Capitulo 1
Disclaimer: los personajes pertenecen exclusivamente a J.K. Rowling, yo solo he usado sin fines de lucro
Capitulo 1
Esperaba impaciente a la llegada de sus amigos. El expreso escarlata que la llevaría al colegio Hogwarts de magia y hechicería donde ella, Hermione Granger iría a cursar su séptimo y último año de estudios.
Solo quedaban 5 minutos para las once y ni Harry, Ginny ni Ron aun no llegaban. Cansada de esperar subió al tren. Su baúl con sus pertenencias ya estaba en el expreso por lo que solo debía irse a su compartimiento. Al llegar a este ultimo, el tren inicio su recorrido. La castaña esperanzada de que sus amigos la encontraran se sentó tranquilamente a leer un libro.
Pasada más de una hora de viaje, ninguno de sus amigos había llegado a su compartimiento buscándola, por lo que decidió ir ella a buscarlos a ellos.
A medida que avanzaba, saludaba a más de un compañero de curso y regañaba a algunos alumnos de primero que hacían alguna cosa indebida.
Inconscientemente escucho una conversación al intentar entrar en un compartimiento:
—No creo que lo haga…— aquella voz era inconfundible… era Pansy Parkinson.
—Es muy testarudo, lo hará— aquella voz no la conocía, pero no le importo, prefirió seguir escuchando la conversación.
—Si lo se, pero jugar de ese modo con alguien, y por sobre todo con ella…— pero no pudo seguir escuchando ya que un punzante dolor en su brazo la hizo desviar su atención. Alzo la mirada y se encontró con la grisácea mirada de Draco Malfoy que la sostenía fuertemente.
— ¿Qué mierda estas haciendo aquí sangre sucia?— pregunto arrastrando las palabras. Su voz estaba impregnada de odio.
—Nada que sea de tu incumbencia Malfoy— contesto Hermione sin la más mínima pizca de temor.
—Que importa, vete de aquí, contaminas mi aire— la soltó bruscamente provocando que Hermione se golpeara la espalda en la pared.
—Me voy, pero por que no aguanto estar en el mismo lugar que tu— se irguió con orgullo y comenzó a caminar.
—Maldita orgullosa— siseo entrando al compartimiento.
Al entrar se encontró con Blaise Zabini y Pansy Parkinson, sus dos mejores amigos.
—Draco, llegaste — Pansy le indico que tomara asiento a su lado y Draco luego de saludar a Blaise con un apretón de mano, le hizo caso.
—Creímos que ya no venias, tardaste demasiado— esta vez fue Blaise quien habló. El silencio reino entre los tres amigos, pero no incómodamente, sino que perfecto para pensar en todo lo que no se podría en el resto del año. Draco miraba por la ventana pensando en lo que tendría que hacer cuando la voz de Pansy lo interrumpió.
—Draco, necesito hacerte una pregunta. — El aludido la miro y asintió. — Bien, ¿harás lo que tu—sabes—quien te pidió?— Draco la miro intrigado y con sorna contesto:
—Claro, si quiero estar en sus filas de mas cercanos seguidores, debo hacerlo, además es un agrado poder vengarme de ese modo. — Pansy negó con la cabeza en señal de desaprobación.
—Pero si tanto tú como yo sabemos que tú no quieres ser mortifago y solo lo haces por tu madre— Draco la fulmino con la mirada y eso sirvió para que Pansy guardara silencio lo que quedaba de viaje.
OoOoOoO
En tanto Hermione continúo buscando, pensando en lo ocurrido con Draco.
Solo le quedaban 2 compartimientos y rogaba por que estuviesen en uno de ellos. Entro al primero y se encontró a Harry y Ginny sentados abrazados.
—Chicos, por fin los encuentro— dijo la castaña llamando la atención de sus amigos, y lanzándose a sus brazos.
—Hermione, creímos que tenías reunión de prefectos por eso no fuimos a buscarte—Hermione se sentó en el asiento de enfrente y miro a todos lados.
—No importa, ¿y Ron?— pregunto con la mirada perdida en un rincón.
—Bueno… Ron no ha podido venir — Hermione enarco una ceja y los miro a ambos intrigada.
— ¿Por qué no ha podido venir? — pregunto mirando esta vez a Harry, ya que Ginny se cubrió el rostro con ambas manos.
