En el valle de la muerte cabalgaron los seiscientos

Ellos no estaban ahí para replicar

Ellos no estaban ahí para preguntar porque

Ellos estaban ahí para hacer y morir


Ella no contaba. Lo sabía. Nunca fue más que un simple patólogo que estaría ahí para su uso.

Pero no siempre fue así. Hubo una época en la que estuvo rodeada de personas que la consideraban importante.

Cuando llego a Londres se sintió libre de las ataduras de su antiguo hogar. Libre de la responsabilidad que conllevaba su linaje. Su padre Constantino II de Grecia, príncipe de Dinamarca la había criado con devoción hacia la ciencia y la medicina. Había gobernado a los Helenos con sabiduría y mano firme más esto no evito que la revolución estallara en sus tierras y fueran exiliados tras una violenta revuelta.

Extrañaba su hogar. Las puestas del sol a la entrada de Atenas y los gloriosos amaneceres rodeados de una maravillosa fragancia. Amaba su hogar. Al igual que su padre.

Lamentablemente el murió un año después del destierro de la familia real. Su hermano mayor y heredero del trono viajo a América para comenzar una nueva vida al lado de su bella esposa mientras que ella se decidió por Londres y trabajar en el hospital Barts como su patóloga en jefe.

Un año había pasado desde que comenzó a trabajar en el hospital cuando lo conoció. Aquel famoso detective consultor. Sherlock Holmes.

Nunca había conocido a alguien tan interesante, el hombre era sumamente inteligente, un genio en verdad. Lo admiraba.

Le sorprendió que él nunca mencionara nada sobre ella. Pensaba que un día la llenaría de preguntas sobre el atentado al trono. Creía que él se daría cuenta de que era una princesa desterrada.

No fue así.

Claramente el gobierno británico la había encubierto y dado otro nombre e historia para evitar posibles secuestros y problemas políticos. Ella había llevado su nombre con orgullo Aricía de Grecia. Princesa de Atenas. Educada para ser el medico real y de confianza. Se había convertido en la simple Molly Hopper patóloga graduada de la universidad de Londres, amante de los gatos y el helado de chocolate.

En su vida, jamás, se había imaginado que tendría una vida normal, bueno, casi normal, después de todo trabajaba con muertos durante ocho horas al día. Pero nunca le importo. De esa manera podía ver siempre a su detective.

Los meses pasaban y ella trataba de ayudar a Sherlock lo más que podía en sus casos. Se sintió herida esa noche de navidad cuando le dijo tales palabras horribles, nunca se había sentido más humillada en su vida.

Esa misma noche la llamaron del hospital para realizar una autopsia a una criminal buscada. Ahí fue cuando se encontró de nuevo con el detective, su mirada parecía triste. Le dolió. Le dolió el verle los ojos nublados de sufrimiento pero sobre todo se sintió devastada por el hecho que Sherlock la reconociera por algo más que su rostro. Fue inesperado y sumamente frustrante.

Cuando Sherlock salió de la morgue dejando atrás a su hermano Mycroft, este, se volvió a verla y dijo.

Siento eso, señorita de Grecia.

No tiene de que disculparse señor Holmes.- sonreí-. Además sabe que ahora me llamo Molly Hopper. Trate de no ser indiscreto respecto a ese tema y diríjase a mí como tal. No soy más una princesa.

Discrepo en el asunto, su alteza, usted nació en noble cuna y la sangre noble corre por vuestras venas. Sería una grosería olvidar su estatus.- hablo pausadamente, conservando su postura recta-. Lamento el trato que recibe de mi hermano, créame, en estos momentos no es una grata compañía

Por favor señor Holmes.- dije dándole la espalda-. Aunque conserve la sangre real. Aunque haya nacido en una noble cuna. Sin un reino en el cual gobernar. Solo soy una persona más en este mundo. Y por ende soy normal.

Entiendo el comportamiento de su hermano, Sherlock, puedo ver su dolor ante la pérdida de esta señorita. Solo le pido, y si no es mucha molestia, que vosotros también entendáis su sufrimiento. Señor Holmes, la mente de su hermano trabaja de una forma extraña, sé que se aburre y quiere llenar esa falta de diversión con los casos y está descubriendo los sentimientos humanos desde la llegada de John. Puedo entenderlo a la perfección.

Quien quiera que sea esta mujer también causo un impacto en él y por primera vez siente la impotencia de no poder defender a alguien.- soltando un rápido suspiro continúe.- cuide de él. Sé que es una gran persona detrás de ese cerebro. Tal vez, dentro de ese palacio mental podremos encontrarnos al verdadero Sherlock.

Pero ¿qué hay de usted, Aricía? Usted también lo ha ayudado, más de lo que se merece, hace uso de sus sentimientos para poder entrar en este laboratorio sin restricciones…

Eso lo tengo bastante claro Mycroft.- lo interrumpí.- sé que me utiliza a su antojo y aun así lo ayudo hasta donde se me permite. Y también nunca dejare de ayudarlo.

