Toma mi mano

N/A: Los personajes y el mundo de Los juegos del hambre pertenecen a Suzanne Collins. Este fanfiction es creado sólo por diversión.

Esta historia está ubicada en Panem, durante los acontecimientos del libro Sinsajo (Mockingjay) y explora la posible relación que nace entre Gale y Johanna.


Johanna no tenía descaro en coquetearle, como aquella vez cuando la encontró tomando un poco de la morfina destinada a aliviar a Katniss. Había sido muy discreta, sus movimientos casi imperceptibles mientras cambiaba el cordón transparente devuelta a su destinataria original. Pero no en vano él había sido un cazador, había aprendido a ser muy observador y percatarse de todo movimiento, incluso los más sutiles marcaban la diferencia entre tener comida o no. Pero lo dejó pasar, no dijo nada, además si Katniss la dejaba, ¿por qué él habría de detenerla? Al salir, menando sus caderas, rozó de forma deliberada su pierna.

Y no había sido la única vez.

Siempre un "¡hey, guapo!" al cruzarse en los pasillos, o alguna que otra sonrisa descarada en el comedor. Ni qué decir de las miradas que a veces le enviaba, acompañadas de un guiño. A veces parecía estarse divirtiendo, mostrándose tan suelta, como usando una máscara de confianza. Sólo sabía de ella lo que había visto en las transmisiones de los juegos, sabía de su carácter fuerte, incluso explosivo, la tenacidad y ferocidad con la que peleaba por lo que quería conseguir, como cuando salvó a Beetee y a Wiress, por un momento creyó que les estaba dando caza, pero luego se sorprendió al ver que sólo buscaba protegerlos.

Empezaba a conocerla, cualquiera vería una pobre desquiciada inestable, pero él veía una mujer fuerte, admirable, destruída por el Capitolio.

No le sorprendía que Katniss y ella se hubieran vuelto tan unidas, reconocía en Johanna características propias suyas, sobretodo admiraba la determinación con la que entrenaba a diario, sólo por la oportunidad de destruir a Snow y al Capitolio. Sí, características suyas.

Por eso es que se quedó sorprendido cuando ella se desmoronó en la prueba final de su entrenamiento, cuando inundaron el campo y entonces toda su coraza desapareció, dando paso a una histeria incontrolable, gritó como si le desgarraran la piel y sucumbió a ser un ser indefenso. Sintió el impulso de ir con ella, de correr y sacarla de ahí, pero era algo que no le correspondía, sino a sus superiores. Apretó sus manos en puños mientras la escuchaba gritar y mirar perdida a todos lados, temblando furiosamente, como esperando que de cualquier lugar saliera algo incluso más grande o más letal. Dieron la orden de cancelar la prueba y soltaron un gas que la mandó a dormir rápidamente.

Se enteró que era así como había sido torturada, bañada en agua para luego aplicarle descargas eléctricas. Sintió su mandíbula tensarse mientras el odio que tenía al Capitolio alcanzaba nuevas fronteras de su cuerpo. La observó dormir bajo el poder del sedante, pero aquello no parecía dejar de lado las pesadillas, según como veía que su pecho subía y bajaba rápidamente mientras su respiración se agitaba y sus cejas parecían contorsionarse con terror.

"Johanna" le dijo en voz baja, agarrando fuertemente su mano "Está bien…. No pasa nada, estás a salvo", apretó su agarre unos segundos más hasta que la sintió relajarse. Soltó su mano cuando vio que su respiración volvía a ser calma, cogió uno de los paños que estaban sobre la mesita de al lado y limpió el sudor de su frente, llevando algunos mechones húmedos de su corto cabello hacia atrás. La observó unos momentos más, comparando su estado actual a como cuando la rescataron del Capitolio, en definitiva ahora se ve con mejor salud, pero igual de vulnerable que en ese entonces.

Los días pasaban rápidamente, no volvió a ir al hospital, entre los entrenamientos y las reuniones con Boggs, no encontró tiempo de darle otra visita. Tenía preocupaciones mucho más urgentes, como la última misión de la cual saldrían los propos de los rebeldes en el Capitolio. Saldrían al día siguiente a primera hora, sólo esperaba que esta misión fuera mucho más que el teatro televisivo del que se pretendía, quería realmente hacer algo que tuviera valor en la rebelión. Se quitó la camiseta, y la tiró a la cubeta de ropa sucia, se quitó los botines militares y estaba a punto de quitarse los pantalones cuando tocaron a la puerta.