—Esta enfermo, no sabemos que es lo que tiene. —
— ¿Pero es muy grave? — pregunto Hermione desviando la mirada de Harry a Ginny.
—Aun no están seguros, pero al parecer es algo relacionado con su cabeza — explico el moreno abrazando a Ginny — Pero chicas, todos sabemos que Ron es fuerte, estará bien. Ginny, no te preocupes, es un Weasley, se sanara — las palabras de Harry no tuvieron el efecto esperado. Ginny rompió a llorar y se aferro más al pecho de Harry.
—Ginny, tranquilízate, Harry tiene razón. Todos sabemos que él estará bien — dijo Hermione, pero ni siquiera ella se creía lo que decía. Sentía miedo de algo pudiese ocurrirle a Ron — pero bueno, cambiando de tema. ¿Cómo estuvieron vuestras vacaciones? —
—Las mías, excelentes. Estuve todo el verano en la madriguera. Ha sido el verano que mas he disfrutado — contesto mirando picadamente a Ginny. Hermione sonrió y miro por la ventana. — ¿Y las tuyas? — pregunto Harry abrazando a Ginny de manera que esta viera bien a Hermione.
—Bien. Con mis padres viajamos mucho. También las he disfrutado mucho. Pero también me he enterado de muchas desapariciones — Ginny se irguió y miro a Harry.
—Si, Seamus es uno de ellos. Hemos estado muy preocup… — pero no termino la frase. El tren se había detenido.
— ¿Qué ocurre? — pregunto Harry nervioso. Que el tren se detuviera, le traía recuerdos de su tercer año. Estaba preparado por si aparecían dementores. Pero, ¿Por qué habrían de entrar dementores en el expreso, si no buscaban a nadie? — Vamos a ver —
Los tres salieron con paso decidido. Hermione vio un grupo de alumnos agolparse en uno de los compartimientos m as cercanos. Parecían ser de 6º año. Ella como prefecta debía hacerlos entrar en su compartimiento y que esperaran tranquilos. Harry le dijo que se quedara ahí y el iba a decirles, pero era demasiado tarde. Hermione ya avanzaba hacia ellos.
Antes de llegar al grupo de muchachos, una fuerte explosión la hizo caer al suelo y golpearse el rostro contra el frió suelo.
— ¡Hermione! — grito Harry con la intención de ir tras ella, pero antes de dar el primer paso, otra fuerte explosión lo hizo retroceder, y por precaución, tiro a Ginny al suelo y la cubrió con su propio cuerpo.
Hermione comenzó a levantarse de a poco. Le dolía la cabeza y no podía encontrar su varita. Por fin la encontró cuando estaba casi en pie, sosteniéndose de la pared. Empuño la varita como pudo y antes de decir algo, un olor la hizo sentir cansada y el sueño comenzó a embargarla. Desde ahí todo se fue a negro en su cabeza.
Horas después despertó. Le dolía hasta el más ínfimo de sus huesos. Intento levantarse pero unas cuerdas en sus muñecas y tobillos, se lo impidieron. Sintió el temor correr por sus venas. Lo mas seguro es que estuviese en manos de mortifagos. Las cuerdas le herían las muñecas y los tobillos y le dolía el pecho, tenía una punzada que la preocupaba. "Tranquila Hermione, tranquila" se decía una y otra vez mientras su corazón bombeaba mas fuerte que nunca.
El frió piso de mármol o piedra, no podía deducirlo puesto que estaba todo oscuro y lo único que la alumbraba en ese momento era un rayo de luna que se colaba por le rendija de una pequeña ventana en lo alto.
De lo que si estaba segura era de que estaba en una mazmorra.
Pensando en como liberarse, una luz cegadora, proveniente de una puerta lateral, la hizo reaccionar.
Diviso la silueta de alguien acercándose ella. Era alguien alto, que imputaba temor. Pero ella no era una persona temerosa, era valiente. Pero valiente no significaba tener miedo. La vio arrodillarse a su lado. Sentía que aquella persona estaba feliz de verla ahí.
— ¿Qué tenemos aquí? — ella conocía al dueño de aquella voz. Levanto la mirada y se encontró con su mirada grisácea.
