Apenas eran audibles los pasitos por el suelo frío de la habitación. tanto Dean como Sam estaban durmiendo aunque se había hecho de día hacía ya más de cuatro horas. La pequeña figura se detuvo entre ambas camas, mirándolos a los dos alternativamente, hasta que finalemente se decidió por acercarse a la cama de su padre. Se volvió a detener junto a Dean, esperando que este notara su presencia, aunque, cuando vio que no era así, con su pequeña manita empezó a estirar de la manta.

"Pa'." Dean no contestó a la vocecilla que le llamaba desde abajo. John volvió a insistir, estirando con mayor fuerza. "Pa'." Dean se removió, remujó algo que fue hubiera sido difícil de comprender y al final abrió los ojos. Al hacerlo, se encontró con dos amplios ojos negros que lo miraban directamente.

"John, que haces levantado tan temprano." Dean se incorporó un poco y cogiendo a John, lo subió hasta su cama, donde lo sentó. "Aún no es hora de levantarse."Dean volvió a tumbarse, esperando que el niño hiciera lo mismo.

"He oído ruido." John hablaba con hilo de voz apenas audible. "Quiero dormir contigo."

Dean suspiró y se volvió hacia su hermano que dormía en la cam de al lado, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor. "Muy bien, pero no se lo digas al tío, ya sabes que dice que tienes que aprender a dormir sólo, como la gente mayor." El niño asintió y con presteza, se metió bajo la ropa de la cama de Dean. "Además, seguro que lo que has oído era sólo un coche o un perro callejero."

"No, porque Freddy me ha dicho que era otra cosa."

"¿Freddy?" Sin siquiera moverse, Dean observó con John se acurrucaba a su lado, para terminar por abrazarlo.

"Mi amigo, Freddy, sabe mucho, casi como vosotros y dice que el monstruo quería cogerme."

"Aquí no hay monstruos, Sam y yo lo comprobamos al llegar, seguro que Freddy sólo quería asustarte un rato." Dean se dio la vuelta hacia John, que apretó todavía más su pequeño cuerpecito contra su padre. "¿Por qué no dormimos un poco más? Si seguimos hablando, vamos a despertar al tío y ya sabes que se puede despertar de muy mal humor si no duerme lo suficiente."

Tras escuchar a su padre, el niño sólo asintió y siguiendo las palabras de su padre, cerró los ojos y en pocos momentos, Dean vio que se había dormido de nuevo.

El mayor de los hermanos sonrió mientras observaba al niño, nunca hubiera pensado, unos años antes, poder estar en esa situación, abrazado a su hijo, quitándole el miedo a los monstruos, que por suerte en este caso no existían y notando su respiración tranquila contra su cuerpo. Pocas veces había estado tan feliz como en ese momento y esperaba poder disfrutar de esa tranquilidad mucho tiempo.

- o -

Cuando Sam se despertó, la luz del sol hacía mucho rato que entraba con fuerza en la habitación. se incorporó lentamente, agradeciendo haber podido dormir tranquilamente esa noche, sin fenómenos sobrenaturales, sin ataques de ningún tipo y habiendo podido disfrutar de un sueño apacible.

Al poner los pies en el suelo, el frío de la madera le recorrió el cuerpo y le hizo tiritar por un momento. Como siempre hacía cuando se despertaba primero, se fijó en la cama de su hermano, Dean estaba de espaldas a él, acurrucado, pero había algo más con él, una forma pequeña que tenía pegada al cuerpo y que también parecía dormir, de nuevo John estaba durmiendo con él.

Como si supiera que su hermano ya se hubiera despertado Dean abrió también los ojos y se volvió hacia Sam. "¿Otra vez te ha convencido para que le dejaras dormir contigo?, ¿que ha sido esta vez, el mostruo del armario?" Dijo Sam mientras sonreía alegremente.

"Dijo que había oído un ruido y que su amigo Freddy le había dicho que se trataba de un monstruo que se lo quería comer o algo así." Dean hablaba en voz muy baja, no quería despertar a la criatura que dormía tranquilamente a su lado.

"No se como lo consigue siempre." Sam fue hasta el cuarto de baño mientras hablaba. "Tu que te consideras un experto cazador y que no permites que nadie te tome el pelo por las buenas." Se detuvo al llegar a la puerta y se volvió hacia la otra cama, en la que seguía su hermano, viéndolo como acariciaba la mejilla del niño y jugaba con mechones de su pelo castaño. "Sólo podía ser él ¿verdad? sólo te dejas convencer por los cuentos de tu propio hijo."

