Disclaimer: Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto. La historia sí es mía y no permito que la copien o adapten a otro fandom.
Recién Casados
Por Shoseiki
Capítulo 1: La Ceremonia
3 de Abril, Konohagakure.
La pareja de tortolos enamorados recibieron una felicitación tras otra de quienes con sinceridad los apreciaban, compartiendo abrazos y besos en la mejilla como símbolo de amistad y buenos deseos para con ellos.
La boda de Naruto Uzumaki y Sakura Haruno, los recién casados.
Nadie dudaba de que serían inmensamente felices, y si alguno pusiera esto en vacilación, los demás no le creerían en lo absoluto. Bastaba con ver las miraditas que se echaban o la forma de sonreír al estar juntos, uno al lado del otro, intercambiando gestos de puro amor.
Para la mayoría, o en este caso para los que no estuvieron atentos a los rumores, resultaba extraño que Naruto y Sakura decidieran contraer nupcias, ¡y peor aún!, que hubiesen sido novios si ella seguía 'enamorada' del último miembro del Clan Uchiha. Claro, lo que saben ellos es que este dilema o llamado triángulo amoroso fue solucionado luego de terminada la Cuarta Guerra Shinobi, cuando Sasuke ofreció a Sakura que lo acompañara a su viaje de redención por rumbos desconocidos, una propuesta que no aceptó.
La chica, en ese entonces, le confesó que sus sentimientos por él no son los mismos, que quizás lo quería como a un buen amigo y compañero de equipo, porque en el plano romántico ya no lo veía. Al principio Sasuke se sorprendió por lo firme y segura que sonaba la voz de su amiga, comprendiendo que tal vez su forma de actuar al intentar matarla repetidas veces terminó por quemar esas emociones que ella le había declarado de niña, una situación que él calificaba de extremista, sí, pero también circunstancial.
Aquel día deseó pedirle disculpas por todo, solo que su frialdad y orgullo de hombre indolente, fuerte y terco, prohibió a su boca pronunciar tales barbaridades.
Sasuke Uchiha no expresaba emociones, tampoco lamentos ni tonterías por el estilo. Su pose debía continuar dura como una roca, hiriente como un cuchillo.
Sin embargo, hubo algo que sí hizo con toda la espontaneidad del mundo; sonreír. Sasuke curvó los labios hacia arriba en una sonrisa egocéntrica, que no distaba mucho de parecer una auténtica burla a la realidad de las cosas, mirando a la médico.
—Supongo que tu cambio es por el dobe.
Las mejillas de Sakura enrojecieron.
—Sasuke-kun, no vayas a decírselo —pidió de favor, bajando la vista a sus manos que reposaban sobre el escritorio, en el consultorio del Hospital—. Naruto aún no debe saberlo.
—Hmp, no lo hagas esperar tanto o te lo quitarán.
—No pasará.
—No estés tan confiada. —murmuró él, segundos antes de abandonar la oficina.
A su pesar, pronto Sakura descubrió que el comentario de Sasuke sí venía cargado de verdad, Naruto fue cortejado por mujeres de distintas edades, cuerpos y personalidades, empezando por Temari del Desierto, a quien todavía le interesaba Naruto; luego Shizuka de la Villa Nadeshiko, que no solo era idéntica a Sakura en el color de ojos y piel, sino que disponía de una figura de infarto cuando llegó a Konoha por mera 'casualidad'; Shion, la joven sacerdotisa que se parecía a Hinata, excepto por el tono de cabello y orbes; y por ultimo pero no menos importante, la nueva pariente de Naruto, Karin Uzumaki, quien no lo pretendía abiertamente, pero sí estaba bajo la mira del Consejo para que en el futuro caso de Naruto y Sakura divorciarse, ella fuera la esposa de Naruto y restablecieran el famoso Clan casi extinto.
Este hecho produjo ciertos inconvenientes en el noviazgo que tiempo más tarde Sakura decidió sostener con él, porque Naruto, siendo como era, no iba a desamparar a su prima así nada más.
Por suerte, Karin abandonó Konoha por varios meses en los que ellos pudieron llegar a un mutuo acuerdo impuesto por Sakura, el cual consistía en no vivir bajo el mismo techo que la pelirroja para evitar más problemas en el futuro. Naruto accedió a las condiciones de su prometida sin oponer alguna resistencia.
El inicio de la relación entre ellos comenzó en un día lluvioso donde terminaron empapados, ocultos bajo la copa de un enorme arbusto, en espera de que escampara.
Sakura lo recordaba como si hubiese sido hoy.
