Advertencia: Cap. 1 contiene lemon.

*-*-* Prólogo*-*-*

El oscuro manto de seda negra, se aferraba al cielo como si la noche fuese a imperar eternamente. Cada estrella, por más lejana que se encontraba, parecía querer destacar de entre las demás, como él una vez quiso de niño.

Ya estaba bien entrada la noche, pero aquel espectáculo nocturno lo invitaba a quedarse; para abrir su mente y despejarla; a quedarse pero sin pensar en el lío al que se estaba metiendo.

Si tan solo las estrellas; con su constante titilar y su arrogante afán por predominar en el firmamento; lo distrajeran lo suficiente para que los problemas se solucionaran a sí mismos.

Pero eso no sucedería… y esperando afuera solo acrecentaba la vergüenza de su cobardía. Ya no sabía si podría llevar el título en alto, cuando como hombre había caído tan bajo, incluso más allá del pútrido suelo.

Porque cuando pudo escoger entre el amor y el honor, prefirió a este último. Porque al iniciar su descenso arrastró a personas inocentes, las condenó.

Porque al darse cuenta de su error, echó lodo no solo en su nombre, sino también en el de la víctima de su treta, a la que le quitó una vida, su felicidad y su libertad. A esa persona que deberá cargar sus culpas junto con él.

Y ella también, era el objeto de su perdición, a pesar de que era otra la dueña de su corazón; Ella, inocentemente, había encendido en él, la más efímera y egoísta pasión que podía concebir un hombre, aquel que no permitía siquiera imaginarla libre de él, aquel que la sentenciaba a quedarse a su lado, sin amor, pero presta a satisfacer ese capricho personal.

*-*-* Capitulo 1: Convivencia *-*-*

La llave se introdujo en el pequeño cerrojo, moviendo un simple mecanismo que abriría la puerta de roble. La habitación se encontraba en tinieblas, iluminada solamente por unas cuantas velas distribuidas en ella.

Era una estancia muy acogedora; tenía la calidez de un hogar, uno que extrañamente no era suyo; el piso estaba forrado de madera color caramelo, muy limpio; un pequeño escalón en cuya parte baja se distinguía un par de zapatos bien ubicados y relucientes; una planta de bambú que adornaba la esquina y una pintura rústica colgada en la pared.

Cada detalle se fijaba a sus gustos, porque fue él mismo quién los escogió. Pero aún así le faltaba algo para considerarlos suyos, algo que su mente había bloqueado.

Se quitó las habituales sandalias ninja, cuidando que se acoplaran de igual forma que los otros delicados zapatos de mujer. La manecilla del reloj marcaba la media noche por lo que intentó entrar sin demasiado ruido, para no molestar.

Pero al cruzar el umbral de la pequeña cocina se percató que ella se escondía detrás de una columna adyacente, ese era su típico comportamiento tímido.

-Naruto-kun –susurró, como era usual en ella; sus manos estrujaban su delantal rosa con nerviosismo a tiempo que mantenía la mirada a sus pies.

-Buenas noches Hina-chan –respondió, caminando con indiferencia, como si no le hubiera afectado en nada; lo cual era la más grande blasfemia pues hasta que no la vio, no pudo considerar esa casa como suya… y eso lo asustaba, ella era su esposa no una de sus pertenencias.

Se dispuso a quitarse la pesada capa; aquella que lo hacía ver heroico, como su padre; La cual pesaba más porque solo escondía lo que realmente era. Larga y hermosa, de un color naranja butano, los bordes rojos y un elegante diseño de lamas oscuras al final de cada puño.

Hinata ya estaba a su lado, como toda buena esposa, dispuesta a ayudarle en lo que pidiera.

Aquel trozo de tela resbaló sobre sus hombros fornidos, mientras ella lo recogía. Al instante se colocó detrás y alargando los brazos deshizo la atadura de su protector.

Los finos cabellos áureos cayeron sobre su frente al perder el soporte que .los mantenía sujetos. Las suaves mejillas de la joven se encendieron al encontrar una figura de tal porte frente a ella. A pesar de llevar una chaqueta totalmente negra y un pantalón color crema, se dibujaba debajo de la ropa una exquisita musculatura, la cual era opacada por los ojos más azules que había tenido el gusto de ver.