—Malfoy — susurro aparentando seguridad. Pero eso era algo que estaba muy lejos de llegar a sentir — Por favor… — su boca se movía por inercia. Sentía como comenzaba a salir sangre de sus muñecas al moverlas para soltarse.
—Nadie te dio permiso para hablar, sangre sucia — murmuro Draco. Hermione abrió la boca para replicar, pero Draco, chasqueando la lengua, se adelanto y dijo: — ¿Es que nunca te cansas? ¿No puedes quedarte callada ni siquiera cuando estas a punto de morir? — Hermione abrió los ojos a límites inopinados. Draco soltó una carcajada fría y cargada de maldad.
Saco su varita y Hermione sintió como la muerte se iba a acercando mas y mas a ella, y ella sin poder defenderse. Tenia frió, y ella sabía que eso significaba que su alma pronto abandonaría su cuerpo. De la varita de Draco salio un pequeño rayo de color amarillento. Esa no era la maldición asesina. Tal vez antes quería divertirse con ella y hacerla sufrir, o peor aun, quería que hiciera cosas ridículas para luego mostrárselas a todos los mortifagos.
Pero contra todo lo que ella estaba imaginando en su cabeza, las cuerdas desaparecieron de sus muñecas y tobillos. Se miro las manos y vio que estaban rojas y que aun sangraban.
Draco la miraba divertido. Le parecía hermosa como estaba ahí. Su cara de sorpresa era la de una niña sorprendida, no la de la mujer que era. Se sujeto las muñecas haciendo una mueca de dolor. Decidió sacarla de ahí. Era inhumano, pero eso a él no le importaba. Paso un brazo por detrás de las rodillas de Hermione y el otro por detrás de la cintura, alzándola en el aire.
Hermione gimió ligeramente. Le dolía todo el cuerpo y al parecer tenía algún hueso roto.
Camino con ella hasta la puerta por la que minutos atrás había irrumpido él.
Hermione vio que entraban en una habitación iluminada, muy distinta a la otra en la que estaba. Draco la deposito con delicadeza sobre la cama, con finas sabanas de seda. Desde ahí podía verse en un espejo. Estaba toda sucia y desastrosa. Su cabello mas enmarañado que nunca, y el rostro y ropa, negra producto de la explosión en el tren. Se le hizo un vació en el estomago. No sabía que había ocurrido con los demás después de la explosión. Se había borrado después de aquel desagradable olor.
—No… —
—Cállate Granger. Tenemos cosas mucho más importante que hablar. O mejor dicho, tienes que escuchar — Hermione lo interrogo con la mirada. — Primero que nada, me debes agradecer el haberte perdonado la vida. Ahora vamos a lo importante. No estamos en Hogwarts, como te habrás dado cuenta. Te preguntaras por que — Draco saco del bolsillo de su saco, una pelota que apretaba de vez en cuando, como para liberar tensiones. — Y también: ¿Qué es lo que debo hacer? — Draco imito la voz den Hermione, pero agudizándola un poco mas de lo normal.
—Exacto Malfoy, tú si que me conoces — la voz de Hermione se había ido apagando poco a poco hasta quedar en el aire. Ambos se miraron y ella se ruborizo un tanto.
—No Granger, yo no te conozco. Pero volviendo a lo nuestro — Hermione bajo la mirada, pero él dijo con voz impetuosa: — Mírame cuando te hablo — y con un movimiento de varita la hizo levantar la mirada. —Te voy a explicar que es lo que tienes que hacer. Es simple, para alguien como tú, pero implica olvidarte de tus amigos por todo un año — Hermione enarco una ceja. Draco hizo lo mismo. Se miraron desafiantes. Él la invitaba a decir algo, a gritar, a explotar como lo hacia cada vez que la obligaban a hacer algo que no quería.
—No te entiendo — dijo Hermione con voz calma. No pretendía alterarse en frente de Malfoy. De seguro eso era lo que el estaba esperando para matarla. Un escalofrió recorrió su espina dorsal,
—Agradece que podrás ver a los patéticos de tus amigos… aun siendo una Slytherin. Además vas a representar a una sangre pura, lo mas cerca que estarás de ese linaje de sangre, será un honor para ti — Hermione se levanto de golpe y con las manos en la cintura, al estilo de la señora Weasley, graznó:
— ¡Ni se te ocurra pensar que voy a hacer algo así… asqueroso mortifago! — Draco se levanto de la cama y la tomo del brazo apretando con todas sus fuerzas. Hermione comenzó a retorcerse a su lado. Sentía como la sangre dejaba de llegar a su mano.