—Lamento mucho esto, dattebayo.
—Descuida, no es nada.
—Te has mojado por mi culpa, Sakura-chan. No debí de pedirte que me acompañaras a comprar este obsequio.
La pelirrosa rodó los ojos.
—No seas tonto. Igual me iba a caer la lluvia de camino a casa, no te culpes.
—Mírate, estás temblando —comentó preocupado—. El aguacero sigue cayendo, y tu ropa continúa empapada. Te podrías enfermar.
Ambos estaban sentados sobre la hierba y con la espalda apoyada en el tronco del árbol, ella estremeciéndose, él viéndola con angustia, inquieto por no saber cómo auxiliarla.
Bueno, quizás sí existía un método.
Sakura sopló un poco las manos para que entraran en calor, todo su cuerpo estaba frío debido a la incesante agua que caía del cielo grisáceo y parecía durar demasiadas horas, congelándole los huesos, haciendo a sus labios temblar por la brisa que movía las hojas del piso húmedo, sin remedio aparente.
De repente, volteó a donde supo que hallaría unos orbes azules y quedó estática en su sitio, presa de aquella mirada transparente que Naruto le enviaba, desconociendo el por qué.
—¿Qué? —preguntó en tono suave, observándolo.
El chico tragó saliva.
—Es que... conozco la forma de evitarte un resfriado.
—¿Cómo?
—Si te fijas, notarás que mi temperatura sigue alta, Sakura-chan.
Sonaba insólito creer eso. Naruto al igual que Sakura sufrieron la violenta lluvia que comenzó desde la tarde, no contaban con ropa seca al alcance y tampoco podían correr a sus hogares, ya que el aguacero incrementaba de intensidad obstaculizando el tránsito de personas y posible vías de huida. Los techos de las casas no eran una buena opción.
Con la palma mojada, Sakura extendió el brazo y tocó la frente masculina. Notó que su piel morena estaba cálida.
Pestañeó sorprendida.
—¿Cómo lo haces?
—Es el chakra de Kurama, dattebayo. Me mantiene tibio.
—¿Siempre?
—Sí.
—Que suertudo eres, Naruto —murmuró ella, retirando la mano de su frente y volviendo la vista a otro lado—. Al menos no caerás en cama por gripa o algo así.
Naruto se acercó un poquito.
—La manera en que puedo cuidarte de enfermar es abrazándote, Sakura-chan.
La aludida giró a verlo, sonrojada y atónita.
—¿Qué dices?
—Verás... es que tú estás congelándote y yo no —rascó su nuca, medio ruborizado—. Tal vez si te pegas a mí, pues-
—Tu cuerpo normalice mi temperatura —lo interrumpió siendo razonable—. Sí, es posible que suceda.
—¿Significa que me dejarás abrazarte?
Quiso responder que no, pero no podía, su cuerpo tembló de nuevo como si la desobedeciera y sin prevenirlo estornudó, enrojeciéndole los pómulos y nariz. Perfecto, ya estaba resfriada.
Menuda suerte.
Naruto la veía en espera de una contestación, lucía precioso con el cabello empapado y adherido a la piel, con la camisa corta de mangas. Ella afirmó.
—Si intentas pasarte de listo, te golpearé.
—Ehh, Sakura-chan, yo sería incapaz —Su amiga lo miró con desconfianza—. Hablo enserio, dattebayo.
La médico suspiró.
—Bien, hazlo ya.
—Tienes que ponerte en medio de mis piernas.
Aunque lo dijo con total inocencia y sin mala intención, el comentario fue malinterpretado por ella, quien aparte de entrecerrar los ojos, sintió las mejillas arder por lo indecoroso que sonaba aquello.
Nunca había estado tan próxima a un hombre.
—¿Para qué quieres que me ponga ahí?
—Tú confía en mí, Sakura-chan. Ven.
—Mi advertencia sigue en pie, Naruto, te golpearé si haces algo raro.
—Que poco me conoces, dattebayo. Yo jamás te faltaría al respeto.
Puede que tenga razón, pensó ella.
Naruto separó las piernas sin despegarlas de la hierba, abrió sus brazos y los mantuvo en el aire hacia Sakura, que en vista de la situación, tuvo que ceder al disminuir distancia y pegar la espalda al torso masculino, apretando los labios. Él la abrazó tan suave como podía.