-Gracias –espetó a tiempo que quitaba la indumentaria de sus manos y esbozaba una media sonrisa; una que no se asemejaba en nada al sonoro carcajeo que solía dar cuando niño, una sonrisa de cortesía pero nada más.

-Preparé ramen para la cena –la voz sonó tan bajita que habría sido imposible escucharla, de no ser porque Naruto la conocía tan bien que siempre estaba atento a los pequeños balbuceos.

Hizo un movimiento brusco hacia el reloj, "el desayuno" se corrigió en su fuero interno al percibir que hace algunos minutos se inicio un nuevo ciclo solar.

-Está bien –finalizó, estaba seguro que esa sería la última frase que pronunciarían; al menos durante un rato.

El platillo estuvo delicioso, como todo lo que Hinata preparaba; alguna vez había enunciado algo como "te convertirás en una buena esposa…", pero jamás se imaginó que eso se aplicaría en su propia vida.

Una vez en la habitación, como todas las noches decidió darse una ducha rápida. Al salir solo llevando los pantalones, se topó con el cuerpo de la chica, justo en medio de la habitación, que se encontraba paralizada y con la espalda hacía la puerta del baño.

Era imposible no mirarla, llevando una bata muy corta de seda transparente y matices lila; que se sujetaba a sus frágiles brazos con una cinta fina y que en plena caída ceñida, se arrugaba al chocar con sus caderas redondeadas y ese insinuante trasero.

Tragó saliva.

La imagen del otro lado de ese cuerpo lo cegó, aquel busto tan generosamente proporcionado, delicado y dulce; y ese rostro inocente que era capaz de encenderlo así, como ahora.

Antes de saber lo que hacía, ya se había acercado lo suficiente, el aroma de ese cabello recogido lo embriagó; con mucha suavidad retiró la goma que lo levantaba.

Luego con la misma lentitud experta, pasó sus brazos rodeando la estrecha cintura, ciñéndola a él. Hinata se estremeció al sentir como el rubio pegaba su rostro detrás de su cuello, para sentir toda la esencia que emanaba su ser.

Pronto apartó cada hebra de su melena azulada, aquella que lo volvía loco cuando sus puntas acariciaban su torso desnudo durante cada embestida. Juntó sus labios en tortuosos besos que se esparcieron por toda esa zona de piel descubierta. Un suspiro escapó de su garganta, dándole la pauta que lo desató.

Hizo que el cuerpo de la peli azul girara hasta tenerlo frente a frente. La aferró de la nuca para poder besarla con lujuria, con la misma que fue correspondido. Ella lo rodeó con los brazos, mientras sus bocas se encontraban salvajemente.

No supo cuando, pero ya la tenía acorralada, entre el colchón y su cuerpo. Acariciando cada curva, mientras rasgaba la fina tela… ¡Dios! Al menos podía controlarse un poco. Sintió que el encaje de un corpiño negro contra el pecho, de forma atrevida aventuró una mano a la espalda de ella para quitarlo, mientras la otra masajeaba los pechos liberados.

Un gemido fuerte rebotó contra las paredes cuando bajó la cabeza y tomó un pezón turgente entre los dientes; ella se mordió el labio inferior para callarlo, pero eso solo conseguía enloquecerlo más. ¿Por qué le negaba escuchar esos sonidos de satisfacción?

Tiró del pequeño botón sin piedad; su dedo pulgar atrapó el otro para darle igual trato. Las manos de ella fueron a dar en la sábana, aferrándose para no gritar.

Bien, si eso es lo que quería entonces, dirigió su mano libre hasta su intimidad, arrancando la ropa interior de la misma forma que el resto. Dejó que dos dedos acariciaran allí, ella se sujetó con más fuerza, parecía iba a termina desgarrando la ropa de cama.

Naruto frunció el ceño al ver que aún se resistía a soltarlo; introdujo ambos dedos de forma lenta causándole intensas sacudidas que la hicieron removerse sobre las almohadas, excitándolo demasiado. El miembro amenazaba con romper los bóxer si no lo liberaban.