No tenía idea de quien podría visitarlo a esas horas, cuando se supone que deberían estar dormidos. Al abrir se sorprendió de ver a Johanna, no es que esperara ver a Katniss, desde que ya no eran tan cercanos como antes, pero ciertamente, nunca habría imaginado a la víctor del distrito 7 en su puerta, no tenía gran amistad con Johanna o más intercambios que los ocasionales saludos en los pasillos.

"Hey, guapo" lo saludó ella con una amplia sonrisa. No esperó a ser invitada a entrar a la habitación, rozando el pecho de Gale con su hombro izquierdo avanzó y se sentó sobre su cama.

"Johanna… adelante, ponte cómoda"

"¿Qué crees que hice?" le contestó guiñándole un ojo, al ver que Gale no se movía de la puerta agregó gesticulando su boca de forma coqueta "No muerdo, sabes. No me tengas miedo."

Gale ahogó una risa, levantó las cejas y le contestó con una sonrisa. "No te tengo miedo."

"Entiendo que una mujer como yo pueda intimidarte, pero no tienes porqué" ronroneó ella, haciendo un gesto con su mano sobre la cama, invitándolo a sentarse.

Gale apretó sus labios en una fina línea, aun manteniendo una sonrisa ladeada, cerró la puerta de su habitación y se acercó al lado de la cama que ella le ofreció. Se sentó a su lado y giró su cabeza a verla, ninguno habló durante algunos segundos.

"Me alegra verte bien, volviendo a ser tú"

"¿Sabes que eres su juguete, verdad?" preguntó ella con un tono juguetón, como queriendo medir su paciencia.

"¿Es esa forma de hablar de tu amiga?" Definitivamente, Johanna había vuelto a ser la misma boca suelta de siempre. Pero no podía fastidiarse con ella.

Johanna sonrió y se encogió de hombros "Ella sabe cuánto la odio. No nos ocultamos nada."

Gale desvió su mirada a la banda que Johanna se había atado a la muñeca, un bulto sobresalía y estaba sucio, pero poco parecía importarle la apariencia de la extraña pulsera.

"Te trajo un montoncito de hojas y ramas de pinos"

"Sí, esa tonta" ahora Johanna es la que esboza una media sonrisa, instintivamente se llevó la pulsera a la nariz y respiró de su aroma. "Es tan tonta, que dejará su juguete sano libre"

"No soy su juguete"

"¿Y no te importaría ser mi juguete?" le dijo bajando el volumen de su voz y acercando su cuerpo hacia él, para que su boca no estuviera muy lejos de su oído mientras se lo decía. Gale apenas está procesando sus palabras, cuando siente el veloz movimiento de Johanna y luego su peso sobre él, sentada sobre su regazo con ambas piernas a cada lado de su cadera, mirándolo fijamente. "Podríamos divertirnos." Gale arqueó una ceja mientras la observaba fijamente, inmóvil, pero no indiferente a la repentina cercanía de sus cuerpos. Johanna se acercó más a él y le susurró "Puedo enseñarte un par de cosas."

Gale sintió que sus tripas se estremecieron. No, no habían sido sus tripas, pero también estaba a la altura de su abdomen. La actitud de Johanna parecía incitarlo a usar sus manos y recorrer sus curvas, quizás acercarse más a ella, besarla, pero sabía que tenía que actuar con cautela. Sabía que la víctor podía sólo estar bromeando con él, fastidiarlo un poco sin llevar ninguna intención de llevar esos juegos de coquetería a una realidad. Y no parecía estar equivocado, pues al cabo de unos segundos ella se tensó, cogió su rostro con ambas manos e hizo que la mire firmemente, la sonrisa había abandonado su rostro y una total seriedad desprendía de ella.

"Tienes que cuidar a Katniss" le dijo de forma cortante.

Resopló con incredulidad, como si eso no fuera obvio, como si fuera necesario decirlo. Iba a decirle que no tenía que usar sus jueguitos de seducción para hacer que proteja a Katniss, que tenerla a salvo era su prioridad, pero Johanna volvió a hablar, interrumpiendo y callando cualquier idea que él pensaba en responder.

"Ella tiene que hacerlo, Gale" el tono de su voz se volvió grave, más urgente, había dejado la coquetería y el juego de lado. "Ella tiene que lograrlo, tú tienes que asegurarte de que ella le atraviese el corazón con una flecha. ¿Lo entendiste?" Gale afirmó con la cabeza, aún sin salir de su asombro. Esta era la mujer que había visto actuar en la arena. "Y cuando ella lo haya matado, la tienes que traer de vuelta. Tienes que traerla Gale. Promételo"

Y tan grave y fuerte como sus palabras, antes que él pudiera contestar algo, lo besó. Fue un beso como nunca antes había tenido, de las muchas veces que había compartido algunos besos con chicas de su distrito, incluso con Katniss, habían sido gentiles, suaves, normales. Pero Johanna desprendía un beso rudo, impetuoso, casi brutal que no le desagradó en absoluto. Su lengua entraba salvajemente a su boca, sus dientes rozaban sus labios sin cuidado, los dedos de sus manos se habían enroscado entre los cabellos de su nuca, podía sentir sus uñas clavándose en su cuero cabelludo. De pronto sentía que sus pulmones no tenían suficiente aire, como si Johanna estuviera tomando todo de él.