La sensación de calor que experimentó la médico resultaba ser una verdadera delicia, una superficie de cálida fragancia a varón, cuyo origen no es más que la tostada piel del joven kitsune. Éste permitió que Sakura se acomodara a su gusto, quedó sorprendido al sentir que ella rebuscaba una mejor postura... tal vez demasiado intima para el sitio que ocupaban en ese momento.
—Abrázame más fuerte. —pronunció la chica, con claro sonrojo.
—De acuerdo.
Y entonces lo hizo; Naruto cubrió el cuerpo de la joven con sus brazos y piernas, provocando que Sakura hundiera el rostro en su cuello y oyera los frenéticos latidos de su corazón.
Ya no la vio temblar más, solo percibió su respiración lenta y la calma que le invadió al tenerla así, echa un ovillo en su pecho caliente. Sakura cerró los ojos pegándose más a él.
—Gracias, Naruto. —escuchó de ella.
El nombrado sonrió.
—Lo que sea por ti, Sakura-chan, todo por ti.
El recuerdo de aquella noche seguía poblando su memoria, incluso hasta el punto de sentir que ese abrazo la había unido a él de forma inevitable, perfecta, única. Naruto por siempre sería el amor de su vida.
—¿Qué haces? —inquirió el rubio, parado detrás.
Sakura abandonó sus pensamientos y lo vio al girar la cara, sonriendo leve.
—En como empezamos nuestra relación —respondió, dando la vuelta—. Hace unos minutos éramos novios, ahora-
—Ahora eres mi esposa —la interrumpió Naruto, contento como jamás lo había estado en la vida—. A tu lado soy muy feliz, ¿lo sabes, no?
—Sí.
—Te amo, Sakura Uzumaki.
La chica lo miró enternecida, tomó el rostro masculino y depositó un beso suave en sus labios, antes de decir:
—Y yo a ti, señor Haruno.
—¿Señor Haruno?
—¿Que creías? ¿Que solo yo podía llevar el apellido de casada?
—Etto... sí.
Negó con la cabeza, divertida.
—Eres mío, Naruto. Aunque no tengas mi apellido yo soy tu dueña.
La amplia sonrisa que mostró el joven fue de puro orgullo, Naruto envolvió con emoción el cuerpo de su esposa, la estrechó entre sus brazos y hundió la nariz en la curva del cuello femenino, con el objeto de inhalar la loción. Sakura estaba bellísima con el kimono blanco de adornos dorados que traía puesto, el cabello recogido en un moño que le permitía lucir una hermosa flor blanca acomodada encima y el sencillo maquillaje hecho por Ino.
Naruto, por el contrario, usaba un kimono negro de fina tela, y la melena bastante corta. Ambos portaban el anillo de compromiso en sus respectivos dedos, con las manos entrelazadas.
Los dos se abrazaban muy acaramelados y sonrojados cuando llegó Sai a interrumpirlos.
—Felicidades —musitó él viéndolos—. De verdad les deseo mucho éxito y alegría.
—Gracias. —dijeron al unísono.
—Y Sakura, no seas tan dura con Naruto-kun.
—¿Eh? ¿A qué te refieres?
—A cierto miembro de diminuto tamaño que lo define como un hombre pequeño.
A Naruto le salió un tic en el ojo derecho.
—Sai... —murmuró abochornado.
—Solo espero que no tengan problemas por ese chiquito inconveniente.
—¡Ahora sí te pasaste! —exclamó, soltándola y tratando de capturar a Sai por la camiseta, pero Sakura lo agarró del codo para evitar cualquier pleito—. ¿Eh? ¿Pero que...?
—¿Echarás a perder nuestro casamiento? —le preguntó.
Ante la mirada de regaño, Naruto tuvo que agachar la cabeza y negar despacio. Sai mantuvo la sonrisa de cordialidad.
—Y respecto a tu... consejo, Sai, no creo que sea necesario.
Le hubiera dicho que Naruto no poseía partes pequeñas, pero lo cierto es que Sakura no lo había visto desnudo para afirmar tal cosa, ellos apenas intercambiaban besos y abrazos, no sostenían relaciones sexuales por motivos de cultura y tradición, así que defenderlo no podía. Mentir, tampoco.
—Solo quería prevenirte, quizás la noche de bodas no sea como tú esperas.
El rubio apretó los labios, ruborizado. Bien, ahora él era un poco hombre frente a su Sakura-chan.
—Presiento que será todo lo contrario. —aseguró la pelirrosa.
Los dos chicos la vieron con sorpresa.
Yo y mi enorme bocota, pensó.
Ino los interrumpió en ese momento.