Separó la mano que torturaba allí abajo, mientras tomaba ambos senos, los juntaba y se llevaba los dos pezones a la boca juntos. Hinata perdió el sentido de la orientación, eso era más de lo que podía soportar, él aprovechó para liberar su dolor que se mostraba palpitante.

-¿Seguirás resistiéndote? –preguntó mientras guiaba su cabeza al centro ardiente y deseoso de la ojiplata. Ella negó tratando de acercarse a su boca, abrió las piernas desmedidamente dejándolo a su alcance.

-Responde –murmuró con voz ronca, sus orbes refulgían hambrientas al observarla.

-N-n-no-o –contestó sofocada por la excitación, la que le impedía pensar con nitidez.

-Pídeme lo que quieres –volvió a responder mientras dejaba que su lengua se paseara sobre los pliegues húmedos. Otro grito se apagó antes de salir a la superficie.

-Te quiero dentro –demandó la joven; una sonrisa maliciosa surcó el rostro de Naruto, se sentía orgulloso de hacer que su mujer le rogara así.

-Onegai –pidió de nuevo. El chico se devolvió a los pechos subiendo hábilmente hasta poder susurrarle en el oído.

-Quiero oírte gritar –rugió mientras se hundía entre sus muslos.

Un espasmo la sacudió violentamente cuando iniciaba el vaivén de caderas, enterró las uñas en su espalda morena y ancha.

-Mmm, más, más Naruto –le alentaba con su inocente voz ahora distorsionada por el placer. Y a él le fascinaba como sonaba su nombre cuando le hacía el amor.

-Eres… exquisita –gruñó en su boca cuando volvió a apoderarse de su lengua

-Sigue, sigue, ahh… onegai –rodeó su cintura con las piernas para que no se le ocurriera dejarla en ese momento. Aunque estaba por descontado, él nunca se atrevería a separarse hasta que se corriera un par de veces.

Aquel acto hizo que toda la sangre hirviera en sus venas, las embestidas se volvieron brutales, parecía que realmente intentaría romperla en dos. Y ella disfrutaba demasiado cuando perdía el control y se dejaba dominar por sus instintos, se sentía suya aunque la realidad fuese otra.

Cuando ambos se unían todo desaparecía; solo quedaba esa sensación de ser llenada por completo, esa sensación tan profunda; tan duro, grueso y enloquecedor.

-Me fascina esto –susurró de nuevo, pero no era ella sino él quien no dejaba de regocijarse. Su espalda se perlaba de sudor, el mismo que al bajar se mezclaba con el de ella, humedeciendo la seda blanca. Parecía que la cama se vendría abajo en cualquier momento.

Ahora el esfuerzo era otro, no debía terminar porque el martirio seria largo, él no era del tipo de hombres que se conformaban con una sola vez. Desde niña se preguntaba de donde obtenía semejante resistencia, ahora el motivo de la interrogante era distinto pero seguía admirándolo por eso, lo respetaba y lo amaba aun más.

No pudo resistir y su cuerpo se tenso, estallo llenando cada célula de su ser, ablandando sus articulaciones como si fuesen de gelatina, mareándola hasta que cada rincón se sensibilizó al más ligero roce y pronto reconoció un grito desesperado que provenía de su interior; quedó saciada.

Pero el nunca estuvo fuera ni se detuvo, continuo succionando los doloridos pezones; ella habría querido pedirle piedad, podía pedírselo pero era mucho más gratificante cuando sentía que él se dejaba en dentro. Dejándose arrastrar por una marea de pasión, se unieron una y otra vez.

Al final, como siempre, ambos obtenían el más sublime orgasmo sincronizadamente; sintiendo como se escurría su semilla. Ambos jadeando mientras se separaban y la culpa azotaba su conciencia como un cruel verdugo.

¿Por qué estaba ahí?

*-*-* Fin Cap 1 *-*-*

Un poco confuso supongo.

Cualquier duda se aclarará con el transcurso de la historia, pero debo agregar que las cosas apenas comienzan y que cada capi tendrá sorpresa tras sorpresa.

Empieza con un lemon pero por eso ya dejé una advertencia antes de empezar el fic, aunque no tengo planeado poner otro... aunque eso no significa que vaya a ser aburrido.

Espero un par de reviews. Y subiré la conti pronto.

Sayo.