Su regazo empezó a arder, al igual que la parte trasera de su cabeza, su pecho, y en general toda parte de cuerpo que tenía algún tipo de contacto con Johanna, como si ella desprendiera un fuego que empezaba a quemarle. Más que fuego, era la promesa de torrentes de lava, de explosivos, de destrucción. Tal como él se sentía, y que había reprimido durante mucho tiempo. A favor de Katniss. A favor de él mismo, por temor a no poder contenerse, por temor a no ser aceptado. Pero ahora eso era lo de menos.

Había encontrado alguien a su medida.

Saliendo de su estupor momentáneo, reaccionó poniendo una mano en la cabeza de Johanna y otra en la parte baja de su espalda, y ejerciendo fuerza, le apretó contra su cuerpo. Johanna ahogó un gemido que no hizo más que avivar la ignición de Gale, bajó ambas manos al trasero de Johanna y apretando sus nalgas giró sobre sus cuerpos, depositándola en la cama, peleando con su boca por tomar el control del beso que ella no quería ceder. Entonces debía tomarlo a la fuerza. Le mordió el labio inferior y Johanna dio un respingo, soltando un quejido de dolor se separó de él. Por un momento se asustó, creyó que había malogrado el momento y Johanna se iría, pero al observarla bien, sus ojos estaban brillantes, renovados con alguna nueva sensación de deseo. Ella lo observaba como si lo hubiera visto por primera vez, como si realmente esta fuera la primera vez que lo veía. Sonrió por un segundo y luego volvió a reclamar su boca, empezando nuevamente una guerra húmeda de labios, lenguas y dientes.

Entonces Gale empezó a explorar su cuerpo, repasando sus manos desde sus caderas hacia sus pechos, subiendo una mano hasta su cuello y cogiendo su mandíbula para tomar más control sobre ella. En respuesta, Johanna clavó sus uñas en su cuello, guiándolos hacia sus hombros dejando trazos rosados sobre la piel, ocasionándole un gruñido gutural que pareció satisfacerla. Se separó de ella esta vez con más distancia entre sus cuerpos, acomodándose entre sus piernas, estiró sus brazos y cogió la camiseta que Johanna traía, en un solo movimiento se lo quitó por sobre su cabeza y lo tiró descuidadamente hacia un lado. Se inclinó sobre ella buscando sus pechos, cogiendo un pezón con sus labios y succionándolo fuertemente mientras que con una mano atendía el otro, apretándolo entre su pulgar y su índice. Johanna cerró los ojos y gimió, pero no tanto como cuando sintió los dientes de Gale apretando el mismo pezón, enviándole oleadas de dolor y un placer indescriptible.

Ahora Gale cambió de pezón en su boca, pero nunca dejando el otro descuidado, los gemidos de Johanna le enviaban una señal directa a su erección, la cual se hacía más dura y dolorosa a cada segundo. En algún momento sintió que ella lo abrazaba con sus piernas y lo atraía hacia ella, para satisfacerla él presionó la parte baja de su cuerpo, arrancando un gimoteo de deseo, su cuerpo arqueándose hacia él para sentir más. Muy a su pesar, pero con una fuerza determinada, Gale volvió a separarse de ella, esta vez la despojó de sus pantalones. No le sorprendió que no trajera ropa interior, a veces le había chequeado el trasero mientras caminaba y parecía no usar nunca naba bajo sus pantalones, pero esto no hizo más que engrosar el deseo que ya lo estaba dominando.

Entonces Johanna se sentó y lo besó con la misma fuerza de antes, y llevó su mano a sus pantalones, exactamente a su erección, y apretó su miembro por sobre la ropa, ocasionando que Gale gruña en su garganta. Hábilmente desabotonó y bajó el cierre de la prenda, acarició su falo con la palma de su mano por toda su longitud por encima de sus boxers, esbozando una sonrisa cuando lo sintió temblar. Gale la empujó con su cuerpo nuevamente y se echó sobre ella, acomodándose entre sus piernas y apretando su erección contra su cuerpo. Johanna pierde la paciencia y decide que el juego terminó, alza ambas piernas a la altura de la cintura de Gale y con los dedos de sus pies, busca los inicios de la ropa que ahora estorba y los empuja, él entiende sus intenciones y levanta su cadera para que las prendas resbalen con más facilidad, liberando pronto su pene que da un respingo al verse liberado. Ambos gimen al contacto de sus miembros calientes, duro contra húmedo.