—Nunca mas me vuelvas a gritar, ni menos insultarme, con tu asquerosa boca… sangre inmunda. ¿Me has oído? —
— ¡Eres peor que tu asqueroso padre y que la mal nacida de tu madre! — grito Hermione sin poder aguantarse el insulto. Pero lo lamento al segundo.
Draco fuera de si la lanzo sobre la cama, lo mas brusco que pudo, y se coloco a horcajadas sobre ella, tomando las muñecas y enterrando sus uñas lo mas profundo que pudo, en ellas. Trataba de cargar todo su peso sobre Hermione, para hacerla sufrir, para verla retorcerse bajo su cuerpo.
— Te dije que no me volvieras a gritar, ni a insultar… — Hermione comenzó a convulsionarse bajo el cuerpo de Draco, y su rostro reflejaba el dolor que le producía Draco. Tenia las uñas justo en los cortes causados por las cuerdas y había hecho que brotara mas sangre. — Ni menos se te ocurra volver a insultar a mi madre, aquí la única mal nacida eres tú, sangre sucia — había algo magnético en la mirada de Hermione, que le impedía quitarse de encima. Pero lo hizo, contra su propia voluntad, pero lo hizo. Camino hasta otra puerta que había en la habitación, y antes de salir cerró con su varita la otra, y dijo a Hermione: — Tienes hasta mañana para decidir si haces lo que te ordeno, o prefieres a tus amigos en un ataúd. Piensa que siendo una Slytherin podrás verlos a la distancia — ataque psicológico que sabia que en Hermione funcionaba. Salio de la habitación a paso lento y elegante. Cerró la puerta con llave, pero no se fue de inmediato, quería saber cual seria la reacción de Hermione.
La castaña en tanto tardo unos cuantos segundos en reaccionar; pero cuando lo hizo, se levanto lo más rápido que pudo y se lanzo a la puerta.
Comenzó a golpearla, no muy fuerte puesto que sus manos le dolían más que ninguna otra parte de su cuerpo. Pero su voz, hasta ese momento era lo más sano que tenia, y haría uso de ella, hasta que se le acabara.
— ¡Te odio Malfoy! ¡Vas a estar toda tu vida solo porque eres lo peor! ¡No eres capaz de amar a nadie más que a ti! ¡Y sabes que no es suficiente, sabes que no es suficiente porque eso no te hará mejor! ¡Te odio, eres escoria! ¡No se como alg…! — su voz se había ido apagando, mientras ella iba cayendo al suelo, llorando.
Sus sollozos atravesaba las fina madera de la puerta, llegando hasta los oídos de Draco, tal como lo había hecho las palabras, que habían calado profundo, mas de lo que él esperaba. Las palabras de ella le habían dolido, porque él si había querido a alguien mas que a si mismo, mas que a su familia, mas que a nada en el mundo, pero ese alguien se había alejado de él, por miedo, creyendo que él era un monstruo por la marca que llevaba en su antebrazo izquierdo.
Cansado y dolido, se fue a su habitación, al final del largo y angosto pasillo de la mansión Malfoy.
Al día siguiente Hermione despertó mas adolorida que él día anterior. Se había quedado dormida en el suelo. Se levanto como pudo, sosteniéndose de la puerta y camino hasta la cama.
Se recostó en ella, y cuando se disponía a seguir durmiendo, creyendo que aun era temprano, irrumpió en la habitación, Draco con una bandeja con comida.
—Toma, es tu desayuno — Hermione se sentó en la cama y miro la bandeja con recelo. Había tostadas, leche, jugo de calabaza, y un trozo de pastel de chocolate.
—No quiero — dijo con desconfianza.
—Come.
—No quiero.
—Te he dicho que comieras.
—Y yo he dicho que no quiero — Hermione se levanto, disimulando su cara de dolor, cubriéndola con su cabello. Draco tomo una tostada y comenzó a comerla. Hermione se quito el cabello de la cara. —Esto es para que no creas que quiero envenenarte. No me sirves muerta… por ahora — aclaro degustando la tostada.
