Prólogo

Al-Hazard si

empre había sido un lugar solitario y oscuro, tanto, que Precia Testarossa nunca sabía quien llegaba o se iba, pues también era un lugar de paso para las almas que iban hacia el más allá.

-Mama, ¿que pasa?-pregunto una joven.

La joven se acercó a ella con cara de preocupación, pues nunca le había gustado ver a su madre triste o preocupada por ninguna razón, menos si esa razón era su hermana, Fate a la que ella misma estaba deseando conocer, algún día.

Algún día...

-¿Estas bien aqui, Alicia?-preguntó su madre.

Ella miro a su alrededor, en Al-Hazard no había tiempo ni gravedad, no sabías si era de día o de noche y jamás conocerías más allá de aquel infinito.

-Es todo lo que conozco madre, de la Tierra casi ni me acuerdo.-susurro ella.

-Siento haberte condenado a esta vida, ojala hubiese sido mejor madre para ti y para tu hermana.-dijo entonces su madre.

-Lo eres madre, al final, supiste darte cuenta de las cosas y eso es lo más importante.

Precia abrazo a su hija mayor con gratitud mientras pensaba en la otra hija que ella había creado, ¿tendría una buena vida? Esperaba que si, deseaba que si.

-Mama...

-¡Precia! ¡Alicia! ¡He encontrado a alguien!

Un hombre que parecía no ser mucho más joven que Precia se acercó a ellas corriendo con un cuerpo entre sus brazos, un cuerpo que Precia conocía bastante bien.

El cuerpo que ella misma había creado.

-¿Quien es?-pregunto Alicia.

-No puede ser...-susurro Precia.

El hombre se acerco hasta ellas con el cuerpo entre sus brazos y al ver su cara, Precia no pudo evitar una exclamación de sorpresa mientras miraba el cabello dorado, la cara y las facciones de una persona en concreto, Alicia...

-Fate...

-¿Fate?-preguntó Alicia.

El hombre miro la cara de la muchacha que casi no había podido salvar y luego miro a Precia asimilando lo que tenía entre sus brazos, era algo más que algun alma perdida o un cuerpo desechado, era ella.

La leyenda viva, Fate Testarossa.

Su unica opción de salir de aquella prisión, para él y para Precia y Alicia era la unica via de escape posible.


Al-Hazard, la ciudad milagrosa.

Ciudad por donde las almas caminan en busca de su destino,

Ciudad donde los cuerpos tienen un nuevo comienzo,

Ciudad donde cada vida puede volver a latir.

La entrada sobre una gran energía se encuentra,

La estancia sin final el infierno puede crear,

La vida se puede perder o ganar,

La salida no podrás encontrar.

Solo un ángel de cabello dorado,

Y fuerza incomparable,

Será capaz de dar toda su luz,

Para salvar a los desamparados.

Un precio se tiene que pagar,

Una vida a de quedar,

Enterrada en las profundidades de la ciudad,

Como los dioses que la rigen.

Alegría, Pena, Amor y Desesperación,

Todo se debe dar,

Para el portal abrir.

Los dioses la han elegido,

Al ángel que deba salvar,

A estas almas sin piedad.

Cabellos dorados,

Fuerza compasiva,

Corazón fuerte,

Y compasión sin limite.

Cuando el ángel llegue,

Las almas vida cobrarán,

Y el nuevo futuro,

Podrá comenzar.

Al-Hazard, la ciudad milagrosa,

A tu nueva diosa has de saludar,

Y tu vida le has de entregar,

Para que ella te pueda salvar.