"LAS AVENTURAS DE TINTÍN" PERTENECE A HERGÉ
No puedo evitar echar la mirada hacia atrás de vez en cuando. Supongo que todos los viejos lo hacemos. Nos arrepentimos de nuestros errores, lamentamos que las cosas hayan cambiado tanto en estos últimos tiempos...
A decir verdad, no tengo ninguna razón por la que estar triste. Al contrario: he disfrutado de una buena vida. He viajado alrededor del mundo, he hecho muchísimos amigos, he recibido honores que muchas veces dudo merecer, pero que compensan algunos malos tragos...Creo que ya iba siendo hora de descansar un poco.
Dejar mi puesto en el periódico me ha dejado mucho tiempo libre para rememorar tantas y tantas anécdotas. Mis más fieles locutores son mis pequeños nietos, Babette y Sacha, aunque, como todos los críos de su edad, se pasan casi todo el día pegados a la pantalla del ordenador. Solemos intercambiar historias por clases prácticas sobre esos cacharros.
A pesar de todo, no puedo evitar sentirme un poco apenado cuando recuerdo a mis viejos amigos. A unos, hace años que no los veo. A otros, hace tiempo que les perdí la pista. La mayoría ya no están aquí, como mi querido perro Milou. Pero no me gustaría que mi compañero me viera triste allá donde esté, así que siempre le dejo un pequeño hueso sobrante de la cena en su lápida, en el jardín, con una sonrisa...Hueso que su descendiente (Babette lo llamó Terry) se come en la cocina. Supongo que a esos perros, por mucho que se los cruce, el ser canallas les viene de familia...
Se supone que debería deprimirme al verme en el espejo con arrugas, medio ciego y con lo poco que queda de mi pelo cobrizo encanecido, pero...En realidad, creo que todo ha salido muy bien.