Hermione finalmente sucumbió. Se sentó en la cama y comió todo lo que había en la bandeja. Draco la miraba impasible. Su mirada no expresaba nada, era un verdadero témpano de hielo. — Veo que tenías hambre. Eres muy testaruda. ¿Tienes ya tu decisión? — Hermione termino de tragar el último trozo de pastel de chocolate y respondió con inseguridad:
—Si… — Draco alzo una ceja y se levantó — Lo haré. Pero tienes que prometerme que no le pasara nada a Harry ni a Ginny ni a ninguno de mis amigos —
—Bien. Date un baño y cámbiate de ropa; debemos salir a las doce para llegar a la cena — repuso Draco y salio, llevando la bandeja vacía con él.
Hermione suspiro. Ya lo había dicho, ya se había metido en eso. Tenía que afrontar las consecuencias. Tal vez no seria tan malo, liberarse por una vez de la presión de ser la mejor. Eso no la ayudo.
Siguió pensando en lo que le estaba ocurriendo, y en lo que le iba a ocurrir el resto del año, mientras se quitaba su andrajosa ropa, y se metía en la tina llena de burbujas.
No demoro más de media hora en darse el baño. Aun faltaba una hora para las doce, y quería llegar lo antes posible a Hogwarts.
Salio del baño, envuelta en una pequeña toalla blanca que había encontrado en el baño. Se dirigió al ropero en busca de algo para ella, pero no encontró nada.
En ese momento, entro a la habitación, con ropa en sus manos, Draco. Hermione intento cubrirse, pero la pequeña toalla, no le cubría más que medio muslo.
—Te traje algo de ropa. El uniforme de Slytherin te espera en Hogwarts — se acerco a Hermione hasta arrinconarla contra el ropero. Le entrego la ropa, y esta se alejo, hasta la cama. Dejo la ropa sobre la cama, dándole la espalda a Draco. El rubio poco a poco se había ido acercando a ella, hasta quedar justo detrás.
Aprovechando la cercanía, Draco la abrazó por la espalda, afirmando sus palmas, sobre el vientre plano de Hermione. La castaña sentía el calido aliento de Draco, rozar su nuca.
Draco, la fue volteando lentamente, mientras Hermione se dejaba hacer. Quedaron frente a frente, mirándose a los ojos con deseo. Draco cubrió los labios de Hermione, con sus propios labios. A ambos los recorrió una corriente eléctrica que los hizo estremecer.
El rubio la tomo por la cintura de manera posesiva, y la aferro mas a su cuerpo, haciendo sentir a Hermione su hombría.
Hermione sentía que sus piernas flaqueaban. Rodeo el cuello de Draco con brazos temblorosos. Cerró los ojos con fuerza. Profundizaban más el beso a cada segundo que pasaba.
Pero todo lo bueno tiene un final. Se separaron a regañadientes.
Hermione abrió poco a poco los ojos, encontrándose con los grises de Draco, que la miraban expectantes.
Hermione sintió una ola de vergüenza e ira correr por sus venas.
—Vete, debo cambiarme — dijo con tono monótono. Sus mejillas estaban cargadas de color, y su corazón de dolor. Draco se sorprendió ante el frió tono de su voz, y se estremeció ante la gélida mirada.
No le respondió y salio con paso decidido, y dando un fuerte portazo. Hermione cerro los ojos, impidiendo que las lagrimas se saliesen de donde debían estar. No lloraría por algo así, ni menos por él.
Draco había decidido irse a su habitación, antes de entrar en la de Hermione y cometer una locura, mas grande que la de hacia unos minutos.
Pasada media hora, Draco se aventuro a ir a la habitación de Hermione.
— ¿Estas lista? — pregunto sin abrir la puerta. No quería encontrarla semi desnuda.
—Si, pasa — contesto Hermione con el mismo tono de antes. Draco entro y la encontró arreglando la delgada tira de la remera que él le había llevado.
—Bien, vamos, aun tenemos algunas cosas que hacer — Draco salio, dejando a Hermione arreglándose un poco el cabello.
Cuando la castaña salio, encontró todo sumido en completa oscuridad. Era extraño, al parecer la única habitación bien iluminada era en la que ella estaba.
