, es lo mejor. Keiko, vámonos antes que la feria acabe, ahora que se están retirando podremos encontrar a Yukina fácilmente- dijo el pelinaranja, un poco temeroso de tomarla del brazo por miedo a que le rechazara. Sin embargo, ella contemplaba la caja de bombones con mucha atención- ¿Keiko?
- ¿Un humano comió esto antes?
- Si- respondió el demonio, en la labor de guardar sus artículos en sus respectivas cajas- No hizo ninguna diferencia. El jefe hizo estos dulces a dos divisiones, para demonios y humanos. El primero lleva una droga más fuerte para que surja efecto. Los humanos son con los que tiene más cuidado. Tienen un efecto menor sin complicaciones ni efectos secundarios, o repercusiones futuras.
- Si como uno de estos caramelos, ¿Tendré habilidades psíquicas?
Kuwuabara deformo su cara a la más viva y terrible expresión de asombro al oír a su amiga.
- ¡Keiko! ¿Qué estás diciendo? ¿Te volviste loca?
- Si, te las activara- contesto el informante, ignorando a Kuwuabara- No correrás riesgo de adicción, ni te dolerá. Lo que hagas con tu despertar psíquico es cosa tuya, eso ya no va a cuenta nuestra- Se agacho debajo de la mesa por unos segundos, buscando algo. Al volver a erguirse ante esos humanos, Keiko no cambio la firmeza en su mirar y Kuwuabara estaba de lo más incrédulo. Viendo esto, coloco un elegante papel escrito con signos sobre la mesa- Deberás firmar esto si quieres uno.
- ¿Firmar? ¡No, Keiko! ¡Esto es un contrato con el diablo!
- No exactamente- corrigió el ofendido, irritado- Es un contrato que hacemos con todos los compradores. Es para desvincularlos de cualquier efecto adverso que pueda tener con el uso del producto.
- Así que...es como venderme una droga y no hacerte responsable.
- Ni a mí, ni a mi jefe. Los compradores son los responsables a partir del mismo instante en el que lo poseen.
Keiko lo entendió perfectamente. Era como el anuncio del cigarrillo.
- Entiendo.
- ¿Como que entiendes, Keiko? ¿Estás diciendo que estás de acuerdo con lo que dice este sujeto?
Kuwuabara no le veía nada bueno a lo que estaba ocurriendo y decidió que lo mejor era sacar a Keiko de allí. ¿Y si la estaban hipnotizando delante de sus narices? Mejor prevenir que lamentar. Armándose de valor, estaba por llevársela muy lejos cuando Keiko tomo el bolígrafo que le extendió el vendedor. Esa no era la Keiko que conocía.
- Sé lo que hago, Kuwuabara. Y lo haré.
- Keiko- Kuwuabara no daba en si del asombro- ¡¿Que le hiciste, bastardo?! ¡Devuélvela!
- Yo no hice nada- contesto el demonio halcón, con las manos atrás la espalda y la mirada indiferente.
- ¡Basta, Kuwuabara, sé bien lo que estoy haciendo!
- No lo hagas, al menos lee el papel.
- Eso hago- Keiko ya estaba con los ojos puestos en el documento cuando sus ojos se abrieron, un poco extrañados- ¿"Efectos temporales"?
- Así es. Todos los Caramelos "Psico-Psico" tienen efectos temporales. ¿Se imagina un poder psíquico renacido por siempre? Me temo que no. Estos caramelos solo activan el poder interior de una persona solo por un determinado límite de tiempo, ya que existe riesgo de colapso.
- ¿Por cuánto tiempo tendré un despertar psíquico?
- Depende de la cantidad que consuma. Cuando se coma su primer caramelo, comenzara el proceso. A la misma hora del día siguiente, todo volverá a la normalidad.
- ¿Volveré a ser normal?- Keiko sonó tan aliviada que Kuwuabara comenzó a pensar que esa Keiko era totalmente irracional, y de una manera muy peligrosa- Entonces, ¿Puedo comerme solo uno?