Johanna llevó una mano por en medio de sus cuerpos y encuentra su miembro, gime al sentir la lengua de Gale entrando a su boca con movimientos fuertes y cortos, como prometiendo que lo mismo haría con su pene dentro de ella, con un movimiento firme lo ubica en la entrada de su vagina y se acomoda bajo su cuerpo, abriendo más las piernas y cambiando el ángulo de su cadera para permitirle un mejor acceso. Apenas termina de acomodarse y Gale la penetra de una sola estocada. Johanna rompe el beso y grita, clava sus uñas en la espalda de Gale y él vuelve a penetrarla firmemente, repite el mismo movimiento varias veces, sacando casi todo su pene, dejando sólo la cabeza dentro de ella para luego irrumpir con fuerza. Es cuando siente los dientes de Johanna cerrarse sobre su hombro izquierdo que ahoga un gruñido de dolor, pero esa mordida no hace más que excitarlo y llevarlo a un nuevo nivel de placer. La besa de nuevo, apoya su peso en un brazo, y con la otra mano libre recorre las curvas de su cuerpo, deteniéndose en su pecho y pellizcando sus pezones entre sus dedos. Se separa un poco de ella, rompiendo el beso, pero coge ambas piernas y las pone por sobre sus hombros, permitiéndole un nuevo ángulo para penetrarla. Ahora sus estocadas son más veloces y frenéticas, Johanna aprueba sus movimientos con gemidos de placer, arquea su cuerpo por momentos, se muerde los labios para evitar gritar, estira un brazo para alcanzar el rostro de Gale, pero él coge su mano en el aire y entrecruza sus dedos con los de ella. Con su mano libre, ella se toca los pechos y va bajando por su cuerpo hasta el inicio de su sexo, con un dedo busca su clítoris y empieza a estimularse, enviando dobles ondas de placer a su cuerpo.

Gale no había visto algo tan sexy como una mujer estimulándose, sólo había estado con chicas que tenían cierto grado de timidez, nunca alguien como Johanna. La vio cerrar los ojos y apretar los dientes con fuerza, su pecho subía y bajaba cada vez más rápido, podía ver su excitación creciendo y amenazante con explotar, entró en el dilema de querer escuchar sus gritos de placer, pero no estaba seguro que las paredes de su habitación pudieran contenerlos. Le abrió las piernas y se inclinó nuevamente sobre ella, tomando su boca en un beso salvaje mientras sentía su cuerpo retorcerse y arquearse. Las paredes húmedas que envolvían su pene también se contraían de forma deliciosa, los gemidos que nacían de su garganta morían en su boca, y ese fue el acicate de su propio clímax. Hizo el ademán de separarse de ella, de sacar su pene para no venirse dentro de ella, pero las piernas de Johanna lo atraparon en un abrazo que no pudo deshacer a tiempo. El líquido caliente inició su recorrido y evacuó dentro del interior húmedo de Johanna, quien recibió la descarga con un gemido suave.

"Mierda… Johanna, n-no teníamos…." Empezó a decir Gale mientras se acomodaba a su lado.

"Mañana pediré que me den algo en el hospital" lo interrumpió ella, con voz firme y determinada.

Pasó un largo momento en el que ambos recuperaban el aliento, siendo sus respiraciones el único ruido de la habitación durante un minuto que se hizo largo. Finalmente Gale decidió que era hora de responderle.

"Lo prometo"

Johanna esbozó una débil sonrisa y giró su cabeza a mirarlo, sus ojos se encontraron y supo que él decía la verdad.

"Bien" dijo en un exhalo, se paró con un poco de dificultad, con las piernas temblantes y se puso sus pantalones, buscó su camiseta en el suelo y también se la echó encima. Gale la observaba divertido, casi orgulloso de ser el causante del temblor en sus piernas. "Ahora duerme campeón. Mañana te espera un largo día. Asegúrate de volver y podremos seguir con esto" su tono coqueto y desenfadado había vuelto, le guiñó un ojo y se dirigió a la puerta, la abrió y antes de salir se giró y le dijo con una sonrisa lobuna "quizás te permita ponerme en cuatro." Cerró la puerta tras ella.

Por supuesto que iba a volver. Si era posible mataría a Snow él mismo, traería a Katniss de vuelta con su chico del pan y volvería a cogerse ese trasero salvaje del distrito 7.