Sam retrocedió hasta la cama y se agachó hasta poder ver la dulce expresión de John. Le encantaba ese niño, no sólo porque fuera su propio sobrino, sino porque realmente se trataba de un Winchester, valiente antes los peligros, tierno cuando quería conseguir algo y dispuesto a enfrentarse a cualquier peligro por su familia.

"¿Y lo dices tu? Te recuerdo que es tu sobrino y la capacidad de camelarse a cualquiera es tuya." La expresión burlona de Dean hizo que Sam no le contestara, porque aunque no quisiera reconocerlo, se sentía muy orgulloso del parecido que John tenía con los dos y si, su hermano tenía razón, si Dean no era capaz de decirle que no a su propio hijo, era por culpa de Sam y de todos sus años de práctica en convencer a su hermano de lo que él quisiera.

Sin decir nada más, Sam se fue de nuevo hacia el cuarto de baño. Una vez que su hermano hubo cerrado la puerta detrás de él, Dean se volvió a dejar caer sobre la cama, muy lentamente, y se volvió de nuevo hacia John. Todavía le sorprendía estar mirando a su propio hijo. Desde luego se había acostumbrado a ser padre soltero, con la ayuda de Sam claro está, a proteger al niño más que nada en el mundo, igual que a su hermano, pero las cosas habían cambiado tanto desde que habían dejado a James y Bobby hacía casi dos años, que le costaba hacerse a la idea.

Ahora ya no buscaban continuamente criaturas sobrenaturales a las que enfrentarse, sino que sólo se enfrentaban a los problemas que venían a ellos. Las estancias en las ciudades se habían cada vez más largas, a veces llegaban a quedarse hasta dos o tres meses en un mismo sitio sin que ni él, ni Sam dijeran de marcharse a otro sitio.

Pero la verdad era que no le importaba el giro que había tomado su vida, no se trataba de que hubiera tenido que acostumbrarse a una nueva situación que le hubiera sido impuesta, sino que, desde que había visto por primera vez ese par de ojos negros, la vida en la que siempre había pensado, cazando como su padre, se desvaneció para siempre y a partir de entoces, sólo pudo imaginarse la vida junto a su hermano y a John.

- o -

Tal y como hacían cada cierto tiempo, los chicos fueron a la nueva cantina de Ellen. Adoraban a esa mujer como si hubiera sido su propia madre y ella disfrutaba con su compañía cada vez que iban a verla. Pero las últimas veces había sido diferentes, desde que le habían presentado al nuevo miembro de la familia Winchester, la mujer se había enamorado del niño y les instaba a que se lo dejaran algún fin de semana, quería disfrutar como si se tratara de su propio nieto, ya que por el momento Jo parecía no tener ninguna prisa por sentar la cabeza y convertirla en abuela.

Esa tarde, cuando Ellen les llamó, preguntando si tenían algún problema en que John se quedaron con ella a dormir, los hermanos no dudaron en hacerle caso y tras dejar a John con Ellen y ver lo a gusto que se sentía el niño, riendo, jugando y divirtiendose con ella, los chicos se fueron a pasar una noche "sin niños".

Recorrieron algunos de los bares de la zona, coqueteando con camareras y clientas que se acercaban a ellos, demostrándoles que pese a no salir muy a menudo seguían sabiendo como ligar; disfrutando de cervezas frías y ciertos brebajes de nombres impronunciables, pero sabor exquisito y hablando de temas poco trascendentales.

Algo más tarde de las dos de la mañana decidieron marcharse a descansar. Se fueron andando, ninguno de los dos estaba en las mejores condiciones para conducir, mientras continuaban hablando distraidamente. Cuando ya estaban cerca de su alojamiento y entre las sombras de una esquina, escucharon unas voces que hablaban más alto de lo debido y lo que parecía ser una voz de mujer que parecía estar muy enojada.

"Serás idiota, te dije que el trabajo era muy fácil, ¿qué es lo que no has entendido de lo que he dicho?" Los dos hermanos se acercaron, no querían dejar pasar una oportunidad de salvar a una dama en apuros. "No te voy a permitir más errores Nadia, la próxima vez te haré entender las cosas de otra manera."

"¿Qué vas a hacer, pegarme como la última vez?" La chica de aspecto joven y una bonita cabellera morena, cuyos rizos caían sobre sus hombros, salió de las sombras, pero un fuerte brazo, atrapó el suyo y la empujó contra la pared.

"No te burles de mi, porque sigues siendo una niñata al fin y al cabo y si no fuera por mi ayuda no se donde estarías ahora mismo." Ella forcejeó y se soltó del brazo que la sostenía.