—Frentona, te felicito —susurró por lo bajo, atrayendo la atención de la kunoichi—. No pudiste elegir a mejor hombre como esposo, Naruto te hará muy feliz, yo lo sé.
—El afortunado aquí soy yo, Ino —comentó Naruto mirando a su mujer—. Sakura-chan es el amor de mi vida, y eso es lo único que importa.
La pelirrosa le sonrió.
—Suficiente por hoy —Ino habló, contenta—. Sai, necesito que vengas conmigo a la mesa de bocadillos.
—¿Por qué?
Yamanaka lo vio con fijeza para que entendiera la indirecta, "los casados deben estar solos".
—¿Vienes o no?
—Sí, por supuesto.
—Nos vemos cuando acabe la fiesta. —informó Ino antes de irse con Sai.
Ya sin terceros de por medio, Naruto siguió observando a la médico, enamorado.
—Sakura-chan, muchas gracias.
—¿Eh? —parpadeó confundida y lo miró a la cara—. ¿Por qué me agradeces?
—Por haberte convertido en mí esposa, por ser la mujer más maravillosa del mundo y por darme la oportunidad de conquistarte. Gracias por quererme.
Ella sonrió enternecida, a veces Naruto era tan romántico y sincero que la dejaba sin palabras, presa de la conmoción. Se acercó a él y pasó ambos brazos por debajo de las axilas, abrazándolo. Luego Naruto la estrechó con fuerza.
—Te equivocas, Naruto.
—¿Como que me equivoco? ¿En qué?
—Yo no te quiero —confesó, haciendo que él aflojara un poco los brazos y buscara su cara algo desconcertado. Sakura volvió a sonreír al verlo a los ojos—. Tonto, yo te amo.
Las mejillas le ardieron, estaba sonrojada.
—Y yo a ti, Sakura-chan, mucho más.
—Lo sé.
Naruto la tomó de los pómulos con suavidad, quería un beso y Sakura lo sabía, tal vez por esto inclinó la cabeza a un ángulo de mejor comodidad, aproximándose a la boca de él y cerrando los orbes. El rubio despegó los labios al mirarla tan cerca.
Y justo cuando iba a envolverle los labios con su boca entreabierta, Sasuke llegó.
—Eviten este tipo de espectáculos.
Tanto Naruto como Sakura voltearon para verlo aparecer por entre los arboles grandes, luciendo serio como de costumbre, pero tranquilo.
—Nos interrumpiste en el mejor momento —refunfuñó Naruto, frunciendo el ceño—. ¿No pudiste llegar diez minutos más tarde?
Sakura pellizcó la costilla de su marido —Baka, no seas grosero —masculló entre dientes—. Sasuke-kun vino a felicitarnos por nuestro casamiento, ¿no es así? —agregó viendo al Uchiha.
Naruto contuvo un quejido de dolor.
—Vine a despedirme.
—¿A despedirte? ¿Por qué?
—Kakashi me ha asignado una misión junto a mi equipo.
—¿Te refieres al equipo Taka? —cuestionó el rubio, ya sin señas de estar adolorido.
Sasuke gruñó.
—Hn. Ese mismo.
—¿Por cuánto tiempo te irás, Sasuke-kun?
—Lo que sea necesario.
—¿Pero y tu viaje de redención? —consultó ella, triste—. Yo creí que te quedarías para seguir siendo el equipo siete.
—Sakura, eso terminó. El equipo siete es historia.
Naruto afirmó con la cabeza.
—Comprendo, dattebayo. ¿Regresarás algún día?
—Sí.
—Me alegra saberlo.
Sasuke dio la media vuelta y comenzó a caminar lejos de ellos, no solía pronunciar un 'adiós' o 'hasta luego', siempre resultaba complicado para él esa clase de cosas, sus antiguos compañeros lo conocían.
—Teme, ¡no nos has felicitado!
—No sueñes, dobe.
Y se fue sin dejar rastro.
Naruto suspiró, observando a la Haruno.
—¿Qué opinas Sakura-chan? —le preguntó—. ¿Tú lo apoyas igual que yo?
—Supongo que sí.
—A ti... ¿te habría gustado ir con él?
Sorprendida y confusa, Sakura giró el rostro hacia el rubio.
—¿De qué hablas?
—Durante muchos años tú lo amaste, quizás si no te hubieras casado conmigo ahora-
—Naruto —lo cortó entrelazando sus manos, segura—, a mí no me interesa Sasuke-kun, al menos no de manera romántica, pero sí me preocupo por su bienestar como lo haría por Kakashi-sensei o Sai. El único que me importa como a nadie en el mundo eres tú, te amo y te amaré siempre, no dudes de eso.