Camino por el pasillo, hasta donde ella creía que estaba la escalera, esperando que de pronto apareciera Draco, reprendiéndola por tardar.
Pero Draco no aparecía, y ella se había equivocado de camino. La escalera estaba por el otro lado.
Dio la vuelta, asustada.
— ¡Malfoy! — susurro mirando a todos lados. Lo único que veía eran puertas. Un ruido a su espalda la sobresalto. Al voltearse, se encontró con el pecho de Draco. Levanto la mirada y lo vio con el ceño fruncido.
—Camina Granger — él paso por su lado y avanzo a zancadas. Hermione no sabía de donde había salido.
Hermione bajo corriendo las escaleras, para poder alcanzarlo. Él estaba en el vestíbulo. Tenía dos varitas, una en cada mano, y Hermione supuso que una era la suya, y al acercarse la reconoció de inmediato.
—Aquí, frente a mi — indico Draco. Hermione obedeció con la vista fija en su varita — Si te la voy a devolver, no te preocupes — aclaro Draco, al ver con la impaciencia que Hermione miraba su varita.
— ¿Usaremos la poción multijugos, verdad? — pregunto Hermione preocupada por su integridad física.
—No, un hechizo. Es mas seguro.
—Pero más peligroso — Draco alzo una ceja y con la voz más empalagosa que pudo, dijo:
— ¿No confías en mi Granger? Vamos, confía en mí — Hermione sintió la penetrante mirada de Draco traspasar cada célula de su cuerpo. "claro que no confió en ti imbecil"
—Si, confió en ti — respondió tras unos segundos de silencio. Draco hizo una mueca, parecida a una sonrisa y alzo la varita hasta la altura de los ojos de Hermione. La castaña cerró los ojos, y trato de pensar en otra cosa, con tal de no escuchar ni ver a Malfoy cambiándola.
—Estas lista. Es mejor que nos vayamos, ya se nos hace tarde — señaló Draco luego de unos cuantos minutos en silencio, contemplando a la nueva Hermione.
Draco la tomo de la mano en un impulso, y ambos se sobresaltaron. La soltó y camino adelante. Afuera los esperaba un carruaje, muy parecido a los de Hogwarts, con la diferencia que este iba tirado por verdaderos caballos.
Hermione subió primero y vio que el carruaje era todo negro y de cuero. Elegante y refinado, digno de la familia Malfoy.
Draco subió detrás de ella. Se acomodaron de manera que si querían dormir, o leer, el otro no les molestara.
Cuando habían avanzado un buen trecho, estando ya fuera de la mansión Malfoy. Hermione se aventuro a preguntar, con voz temblorosa:
— ¿Por qué haces esto? ¿Cómo pudiste haber cambiado tanto? — Draco la miro a los ojos, pero no respondió.
Pero para ella no fueron necesarias las palabras. La mirada de Draco le había expresado lo que en realidad había en su corazón; soledad, angustia, y tristeza. Pero ella no podía ayudarlo, simplemente era imposible.
OoOoOoO
Mcgonagall lo miraba caminar de un lado a otro, agitando los brazos, con el rostro tan rojo como el de su novia, las gafas en la punta de la nariz, como a punto de caer, y su cabello parecía más rebelde que nunca.
—Cálmate Potter — ordeno McGonagall.
— ¿Cómo me pide que me calme? Mi amiga, alumna de este colegio, desapareció cuando venia para acá. ¿Me puede usted explicar como alguien pudo desaparecer así como así, de un tren que se supone es tan seguro? — pregunto Harry, con la voz mas grave que lo normal.
Su rostro estaba un tanto demacrado, y era exclusivamente por lo preocupado que se encontraba por Hermione.
—No pudo desaparecer. Nadie desaparece del expreso — argumento McGonagall débilmente. Parecía mas vieja que los otros años, parecía como si en vez de 2 meses sin verla, hubiesen pasado años. Harry atribuyo esta decadencia a la muerte reciente de Dumbledore. Sintió un vació en el estomago al recordar la muerte de este hacia apenas 2 meses.
—Usted sabe que pudo. Quiero que la encuentren. Usted sabe que por su condición de sangre, ella esta en mas peligro que nosotros — en ese momento entro por la ventana una lechuza plateada, que voló directo a las manos de Harry, depositando en ellas una carta. Harry no la tomo en cuenta y continuo con su explicación — Ya lleva un día de desap… — pero el dedo de Ginny en sus labios lo hizo callar.