Lamento que mi tonto hermano no note este tipo de ayuda…. Si supiera quien es usted…

¡Nunca debe enterarse! .- me exalte.

Tranquila princesa. Prometí nunca decirle a nadie de su condición. Pero el que frecuente a mi hermano de tal manera y lo ayude con sus casos la pone en la mira de muchas personas peligrosas. Y eso es algo que no puedo permitir.

Sonreí

Su preocupación es bienvenida, mas no debe de angustiarle en absoluto. Estoy acostumbrada a recibir amenazas desde que nací.- trate de reconfortarlo.

Lo tengo claro, mi señora, pero esa última carta que recibió me tiene un tanto preocupado. No sabemos de quien se trata y mucho menos sus intenciones hacia usted. Sobre todo porque mencionaron a mi hermano…

No se preocupe… nada le pasara a Sherlock mientras pueda evitarlo.- mi voz sonó firme y decidida.- mientras yo no cuente como alguien importante en la vida de su hermano… el estará a salvo de todos aquellos que me conocen…

Pero señorita…- se exaspero

Tranquilo. Yo no cuento….

Después de que mycroft abandonara la morgue me dirigí a mi escritorio y saque esa extraña carta que había recibido antes de navidad. Estaba escrita en un pedazo de papel caro que podía ser comprado en casi toda Europa, la tinta era fina pero igual de común.

La princesa de Atenas,

Bella criatura, elegante mujer.

Se encuentra jugando con un pútrido ser.

Resuelven misterios juntos,

Oh! Que conmovedor

Desde la oscuridad los observa

Su ferviente admirador….

Pd. Tú cuentas para mí, querida.

Era una nota sumamente inquietante y de quien quiera que sea sabia de su relación con Sherlock. Eso no estaba bien. Nada bien.

Después de la supuesta muerte de la señorita Irene, hubo una serie de asesinatos sospechosamente brutales, todos los cuerpos a los que molly le había realizado una autopsia presentaban severas lesiones de tortura bastantes peculiares.

Molly!.- Sherlock entro a la morgue a paso veloz.- ¿ya tienes los resultados de las autopsias a esas mujeres?

Claro…- susurre ¿cómo es posible que no pueda hablar con él?, nunca tuve un problema para dirigirme a las personas. Era una princesa por dios!- cada víctima presenta lesiones de golpes repetidos pos morte, además, de cortes a lo largo de su cuerpo con lo que parece ser un tipo de cuchilla…

Son cuchillas antiguas de Grecia.- me interrumpió

¿Cómo?

Las heridas fueron infringidas después de la muerte de cada una de estas mujeres, nuestro asesino trata de enviar un mensaje. Los cortes se hicieron en los tobillos, muñecas y cuello lo que era bastante común en la antigua Grecia. Se les impartía a los esclavos cuando estos desobedecían alguna orden de sus amos…. – explico- sin embargo dado la profundidad de las heridas y la forma que presentan, obviamente, fueron hechas por algún tipo de cuchillas y las únicas que llegan a Londres como son las que contengan un rasgo histórico. Por lo tanto, cuchillas griegas…

Sorprendente.- exhale "esto se está poniendo feo, seis homicidios, seis cuerpos. Cada uno con rastros de tortura y cuchillas griegas…. Además esa nota. ¡No puede ser posible! Él no me ha encontrado o tal vez ¿sí? Me sentía nerviosa. Si esta persona es la que yo creo, entonces ni los mismos dioses podrán salvarme de una muerte segura.

¿Ocurre algo molly?- Sherlock me saco de mis pensamientos y me miro de una forma extraña. Sus ojos azules me recorrieran el rostro con cierta inquietud.

Me sonroje

No, e.. Estoy bien.- respondí nerviosa- solo un poco agotada, he estado aquí durante toda la noche…

Ok…- respondió secamente.- ¿Qué tanto sabes de cultura griega molly?

Eso me tomo por sorpresa

No m… mucho.- ¡mierda!.- ¿Por qué preguntas?

Es solo que el ultimo cadáver que encontramos había algo extrañamente peculiar….

¿Qué había?

Una anemona….

Eso lo confirmaba, las anemonas eran su forma favorita de torturarme, siempre esa maldita flor me jodía la existencia a donde quiera que iba.

Es una flor ¿no?- trate de parecer inocente

Si… pero ¿Qué significa? – cerro los ojos con fuerza tratando de analizar

Genial. Otra vez a su palacio de mente. Me pregunto cómo será, como sea eso no es importante. Seguramente sabrá que esta flor representaba la muerte entre los griegos. Lo efímero que es la vida.

¡¿Qué dijiste?! – se exalto y dirigió sus ojos a los míos

n…. nada- mierda!

Estabas pensando sobre la flor- acuso- dime que sabes molly. Es de vital importancia sabe cualquier dato por mínimo que sea!

Bueno, esa flor representa lo efímero de la vida….

Entonces nuestro asesino esta obsesionado con la muerte…- me interrumpió- eso explicaría la flor… pero hay algo más. Algo que está por debajo del agua…