—Significa que-
—Que no acompañaría a Sasuke-kun ni aunque estuviera soltera. Yo no lo veo de la misma forma que antes, ¿entiendes?
El chico asintió.
—Y ya dime a donde me llevarás —agregó, impulsada por la curiosidad—. Desde que nos casamos no me has dicho nada al respecto.
Cierto, Naruto aún no le había explicado qué harían ni a cual sitio asistirían para celebrar la luna de miel, por ello, Sakura lucía impaciente y nerviosa ante el hecho de desconocer el famoso paradero, una razón suficiente para insistir. Pero Naruto no aflojaba una pista.
—Es una sorpresa, Sakura-chan —volvió a decir como cada vez que ella preguntaba, sonriendo con las manos tras la nuca—. No seas curiosa y espera un poco, te encantará 'ttebayo, lo juro.
—Yo quiero saber ahora.
—Es muy pronto todavía.
—¿Pronto?, ¡pero si ya somos esposos!, dentro de unos minutos finalizará la fiesta y deberemos irnos, si es que planeas tener luna de miel conmigo, claro.
—¿Pero qué dices, Sakura-chan?, ¡por supuesto que deseo estar contigo, para eso busqué un sitio apropiado fuera de la Aldea y coloqué sellos con la idea de usar el hiraishin no jutsu!
De pronto, Sakura esbozó una amplia sonrisa y mantuvo los ojos verdes en los de él. Parecía muy feliz.
—¿Es fuera de Konoha? —interrogó con un tono suave, de alegría.
Naruto frotó su cara con las palmas, ¡se le había ido la lengua! Ahora Sakura ya sabía parte del plan. "Soy un boca suelta".
—Sí, algo así. —contestó.
—Cuéntame más.
—No te aproveches de mí, Sakura-chan. No debí adelantarte los detalles.
Haruno levantó una ceja.
—¿Olvidas que prometiste tenerme confianza frente a los demás?
—No, pero es que yo quiero sorprenderte —declaró el joven—. Preparé varias cosas para que...
—¿Qué?
Naruto se sonrojó.
—Para que así te enamores más de mí.
—¿Enserio?
—Sí.
—¿Y crees conseguirlo? —cuestionó, con un sonrisa leve.
—Intentaré lo que sea.
"Es humanamente imposible que yo pueda amarte más", pensó Sakura.
—Suenas como si fueses a tratar de seducirme —susurró—. ¿Acaso es eso lo que tramas?
A él lo ponía nervioso aquella mirada de deseo oculto que ella le enviaba en completo silencio, casi intimidándolo con gusto, por diversión. Sakura disfrutaba verlo ruborizado y diciendo 'dattebayo'.
—Sakura-chan, no me veas de esa manera porque haces que olvide todo.
—Y según tú, ¿cómo te miro?
—Así como ahora.
La médico le fijó más los ojos, aprovechando la corta distancia.
—Te veo de la misma forma que lo hago siempre, ¿qué diferencia hay?
—B-bueno que... tus ojos brillan mucho, 'ttebayo.
—¿Eso es bueno o malo?
—Buenísimo.
La fémina se acercó más —Naruto, yo-
—Lamento la interrupción —sonó una voz desde la espalda del rubio—. Tsunade-sama los busca y también el Kazekage de Sunagakure, el joven Gaara.
—Gracias, en un minuto vamos. —respondió la médico.
Naruto mantuvo los orbes clavados en ella. El sujeto que avisó partió rumbo al interior de la fiesta, dejándolos solos.
—Seguro quieren felicitarnos por nuestra ceremonia. —comentó él.
—Sí, puede ser.
Solo Dios sabía las ganas que tenía Sakura de besar a Naruto en ese instante, éste lucía tan apuesto con aquel kimono negro que resaltaba el color de su piel y ojos, que le era difícil no elogiarlo y no seguir viéndolo.
Estaba atractivo, guapo.
—¿Vamos ya? —consultó a la ninja, esbozando una sonrisa enorme—. Quiero que todos recuerden quien es mi esposa.
Sakura rió bajito.
—Creo que no te vendría mal presumirme un poco —suspiró mientras unían las manos y las entrelazaban, caminando al centro de la festividad—. Movámonos rápido, a Tsunade-sama no le gusta que la hagan esperar.
—Qué decir de Gaara.
Ambos sonrieron completamente enamorados y felices, nada parecía separarlos o afectarles, todo comenzaba a marchar bien...
...por ahora.