La pelirroja tomo la carta que tenia Harry en las manos y dijo con profunda alegría:
—Es de Hermione — Harry no reacciono. Ginny la abrió y comenzó a leer con voz temblorosa y mas aguda que de costumbre.
Queridos Harry y Ginny:
Asumo, desde mi lejanía, que ustedes han de estar preocupados por mi. Pero les informo que me encuentro en perfecto estado de salud y estoy feliz. No puedo decirles donde estoy, pero pronto recibirán noticias de mí nuevamente.
Les ruego que no se preocupen por mi persona. Estaré en contacto permanente con ustedes para que no se preocupen.
Los quiere mucho:
Hermione Granger.
Harry miraba y miraba la carta, buscándole alguna falla, algo que le dijera que esa no era la minuciosa letra de Hermione. Pero era, y por la forma de expresarse, era Hermione.
La voz de McGonagall lo saco de sus pensamientos.
— ¿Ve usted señor Potter? Ella esta bien — McGonagall se acerco a Harry y le dio unas palmaditas cariñosas en la espalda.
—Pero esto es ilógico — murmuro Harry mas para si mismo que para las demás.
—Ella es quien insiste en que esta bien. Además les pide expresamente que no se preocupen por ella. Confíen en el criterio de la señorita Granger — Harry negaba constantemente con la cabeza. Enfurecido y como alma que lleva el diablo, salio del despacho del director.
Ginny se disculpo con McGonagall, y siguió a Harry.
Cuando llego abajo, al pasillo, Potter ya había desaparecido. Ginny no sabia donde buscarlo, si a derecha o a izquierda. Se aventuro a la derecha.
Corrió, hasta que bajando las escaleras, vio el cabello azabache, resplandeciente a la luz del sol que miraba con aire preocupado por la ventana.
—Harry — susurro Ginny. El moreno se volteo hacia ella por un segundo. Luego volvió la mirada hacia fuera.
—Ella esta ahí fuera, quien sabe si en peligro o no, y McGonagall no es capaz de entenderlo. Tengo miedo que algo malo le suceda a Hermione. Creo que es suficiente con lo que le esta pasando a Ron — Ginny le sonrió comprensiva. Lo abrazo, entregándole todo su apoyo. Ella también estaba preocupada por Hermione y su hermano, pero no podía mostrarse débil ante Harry. Ella era su soporte.
—Lo se Harry. Te entiendo. Pero, hagamos lo que dijo McGonagall; confiemos en Hermione, en que esta bien. Ella sabe cuidarse sola, tanto mágicamente, como muggle. Recuerda la bofetada que le dio a Malfoy en tercer año — Harry rió. Ella siempre sabía como subirle el ánimo. La beso en la frente y juntos se encaminaron al Gran Comedor. Ya era casi la hora de la cena.
OoOoOoO
Luego de la pregunta de Hermione, ninguno se dirigió la palabra. Hermione se había leído ya dos grandes libros, y había dormido un poco.
Una pregunta asalto la mente de Hermione.
— ¿Cómo voy a llamarme? —
—Natalie Carlin — respondió Draco sin quitar la mirada del paisaje.
—No me gusta — replico Hermione. Siempre había pensado que si se cambiaba el nombre, le gustaría el de una bruja famosa, que haya hecho algo bueno por el mundo mágico.
—No me interesa si te gusta o no. Es el nombre que yo he decidido y así va a ser — Hermione frunció el entrecejo.
No se volvieron a hablar. Hermione vio como el perfil del castillo se iba haciendo presente en la oscuridad.
Su corazón comenzó a acelerarse poco a poco, mientras mas cerca estaban del castillo. Cuando pusiera un pie fuera de ese carruaje, se daría inicio a su peor pesadilla.
Bajaron del coche, ayudados por Filch. Draco llevo los baúles levitando hasta el vestíbulo. Desde ahí alguien más los llevaría.
— ¿Lista? — pregunto mirándola a los ojos, pero no con esa dureza y frialdad de siempre, sino que entregándole un poco de apoyo. Hermione se sintió levemente reconfortada, y con la voz más segura que pudo contesto: —Si
Capitulo 2