- Si, también puede llevárselo. Con este contrato, usted se responsabiliza de sus acciones. Repito, no le hará daño ni le ocasionara los episodios de delirio, violencia y abstinencia que provocan otras drogas ordinarias. Mi Jefe tiene muy en cuenta eso para los de su clase.
- Ya veo. Que hombre más considerado.
Kuwuabara miro con horror como la mano de Keiko bajaba a por el papel, dispuesta a firmar.
- ¡Keiko! ¡Para!
Keiko dio un respingo del susto, enfadándose con el pelinaranja cuando la agarro de un brazo para impedirle firmar.
- ¡Solo así sabré como es ser Yusuke! ¡Suéltame! Quiero saber...- Bajo el volumen de su voz y hablo más suavemente- Como se siente tener poderes y defenderme. Mírate tú, tratándome como si fuera una pobre damisela en apuros, ¡pues no lo soy!- Tan impresionado estaba Kuwuabara por su arrebato que aflojo su agarre, logrando que la chica se soltara con facilidad- ¡Se quién soy! Conozco mis limites, mis miedos y sé que puedo tolerar y que no, pero no conozco mi futuro y me he dado cuenta que por más que conozca a Yusuke nunca sabré que es lo que realmente siente.
- Keiko, no tienes que hacer esto para estar iguales.
- No quiero ser igual a Yusuke. El efecto de estos caramelos son temporales; eso es lo que quiero, un día. Un solo día para sentirme segura, saber cómo se siente ser poderosa y controlar lo que hay a mi alrededor, sentir através y alrededor de mi lo que me perdí cuando Yusuke murió por primera vez y todo lo que paso después.
- No te entiendo. ¿Qué planeas hacer? ¿Convertirte en una psíquica y tomar poderes que no conoces?
- Solo es por un día. Lo aprovechare. No solo por Yusuke, esto es por mí y mi futuro. ¡No te metas!
Keiko tomo el bolígrafo y firmo velozmente. Casi al instante, el demonio halcón le ofreció un caramelo de envoltura amarilla, pues los de rojo eran para los demonios, y el vendedor había dicho antes que para los humanos los tenía aparte. Keiko no dudo y lo tomo, cuidándose que Kuwuabara no se lo quitara, pero el no hizo nada de eso sino que…
- ¡Yo también!- exclamo, cogiendo un caramelo amarillo de la caja.
- ¡Kuwuabara!
- Deme un papel para firmar- le pidió sin titubeos al vendedor- No podre ver a Urameshi a la cara si se entera que hiciste esto en mi presencia, Keiko.
- Pero tú ya tienes poderes.
- Puedo hacer lo que yo quiera con este dulce, ¿verdad?- El demonio halcón afirmó con la cabeza y coloco frente a el otro contrato de una sola hoja. Kuwuabara tomo el bolígrafo que Keiko dejo y se dispuso a poner su firma- Comérmelo, tirarlo, dárselo a alguien más, ¿puedo hacer todo eso, cierto?
- Esta en el contrato- sentencio el comerciante, viendo que Kuwuabara firmaba sin leer.
- Bien- Puesta ya la firma, se enderezo y empuño el dulce del que ahora era dueño- Keiko, no sé qué efectos tendrá en alguien como yo, pero podemos...
- Aguarda- Keiko tuvo un momento de culpabilidad; no se sentía capaz de devorar el caramelo- ¿Estás seguro?
- Por supuesto- Kuwuabara la miro con esa resolución tan característica suya.
Ella se sintió más confiada y se volvió al vendedor para una última consulta.
- ¿Que nos pasara?
- Lo que sucede cuando el cuerpo experimenta un cambio rotundo. Les dolerá al principio, luego se acostumbraran, será como una dosis de adrenalina en sus cuerpos. Tengan en cuenta que cuando el efecto acabe se sentirán muy cansados y con nauseas, ya que el caramelo abrirá todos sus sentidos inexplorados y sentirán una libertad física y espiritual como nunca antes.
- De acuerdo- asintió Keiko, un poco más segura de lo que iba a hacer- Gracias.
- El contrato tiene validez a partir de la hora que consuman el caramelo. Que tengan un buen día.
.
.
.
.