"Pero no olvides que yo soy la que hace el trabajo sucio. ¿Te mancharías las manos tu si no me tuvieras cerca?" Volvió a moverse, pero esta vez, el hombre, visiblemente enojado la empujó con mayor fuerza contra la pared y ella se golpeó la cabeza.

"No te hagas la ofendida, puedo matarte si quiero y buscarme a otra persona para que haga los trabajos." Sujetándola por el cuello, le continuó hablando al oído. "No eres tan imprescindible como crees."

En medio de la discusión, Dean apareció en el callejón, con el arma apuntando al hombre. "Suéltala, porque hoy no vas a matar a nadie." El hombre lo miró, mientras sostenía a la chica. "Suéltala."

"Vaya, parece que ha venido un caballero andante a rescatarte." Cuando el hombre apretó un poco más el cuello de la chica ella lanzó un pequeño gemido y cerró los ojos. "¿Crees que siempre tendrás la misma suerte Nadia?" El hombre la dejó caer al suelo y levantando las manos hacia Dean mostrando que no llevaba ningún arma, comenzó a retroceder, desapareciendo finalmente por la otra esquina.

Una vez que vio que el hombre había dejado de ser una amenaza, Dean se acercó a la chica, que estaba sentada en el suelo, frotándose el cuello dolorido.

"¿Te encuentras bien?" Dean se agachó a su lado, mientras vio que Sam también se acercaba.

"El tió ese se ha ído." Dijo Sam desde detrás de su hermano.

Viendo que la chica no contestaba, Dean le tocó con cuidado, hasta que ella levantó la mirada hacia él. "Muchas gracias, pero no soy ninguna damisela en peligro, te lo puedo asegurar." La voz de la chica sonaba terriblemente irritada. "Ya os podéis marchar." Con un manotazo, la chica apartó la mano de Dean.

"No pareces estar muy bien, ese tipo ha estado a punto de matarte."

La chica, fijando los penetrantes ojos negros en Dean comenzó a reir. "No te preocupes, hace mucho que aprendí a cuidarme sóla y hace demasiados años que conozco a mi hermano y se como tratarle."

Dean pareció quedarse sin palabras. "¿Tu hermano?" Se volvió hacia Sam, que permanecía en silencio. Ambos se intercabiaron sendas miradas. "¿Ese tío que ha estado a punto de estrangularte es tu hermano?."

Ella se levantó y se sacudió la suciedad que se había adherido a su ropa. "Sinceramente, no os conozco de nada, aunque vale, habéis sido muy amables por salvarme y todo eso, pero no tengo porque daros explicaciones de mi vida." Dio un par de pasos alejándose de ellos. "Chicos, ha sido un placer, pero no teníais porque haberos molestado. Tal vez nos veamos en otra ocasión." Dijo mientras se marchaba levantando la mano despidiéndose.

Dean y Sam se quedaron donde estaban, de pie, mirando como la desconocida, de la que sólo conocían su nombre, Nadia, se marchaba sin mirar atrás.

"¿Dean por qué estas cosas sólo nos puede ocurrir a nosotros?" Su herman no contestó en un primer momento, mirando fijamente como la chica los dejaba atrás.

Le sorprendía lo indefensa que le había parecido cuando el hombre la había ocasado y lo mucho que había cambiado, como si se tratara de otra persona distinta, capaz de enfrentarse a cualquier cosa que se pusiera por delante.

Le había ignorado, una belleza morena, de ojos negros, y pelo rizado, no le había casi dado las gracias por salvarle la vida, que ya se había marchado como si nada, ni siquiera se había fijado en él y eso le dolía más que cualquier otra cosa.

"Dean ¿me estás escuchando?"

"Si, sólo estaba comprobando que el tío ese no la siguiera." Sam se lo quedó mirando, pero no dijo nada, sabía perfectamente lo que su hermano estaba pensando, reconocía a la perfección esa mirada fija en la figura de la chica y no estaba seguro que fuera lo mejor que su hermano se encaprichara de una desconocida con no muy buenas amistades.

Aún cuando la chica había desaparecido de su vista, Dean no podía dejar de pensar en ella, en sus curvas, en su voz sexy y descarada, simplemente con su mirada negra y profunda le había cautivado como pocas mujeres lo habían conseguido.

Volvieron a marcharse hacia la habitación, Dean sin poder quitarse de la cabeza a la chica misteriosa a la que acababan de salvar y Sam pensando en cuanto le costaría a su hermano meterse en problemas por una mujer a la que no conocía de nada y con cuyo hermano no habían hecho muy buenas migas. Suspiró un momento, rezando para él, porque esa mujer no les trajera demasiados problemas y mucho menos que las consecuencias de esa noche llegaran a afectar a John de alguna manera.