Ahntsem Bozhym
Kiev, Ucrania:
El Convento de la Santa Ascensión Florivsky fue fundado en algún momento del siglo VXI bajo el monte Zamkova, en el casco antiguo del distrito Podril. Destruido, abandonado y clausurado varias veces, la fachada blanca se construyó a mediados del siglo XIX y sus techos verdes se conjugaban con la vegetación alrededor, o al menos así lo pensaba la niña de cabello oscuro que miraba por la ventana.
Sor Iryna le llamó la atención por estar tan distraída y las demás niñas despegaron los ojos de sus cuadernos para mirarla. Todas huérfanas como ella, recogidas y criadas por la Iglesia. Al oír las campanadas se levantaron y colocaron en fila india, era hora de la misa del mediodía. El presbiterio lucía imponente: la cruz, el cáliz y el vino eucarístico sobre la mesa sagrada rodeada de velas encendidas y al centro Santa Eufrosina, la princesa que rechazó casarse y se convirtió en monja. Ver la representación pictórica de la mujer, con la aureola radiante y el hábito monástico, hacía que el corazón de Helena comenzara a latir con fuerza. Ése fue el nombre que le pusieron cuando la bautizaron, allí en ese mismo templo. Tenía pocos días de nacida cuando las monjas la acogieron, tal vez fuera su madre quien la entregó, tal vez no, a Helena le gustaba creer que sus padres terrenales no eran los verdaderos, que era una especie de Hija Celestial enviada a cumplir alguna misión.
Se inclinó ante el altar y rezó con vehemencia.
Durante el almuerzo tuvo que soportar la vigilancia de Sor Olga, con sus ojos saltones y su nariz larga más bien parecía una bruja que una hermana. Odiaba a esa mujer, poseía un temperamento horrible y era cruel con ella, más de una vez llegó a abofetearla por nimiedades: comer más de la cuenta o no hacer los deberes. A los siete años la obligó a mantenerse hincada durante toda una noche frente a un crucifijo en castigo por haberle robado el pastel de manzana a una compañera, al amanecer sus rodillas estaban en carne viva. Aún así se negó a disculparse e incluso la escupió en la cara. La monja de inmediato se persignó y esparció el rumor de que la niña estaba poseída por el Demonio.
Desde entonces todas sus compañeras dejaron de hablarle.
El día que cumplió doce años recibió la visita de dos personas, un hombre y una mujer miembros de un grupo religioso, los Proletianos. Helena los miró bien desde el presbiterio donde se hallaban: él, viejo de contextura gruesa y fríos ojos, ella, alta, elegante y con rasgos asiáticos. La mujer se acercó y le entregó una carpeta llena de fotografías de niñas de Alemania, Austria y Francia… Todas idénticas a ella, todas meras copias de ella. Así se lo dijeron.
El hombre caminó hacia la mesa, tomó una hostia y la dejó caer sobre el vino sagrado del cáliz para sorpresa suya. Solo el sacerdote podía hacer aquello.
-¿Y bien? ¿Quieres cazar a los corderos? –le dijo, ofreciéndosela.
Helena mantuvo los ojos puestos en él por unos minutos, dio un paso y comió el Cuerpo de Cristo, un hilo rojo como la sangre le bajó lentamente por la comisura de los labios.
Sí. Esa era la misión.
Notas:
-El título de este one-shot es la escritura fonética de la frase "Агнцем Божим" que en el idioma ucraniano significa "Cordero de Dios", o al menos así me lo indicó Google Translate. Ojalá no me haya equivocado.
-Describí a Helena con cabello oscuro pues ese es su color original. Además me pareció más apropiado que fuera una católica ortodoxa ya que es la religión predominante en Ucrania.
-En fin, espero que les haya gustado este fic dedicado a mi clon favorito.
